Fundamentos del desarrollo

La opinión de…

Luis H. Moreno Jr.

Hace un par de años, en compañía de dos de mis nietos, ya profesionales del derecho y la economía, visité Finlandia.   Me gusta andar con ellos porque la distancia se acorta, nos nutrimos mutuamente y crece la confianza. Especialmente cuando viajamos juntos; ¡tanto que compartir y tanto que aprender!

¿Por qué Finlandia? Porque desde hace mucho deseábamos presenciar, el 21 de junio, el fenómeno astronómico del sol de medianoche, apreciado en su plenitud, y más allá de nuestras expectativas, durante dos días sin noches, en la acogedora ciudad de Rovaniemi, justo sobre el Círculo Ártico.

Pero más aún, Finlandia nos atraía porque en el conjunto de los países del primer mundo, este tradicional y progresista pueblo escandinavo descuella por su moralidad pública, por su excelente sistema educativo (según instituciones internacionales el mejor del mundo) y por su hospitalidad y respeto al visitante.

Eso es lo que deseaba que contemplaran, que vivieran, que absorbieran mis nietos en la calle, en el trato, en las costumbres, en los modales, aunque por breves días, que razonaran y se convencieran de que no hay armonía, superación y bienestar social, que no hay lugar para escalar al mundo de los mejores sin el poder y el fundamento de los valores cívicos y morales, no importa la cantidad de acero y cemento que erijan autovías, puentes, rascacielos, transportes modernos, muelles, aeropuertos, que muchas veces ocultan vicios y fallas inexcusables, como las que hemos vivido en Panamá desde siempre, porque la condición de primer mundo, tan soñada y tan anhelada comienza por el cumplimiento de los deberes de cada ciudadano, y no precisamente por la exigencia grosera y desconsiderada de derechos, muchas veces, indebidos, acomodaticios e injustos.

En las calles de Helsinki vimos miles de bicicletas estacionadas en las aceras y diversos lugares asignados; ninguna con cadenas ni candados. Sorprendidos preguntamos por la posible pérdida de algunas o confusión de nuevas por viejas. Los sorprendidos eran ellos por la pregunta, porque no se les ocurría que eso podría suceder. En la ventanilla de venta de boletos de la estación del tren se me quedó el pequeño maletín portador de pasaporte, dinero, tarjetas de crédito, pasajes de avión.

Cuando ya afuera del edificio, a los pocos minutos, me di cuenta de la pérdida, afanoso corrí de vuelta para encontrar mi pertenencia exactamente en el lugar que la dejé.   Al llegar a la estación en búsqueda de un taxi, para orientarnos mejor, preguntamos a una estudiante sobre la distancia del hotel reservado, y con la mayor amabilidad aconsejó innecesario tomar un taxi por la cercanía. Ofreció su compañía y sin problema rodamos hasta allá nuestras maletas. En Finlandia la educación es responsabilidad seriamente compartida, en todo su valor, por el hogar, la escuela y el estudiante, con áreas de acción definidas, estrecha colaboración, incentivos significativos y sanciones inquebrantables.

A pesar de los altos impuestos, el sector privado emprende algunas obras en conjunto, como la construcción de un bello cementerio público para honrar héroes, respetados líderes de la historia, del Gobierno, de sindicatos, de grupos cívicos y hazañas memorables. Es que hay confianza en el ejercicio del poder público, sin prebendas ni pretensiones, con sencillez y modestia, hoy en firmes manos femeninas, y se nota la satisfacción general por la impecable rendición de cuentas que públicamente se detalla y que en su oportunidad el contribuyente sanciona en las urnas con rigor.

El nuestro dista aún mucho de ese mundo, pero es la obligación de todo panameño empeñar su esfuerzo diario, al nivel de la capacidad y función de cada cual, para que confiados los unos en los otros en la convicción de sus cualidades y valores podamos aspirar con justificación y orgullo a la confianza y al respeto que debemos merecernos. Ese es el camino hacia un mundo donde la pobreza sea aguijón que renueve constantemente la honradez en el manejo de la cosa pública, y se evite que miles de millones engrosen el bolsillo de particulares y gobernantes, en desmedro del bien común, especialmente de los más necesitados.

