La abuela no ‘twittea’

La opinión del Comunicador Social…


ERNESTO A. HOLDER  
ernestoholder@gmail.com

Vuelvo sobre el tema de los nuevos medios porque, por nuevos, el análisis y las teorías que se vienen constituyendo, merecen la participación de los que vemos el tema de la comunicación como fundamental para el desarrollo humano. Eso involucra a todo aquel que integra la comunidad de observadores sociales y que fundamentan sus planteamientos con base en análisis de los hechos reales y no de lo que supone ser o lo que está de moda.

Hay muchos cabos sueltos, y a la luz de los acontecimientos en Egipto, como expresé en artículos anteriores, el Internet y la telefonía móvil digital con sus Facebook, Twitter, chat, MSM y demás, están cambiando la forma en que parte de la población recibe y transmite información y por ende la forma en que se comunica.

Cabos sueltos, porque todos los análisis que he examinado en las últimas dos semanas sobre el uso de estos medios y su efectividad como elemento multiplicador de mensajes (que dieron con las movilizaciones de grandes sectores de la población egipcia para protestar, y a la postre, tumbar al régimen de Mubarak), cada día más sugieren que fueron ‘elemento vital’ y muchos analistas le dan demasiado crédito a los efectos (quién dice que, a quién, por qué canal y con qué efecto), de la difusión de mensajes a través de las redes sociales como mecanismos determinantes de comunicación.

No vale la pena atiborrarlos con números y estadísticas, pero el panorama general es sencillo. La población mundial a junio de 2010, se estimaba en 6.6 mil millones de personas. De esos, se estima que hay 1.96 mil millones (28.7 por ciento) usuarios de Internet. En cuanto al uso de aparatos de telefonía móvil, según las estadísticas preparadas por mobiThinking, y con base en un compendio de diversos informes preparados por distintas empresas que investigan mercados de consumo alrededor del mundo, los usuarios de telefonía móvil sobrepasaban los 5000 millones de personas a finales del 2010. Esta cifra es de cuidado, porque pareciera que más del 70 por ciento de la población mundial posee un aparato de celular, pero lo cierto es que hay quienes poseen más de una cuenta de celular y muchas veces hasta tres.

Lo que sí es cierto, y como dije, para presentar escenarios sencillos de un tema complejo, el segmento de la población que más los utiliza oscila en diferentes reportes entre los 15 y 24 años de edad. Son los más conectados, según Nielsen; utilizan a fondo todas las herramientas comunicacionales que los nuevos medios proporcionan: fotos, videos, textos, mensajes de voz y telefonía tradicional. Esa combinación no se da en los otros segmentos de la población y disminuye notablemente a medida que va envejeciendo la muestra.

En Cairo, la chispa que generó el movimiento salió de este segmento de la población y las abuelas participaron activamente de las protestas, aunque no twittearon. El proceso que se dio para atraer manifestantes multiplicados por miles y miles; hombres y mujeres de todas las edades, se apoyó en otras formas de información: cara a cara y de boca en boca. Un twitt o chat, es lo mismo que una volante impresa de un estarcido y tirado en la ventana de un diablo rojo, en medio de un grupo de personas que no está conectado a los nuevos medios. El receptor recibe el mensaje, por su carácter significativo, en casos como el de Egipto, sencillamente abre la boca y lo multiplica inmediatamente: ‘llegó Matea’.

Hay que tener cuidado a la hora de glorificar la penetración y el efecto de los nuevos medios como fundamental en la forma de comunicación de la población en términos globales y generales. En todo caso, de una parte de la población. Y los regímenes dictatoriales sencillamente los bloquean como está sucediendo en estos momentos.

En la revista digital The Nation, un informe preparado por Adline Atili titulado ‘Bridging the global digital divide’, informa que: ‘mientras la penetración de la Internet en países desarrollados alcanzó a finales del 2009 un 64 por ciento, en los países en desarrollo solo llegó a un 18 por ciento de la población’. Abdul Waheed Khan, subdirector de comunicación e información de UNESCO, subrayó el poder de la banda ancha para crear ‘sociedades de conocimiento’ (‘knowledge societies’), expandibles en el tercer mundo. Eso aún está lejos de ocurrir, al igual que la radio aún no ha llegado a grandes sectores de la población global.

La disparidad mundial en términos de acceso a la información es aún un reto para la Humanidad y por consiguiente al desarrollo de los sectores pobres que no chatean o twittean. La tecnología para vencer la pobreza debe ser el norte y todos los medios disponibles serán necesarios para lograrlo.

 

<>Este artículo se publicó el  21  de febrero   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

¿Y si no celebramos carnavales?

La opinión del Comunicador Social…

ERNESTO  A. HOLDER
ernestoholder@gmail.com

Me incomoda la pasividad de la mayoría de la población ante los retos de avaricia y sordidez que enfrentamos.   Creo que lo que hay es una gran pereza, sí y compartida; multiplicada a la enésima potencia del desinterés. Confieso, nuevamente que, cada semana, se hace más difícil escribir esta columna frente a los acontecimientos que se dan, rápidamente y tan de seguido en el espacio de siete días.

Antes he expuesto que mis preocupaciones fundamentales se centran en el deterioro de la condición social y cultural de la especie y particularmente, de los que habitan esta estrecha franja de tierra en las Américas.  El Yo por Yo y mis amigos, más nadie.

Acaba de terminar la primera década del nuevo milenio. Hemos recuperado la totalidad de nuestro territorio a expensas de la vida de tantos ilustres héroes de todas las capas sociales, que en muchos casos, sacrificaron todo para que fuéramos soberanos a cabalidad. Idealicé para este tiempo, una sociedad en franco camino a compartir espacios de crecimiento, desarrollo social y cultural. Una sociedad entretejida, avanzando hacia metas comunes de prosperidad; mejores condiciones de vida para todos. Una sociedad respetuosa del espacio, las ideas, la cultura y los deseos de cada sector como retribución a los sacrificios de los que expusieron o dieron sus vidas por la causa patriótica. Aún guardo esperanzas de que no me haya engañado.

A principios de la semana pasada, varios analistas internacionales mostraban preocupación porque después de dos semanas de protestas en Egipto, la intensidad de las mismas fuera disminuyendo.   Era razonable especular sobre esa baja en las presiones multitudinarias que el pueblo egipcio había expresado. Parecía que el ritmo iba en decadencia frente a la negativa del presidente Mubarak de abandonar el poder. El jueves se intensificó nuevamente y la presencia de manifestantes, casi 24 horas al día, aumentó a razón de las negativas declaraciones de Mubarak esa tarde.   A la hora de entrega de este artículo todo parece indicar que el pueblo egipcio ha triunfado: Mubarak ha abandonado el poder.

En Panamá, como ya sabemos y si han estado prestando atención, se daban demostraciones en contra del código que permite el desarrollo de la actividad minera en nuestro país.   Las protestas se han dado particularmente en los sectores indígenas del país, quienes serían los directamente afectados por las consecuencias de la explotación minera. Tal como reportó La Estrella de Panamá el jueves pasado en su edición en línea, ‘la diputada Crecencia Prado, de ascendencia Ngäbe Buglé, denunció que la aprobación del mencionado Código, es indicativo de que el presidente Ricardo Martinelli nos ha agarrado de ‘tontos, mientras envía representantes a hablar con el pueblo Ngäbe aquí aprueba la ley’, en referencia a la Asamblea de Diputados.   Según Dichter & Neira, el 68% de la población encuestada rechaza la modificación el código en mención.

