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La opinión de…
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Luis H. Moreno Jr. –
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Hace un par de años, en compañía de dos de mis nietos, ya profesionales del derecho y la economía, visité Finlandia. Me gusta andar con ellos porque la distancia se acorta, nos nutrimos mutuamente y crece la confianza. Especialmente cuando viajamos juntos; ¡tanto que compartir y tanto que aprender!
¿Por qué Finlandia? Porque desde hace mucho deseábamos presenciar, el 21 de junio, el fenómeno astronómico del sol de medianoche, apreciado en su plenitud, y más allá de nuestras expectativas, durante dos días sin noches, en la acogedora ciudad de Rovaniemi, justo sobre el Círculo Ártico.
Pero más aún, Finlandia nos atraía porque en el conjunto de los países del primer mundo, este tradicional y progresista pueblo escandinavo descuella por su moralidad pública, por su excelente sistema educativo (según instituciones internacionales el mejor del mundo) y por su hospitalidad y respeto al visitante.
Eso es lo que deseaba que contemplaran, que vivieran, que absorbieran mis nietos en la calle, en el trato, en las costumbres, en los modales, aunque por breves días, que razonaran y se convencieran de que no hay armonía, superación y bienestar social, que no hay lugar para escalar al mundo de los mejores sin el poder y el fundamento de los valores cívicos y morales, no importa la cantidad de acero y cemento que erijan autovías, puentes, rascacielos, transportes modernos, muelles, aeropuertos, que muchas veces ocultan vicios y fallas inexcusables, como las que hemos vivido en Panamá desde siempre, porque la condición de primer mundo, tan soñada y tan anhelada comienza por el cumplimiento de los deberes de cada ciudadano, y no precisamente por la exigencia grosera y desconsiderada de derechos, muchas veces, indebidos, acomodaticios e injustos.
En las calles de Helsinki vimos miles de bicicletas estacionadas en las aceras y diversos lugares asignados; ninguna con cadenas ni candados. Sorprendidos preguntamos por la posible pérdida de algunas o confusión de nuevas por viejas. Los sorprendidos eran ellos por la pregunta, porque no se les ocurría que eso podría suceder. En la ventanilla de venta de boletos de la estación del tren se me quedó el pequeño maletín portador de pasaporte, dinero, tarjetas de crédito, pasajes de avión.
Cuando ya afuera del edificio, a los pocos minutos, me di cuenta de la pérdida, afanoso corrí de vuelta para encontrar mi pertenencia exactamente en el lugar que la dejé. Al llegar a la estación en búsqueda de un taxi, para orientarnos mejor, preguntamos a una estudiante sobre la distancia del hotel reservado, y con la mayor amabilidad aconsejó innecesario tomar un taxi por la cercanía. Ofreció su compañía y sin problema rodamos hasta allá nuestras maletas. En Finlandia la educación es responsabilidad seriamente compartida, en todo su valor, por el hogar, la escuela y el estudiante, con áreas de acción definidas, estrecha colaboración, incentivos significativos y sanciones inquebrantables.
A pesar de los altos impuestos, el sector privado emprende algunas obras en conjunto, como la construcción de un bello cementerio público para honrar héroes, respetados líderes de la historia, del Gobierno, de sindicatos, de grupos cívicos y hazañas memorables. Es que hay confianza en el ejercicio del poder público, sin prebendas ni pretensiones, con sencillez y modestia, hoy en firmes manos femeninas, y se nota la satisfacción general por la impecable rendición de cuentas que públicamente se detalla y que en su oportunidad el contribuyente sanciona en las urnas con rigor.
El nuestro dista aún mucho de ese mundo, pero es la obligación de todo panameño empeñar su esfuerzo diario, al nivel de la capacidad y función de cada cual, para que confiados los unos en los otros en la convicción de sus cualidades y valores podamos aspirar con justificación y orgullo a la confianza y al respeto que debemos merecernos. Ese es el camino hacia un mundo donde la pobreza sea aguijón que renueve constantemente la honradez en el manejo de la cosa pública, y se evite que miles de millones engrosen el bolsillo de particulares y gobernantes, en desmedro del bien común, especialmente de los más necesitados.
La celebración hoy, 18 de noviembre, por segunda vez del Día Nacional de los Valores Éticos y Morales, instituido por decreto ejecutivo en noviembre de 2008, es un valioso instrumento de concienciación ciudadana, que parece comenzar a despertar inquietudes y compromisos por las múltiples manifestaciones públicas que se están dando en todos los sectores. De la presencia permanente de los valores en la conciencia individual, traducida hasta el hábito en acciones concretas y continuas de solidaridad, de tolerancia, de honestidad, de transparencia y de equidad dependerá no solo el respeto y la armonía comunales, sino también el orgullo y la actitud patriótica.
Valorízate, es el directo y personal llamado de la campaña de la Fundación Panameña de Ética y Civismo, solo uno de los muchos grupos que tratan, a través de medios firmes, convincentes y comprensivos, de exaltar en la conciencia individual y colectiva una cultura ética y cívica caracterizada por el sentido de solidaridad y justicia, responsabilidad y libertad, honestidad y respeto por la persona humana en todos los estratos de la sociedad panameña.
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<> Este artículo se publicó el 18 de noviembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/moreno-jr-luis-h/
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