La opinión de….
–
Pedro Ernesto Vargas –
–
Dice la noticia reciente que, en Santa Clara, California, uno de esos días para Yasir Afifi (que no sabemos si fue un buen día o un mal día) sirvió para que descubriera junto a su mecánico, un alambre viejo que colgaba de la parte inferior de su carro. Ese día, a principios de este mes de octubre, llevó su auto al mecánico para un cambio de aceite.
Este hallazgo tan casual no despertaría la curiosidad de este vendedor de computadoras, si no fuera porque en el otro extremo del inocente alambre había conectado un extraño aparato magnético, de difícil identificación. Bastó que lo fotografiara y lo pusiera en internet, para que le tocaran la puerta de su casa, sus dueños, el Buró Federal de Investigaciones, conocido mejor por esas letras, FBI, que lo distinguen de la Cheka, de la KGB, de la Gestapo, de la Stasi, del Deni, Dima, etc., etc., no por sus métodos sino por su nacionalidad.
Las policías secretas nacen de la necesidad del secretismo requerido para lograr información (la sublimación de la sapería) y no darla a los ciudadanos, con motivos o sin ellos, para la seguridad del Estado o para la omnipresencia del gobernante; para torcer voluntades o, mejor dicho, extorsionar; para doblegar al oponente o reprimirlo, cuando el susto no es suficiente; o, como dicen todos, cuando tienen el sartén por el mango para la protección contra ataques externos e internos, o como dicen cuando están del otro lado del sartén, como instrumento de represión.
Lo cierto es que en un Estado sin independencia de los poderes judicial, legislativo y ejecutivo, o cuando se declara en guerra santa contra imaginarios o reales enemigos, la policía secreta o la investigativa no solo es autoridad, sino que está por encima de la ley y solo sirve a quien está detrás del poder. Y esto es detestable mientras exista de esa forma.
Volviendo a aquel individuo quien, además de tener un nombre árabe, es un estudiante de 20 años de edad, el encuentro con los dueños del alambre le permitió conocer que se trataba de un instrumento de localización global, o GPS (otra vez, tres letras). O sea, que el FBI conocía todos los desplazamientos del estudiante y probablemente le alertaría a los padres que no o que sí atendía sus clases en la universidad. Hasta allí, una costosísima tecnología para una escolaridad gratuita, ya que Yassir atiende una universidad pública. Le hizo daño su nombre, como a otros le podría molestar, conducir un auto deportivo.
No importa que con estos instrumentos el FBI recoja de la calle a delincuentes peligrosos. También le hace la vida imposible a gente honrada. Uno de los argumentos utilizados por el FBI es que con uno similar pudieron seguir a Juan Pineda Moreno, convicto por posesión y distribución de marihuana. De esa forma descubrieron lugares de expendio, de compra y venta de dañinas drogas alucinógenas. La policía no necesita invertir en eso, requiere invertir en la formación de policías honrados.
Vuelvo a la noticia gringa porque se me espelucó el cuerpo, en los pocos lugares donde tengo folículos pilosos, al conocer que en un futuro muy cercano, todos los autos en Panamá, tendrán un GPS obligatorio, colocado por las autoridades (La Prensa, 17/10/2010).
Espero que sea una broma. Nadie me puede obligar a ello y si lo escojo, debo tener el mando de conectarlo y desconectarlo.
*
<> Este artículo se publicó el 20 de octubre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Filed under: Vargas Pedro Ernesto | Tagged: Información, Poderes del Estado, Policía, Seguridad | 1 Comment »