Hubo tímidas manifestaciones de parte de algunos sectores populares ante un tema de tanta importancia, y que tiene el potencial de afectar permanentemente nuestro rico y exuberante hábitat y ambiente.   La Universidad de Panamá fue cerrada desde el jueves, no por lo significativo de las manifestaciones (muy tímidas de parte de un sector que debería ser socialmente proactivo), sino por el vandalismo y el robo de insumos a lo interno del Campus, aprovechándose de las circunstancias.

En Panamá, esa misma tarde del jueves en las noticias de una televisora local que escuchaba, el tema de Egipto fue mencionado brevemente.   El de las protestas por la minería, también. Con bombos y platillos como se dice en el argot local, transmitía los últimos detalles de los carnavales venideros bautizados ‘Carnaval de la City’ y con el lema ‘Goza lo tuyo Panamá’.    Se oficializó la Cinta Costera como ruta oficial.    Un ‘culecódromo’ será organizado entre la calle 29 y 30, cerca de la avenida Balboa. La reina será escogida el día 16 de febrero y como premio especial será embajadora cultural y participaría en todas las ferias internacionales en donde estuviera la presencia de Panamá como parte de la estrategia de turismo del país.

¿Por qué no abolimos los carnavales para siempre, a lo largo y ancho del país? ¿Cuántos protestarían? El dinero que todos los sectores invierten y lo que se gastan en preparativos para estas superficialidades, pudiera muy bien servir para invertir en mejorar las deficiencias que nos amenazan.   En educación, por ejemplo.

Calle Abajo y Calle Arriba de Las Tablas, pudieran hacer las paces, limar vetustas asperezas que nadie ya recuerda. Juntar esa energía y esos esfuerzos de todo el año por deslucir a la parte contraria. Trabajar con ese afán y protestar con esa vehemencia, pasión y alegría por preservar lo que tenemos y en repudio a los que atentan contra el futuro del país.

 

Este artículo se publicó el  14  de febrero   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Los nuevos medios: ¿por qué importan?

La opinión del Comunicador Social…

ERNESTO A. HOLDER
ernestoholder@gmail.com

Literalmente hay cientos y cientos de estudios, ensayos y artículos sobre el poder de los medios, la influencia de los medios; el poder y la influencia de los medios; los medios y el poder; medios y manejo del poder; control de los medios y poder. Es decir, no importa cómo se titula, ha sido motivo de análisis y estudio por científicos sociales alrededor del mundo y de varias formas hemos tratado este tema en este espacio. Pero necesariamente hay que revisitarlo en el marco de varios acontecimientos ocurridos en las últimas semanas.

Es evidente que muchos grupos de influencia y en especial muchos gobiernos, no podrían adelantar sus planes y programas sin un uso adecuado y constante de los medios de comunicación y las posibilidades que tienen de llegar a grandes sectores de la población. Las oportunidades y ventajas que ofrecen los medios tradicionales, radio y televisión primordialmente, son bien conocidos.

A inicios y, durante gran parte del siglo pasado, los medios impresos ejercían el rol que durante la segunda mitad del siglo los medios electrónicos tradicionales ocuparon. Pero la razón de este artículo tiene que ver con la creciente influencia de los nuevos medios y las tecnologías para alcanzar objetivos de comunicación; tecnologías insistentemente cambiantes, con objetivos comerciales que comienzan a ampliar una brecha en materia de información y comunicación entre las diversa capas sociales.

Siguiendo los acontecimientos en Egipto, la efectividad de las primeras manifestaciones en rechazo al gobierno de Hosni Mubarak; la capacidad de aglutinar en tiempos mínimos a miles de manifestantes, se debió, ante todo, a la posibilidad que ofrecen los nuevos medios a través de la Internet y los medios sociales (Facebook, Twitter, etc.). Igual los sistemas de comunicación por celular (Chat, SMS).

No solo eso, estos sistemas de comunicación ofrecían la ventaja de cambiar las convocatorias a otro lugar en tiempo récord por medio del envío y reenvío a los seguidores de la causa y sin que las autoridades pudieran reagruparse con suficiente tiempo para montar estrategias de rechazo. Igual ocurrió en Irán hace unos años.

El viernes 28 de enero, el gobierno egipcio suspendió los servicios de Internet y telefonía celular. El New York Times en su página tecnológica reportó que esta suspensión causó 90% de pérdida en el envío y reenvío de data desde Egipto, que tiene una población de 80 millones de habitantes.

La empresa Vodafone, basada en Londres, proveedor de telefonía celular tiene 28 millones de subscriptores en Egipto, en una nota de prensa informó que: ‘todos los operadores de telefonía móvil en Egipto han recibido instrucciones de suspender su servicio en algunas áreas selectas’. Vodafone dijo que estaba ‘obligada a cumplir con la orden’, según señala el Times.

Jim Cowie, jefe de tecnología de la empresa estadounidense Renesys, que monitorea el tráfico mundial de Internet, de manera metafórica dijo que: ‘…, es como si hubieras redibujado el mapa y ya no son un país’, en referencia a cómo desapareció la actividad de Internet hacia y desde Egipto cuando el gobierno de Mubarak dio la orden de suspender el servicio.

Después de esto y en medio de las presiones de gobiernos aliados de abandonar el poder, durante toda la semana pasada, los seguidores de Mubarak han intimidado, perseguido, golpeado y amenazado a varios corresponsales de la prensa internacional, según los reportes periodísticos. Rob Mahoney, subdirector del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés), alarmado dijo que ‘estos incidentes están ocurriendo a una escala sin precedentes anteriores’. Se han dado más de 100 incidentes de detenciones, golpizas y asaltos desde que las fuerzas de apoyo al gobierno tomaron las calles. Y en los noticieros y medios a lo interno de Egipto, no se han dado trasmisiones sobre lo que ocurre afuera en las calles de la ciudad.

Y ¿por qué importan los nuevos medios? Hay nuevas maneras de información y comunicación que están redefiniendo el estatus de las relaciones político—sociales (esto lo entendió Barack Obama claramente en su campaña de 2008). Aún queda por estudiar a fondo sus alcances más por lo cambiante de la tecnología y su potencial infinito y universal de provocar un cambio de conducta social. Google y Twitter con su tecnología ilimitada ofrecieron servicio gratuito a los egipcios por encima del cierre que se ordenó, pero ese es otro estudio y discusión pendiente sobre la influencia de las trasnacionales en los asuntos internos de las naciones.

Mientras eso ocurre, las estructuras de poder, ven con recelo las amenazas a su modus vivendi y el enorme potencial de estos medios. Como Mubarak, tratarán de imponer su dominación sobre las estructuras sociales, con el único objetivo de preservar y ganar más espacios, aunque sea a la fuerza.

 

Este artículo se publicó el  7  de febrero   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

¿Dónde quedó la oratoria?

