Ley marco para partidos políticos

Ley marco para partidos políticos
Exonobel Quintero Almanza

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La democracia es una forma de gobierno en evolución y perfeccionamiento. Debe concatenarse con los cambios sociales, tecnológicos, económicos y culturales que experimenta la sociedad.

El sistema democrático panameño descansa en los partidos políticos, que son de corte nacional, por lo cual la próxima reforma del Código Electoral debe contemplar la constitución de partidos provinciales, que concomite con la Ley de Descentralización y la Ley de Participación Ciudadana, que están en la Asamblea Legislativa para su aprobación. Esto conllevará a la aparición de liderazgos provinciales que contrapesen las cúpulas de cleptócratas, caudillistas y plutócratas que controlan las dirigencias de los partidos nacionales, conformadas muchas de ellas por miembros de logias antinacionales, enquistadas en diferentes partidos desde donde conspiran para ejecutar oscuros objetivos al servicio del poder mundial.

Los partidos deben estar al servicio de los intereses de la patria, por ello, deben contar con una estructura ideológica que motive la construcción de plataformas de lucha con visión de Estado. Las encuestas hechas en el reciente torneo electoral reflejaron que la ciudadanía tiene una percepción negativa de los partidos, por las contradicciones en cuanto a sus enunciados teóricos y resultados a la hora de estar frente al manejo de la cosa pública.

Otra característica negativa es el tipo de campaña que promovían, porque en lugar de educar al elector, explicando y debatiendo los programas de gobierno, montaban fiestas electoreras, en donde lo que abundaba era la repartición de suéteres, gorras, banderas, así como el derroche de licor, fuegos artificiales, música y baile. Con esta estrategia atraen a los votantes, con la gravísima consecuencia de que luego elegimos a quienes aumentarán los impuestos y expedirán leyes especiales para favorecer a grupos de presión, entre otras acciones negativas.

La democracia no puede ni debe sostenerse en partidos oportunistas, demagógicos, o en el carisma de su candidato; nuestros partidos reciben millonarios subsidios del erario que pagamos los ciudadanos a través de impuestos. Este dinero debe utilizarse para promover una educación política crítica que conlleve a elevar nuestra conciencia de país. Los panameños debemos comprender que, a través del ejercicio cívico de votar, elegimos un gobierno que, por la composición y trayectoria de sus dirigentes, se inclinará a favor de las elites económicas, o de la clase desposeída o de todos en la medida de sus necesidades.

Los partidos en esencia jurídica son instituciones adscritas al derecho privado, sin fines de lucro, que cumplen una función de interés público, por ello, es imperativo que el Estado y sus instituciones vigilen y garanticen sus actividades en apego a lo que le manda la ley. Debemos además lograr que tanto los partidos como los candidatos a puestos de elección sean financiados por el Estado, a través de montos tope, prohibiéndose las contribuciones económicas de particulares, así se liberarían de las influencias e intereses del narcotráfico, de los plutócratas y de la extorsión nacional e internacional que ve, en nuestros procesos electorales, una forma de invertir los recursos económicos provenientes de sus ilícitos.

Publicado el 20 de junio de 2009 en el diario La Prensa