La celebración hoy, 18 de noviembre, por segunda vez del Día Nacional de los Valores Éticos y Morales, instituido por decreto ejecutivo en noviembre de 2008, es un valioso instrumento de concienciación ciudadana, que parece comenzar a despertar inquietudes y compromisos por las múltiples manifestaciones públicas que se están dando en todos los sectores. De la presencia permanente de los valores en la conciencia individual, traducida hasta el hábito en acciones concretas y continuas de solidaridad, de tolerancia, de honestidad, de transparencia y de equidad dependerá no solo el respeto y la armonía comunales, sino también el orgullo y la actitud patriótica.

Valorízate, es el directo y personal llamado de la campaña de la Fundación Panameña de Ética y Civismo, solo uno de los muchos grupos que tratan, a través de medios firmes, convincentes y comprensivos, de exaltar en la conciencia individual y colectiva una cultura ética y cívica caracterizada por el sentido de solidaridad y justicia, responsabilidad y libertad, honestidad y respeto por la persona humana en todos los estratos de la sociedad panameña.

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<> Este artículo se publicó el 18  de noviembre de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor  en:   https://panaletras.wordpress.com/category/moreno-jr-luis-h/

Inocencio Galindo: ciudadano y amigo ejemplar

La opinión de…

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Luis H. Moreno Jr.

A la nobleza, a la amistad y al afecto del entrañable Chencho, debo este, su anticipado, último y honroso encargo de darle el postrer adiós a nombre de la legión de sus amigos que hoy, con dolor, nos recogemos ante su partida. Y es que, como sentencia el poeta, cada vez que un hombre muere, algo perdemos dentro de nosotros mismos, porque todos somos parte de la humanidad.   Por eso no debemos preguntar, y menos hoy, por quién doblan las campanas, porque doblan por nosotros mismos, al disminuirnos la ausencia del amigo, en la tristeza de su pérdida irreparable.

Ya no lo disfrutaremos, como antes, en su incomparable bonhomía, en su sabia sencillez y en su ejemplar tesón y rectitud; ya no reiremos con él junto a su buen humor, ni penetraremos en la realidad nacional de la mano de su experiencia sana y orientadora, recogida a su paso seguro y edificante por la Asamblea Nacional, como Diputado y Presidente, por el Gabinete como Ministro de Estado, por la Contraloría General de la República, como su guía, por la Presidencia de bancos prestigiosos y de gremios cívicos y profesionales, pero guardaremos cada uno de sus recuerdos obligantes, y los llevaremos siempre con nosotros como teas inextinguibles de inspiración y compromiso.

Consciente de una prosapia, por generaciones esculpida al cincel de la virtud y del trabajo, hizo honor a ella junto a sus hermanos y familiares, dejando tan vital legado en manos ansiosas de querer honrarlo. Desde mis responsabilidades ocupacionales bancarias, recuerdo imborrables estampas de la mejor antología bancaria de honestidad y responsabilidad, impresas por Chencho y su no menos diligente y emprendedor hermano Juancho, dentro de la incesante actividad de sus múltiples empresas. Y sin jactancia ni ostentación supieron compartir el fruto de sus esfuerzos.

Cómo olvidar las regias veladas de ópera en su acogedora residencia de Contadora, con intermedios finos y deliciosos de la mano de una anfitriona inigualable como Mery; y los cumpleaños celebrados en Isla Grande, donde los atardeceres y manglares encendían de entusiasmo su amor por la naturaleza.

Recuerdo las esperadas y furtivas bolsas de chicharrones, que le llevaba los domingos en fraternal complicidad, y que luego con cariño racionaba la muy leal esperanza.

No todo fue grato y fácil en la vida sencilla de Chencho y Mery.   La mayor prueba de dolor que tan trágicamente arrancó de su regazo al ser querido tan ansiado, la convirtieron su fe, generosidad y su entrega, en desprendimiento, en caridad y amor al prójimo.    Se me ocurre que a esta hora, una vez cumplido su diario rosario, ritual y refrescante, en la inmensidad celestial, Mery pilotea la gran nave espacial de su corazón, con Ricardo y Chencho de copilotos, a caza de estrellas para llevar luz a todos los que, por el llamado del Altísimo, se quedaron sin su acción de pura bondad; y recorrerán el infinito para recoger destellos de sabiduría, a fin de encender, colegiadamente, competencia sana y superior en todos sus colegas empresarios; y llenar de luceros de justas aspiraciones los bolsillos juveniles, sembrar de becas de superación el corazón de tanto talento necesitado de recursos y valores del espíritu y de aquellos llamados a seguir divulgando la palabra de Dios.