La opinión de…

ERNESTO A. HOLDER
ernestoholder@gmail.com

Una de las características más importantes de los líderes más influyentes a lo largo de la historia, ha sido su oratoria. Investigando en ese sentido, los más reconocidos, y que provocaron cambios sustanciales en el destino de sus pueblos, fueron oradores excepcionales. De los personajes actuales la profundidad de los mensajes, el estilo fluido, educativo y siempre visionario del presidente Barack Obama, es quizás hoy, el más elocuente de los principales actores del escenario mundial. Obama tiene inherencia directa en lo que dirá una vez enfrentado a un grupo de receptores a pesar de que la Casa Blanca tiene un equipo muy selecto de escritores para preparar sus discursos. Su alocución sobre el estado de la nación norteamericana el pasado martes 25 de enero ante el Senado de Estados Unidos, de ninguna manera fue su mejor discurso. Pero igualmente, siempre invita al espectador a tomar el momento para apreciar un estilo de oratoria y liderazgo que seguramente marcará decididamente en la historia de ese país.

Expertos historiadores han definido como trascendentales un muy selecto número de discursos que personajes, ya considerados históricos, han dado a lo largo del tiempo. Algunos en su totalidad y otros han cobrado especial importancia por extractos muy puntuales. Tom Clark, del periódico inglés ‘The Guardian’, escribió que: ‘… un discurso será realmente grandioso cuando concuerda con los tiempos en que es ofrecido (…) Muchos de los grandes discursos pintan un cuadro sobre cómo sería un mundo mejor’.

Para los norteamericanos, el discurso de Abraham Lincoln ‘The Gettysburg Address’ pronunciado el 19 de noviembre de 1863, en la inauguración del Cementerio Nacional de los Soldados en Pennsylvania, conjuntamente con ‘I Have a Dream’ de Martin Luther King, son considerados dos de los discursos más significativos para la historia de ese país. Entregas que marcaron un cambio en la conducta y dejaron huellas en la memoria colectiva. Y el segmento muy puntual del discurso inaugural de 1961 del asesinado presidente John F. Kennedy, ‘No preguntes qué tu país puede hacer por ti; pregunta qué puedes hacer tú por tu país’, es una de las frases más conocidas alrededor del mundo por su valor de exaltación al servicio del país.

Estudiosos de la oratoria señalan como fundamental el discurso ‘Soy un Africano’ pronunciado el 8 de mayo de 1996, por Thabo Mbeki, entonces vicepresidente de Nelson Mandela, en razón de la nueva constitución de Suráfrica. Mbeki emotivamente acentuó que ‘Hoy, como nación, mantenemos un silencio perceptible sobre los ancestros de las generaciones que hoy viven temerosas de admitir el horror de un hecho anterior, intentando borrar de nuestras memorias un evento cruel cuyo recuerdo debería enseñarnos a nunca volver a ser inhumanos’.

Si podemos dejar a un lado la descalificación y las pasiones políticas, se debe reconocer como importantes a varios personajes del pasado reciente que por su oratoria, la sugerente de su pensamiento, su entrega y su capacidad de mover a las masas. Debemos notar como brillante la intervención del joven abogado Fidel Castro cuando en octubre de 1953 llevó a cabo su autodefensa titulada ‘La Historia me absolverá’.

Desde la profundidad de su alma, el 1 de abril de 1983, en la ceremonia de reversión de la estación de policía de Balboa en la antigua Zona del Canal, el doctor Jorge Illueca comenzó su discurso diciendo: ‘En el muro de la casa de un patriota panameño en nuestra capital, se haya gravada la frase de Joaquín Beleño que dice: ‘Quien siembra banderas, cosecha soberanía’. Yo estaba allí, y la reacción del publicó ante esa singular frase, quedó marcado para siempre en mí como fundamental para finalizar un capítulo que terminaba con la desaparición por siempre de esa fuerza represiva que dejó sus huellas en la momería nacional por su participación el 9 de enero de 1964.

Desprendernos de la mezquindad para darle el valor histórico que se merece el discurso del General Omar Torrijos Herrera el 11 de octubre de 1971 en la Plaza 5 de Mayo cuando preguntó: ‘¿Qué pueblo de América o qué pueblo del mundo soporta que contiguo a su territorio exista un gobernador?, ¿a nombre de qué?, ¿y gobernador de qué?’. Incitador y llamando a la contextualización colectiva de un malestar, hasta entonces, a perpetuidad.

Los eventos de hoy en donde una figura pública pretender influir en la sociedad son ficticias, armadas por los ‘creativos’ para preparar la publicidad con audiencias contratadas para arengar y vitorear. ¿Dónde quedó la pasión por dominar el verbo para promover cambios verdaderamente significativos en la vida de las naciones?… ¿a dónde quedó la necesidad de convencer, mediante argumentos firmes, directos y persuasivos a los seguidores o a los indecisos?… ¿dónde quedó el valor de la palabra y de la oratoria?.

<>Este artículo se publicó el 1 de febrero  de 2011   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Aceite de culebra

La opinión de…

 

ERNESTO A. HOLDER
ernestoholder@gmail.com

Nadie sabe cuándo ocurrió, pero en algún momento de la evolución social humana, alguien se dio cuenta de que podía, por medio de la persuasión, timar a una o muchas personas. Muchas veces por el simple hecho de ganar espacio y lograr ventaja para subsistir.   Me puedo imaginar la primera vez que sucedió.   El pícaro intercambia un favor de importancia por otro menos valioso, por medio del convencimiento amigable y delicado, la distracción y el acomodo y reacomodo de la realidad.   Funcionó.

Lograda la ventaja sin repercusiones contrarias para él, retornó sobre lo ensayado. La planteó como teoría empírica para volver a aplicarla bajo otras circunstancias. Funcionó nuevamente. Y así sucesivamente, generalmente con sagacidad, fue mejorando y afinando los elementos disuasivos para que su vehículo de supervivencia fuera más sofisticado y convincente cada vez.

Stephen Littlejohn y Karen Foss en su libro ‘Theories of Human Communication’ sostienen que: ‘La creación y desarrollo de una teoría es una actividad social humana: las personas las crean, las ensayan o ponen a prueba y evalúan sus resultados…’. Estas prácticas de persuasión engañosa ya formuladas en una teoría y puestas en práctica por el primer timador, rápidamente fueron generalizándose (como siempre, toda actividad es plagiada por otros).   Littlejohn y Foss agregan que: ‘… como actividad social, la formulación de teorías se realizan en el seno de comunidades de investigadores quienes conocen y comparten una serie de prácticas comunes’. (Cambie la palabra investigadores por timadores).

Es así, como a lo largo de los tiempos, en el seno de los diversos grupos humanos que fueron poblando la tierra, emigraban embusteros y farsantes de localidad en localidad y se ubicaban en los mercados comunales, las aceras de las calles, en los incipientes comercios; con la puja y repuja cotidiana. Había que tener cuidado y suspicacia en las negociaciones y transacción de un bien por otro, o de un servicio por otro.   Según el diccionario urbano, en el siglo XIX vendedores ambulantes vendía como marravilloso aceite de culebra; un elixir con garantías de que era la cura para todos los males. El término ‘aceite de culebra’ se popularizó como un concepto peyorativo atribuible a todo producto que se ofrecía con propiedades fantásticas. Gato por liebre envuelto en un proceso de comunicación persuasivo y engañoso.

