La opinión de…
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Albis Riquelme –
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Las declaraciones dadas al país por el ex presidente Álvaro Uribe retratan a cuerpo entero los tentáculos del poder, que cuando ven afectados sus intereses, entonces, arremeten contra quienes de manera valiente enfrentan sus arbitrariedades. Uribe habló y sentenció “con la espada desenvainada enfrenté a los malos, con toda la fuerza que me dio la ley y la razón”.
“En mi gobierno –afirmó– disminuyó la ofensiva guerrillera, se incautaron grandes toneladas de droga, depuramos hasta donde se pudo el Estado colombiano que había sucumbido en manos de la corrupción, se enfrentó y desarticuló a las Autodefensas Unidas de Colombia e incautó miles de bienes mal habidos. Se extraditó a más de mil 200 personas acusadas de delito.
Cuántos intereses se tocaron en su gestión de gobierno, me imagino que muchos y mucho dinero de por medio. Entiendo que esa gente afectada tiene el poder para comprar sindicatos, medios de comunicación y atentar contra el bienestar de quienes, en nombre de la ley defendieron la democracia usando como arma la justicia.
La prueba más palpable de que la gestión de Uribe fue buena, es la elección del presidente Santos, quien formó parte de su gabinete. Uribe le cumplió al pueblo y el pueblo premió su mandato.
El asilo territorial dado a la jefa del DAS solo evidencia lo peligroso que se torna la lucha contra los poderes ocultos de la corrupción, que mina los países del mundo. Quien se levante contra ellos, sentencia para siempre su vida. Cómo evaluar a un hombre con un valor enorme como Uribe y triste ha de ser no poder garantizar la seguridad de quienes en nombre de la Constitución hicieron lo que era correcto y hoy son prófugos de su país, perseguidos, por haber hecho lo correcto.
En Panamá, la actual gestión probablemente corra con igual suerte que Uribe. Es común ver las grandes incautaciones de drogas, por miles de toneladas, se le ha cerrado las fronteras a los insurgentes, los que evadían impuestos ahora están obligados a pagar, se está llevando a juicio a los monos gordos, que jamás se pensó que un día se podía hacer. Los chantajes económicos han sido rechazados y la gente que le robaba al Estado hoy no puede hacerlo, pues se respeta la ley.
Al igual que en Colombia, el poder ha comprado medios, los sindicatos protestan, aparecen periodistas sicarios con su pluma, disparando en nombre de causas, argumentando derechos conculcados en los cuales no creen; pero los usan como señuelos o dardos envenenados. Derechos humanos, libertad de expresión, abuso de justicia, demasiado poder. Entre otros, son los temas anzuelo. Todo es lo mismo, los panameños tenemos que aprender la lección de Uribe; una analogía similar de lo que pasa en nuestra nación, donde el poder reacciona para defender sus intereses, en los que el pueblo no cuenta, solo es víctima inocente de la gula de riqueza.
Hay que saber diferenciar el trigo de la paja y, al igual que en Colombia, en Panamá la labor de gobierno tiene niveles de aceptación muy positivos, pues la población sabe premiar el esfuerzo de sus gobernantes. Ojalá el vía crucis que están pasando los miembros del equipo de Uribe no desanime a los nuestros, ya que el bien siempre triunfa sobre el mal.
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<> Este artículo se publicó el 30 de noviembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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