En ese vuelo fantástico se encontrarán con viejos y buenos amigos con quienes compartieron ansias y júbilos; amigos a quienes confiaron iniciativas y proyectos y que partieron antes que ellos . Se sentarán a conversar sobre sus esfuerzos y logros, y confiarán en que los fieles a su amistad y a sus principios, seguirán trillando el camino para hacer la paz entre los hombres de buena voluntad.

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<> Este artículo se publicó el 23  de octubre de 2010  en el diario El Panamá América, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Mas artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/moreno-jr-luis-h/:

Dolor, vergüenza y desafío

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La opinión del Ex Banquero….

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Luis H. Moreno Jr.

Bajo este título podrían escribirse diferentes temas de actualidad nacional: justicia, delincuencia, seguridad pública, salud, transporte, morosidad.  Me refiero, en esta ocasión, al agudo problema que, desde hace ya varios años, confronta la excepcional región occidental chiricana, especialmente los distritos de Barú y Alanje, sede de la, en otros tiempos, pujante industria bananera, hoy paralizada por su peor crisis con los consabidos efectos económicos y sociales.   Y lo hago con el sincero sentimiento de chiricano de corazón, que conoce el área y la altiva población que la ocupa.

Las noticias no pueden ser más dolorosas: desempleo que humilla hasta el hambre a muchos de los tres mil trabajadores y familias que piden ayuda estatal, niños que padecen enfermedades letales, desnutrición, ausencia de electricidad, de agua potable, de servicios de salud y educación, alta tasa de deserción escolar, penurias y dependencia de exiguos recursos gubernamentales para cubrir necesidades básicas.

En fin, una situación de indignidad que no alcanza a cubrir el orgullo en que los embarcaron hábiles políticos e ideólogos trasnochados.  Porque durante los tiempos de la “frutera”, de “mamita yunai”, sin dejar de ser panameños dignos y honestos, pudieron atender y educar varias generaciones que hoy prestan sus servicios al país como profesionales distinguidos de la medicina, del derecho, de la ingeniería, del comercio, de las ciencias y las artes.

Tal como lo hicieron otras empresas extranjeras. Como lo hizo, por más de 80 años, un amplio grupo de panameños responsables, leales y esforzados, a través de los recursos, la tecnología y la cultura ética de un Chase Manhattan Bank, para servir al financiamiento de la inversión y el ingenio empresarial del panameño. Ese, que fue una escuela de trabajo y de reconocimiento, no encontró en ninguno de sus empleados dobleces de ninguna naturaleza, ni merma de su orgullo panameño. Y hay gratitud de parte de todos.

En ninguna forma tratan estas líneas de soslayar o desconocer los abusos cometidos por la United Fruit, por la Chiquita Banana, sus nefastas ingerencias en la política local, y los daños causados por peligrosos métodos de cultivos. Pero bien sabidas son las componendas, los contubernios facilitados por intereses inconfesos de los propios nacionales. Tal como, en muchas formas, fue la indignidad y la sumisión de panameños, la causa de la pérdida del respeto y la consideración de autoridades y empresarios extranjeros.

Pero eso no ocurrió en la mayoría de las empresas que enhorabuena se establecieron en nuestro medio. Hoy, el sufrido trabajador que no encuentra solución, y ni siquiera alivio a sus penurias de parte del Estado, tampoco puede buscarla en los líderes políticos y sindicales que plantaron infundados resentimientos estériles en su ignorancia, e ideologías que han fracasado en su intento de reivindicación social.

La vergüenza es que en Barú y Alanje, en unas de las mejores tierras del mundo, como se afirma, desde la década de 1920, en el sabio y documentado Informe Roberts –el más completo estudio y análisis económico del Istmo– en esos ubérrimos suelos hay tal grado de desnutrición que por su causa mueren niños y enferman adultos.