Desde entonces y aprovechando el advenimiento de toda clase de herramientas para alcanzar los objetivos de dominación y no siempre para fines positivos, individuos y grupos han aprovechado los conocimientos sobre los efectos y la función de los procesos persuasivos de comunicación para fortalecer su control y dominio sobre grandes sectores del conjunto humano.

A mediados del siglo pasado, Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolfo Hitler, lo definió tan cáustico y lúcidamente cuando formuló y puso en práctica su famosa teoría: ‘Una mentira repetida mil veces se convierte en realidad’ (‘…a lie, if audacious enough and repeated enough times, will be believed by the masses’). Desde entonces, los centros hegemónicos del poder económico y político, han continuado con la manipulación de los procesos de comunicación a todos los niveles, principalmente a través de la propaganda y la publicidad.

La tendencia en estos tiempos que vivimos, es la de redefinir las teorías y prácticas de comunicación fundamentados en un goebelismo modernizado, hoy tan presente en el diseño de campañas dudosas; el maquillaje de la ‘imagen’, la creación de marcas (branding) y en la promoción masificada de mensajes subliminales a cada momento y en cada vehículo comunicacional para el control de casi todo.

Estas estrategias manipulativas han tamizado a la actividad política. Ya no es importante el discurso centrado en ideas filosóficas o ideológicas para ganar, sumar y mantener adeptos. Ya no son necesarias las ideas visionarias para mejorar la condición humana de todos.   Lo que importa es la estrategia mediática que diseña, ‘el grupo de creativos’ de los equipos de comunicación que las organizaciones contratan. Ellos definen los mensajes, su propósito y el alcance de las mismas. La dinámica entre emisores y receptores basados en un goebelismo perverso y desmesurado es la filosofía de estos grupos. Teoría requete comprobada;   ‘mentiras audaces’ es lo que impera en estos mercados modernos y trabajan afanosamente para desviar los progresos que ha alcanzado la humanidad en términos de convivencia decente, crecimiento social y cultural.

En el argot local, ese goebelismo forma parte fundamental de lo que todos conocemos como ‘juegavivo’; el todo para mí y no amerita tanta teoría o razón.   Desde el primer timbrazo del reloj despertador en la mañana, hasta que apagamos el televisor en la noche, casi todos estamos cuidándonos y escudriñando entre los miles de mensajes que nos asaltan todo el día. Mensajes que no siempre son verdad; con propósitos no siempre nobles y no siempre para bien.  Aceite de culebra.

 

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Este artículo se publicó el 24 de enero de 2011   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Sociedad, víctimas y victimarios

La opinión del Comunicador Social…

 

ERNESTO  A.  HOLDER
ernestoholder@gmail.com

Cuando se dan hechos que atentan contra la colectividad y el bienestar común, en el ejercicio por definir responsabilidades o culpas, muchas personas lo tratan a la ligera.   Hay quienes hacen un esfuerzo maduro – frío, no emocional – por realizar un análisis detallado y puntual sobre el tema. Pero, desafortunadamente, están los que ven la oportunidad de aprovechamiento personal, político y muchas veces económico que nubla las posibilidades concretas para que la sociedad busque correctivos a largo plazo.

El sábado 8 de enero, afuera de un supermercado en Tucson, Arizona (Estados Unidos) la congresista demócrata Gabriel Giffords patrocinaba un evento al aire libre llamado ‘Congress on your coner’ (El congreso en tu esquina).    No repartía bolsas de comida ni pasaba ‘salves’ para ‘poner la paila’ o para comprar un tanque de gas.   Allí recibía a sus contribuyentes o atendía a todo aquel que deseaba tener unos minutos con ella para conversar sobre asuntos de la comunidad.

La senadora fue herida con un arma de fuego en la cabeza por el aparente desquiciado Jared Loughner; con evidentes muestras de una errática conducta personal, marcada por las influencias del entorno socio-político en que se desenvuelve. Otras seis personas en el área del evento murieron; entre ellos, una niña de nueve años y otros trece resultaron heridos. Veinte personas en total. Este violento atentado, en lo que debió ser una tranquila mañana de enero, parece encaminado a ser un acontecimiento que puede incidir significativamente en la retórica política de la sociedad estadounidense; que parece haber recrudecido desde que Barack Obama fue electo presidente de ese país.

El domingo 9 de enero, una reyerta provocada por un grupo de jóvenes detenidos en el Centro de Cumplimiento de Menores en Panamá dejó seis quemados (de los cuales, a la hora de preparar esta entrega, han muerto dos) y siete heridos, en un hecho en donde la inmediatez de las trasmisiones televisivas han permitido presenciar la presunta participación negligente de varios representantes de las entidades de custodia que deberían tener la seguridad y protección de estos menores como su responsabilidad primordial.

Un agente de la policía, que ha trabajado con menores infractores, me cuenta de los directos y constantes abusos que enfrenta en estos centros de parte de los que allí son recluidos. Tanto verbales como físicos en algunos casos. Esto lo menciono porque hay que tener en cuenta el contexto general de todas las situaciones y recordar, por más difícil que sea, de quiénes estamos hablando. Estos muchachos son peligrosos, muy peligrosos. Pero, esto no es excusa de ninguna manera. La primera reacción ante la amenaza a la vida humana es, y debe ser, la de preservarla a como de lugar.

Las imágenes captadas durante el incendio en el Centro muestran la degradación de la conducta humana, no hay otra manera de ponerlo. Frente a las súplicas desgarradoras porque los dejaran salir del área en peligro, las evidencias visuales y de audio presentadas en los medios son sencillamente inhumanas.

Me llama la atención que en el recuento de las circunstancias, se enfocó mucho en el hecho de cuánto tiempo le faltaba a tal o a cual menor por cumplir con su reclusión: 10, 15 ó 40 días. Nadie, particularmente padres y abogados, hasta donde he podido seguir el tema, ha hablado de procesos de resocialización o de seguimiento social para velar porque aquellos recluidos no regresen dentro de unos meses.

Para algunos y, aparentemente para las familias, cumplir con el tiempo de censura mediante el aislamiento en centros como estos es suficiente.   Y lo que ha venido sucediendo desde aquel fatídico acontecimiento es que los que oficialmente deben velar por la responsabilidad de proteger a estos jóvenes (y a la sociedad mediante su resocialización) han venido preparando su defensa: pasándose la culpa y refugiándose en los entramados legales del sistema judicial.

Lo que sucedió en Tucson, aquella mañana del 8 de enero pasado, es el resultado de un atentado contra la sociedad, no del desquiciado con su arma que redefinió la vida de tantas personas, sino de un sistema que permite, y da pie a, que legalmente, cualquiera tenga la oportunidad de adquirir armas letales, por encima de las preocupaciones de instituciones sobre su estado y capacidad mental para convivir pacíficamente en sociedad (ya había advertencias sobre Loughner).

Y lo que repercute en Panamá sobre el caso del Centro de Menores, es igualmente un insensato atentado contra la posibilidad de que le demos otra mirada a la conducta delictiva y peligrosa de estos jóvenes; la responsabilidad de sus padres y del Estado en su resocialización y a atender la indiferencia que mostramos por el bienestar y la recuperación de sus víctimas que no aparecen en la discusión actual.

Este artículo se publicó el 17 de enero de 2011   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Hacer creíble su realidad

La opinión del Comunicador Social….

