La opinión de……
Hugo Salazar
Es cierto, la historia se repite en espiral. El actual gobierno ha anunciado su interés en explotar la mina de Cerro Colorado, creando una serie de expectativas similares a las creadas a principios de la década de los 80, cuando el gobierno militar informó que realizaría la explotación de esa mina.
Un gran sector del pueblo chiricano, guiado por un grupo de sus prestantes líderes, se opuso rotundamente a ese proyecto debido en parte a las siguientes preguntas que se hicieron, a las cuales les añado las respuestas entonces recibidas:
1. El yacimiento se encuentra a más de 300 metros de profundidad. ¿Adónde se va a depositar todo ese material que tiene que ser excavado? Respuesta: se va a rellenar un valle que queda cerca.
2. Después de extraído el metal, ¿adónde se va a depositar el material sobrante? Respuesta: se construirá un ducto y se vaciará todo el desperdicio al mar.
3. La chimenea de la fundición de metal producirá lluvia ácida que afectará la vegetación y cultivos por muchos kilómetros a la redonda. Respuesta: se está perfeccionando una nueva tecnología que extrae todo el azufre de las emisiones, sólo que esa tecnología es tan cara que elimina la rentabilidad del proyecto.
Por casualidades del destino, me tocó presenciar, a finales de 1981, una reunión efectuada en David, entre el Comandante Jefe de la Guardia Nacional y algunos de sus asesores, con un pequeño grupo de chiricanos que se oponían al proyecto.
Doy fe de que la vehemencia y la valentía de los opositores, que además de admirable, avasalló los argumentos de los promotores del proyecto. Entre los opositores no había ningún científico ni especialista, sólo ciudadanos preocupados por todo lo malo que podría sucederle a su tierra.
Muchos años han pasado y es de esperar que ya existan nuevas tecnologías que permitan dar respuestas más aceptables a estas y otras inquietudes que tienen los pobladores de las regiones que serán afectadas.
De no ser así, veremos nuevamente, la activación de las fuerzas opositoras esgrimiendo los mismos y contundentes argumentos para detener el proyecto, lo cual convertirá en pérdida toda inversión que se haga en estudios que no respondan satisfactoriamente las preguntas simples que nos hacemos los ciudadanos.
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Publicado el 19 de enero de 2010 en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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