¿De qué sirven las reglas?

La opinión de……

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María Isabel de Alfaro

Siempre he creído que todos podemos tener buenas ideas, lo importante es llevarlas a cabo y lograr que funcionen, porque en la mayoría de los casos cuando las ideas buenas no llegan a ningún lado, es porque los malos somos nosotros.

Se me vienen a la memoria interrogantes como estas: ¿De qué sirvió la gran idea de que, para un mejor control y seguridad, se estableciera que todos los taxis fueran pintados de amarillo?   Esta es la hora en que solo algunos taxistas se gastaron su platita obedeciendo las reglas, ¿y los demás?

¿De qué sirvió tanta demagogia, amenazas y decir que multarían al que no sacara su placa vehicular a tiempo o a quien no pagara sus multas de tránsito, si siempre terminamos dándole una prórroga al que incumplió?

¿De qué sirvió hacer gastos extraordinarios en los más de 100 pasos elevados, construidos en los últimos años, si muy poca gente los utiliza?

¿De qué sirve que establecieran que los buses no podían tener el volumen de la música tan alto, que los escapes debían de salir por sobre el nivel del techo del vehículo para no afectar a los transeúntes o que los automóviles de tipo comercial no podían llevar los vidrios oscuros?

¡Nada de eso se ha cumplido! ¿Cómo podemos pretender que nuestros hijos entiendan que las “reglas” son para cumplirlas?

Ahora, con el tema de los nuevos semáforos, muchos dicen que los semáforos no funcionan. Es difícil dudar que algo que en todas partes del mundo existe y funciona bien, no funcione en Panamá. Lo que pasa es que aquí no van a funcionar, porque los conductores no los respetan. ¿De qué sirve que pongan un semáforo en una intersección, si los carros quedan atravesados y, por más que la luz esté verde, los conductores no pueden avanzar? Me podría pasar todo el día haciendo señalamientos parecidos, pero ese no es el punto.

Lo que queremos es un Panamá mejor, pero para eso tenemos que cooperar, porque en todos los casos nosotros somos los actores principales y si no nos sabemos nuestro papel, nunca avanzaremos.

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Publicado el 20 de noviembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.