La opinión de…
*
Juan Planells –
El estudio sobre la situación del emprendimiento en Panamá, contenido en el Global Entrepreneurship Monitor del año 2009, preparado por el Instituto de Estudios Superiores en Administración y la Ciudad del Saber, revela que en el momento de la encuesta solamente uno de cada 10 panameños se encontraba iniciando un negocio propio con menos de 42 meses de existencia. Esta cifra coloca a nuestro país muy por debajo de vecinos como Colombia, Perú y Guatemala que muestran una actitud emprendedora entre su población en porcentajes mayores al 20%.
Este bajo índice de emprendimiento tiene graves consecuencias sociales en cualquier país que, como el nuestro, tiene aspiraciones de lograr un desarrollo con justicia y paz; pues solamente a través de la creación de muchas pequeñas empresas puede transformarse nuestra abundante riqueza, en mayores ingresos para más panameños y panameñas.
Las razones por el reducido número de nuevos empresarios en Panamá son varias y pasan, entre otras, por las dificultades que experimenta un emprendedor para convertir su idea en empresa exitosa debido a la gran cantidad de requisitos y costos involucrados en el proceso.
Pero, más allá de estos obstáculos fácilmente salvables, debemos reconocer que falta en nuestro país la cultura empresarial que mueve a descubrir oportunidades, y a enfrentar las dificultades encontradas para aprovecharlas; y en este tema el sistema escolar tiene culpas que aceptar.
Creatividad y constancia son dos cualidades indispensables para ser empresario que, lamentablemente, no han sido desarrolladas por el sistema educativo, diseñado para formar seguidores y no líderes.
Desde que el joven expresa su deseo de ser diferente e innovador, la escuela trata de someterlo a la regla rígida que convierte a los estudiantes en dóciles discípulos del modelo implantado por la maestra. Una normativa uniforme, impuesta a sangre y fuego, apaga todo intento de ser distinto, y castiga al que pretende salirse del patrón establecido para mantener el orden institucional.
Hay que tener presente que el orden es solamente una aspiración humana que nace del desorden que hay dentro de nosotros y alrededor. Pretender que el orden existe es una hipocresía que despierta en el estudiante la rebeldía o el sometimiento fingidor. Aferrarse al dogma e imponerlo a través de la autoridad escolar ha sido una actitud promotora de la violencia o del alienamiento en los jóvenes, cuyas consecuencias hoy sufrimos todos en la sociedad.
Por otra parte, una formación que se ofrece desarrollando miedo al fracaso impide la actitud de asumir riesgos, tan necesaria para enfrentar los reveses inevitables al tratar de llevar adelante un sueño emprendedor.
El boletín escolar califica precisamente aquellas actitudes que promueven una mente inflexible, torpe y temerosa. Se premia al estudiante que se deja moldear por un sistema esencialmente basado en el premio y el castigo, con sus disciplinas y reprimendas, que marchitan al espíritu emprendedor.
Pareciera que el objetivo escolar fuera formar empleados que aceptan y no empresarios que cuestionan, y quizás esta es la razón por la cual un buen número de empresarios exitosos nacen de los rechazados por el sistema escolar. Abundan los ejemplos en la historia.
Si queremos promover una cultura empresarial en Panamá, que multiplique las oportunidades de transformar nuestra abundante riqueza en bienestar para todos, debemos revisar los fundamentos del sistema educativo que aún conserva la misión de formar empleados para las fábricas, surgida en la época colonial bajo la influencia de la revolución industrial inglesa.
La nueva escuela debe fomentar la creatividad y la innovación entre sus estudiantes, apreciar las diferencias de pensamiento que ellos muestran, promover la participación y las iniciativas, impulsar el trabajo en equipo y desarrollar la capacidad de pensar en lugar de aferrarse a una rigidez curricular, castigar al que se sale de la norma, centralizar la autoridad, promover el temor al fracaso, premiar la individualidad y aprender a memorizar.
De ello dependerá que los panameños transformen nuestra inmensa riqueza natural en empresas exitosas que nos traigan bienestar para todos en Panamá.
<> Este artículo se publicó el 30 de septiembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Filed under: Planells Juan | Tagged: Educación, Emprendedores, Empresas | Leave a comment »