Me imagino lo que podrían producir otros pueblos en estos lares; lo que podríamos exportar nosotros, como nos exportan, de lugares menos afortunados, mangos y otros productos que aquí se pierden y que pagamos a precios vergonzosos para nuestra capacidad, facilidad y esfuerzo.

El Gobierno tiene la obligación de apoyar e incentivar al humilde productor, hacer efectiva y accesible la tecnología, asegurarle crédito supervisado, ordenar las reglas y las condiciones justas para la comercialización sin intenciones ni manipulaciones políticas.   Pero el productor tiene el deber primordial de producir con eficiencia y dedicación, sustraído del paternalismo que emascula y del parasitismo que humilla.

Mientras Panamá ha perdido su producción y sus mercados, México despunta en su exportación de bananos, y Ecuador, Costa Rica y Colombia siguen asegurando divisas y bienestar para los productores chicos y grandes.

¡Ese es el desafío! El cumplimiento cada cual de su deber, la generación de la confianza a través de los valores que fortalecen, lo verdadero, lo justo, lo honesto. Esta es una labor que debe involucrar a todos: empresarios, funcionarios, organismos nacionales y locales, todos en busca de un rescate digno para el panameño humilde en necesidad; sin políticos mal intencionados ni administradores corruptos e impunes, sin acuerdos que favorezcan a empresas ni individuos por encima de lo correcto, de lo prudente, de lo legal.

Las entidades cívicas y profesionales de la región deben seguir de cerca los procesos de concesión que se plantean, y denunciar sin timidez ni conveniencias las maniobras que tarde o temprano afectarán al trabajador más de lo que hacen sus propios sindicatos, sus líderes profesionales con esquemas y consignas políticas que los someterán al infortunio.

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Publicado  el   12  de  enero  de 2010  en   el  Diario  La  Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Honduras y la democracia

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La opinión del Ex-Banquero…

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Luis H. Moreno Jr
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No es fácil hablar o escribir de Honduras después de más de cinco meses de estar diariamente en el escenario mediático mundial.   Menos fácil analizar, desde un punto de vista objetivo, lo que allí acontece, afectado por tan diversos factores internos y externos, y menos aún, armonizar con la opinión de algunos ensañados en la interpretación irreducible de sus propios objetivos, interpretaciones y consignas.

Tras una semana de ocurridas las elecciones generales de Honduras, y aunque en algunos países comienza a vislumbrarse un acomodo político inevitable, persiste, entre otras posiciones, la de no reconocer como válidas dichas elecciones.   Nada más irracional que desconocer el sorprendente ejercicio de transparencia y de participación del pueblo hondureño, en lo que fue una verdadera fiesta democrática, una demostración de respeto a la libertad y a los derechos ciudadanos.

Los que tuvimos la distinción de ser invitados como observadores internacionales por el Tribunal Supremo Electoral de Honduras, y todos los observadores locales y extranjeros en número cercano a los tres mil, los primeros, y a 500, los segundos, pudimos, sin restricciones de ninguna clase, apreciar tan de cerca como quisimos, en forma y fondo, unos comicios que fueron ejemplo de civismo y de participación, en un país torpemente amenazado, e inclusive intervenido por acciones de desafío diplomático y aun militar.   El grupo de homólogos con quienes compartí una jornada incesante, interesante y grata eran de Brasil, de Nicaragua, de Salvador y de Estados Unidos.

Desde las 8:00 a.m. hasta las 8:00 p.m., para presenciar, especialmente, desde la apertura del proceso hasta el cierre oficial de algunas, recorrimos 60 mesas en seis Centros de Votación, todos instalados en escuelas.   Todo estuvo consultado: hora puntual de apertura, dentro de los 30 minutos de normal holgura; material de trabajo en cada sitio, suficiente amplitud de espacio, presencia de los correspondientes funcionarios y representantes políticos de mesa, formalidad, actitud positiva, cordialidad con el votante, a quien con frecuencia se hacían observaciones y recomendaciones de procedimiento.

Tal vez nuestra única sugerencia en la Escuela 15 de Septiembre fue al presidente de mesa, para que pidiera la colaboración de la Policía en asegurar filas de votantes más ordenadas, porque la aglomeración en un espacio de por sí amplio podría llevar a confusiones e impaciencia. Así estaban de llenas muchas de las mesas visitadas, que al filo de mediodía podíamos calcular en alrededor de 50% la participación en el padrón electoral.