ERNESTO  A.  HOLDER
ernestoholder@gmail.com

Parece imposible que a estas alturas del desarrollo humano estemos como estamos.   Si revisamos los tiempos de la historia y para entenderlos, el contexto en que se llevan a cabo los eventos es importante.   Los diversos elementos que se utilizan para el análisis histórico sirven como retratos para el ordenamiento narrativo de los hechos para su presentación descriptiva, conjuntamente con los eventos que se entrelazan el uno con el otro como un rompecabezas, son esenciales para el entendimiento general de un hecho.

Cada tiempo documentado con seriedad, repartidos en capítulos vividos, son afectados por elementos externos al evento que apoyan, distraen o afectan el resultado en la búsqueda de una verdad histórica, muchas veces incompleta o discutible.

Esta columna y otros aportes comunicacionales de muchos actores y observadores sociales, a falta de la disciplina de llevar un diario concienzudo de reflexiones cotidianas, permite dejar un retrato estructurado sobre la época, en el marco de los temas de las cuales opinamos todos: política, comunicación, cambio social, educación, cultura, desarrollo, etc.

Voces más científicas y disciplinadas, realizan un concienzudo trabajo investigativo sobre la realidad actual por medio de monografías, ponencias y ensayos. En la poesía, el cuento, la novela, el teatro, etc, también se levantan voces que dejan sus observaciones sobre la lucha por la supervivencia, el amor y los fantasmas y demonios de la naturaleza humana.

Estos relatos son importantes para que algún día sirva de referencia, conjuntamente con otros aportes y opiniones de colegas, escritores retratistas.   Permitirán entender nuestro mundo en estas primeras décadas del nuevo milenio.    Son importantes desde el punto de vista individual y personal, pero también como un aporte al retrato colectivo en esta sociedad en donde nos ha tocado vivir.

Con ese trasfondo y el tan cacareado esfuerzo por convertirnos en país de primer mundo, con nuestros grados de inversión, niveles de competitividad, centros bancarios y demás ‘bondades’ y mediciones que utilizan los tecnócratas, economistas y demás, lo que sucede en el país durante las últimas cuatro semanas, propone una sola pregunta:   ¿De qué país estamos hablando?

La seriedad con que muchos personeros locales ofrecen sus análisis sobre la salud económica del país, las bondades que ofrecemos para la inversión extranjera y el desarrollo de oportunidades de negocios entre otros, choca con la realidad que el país ha enfrentado en tan solo 30 días; las consecuencias de los cuestionables procesos de cómo se hacen las cosas en realidad.

García Márquez señaló que: ‘En América Latina y el Caribe, los artistas han tenido que inventar muy poco, y tal vez su problema ha sido el contrario: hacer creíble su realidad’.  El deterioro ha sido constante y notable en los últimos años, pero en estos últimos 30 días, desde el inicio de las intensas lluvias a principios de diciembre, el ímpetu de las tormentas, parecen haber provocado más de lo imaginable.

En solo un mes hemos experimentado traumas significativos que dejan dudas sobre nuestro futuro y desarrollo. (Para mi desarrollo va más allá de los rascacielos, centros comerciales y hoteles turísticos). La realidad de los eventos de corrupción y delincuencia en el ministerio público habla negativamente de nuestro sistema legal y de justicia.

En estos mismos treinta días, la realidad sobre las carreteras de acceso al puente Centenario deja serias dudas sobre la industria de la construcción en Panamá.   El colapso del sistema de producción y distribución de agua potable es evidente y cuestionable. Los resultados del año lectivo que acaba de terminar y el nivel cultural y educativo de las personas que nos representan a nivel internacional en las sedes consulares y diplomáticas del país, es vergonzoso. Esa es la realidad, brutal y difícil.

Y difícil tarea les queda ahora a los que nos venden como país de primer mundo hacerlo creíble sin producir los cambios necesarios.

El trabajo de documentar la realidad queda como prueba o retrato de este momento de nuestra historia social.   Y hacerla creíble es un reto.

Estas representaciones serán objeto de reflexión por los futuros investigadores e historiadores sobre nuestro comportamiento como sociedad. Analizarán la razón de nuestras prioridades personales y colectivas en medio de tanta necesidad y amenazas que aún no atendemos en los reglones de salud, educación y cultura. Evaluarán el rol de nuestros líderes frente a hechos como los descritos, sus actos por corregirlos, o en el peor de los casos su complicidad.

Cuando en el hilo del tiempo las páginas de estos primeros años del milenio queden inmediatamente después de las de las luchas por recuperar el territorio de la Zona del Canal, muchos querrán saber qué se hizo esa valentía, ese arrojo y esa perseverancia por unir el territorio nacional y por qué no se empleó para ayudarnos a salir del subdesarrollo.

 

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<> Este artículo se publicó el 10 de enero de 2011   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.
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Generales para un retrato

La opinión de…

 

ERNESTO HOLDER
ernestoholder@gmail.com

En un artículo titulado ‘El Enigma de los dos Chávez’, el Nobel Gabriel García Márquez relata sus primeras impresiones sobre Hugo Chávez, diciendo: ‘Desde el primer momento me había dado cuenta de que era un narrador natural. Un producto íntegro de la cultura popular venezolana, que es creativa y alborazada. Tiene un gran sentido del manejo del tiempo y una memoria con algo de sobrenatural, que le permite recitar de memoria poemas de Neruda o Whitman, y páginas enteras de Rómulo Gallegos. ’Sólo habían pasado unas cuantas horas juntos, tiempo en el cual el reconocido escritor pudo hacer esta valoración, entre otras tantas, sobre la personalidad y el carácter del futuro presidente de Venezuela.

Desde siempre, las personas tienden a hacer caracterizaciones de las otras tomando en cuenta la experiencia directa con el caracterizado, las opiniones de otros (entre esos los bochinches) y el comportamiento del susodicho en situaciones generales y particulares.

En los colegios privados los sicólogos hacen una evaluación que creemos científica para darles el visto bueno al colegio y a los padres sobre la aceptación del niño en el parvulario. Desde esa edad comienzan las evaluaciones. Los niños de las escuelas públicas no corren tal suerte (o juicio). Pero igual recuerdo que en mis días de la primaria, hace muchos, muchos años, la opinión de la maestra con respecto a mi y mi comportamiento llevaba mucho peso y era palabra sagrada para mis padres.   Hoy es al revés, la caracterización que hacen los muchachos de sus profesores y maestros ante sus padres, ha causado más de cuatro altercados y situaciones de violencia de padres de familias contra maestros.

Cuando falleció el Papa Juan Pablo II, los expertos y los medios de comunicación analizaron las posibles figuras que lo reemplazarían con la información que tenían basada en caracterizaciones y evaluaciones de cada uno de los posibles candidatos. Se tomaba en cuenta su hoja de servicio en la iglesia, su filosofía religiosa dentro de la doctrina más amplia del catolicismo y los analistas centraban sus opiniones en el hecho de que sería difícil reemplazar la figura de un Juan Pablo II, el Papa Viajero, que había elevado notablemente la imagen de la Iglesia Católica mundial en los 26 años de su pontificado. Su carácter, ante todo, era de singular importancia y, el carácter de su sucesor, era de particular importancia para los analistas. Al final no parece ser que eso tuvo que ver con la escogencia que realizó el cónclave de cardenales.

