Tránsito de desechos radioactivos

La opinión del Ingeniero Civil……..

George Berman Alemán

Pronto pasará un barco con desechos radioactivos por el Canal.   El paso de esta carga peligrosa representa un riesgo para el Canal y sus poblaciones próximas. Sin embargo, la Autoridad del Canal señala que cumple con normas internacionales para el transporte de carga peligrosa, por lo que entendemos que se han tomado medidas de mitigación para impedir o contener el escenario de catástrofe visualizado.

Al considerar este riesgo, recurro a experiencias adquiridas como funcionario del Canal desde 1974 a 1997.  Esta experiencia, más que permitirme,  me compromete a divulgar mi opinión para el bienestar de mi país.   Durante esos años, desempeñé varios cargos y como administrador del programa de control de derrumbes en Corte Culebra, asistí a un seminario en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets, en Boston, titulado Administración de Riesgo de Desastres Naturales.   El tema abarcaba riesgos como derrumbes, inundaciones y sismos. Recuerdo que el ponente, curiosamente de apellido Einstein, y quien dijo ser pariente del famoso físico, nos presentó una enseñanza sencilla pero eficaz para valorar este tema complejo y de difícil comprensión.   En la administración de riesgos naturales el costo requerido para mitigar un riesgo es el producto de sus consecuencias máximas, por la probabilidad de este desastre.  La primera premisa de este argumento es que el precio de un riesgo es el costo del desastre, multiplicado por la probabilidad de darse este desastre.

Años después, fui encargado de administrar algunas construcciones en las esclusas. Recuerdo ahora la instalación del llamado “soft nose”.   El “soft nose” o nariz suave es el nombre que se le dio a la punta del espigón que ayuda a guiar a los barcos al entrar a las esclusas. Esta punta consistía en una pieza prefabricada de hormigón armado de 70 toneladas, por cierto nada suave, y que sólo un golpe fuerte podía romperla.   La instalación de esta pieza era una operación compleja, pero rápida. Procurábamos reemplazar en poco tiempo el “soft nose”, después de cada colisión a la punta del espigón de las esclusas.   Se mantenía un inventario de esta pieza para tener disponibilidad inmediata de repuesto después de estos accidentes imprevistos, a pesar de las normas estrictas de navegación.

El Canal ha tomado medidas adicionales para prevenir accidentes marinos, pero aún existen escenarios, aunque remotos, posibles.   Éstos pueden estar vinculados al terrorismo o a un suicida buscando notoriedad, con el que el desenlace del tránsito de este barco con desechos radioactivos podría tener consecuencias máximas para Panamá.   La segunda premisa es que la probabilidad de que ocurra un accidente marino en el canal no es cero.

Aunque el tránsito por el canal de un barco con desechos radioactivos no es un desastre natural, el desenlace catastrófico de un accidente imprevisto de este barco sería de consecuencias apocalípticas, lo que parece validar la proposición aquí presentada de considerar este riesgo como tal.   Reconocemos que la probabilidad de falla es muy baja, lo que hace la catástrofe remota; sin embargo, consideramos que las consecuencias máximas son la intoxicación de la población y del territorio nacional.

Recuerdo al Ing. Roberto Lopez Fábrega, quien fue ministro ilustre de Obras Públicas.   Yo le señalaba, durante un breve momento de esparcimiento, que mi afición de esa época por la pesca submarina con arpón no representaba riesgo de ataque de tiburón porque las estadísticas mostraban una tasa insignificante.   El me contestó, en tono jocoso: “para que a mí me muerda un tiburón, va tener que salir el tiburón por la regadera, porque yo solo me meto en la playa hasta la rodilla”.    Que Dios nos ampare, porque parece que todos los panameños quedaríamos en aguas profundas repleta de tiburones mientras dure el tránsito de este barco por el Canal.

Se debería reconsiderar la política de permitir el paso de desechos radioactivos por el Canal porque de darse un accidente catastrófico que, a pesar de ser estadísticamente remoto, tendría consecuencias tan nefastas que cualquier nivel de riesgo sería contraproducente.

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Publicado el 4 de febrero de 2010 en el Diario Panamá América Digital,  a quienes damos, lo mismo que al  autor, todo el crédito que les corresponde.