Presenciamos múltiples ejemplos de celo y responsabilidad de parte de los escrutadores, como el caso en una de las mesas de la Escuela Kinder Cerro Grande, a cierta distancia de Tegucigalpa, la enérgica llamada de atención de la presidenta de la mesa a uno de los asociados que pasaba, recién iniciado el conteo, información a un radioperiodista que, fuera del recinto, pretendía recoger directamente la tendencia temprana de los resultados, en total contravención con las disposiciones legales.   El periodista se vio obligado a retirarse.

En la calle y en los alrededores, los grupos de votantes, en gran parte acompañados de niños y familiares, desplegaban satisfacción y alegría. Como expresé a algunos de estos grupos, más de una vez: Deben sentirse satisfechos de dar al mundo, que los sigue hoy tan de cerca, este ejemplo de democracia, de transparencia y participación, especialmente en las difíciles condiciones en las que las circunstancias políticas los han colocado.

¿Cuáles fueron esas circunstancias?   Entre muchas, especialmente el elaborado y aparentemente inevitable coup d’état, con acento de manu militari, que, sin dificultad, percibe al olfato el suspicaz ya victimizado, a través de los habilidosos repliegues políticos.   Hecha esta deposición sincera, es justo reconocer que a la democracia no debe estirársele al antojo irresponsable.

A Manuel Zelaya, presidente destituido, todos y cada uno de los poderes del Estado: Legislativo, Judicial, Electoral, le habían advertido clara y terminantemente, de manera legal y finalmente factual, su grave error político empecinado, su torpe violación de la Constitución Nacional hasta la violencia, al romper candados de los depósitos de la Fuerzas Armadas para retirar instrumentos de votación enviados por Venezuela, confiscados por el Supremo Electoral, y que serían usados para la pretendida maniobra inconstitucional de la cuarta mesa, a fin de allanar, por el camino conscientemente indebido, la reelección presidencial, al estilo de los demás del grupo, que crece en desmedro de la democracia que tanto defienden en otros lares, pero no en el suyo.   En Honduras, los contrincantes del Presidente electo lo reconocen y apoyan. ¡Eso es democracia y civismo!

Los poderes legalmente constituidos han obrado gradualmente conforme a lo señalado por la Constitución y las leyes de Honduras. Ese es el poder soberano de la Nación, en este caso, desafiante de los peligros y las amenazas externas de muchos países enredados en su propia maraña de incertidumbres políticas e ideológicas, y escogiendo los caminos de sus propios intereses y conveniencias.

Desamparar a un pueblo digno y hospitalario como el catracho, uno de los más pobres de la región, dista mucho de la justa solidaridad con que debe tratársele, especialmente cuando el continente y el mundo están lleno de naciones pisoteadas por regímenes dictatoriales, que encuentran sillón y tribuna en los más altos estrados internacionales, a ciencia y paciencia de poderes mundiales desorientados por la falta de ética de sus propias acciones y conveniencias.   A pesar de todo, Honduras se empinó cívicamente, y estoy seguro que todos los países reconocerán sus méritos y sus prometedoras perspectivas.

La bandera panameña, que con orgullo llevo siempre en la solapa cuando viajo, me mereció, desde altos hasta los más humildes estrados en la calle, abrazos, gratitud, vítores y muestras sinceras de cariño, por la noble y justa acción de apoyo a la hermana República de Honduras, que, a la cabeza del mundo, tomó nuestro Gobierno.

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Publicado el  9 de diciembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

Día de los Valores Éticos y Morales

La opinión del Ex Banquero…..

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LUIS  H.  MORENO  JR.

Día de los Valores Éticos y Morales

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En un país donde el deterioro moral y el delito parecen crecer ya casi sin sorprender a nadie, instituir un día para recordar la necesidad de recobrar y fortalecer los valores fundamentales que rigen la convivencia humana, no solo es urgente sino que resulta la mínima e impostergable expresión de esfuerzo en ese empeño.

