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En un país folclórico el éxito se mide en función de cuanta plata se tiene, si se aparece mucho en la televisión o en cualquier otro medio de comunicación social; se dice entonces que está en la buena o que se está en la fama. Por eso, hay cualquier cantidad de personas que hacen lo que sea, con tal de aparecer en televisión, periódicos, dar la impresión de que son famosos o influyentes, son capaces de arrastrarse y convertirse contentos, en un verdadero arrastrado.
Los arrastrados están en cualquiera esquina, no importa si sea una persona repleta de títulos universitarios, si tenga apellido de rabiblanco, sea hombre o mujer o del color que sea. El ser arrastrado es una categoría donde cuenta fundamentalmente que el arrastrado sea apto para pisotearse, para no tener dignidad y para asumir el rol de estúpido, sin ningún reproche ni estupor. Para un arrastrado, lo esencial es arrastrarse de modo infinito, pues su objetivo es alcanzar la supuesta fama o estar en una rosca, para vanagloriarse de que tiene éxito o poder.
Un arrastrado se conoce a primera vista, dicen y defienden estupideces. Pero lo más terrible de un arrastrado, es que siendo estúpido, cree que los demás también son estúpidos o que existen pueblos enteros sumergidos en la estupidez, toda vez que el pueblo los alaba, los elige como gobernantes, para que ellos le introduzcan la tuza de forma completa y sin compasión. Por lo general, un arrastrado con poder o fama se convierte en loco, pero entonces esa locura es explicada como una condición de genialidad.
Un arrastrado puede verse como cosa irremediable que se tiene que aceptar, partiendo del refrán que afirma ‘de todo hay en la viña del Señor’, pero cuando se trata de colectivos de gobernantes, masas de políticos, secuaces que se arrastran para estar en la rosca, entonces dan asco.
Quien quiera arrastrarse que se arrastre y quien le guste ser estúpido que lo sea, pero cuando se asesina a menores porque están en una celda o se le enseña al pueblo a mendigar sin darse cuenta, porque tiene que pedir y rogar agua, o cuando una red de maleantes penetra entidades de justicia, cónsules declaran aberraciones, parientes y copartidarios se vinculan al narcotráfico, entonces no todos son estúpidos y arrastrados para creer que en el país vamos bien.
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<> Artículo publicado el 25 de enero de 2010 en el diario El Siglo, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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