Toda nuestra vida estamos siendo evaluados y retratados para que los interesados puedan tener una idea inicial de quiénes somos. Todos tenemos elementos que nos identifican socialmente. Una larga lista de observaciones que hacen los maestros, profesores, curas, ex parejas, jefes, colegas, y hasta los vecinos bochinchosos que en muchos casos, tiene una idea aproximada de quiénes somos –por pura observación–. Si le damos de comer al perro callejero o lo ahuyentamos deja algo de nosotros.

En su autobiografía titulada ‘Madam Secretary’, la secretaria de estado del gobierno de Bill Clinton, Madeleine Albright, en poco más de 700 páginas, caracteriza a un sinnúmero de actores de la vida política de su país y del mundo. Es casi imposible guardar en la memoria tantos detalles de tantos acontecimientos de relevancia personal e internacional, si la actora, en este caso Albright, no lleva un detallado almanaque de notas y recuerdos.

Una de sus caracterizaciones en el libro habla de sus primeras impresiones sobre el entonces vice presidente Al Gore, que ella reconoce que conocía muy poco. ‘Luego de ser nombrada embajadora, a menudo me senté a su lado durante reuniones, e intercambiábamos notas acerca de política y personalidades. A pesar de su imagen ‘rígida’, encuentro que Gore siempre fue confiado y gracioso’.

El libro de William J. Jordan ‘La Odisea de Panamá’ es otro de cientos de ejemplos en donde la diplomacia se fundamenta en la estrategia de conocer y retratar a los interlocutores, y Jordan reconoce que Omar Torrijos era un maestro de la estrategia, no para aprovecharse de las debilidades ajenas, sino para ganar terreno para la causa de la recuperación de la soberanía nacional.

En el mundo diplomático serio y formal, en donde la tarea diplomática es asunto de Estado, más que una actividad ambivalente que no tiene fundamento ni estrategias que superen el quinquenio electorero, conocer a las figuras con quien el Estado – a través de su gobierno de turno – debe mantener relaciones bilaterales continuas, es asunto básico y esencial. Y en la medida en que se vayan levantando un perfil minucioso de los actores, más pronto se podrá establecer las estrategias que le convienen a una parte o la otra, en defensa de los intereses de sus naciones.

 

<> Este artículo se publicó el 3  de enero de 2011  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

La seguridad colectiva

La opinión del Comunicador Social…

 

ERNESTO A. HOLDER
ernestoholder@gmail.com

Nos toca aprender de conductas pasadas que han garantizado la preservación de la vida. Hay hechos innegables que nos permiten estar aquí hoy como conjunto humano. Primero, los científicos estiman que hace unos 4 o 5 millones de años se dieron las condiciones biológicas necesarias para sostener la vida de los antepasados de lo que se ha convertido en los hombres y las mujeres que hoy habitamos la Tierra. Esos primeros supervivientes, por mucho más de la mitad de ese tiempo, y con recursos primitivos, combatieron todas las amenazas del ambiente terrestre que atentaron contra su existencia.

Segundo, las evidencias históricas demuestran que esos seres aprendieron lo suficiente de las experiencias cotidianas, del ensayo y error, de la metida de pata, para garantizar la transferencia de conocimientos a las generaciones posteriores para sostener la aún frágil existencia humana.

Tercero, en algún momento quedó claro en la evolutiva mente de nuestros antepasados que, ante todo, la seguridad era esencial para poder atacar con decisión las otras empresas que garantizarían su existencia a largo plazo. Su seguridad personal y la colectiva. La de sus descendientes, la de sus familiares cercanos, sus amigos, los miembros de la tribu.

Cuarto, tan solo en los últimos 100 años, la tenacidad investigativa del ser humano y su búsqueda continua por la preservación de la especie; duplicó las expectativas de vida que al inicio del siglo pasado aún estaba entre los 45 a 60 años, dependiendo de la región en la cual se vivía.

Vislumbrado las posibilidades reales de vivir por más de 6 décadas y a la postre hacer contribuciones significativas en las diversas áreas del conocimiento humano, a mediados del siglo pasado, el hombre intensificó su intento por alcanzar nuevos horizontes redoblando considerablemente su esfuerzo por explorar el Universo.

Los anales históricos se han enriquecido en los últimos 50 años. Los avances científicos y tecnológicos han revolucionado disciplinas de estudio y prácticas tan importantes como la Medicina y la Comunicación. Si tiene más de 30 años, deténgase por un momento en este renglón y piense en las agresivas aplicaciones de las ciencias para el bienestar del hombre y la mujer común que se han dado en últimos 20 años. Las posibilidades de salvar y prolongar vidas mediante conceptos científicos modernos: los trasplantes de órganos, por ejemplo. En las comunicaciones: el celular y la Internet están redefiniendo nuestras vidas y nuestro desenvolvimiento diario en sociedad.

Los recientes señalamientos de corrupción en el Ministerio Público, ciertos o no, es un llamado claro a que, en conjunto, depongamos nuestras diferencias y demos una seria mirada a este asunto que, en esencia, nos amenaza a todos.

El problema del narcotráfico, del lavado de dinero, de la delincuencia común que amenaza a diario la estructura social del país, requiere de una visión alejada de la politiquería y que se fundamente en estrategias a nivel nacional e internacional, que definen claramente la conducta que toda la sociedad debe asumir, si en realidad queremos vivir en una comunidad más segura.

Pero en las últimas tres semanas la situación de seguridad nacional ha sido expuesta más por razones que muchos no creerán que amerite sean categorizados como tal. Las intensas lluvias que han afectado al país durante todo el mes de diciembre, dejaron en evidencia que nuestra seguridad está comprometida más de lo que todos pensamos. Inundaciones que han causado muertes y luto en innumerables familias. Poblados enteres quedaron bajo el agua, se perdieron cientos de hectáreas de sembrados. Las vías de acceso y comunicación de pueblos, provincias y ciudades han sido afectadas considerablemente. Y las estructuras que permiten el cruce sobre el Canal de Panamá y que conecta a la ciudad con el resto del país, sufren de daños considerables.

No solo es la delincuencia; la negligencia institucional es un peligro abierto y latente que nadie parece notar. Y si lo notan, prefieren no atender. Todo el proceso de escrutinio, control y fiscalización de la Cosa Pública en lo que se refiere a la construcción de obras e infraestructuras, es, en sí, una amenaza a la seguridad nacional. Cuando un funcionario no procura que los bienes de la nación (carreteras, edificios, equipos, etc.), sean construidos y entregados como debe ser, es un asunto de seguridad nacional.

Nuestro camino de desarrollo está amenazado por un concepto que antepasados menos desarrollados que nosotros entendieron muy bien, la seguridad colectiva, y en cada tranque vehicular, de esos a que nos tendremos que acostumbrar por largo rato, cuando miles de personas están literalmente inmovilizados, una urgencia repentina puede significar la muerte. Si queremos continuar el camino del progreso humano, más nos vale atender lo antes posible esta preocupación general de la sociedad.

 

<> Este artículo se publicó el 27 de diciembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Jack Shea y la invasión de 1989

La opinión del Comunicador Social….