El estímulo de una actitud positiva y consciente hacia la honestidad y el respeto, hacia la solidaridad y el trabajo, hacia la responsabilidad y la integridad ciudadana, entre muchos otros valores, debe ser lucha diaria, y no de un grupo sino de todos los grupos, no de un hombre o de una mujer sino de todos los hombres y mujeres para despertar y hacer actuar la conciencia, que es donde palpita la fuerza de la decisión permanente para escoger entre el bien y el mal; donde radica ese gran centro de poder de la conducta humana, inviolable sede de la ética, baluarte de la moral.

Estudios de responsables organizaciones internacionales han concluido que la diferencia entre países ricos y pobres se debe, básicamente, no a su riqueza natural ni a las ventajas de orden geográfico-político sino a la educación y actitud de la gente, a la vigencia y beligerancia de sus valores, capaces de engendrar confianza, respeto, deseo de superación, amor por el trabajo, sentido de dignidad, sustracción del sometimiento paternalista, respeto a los derechos del ciudadano, elección cuidadosa y responsable de quienes deben manejar la cosa pública con pulcritud y capacidad.

Una cosa es el delito tipificado por la ley, que debe ser investigado de manera efectiva y prolija, y luego juzgado con prontitud, equidad y transparencia, y otra es la falta de ética, analizada y ponderada en el íntimo y sagrado tribunal de la conciencia, en relación a los daños morales infligidos y luego reparados por el ofensor o evaluados y sancionados moralmente por sus semejantes.

De allí que la permisividad desde el hogar y luego de la sociedad y la corrupción de la autoridad cambien gradual y consistentemente el sentido de responsabilidad por el respeto y la justicia. Y al final, el mayor perjuicio que causa el silencio y la inclinación de los ciudadanos ante la falta de ética y la transgresión de la ley.

Lo peor de las cosas malas, sentenciaba Gandhi, es el silencio de los hombres buenos.  Estas convicciones y esos objetivos de la Fundación Panameña de Ética y Civismo –nacida formalmente hace 10 años– son los que trata de exaltar, a través de una amplia gama de actividades, tareas e inquietudes en búsqueda incesante, a todos los niveles de todos los sectores, de una cultura ética y cívica, caracterizada por el sentido de cohesión social y de equidad, de justicia y libertad.

Son muchas las personas, las organizaciones, los grupos que inspirados en este noble anhelo por la superación espiritual del individuo desarrollan –aún a costa de sacrificios, incomprensiones y peligros– una tarea que va mucho más allá del desprendimiento, pero que debe ser mejor estructurada y coordinada para evitar la duplicación y el recurso malgastado e, inclusive, la desorientación y el celo, no ausentes de toda actividad humana.

Por eso la Fundación Panameña de Ética y Civismo se empeñó, con el valioso apoyo del Ministerio de Educación (Meduca), en instituir por medio del Decreto Ejecutivo No. 596 de 17 de noviembre de 2008, el 18 de noviembre de cada año como el Día Nacional de los Valores Cívicos y Morales, para recordar el compromiso y concertar, sin protagonismo ni exclusividad, el esfuerzo de todos los panameños conscientes de su necesidad y de su importancia.

Este es el primer año que ponemos públicamente de relieve este Día Nacional de los Valores, de tanta trascendencia para el país. Muchas entidades y ciudadanos comprometidos con el bienestar y la convivencia de la comunidad han expresado su adhesión a esta cruzada.

El Meduca ha solicitado a los estudiantes del país, de los sectores tanto público como privado, escribir una composición literaria sobre la importancia de los valores éticos y morales; las universidades, no todas, realizarán actividades pertinentes.

Se calcula que solo con estas tareas podría llegarse a más de millón y medio de personas que tendrán la oportunidad de leer, escribir, ver frente a sus ojos, palpar, tratar de comprender estas mágicas palabras, estos conceptos esenciales para despertar su curiosidad y plantarlos en su conciencia. Así hacemos patria, de la sólida y permanente.

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Publicado el 18 de noviembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

La presencia de Arkansas

La opinión del banquero…..

Luis H. Moreno Jr.

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La presencia de Arkansas

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Panamá, y especialmente el sector agropecuario, se regocija al recibir la visita de una delegación del estado de Arkansas, del sur de Estados Unidos, encabezada por el canciller (presidente) de la Universidad de Arkansas, a quien acompañan altos funcionarios de esa casa de estudios, el presidente y funcionarios del Arkansas World Trade Center, y el presidente y funcionarios del Comité Internacional de Comercio del Arkansas Farm Bureau.

Este grupo viene a saludar al ex alumno de la Universidad de Arkansas, el Presidente de la República, y a ofrecer apoyo académico, tecnológico, agropecuario y comercial al país. No es la primera vez que Arkansas hace sentir su presencia en Panamá. Esta universidad fue creada hace 140 años bajo la ley de “concesiones de tierras”, para promover la agricultura científica y progresista y ha contribuido a que ese estado sea el mayor productor y exportador de arroz y productos avícolas en EU. Su prestigio le mereció la designación del Departamento de Estado para establecer –bajo el Acuerdo General sobre Cooperación Técnica firmado entre Panamá y aquel país en diciembre de 1950, y luego reiterado en 1952– el inicio de la primera misión agrícola de una universidad norteamericana en el extranjero. Esta fue la recordada Misión Agrícola de Arkansas en Panamá.

Veinticinco profesores se trasladaron a Panamá con sus familias desde 1951, y se establecieron en la capital, al igual que en Divisa, en David y otros lugares del interior, para luchar por la reestructuración de la maltrecha agricultura nacional. Su acción capaz y diligente se hizo sentir de manera convincente en el Instituto Nacional de Agricultura, que se reorganizó académica y administrativamente. Tal vez una de las más sabias decisiones que tomó la misión fue la de, por concurso, otorgar becas para estudios agronómicos y zootecnistas en la Universidad de Arkansas. De allí vinimos a enseñar en Divisa y a conducir en el campo, funciones de investigación y experimentación agropecuaria, porque fue la misión la creadora, entre otras instituciones, del Idiap. Muchos fueron los resultados beneficiosos en la gestión de nuevas variedades de granos, en los ensayos de combates de plagas vegetales y animales, de nuevas fórmulas de alimentación y cruce de variedades. Las adopciones y adaptaciones de prácticas agropecuarias universales y los descubrimientos locales eran informados, junto con educación, para el campesino, por medio del nuevo Departamento de Divulgación Agrícola de Panamá, a través de sus agencias diseminadas en los puntos estratégicos del país, y que, por razones políticas e ideológicas, fue torpemente reemplazado por los fracasados asentamientos campesinos.

Entre los profesores de la Universidad de Arkansas que permanecieron por casi ocho años en el istmo, transmitiendo conocimientos, actitudes y hábitos positivos y productivos, estuvieron el Dr. Paul Noland y su esposa Eunice, quienes desde la conclusión de la misión en 1957, han asesorado y visitado periódicamente Panamá, merecedores de una de nuestras altas condecoraciones en 1997.

Los Noland son verdaderos embajadores de Panamá en Fayetteville, sede de la universidad, donde son consejeros y padres putativos de todo estudiante panameño, de los casi 70 que nos hemos graduado en ese centro, en diferentes profesiones, de lo que hoy estamos orgullosos, porque Arkansas es un ambiente que fortalece el conocimiento y los valores morales indispensables a toda ocupación. El primer grupo de becarios de la misión de Arkansas, que me cupo el honor de liderar, buscó ocupaciones relacionadas con el agro, tan necesitado de consistentes y coherentes políticas de Estado. Incursionamos en la banca, en la docencia universitaria, en la empresa agropecuaria, en la administración oficial y muchas otras.

En 1955, casi al concluir la Misión Agrícola de Arkansas en Panamá, con magníficos resultados que no se han conservado en toda su extensión, nos visitó el entonces presidente de la Universidad, John Tyler Caldwell y su esposa Catherine. A él le demostramos la gratitud que hoy el presidente Ricardo Martinelli, legítimo Razorback, los ex alumnos y el sector agropecuario que se benefició con el aporte de la misión en la década de 1950, le renueva al Dr. David Gearhart y su compañera Jane, actual canciller, y a su alta comitiva, que habrán de sembrar nuevas esperanzas en nuestra relación.
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Publicado el 14 de octubre de 2009 en el diario LA PRENSA, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.