 

ERNESTO A. HOLDER
ernestoholder@gmail.com

Hoy es 20 de Diciembre. Hace 21 años en esta fecha, se dio una de las violaciones más flagrantes de nuestra soberanía como nación, cuando los Estados Unidos irrumpen en territorio nacional con el pretexto de adelantar una ‘Causa Justa’ para derrocar a Manuel Antonio Noriega. Veintiún años después nadie sabe a ciencia cierta cuántas personas murieron o permanecen desaparecidas.

Los que tenemos un recuerdo claro sobre los fatídicos incidentes tenemos nuestra propia historia sobre cómo se desenvolvieron los hechos a nuestro alrededor. Los que lo apoyaron contarán bondades y tendrán recuerdos gratos sobre lo que consideran una liberación. Los que perdieron a sus seres queridos, mantienen un vacío indescriptible. Comparto con ustedes parte de mis vivencias y recuerdos sobre aquellos días que no debe olvidar ningún panameño.

Al mediodía del 19 de diciembre de 1989, salía de la sucursal del IRHE en Balboa cuando sentí la necesidad de mirar hacia el cielo. Observé un avión militar Hércules C-141 que aterrizaba en dirección a la base área de Howard con un silencio anómalo.

Regresé a mi área de trabajo y me encontré con mi compañero y amigo ya fallecido, Jack Shea, un veterano camarógrafo de la guerra de Vietnam. Muchas personas no tomaban en serio a Jack.   Era alcohólico, muchas veces impertinente y sufría internamente los dolores y desavenencias de la guerra que le tocó fotografiar y filmar. Había fotografiado los cadáveres de muchos de sus amigos que habían muerto en el campo de batalla.

Como siempre había ido a su casa a almorzar. Se asustó cuando, entre arbustos y matorrales alrededor de su casa, reconoció los cuerpos de soldados camuflados.   Habían sido dispuestos para proteger a los americanos que vivían en el área.

Jack se acercó y se presentó como el sargento mayor retirado John Shea Jr., de la compañía tal más cual, del ejército de los Estados Unidos. Un teniente devolvió la presentación. Conversaron como camaradas de guerra y sentimientos y al despedirse le dijo a Jack que tuviera cuidado: ‘Tonight we are going to kick some ass’ (‘esta noche patearemos algunos culos’).

Me dijo que no sabía qué iba a pasar, pero que también tuviera cuidado. Como a las 2:30 de la tarde, el supervisor gringo convocó una reunión urgente. Nos dijo en inglés: ‘hagan lo que hagan hoy, no entren a la ciudad y no anden por la central’, y que nos retiráramos a nuestras casas.

Estos tres eventos, el H-C 141, el comentario de Jack y las indicaciones de mi supervisor norteamericano, más que cualquier otro evento que había sucedido antes y que me permitió observar y analizar las reacciones de los gringos con los que trabajaba, me alertaron sobremanera de que, en esta ocasión, algo serio y muy grave estaba por ocurrir.

Sentí la urgente obligación de alertar a mis seres queridos. En un mundo sin correos electrónicos, computadores y celulares hoy parece una tarea verdaderamente difícil. Fui a la Universidad de Panamá, y les compartí a apreciados amigos lo que había conocido minutos antes. Tres fueron receptivos, uno de ellos mostró escepticismo. Hice dos llamadas, una de las cuales tenía la intención de alertar a muchas personas, con el fin de evitar algún suceso inesperado. La otra tenía el potencial de expandir el mensaje por Santa Ana, lugar en donde pasé algunas épocas de mi vida.

En la página 172 de El Libro de la Invasión, escrito por Pedro Rivera y Fernando Martínez, Gumercinda Ramea de Torrero relata que: ‘El 21 todavía el cuerpo de mi hijo estaba tirado en la calle. Pachi, un joven muy amigo de mi hijo, me vio llorar y fue a la Cruz Roja. Cuando volvió me dijo $< $< Señora Mami busque una sábana, porque lo vamos a llevar al Jardín El Rancho. Allí lo recogerá un pick up de la Cruz Roja$>$>. (…) Escribí su nombre en un masking tape para que lo llevaran a la morgue…’.

Un halo mordaz e incierto ha cubierto muchas verdades sobre la invasión de 1989, sobre el patriotismo y la entrega de muchos de los que lucharon y se expusieron por el país.   Sobre los que perdieron seres queridos. Hay muchas historias, muy dolorosas, que no tienen nada que ver con Noriega. Aún persiste un desdén por los que vieron la invasión como una ocupación extranjera a nuestro territorio.

Jack Shea quiso mucho a Panamá. En 1981 sufrió la muerte del general Torrijos. Se vistió de saco y corbata para hacer acto de presencia en su funeral en la plaza Catedral.   Nunca hubiera querido que el dolor de la guerra, el sufrimiento y los fantasmas que él sufrió hasta su muerte, acecharan a la familia panameña. Es hora de reconocer la verdad de lo ocurrido.

 

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<> Este artículo se publicó 20  de diciembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Para fortalecer la identidad

La opinión del Comunicador Social….

ERNESTO  A.  HOLDER
ernestoholder@gmail.com

No pretendo dejar el tema de la invasión y de los muertos del 20 de Diciembre de 1989.   Me anticipo a la fecha para reconocer un hecho que, desafortunadamente, los gobiernos que han existido después de ese fatídico acontecimiento, no han colocado en un sitial de respeto y merecedor de la consideración nacional. En ocasiones anteriores habíamos puntualizado que: ‘1— No hemos madurado lo suficiente como para dejar de evaluar el violento acto de invasión sencillamente como el derrocamiento de la dictadura militar de Manuel Antonio Noriega (…) y 2— por la fecha en que se dieron, van en contraposición con la usura y las especulaciones económicas y comerciales de la época’.

Ahora que se planifica la modernización y desarrollo del área de El Chorrillo y Barraza para convertirlo en un destino de la élite internacional, se debe recordar que allí desaparecieron o murieron cientos de inocentes panameños que hoy sucumben al olvido y al desinterés.

Mi profesor de gerencia estratégica a nivel de maestría solía animar su clase con repentinos interrogantes. Un buen día para ilustrar un punto, preguntó: ‘¿Quién aquí es patriota?’. Entre un poco más de 20 profesionales adultos que ocupaban puestos en instituciones públicas y privadas de la ciudad, únicamente el profesor y yo levantamos la mano. Esto ocurrió en 1994.

Para los que suelen contextualizar los eventos en un marco muy restrictivo, la invasión del 20 de Diciembre de 1989 acabó con los años de dictadura y se reinstauró la democracia.   Eso ha sido suficiente para muchos y eso lo han repetido y repetido como papagayos programadas durante estos 21 años. Para este servidor acabó con mucho más.   Acabó con un sentido de pertenencia y de compromiso con la nación, para fortalecer una conducta de individualidad destructiva que se refleja hoy en todos los círculos sociales.

Veintiún años después nos debatimos en un triste y desalentador ambiente político. La disertación, el debate y la retórica no están al nivel intelectual de una nación que se jacta de estar encaminada a un nivel más elevado de desarrollo. El compadrazgo, amiguismo y el clientelismo son la norma establecida y no hay indicios de cambio alguno.

El tráfico y consumo de drogas está fuera de control, ligado a la lucha entre carteles internacionales y pandillas locales que se pelean los mercados, los canales y el territorio. Se adelantan investigaciones sobre el blanqueo de capitales y la infiltración de la actividad en las estructuras económicas del país.

En educación, desarrollo cultural y cuidado del ambiente tenemos graves problemas. Un sistema educativo desfasado amenaza con mantenernos rezagados indefinidamente en cuanto al desarrollo intelectual de esta generación de panameños.   Esto con la ayuda de la pobre utilización de los medios de comunicación. El ambiente en que debemos vivir y en el cual nuestros vástagos deben crecer, está tristemente amenazado por un concepto y visión de desarrollo enmarcado en la construcción de edificaciones de cemento, acero y vidrio en perjuicio de las necesidades de convivir en ambientes que conjuguen la comodidad con las necesidades naturales de supervivencia armónica con el planeta. Recordemos los desastres de la semana pasada.

Muy pocos países han tenido la oportunidad de casi partir de cero como la tuvo Panamá. Oportunidad para reestructurar cada pieza que tiene que ver con las circunstancias de desarrollo de la nación. ¿Por qué no se aprovechó la destrucción de la institucionalidad para integralmente resolver los problemas en el sistema judicial?   ¿Por qué persisten los problemas del sistema educativo? ¿Por qué los problemas en el sistema de salud? ¿Por qué los problemas de seguridad nacional?

El gobierno de Martín Torrijos en 2007 realizó un tímido intento por darle algo de reconocimiento a la fecha. La Asamblea Nacional de Diputados de aquel entonces, aprobó el proyecto de ley que declaraba el 20 de Diciembre ‘Día de Luto y Reflexión Patriótica’.   La ley también creaba la Comisión de la Verdad y por la Reconciliación Nacional, que investigaría las muertes que se dieron a razón de la dictadura militar y de la invasión. La aprobación en asamblea se dio ante la presencia de familiares de los caídos el 20 de Diciembre que se presentaron a la cámara legislativa vestidos de negro. Dos meses después el presidente Torrijos vetó la ley.

A Noriega se le encausó y condenó en Estados Unidos y ahora pasa pena en una cárcel de Francia. Muchos sienten que, con haber realizado comicios electorales libres en cuatro ocasiones, tenemos democracia.   Yo lo veo de otra manera: los eventos que dieron paso a la invasión y a la subsiguiente destrucción de las estructuras político—administrativas de la Nación, ofrecían oportunidades y desafíos más prometedores que no hemos aprovechado. Es hora de retomar el reto para fortalecer el crecimiento y la identidad nacional.

 

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<> Este artículo se publicó el 13 de diciembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Cuando supe que me quería

La opinión del Comunicador Social….

ERNESTO A. HOLDER
ernestoholder@gmail.com

La semana pasada prometí no tocar temas que, para efectos de los sentimientos de esperanza que alberga cada fin de año, sabemos que estarán allí a principios del nuevo año y sin resolver. Hace un par de años publiqué una versión más corta de este artículo que hoy amplío con otras anécdotas.

El miércoles celebramos a las madres con demostraciones de calor y sentimiento. Al más áspero de los corazones palpitantes le es difícil escapar de las remembranzas. En algún momento de la vida, por un acto impredecible, nos golpea la realidad: nos quieren de la manera más posible e infinita.

Todos conocemos de las noticias o reportajes sobre aquellas ‘mamás’ que, con un sentido desatinado de amor y sin consideraciones, han arremetido contra maestros y profesores que, por algún motivo legítimamente explicable, han tenido que disciplinar a sus acudidos.

Las cosas no son como antes. Un educador no se atreve a llamarle la atención a un estudiante sin tomar en cuenta las consecuencias violentas y las amenazas a su integridad física. Estas demostraciones de ‘amor y solidaridad’ a cualquier precio, de estas madres a sus hijos, independientemente de las razones y las faltas de estos últimos, han ido mermando lentamente el tejido social; enajenando el sentido de responsabilidad de esta generación. Eso en las capas más humildes. En las capas sociales adineradas, ante la falta o violación social, los envían fuera del país.

Recientemente algunos contemporáneos, con los ojos húmedos y la voz entrecortada, hacían memoria sobre el momento preciso en que se percataron de que sus madres los querían. Eran tiempos en que la disciplina y la sanción oportuna de ellas, era motivo de rechazo y rebeldía. La poca tolerancia al abandono y el irrespeto juvenil servía insistentemente como fuerza de orden, método ordenador y firme que inculcaba un sentido constante y creciente de disciplina y responsabilidad. Tan constante e intenso que muchos llegamos a pensar que nuestras progenitoras no nos querían.

Absortos rememoraban. Una quizás fue de las más afortunadas, supo que su madre la quería a los siete años cuando, desesperada, salió a socorrerla a la esquina de la calle cuando pensó que había sufrido un accidente automovilístico. Otra entendió el amor de su madre a los 16 años cuando intentó suicidarse ante las presiones emotivas producto de las dificultades académicas. Su madre lloró descontrolada al borde de su cama. Otro confesó no entender a su madre, sino hasta los 30 años cuando tuvo sus propios hijos.

Una colega, que creció entre 8 hermanos, me conmovió al escribir: ‘… mis hermanos y yo tuvimos una ventaja o desgracia con respecto a otras familias, a mi madre le dio un cáncer de páncreas, el cual le limitó su tiempo de vida. Ella desde un principio sabía que no tenía más de 6 meses para no dejar cabos sueltos sobre la tierra, estaba en el patíbulo de la muerte. Eso permitió que el grupo familiar revaluara muchas cosas y creo que ella también. Particularmente, en ese estado, por primera vez ella opinó sobre el rumbo que tenía mi vida. Fue la primera vez que me dijo que abandonara el proyecto que tenía, que no me convenía, casi me lo suplicó, su mirada la tengo entre ceja y ceja (me encojo de hombros).   Nunca la había visto así ni le había visto una mirada con tanto amor…. Yo tenía 33 años y ella 76. Mi madre tenía como filosofía de vida, para criar a una familia tan numerosa, la de acariciar y besar un hijo SOLO cuando durmiera… Ella explícitamente NUNCA manifestó su amor, no habían palabras, pero si actitudes… Después de su muerte me di cuenta de todas las manifestaciones de amor que tuvo conmigo durante la existencia… pero esa tarde de agonía fue más allá y lo entendí claramente’.

Yo, a los 19 años, en un acto público y sin la compañía de mis hermanos, vi el amor en los ojos de mi madre, parada en medio de una multitud desconocida. Un amor privativo, no colectivo. Cuando nuestros ojos se encontraron, me transmitió la fuerza de su cariño y de su ternura. Ese amor arduo y esencial, inconmovible y desde siempre. Incluso en esas ocasiones de mi juventud salvaje y rebelde en que le tocó disciplinarme.

En este noble reconocimiento hacia ellas, todos coincidimos en que, igual hoy, ante los reclamos de algún maestro o adulto, el amor de madres solo les hubiera permitido reprendernos. Ante las faltas sociales, nos llevarían de la mano para enfrentar las consecuencias. Difícil decisión, pero esas han sido las muestras de amor más significativas que nos legaron. El amor comprometido con traernos a este momento para servir de ejemplo a nuestros hijos. Así supimos que nos querían.

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<> Este artículo se publicó el 6 de dicembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.