Curiosidades del cambio climático

La opinión de….

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Nigel Ríos

Los alarmistas del cambio climático exigen que se reduzcan las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el compuesto básico de la vida declarado oficialmente un contaminante, y supuesto causante del calentamiento global; digo supuesto causante, ya que si la mayoría “cree” (porque esto ya no es ciencia, sino religión) que solo un 0.0389% de la concentración de gases en la atmósfera está causando la histeria colectiva llamada cambio climático, entonces lo que la mayoría cree es lo que cuenta.

Esta cifra estadísticamente insignificante es el porcentaje de CO2 en la atmósfera; más insignificante aún es que de ese número, solo un 4% lo produce el hombre. Los alarmistas prefieren no hablar en porcentajes, sino que utilizan la expresión 389 ppm (partes por millón) que suena más científica, alarmante y confunde a la gente. Han tratado de presentar al aumento del CO2 como la causa directa del cambio climático, cuando en realidad es una evidencia circunstancial, es decir, nos indica que el hecho existe, sin embargo no comprueba ser la causa.

Esta semana me enteré de que rápidamente se culpó al calentamiento global de ocasionar la tormenta tropical “Agatha” que afectó a nuestros hermanos centroamericanos. Era de esperarse. En los últimos años se le ha culpado de todo, incluyendo al aumento del acné, los avistamientos de ovnis, y hasta del rendimiento de los Green Bay Packers de la NFL.

Parece una broma, pero todo esto ha sido noticia en medios de comunicación y casi siempre utilizan la foto de un pobre oso polar, sujetándose a un pequeño pedazo de hielo, como si se fuera a ahogar si se cae. Nadie les dijo que son mejores nadadores que nosotros y si no nadan no comen.

Según los alarmistas, en Groenlandia, por ejemplo, que contiene la segunda capa de hielo más grande de la tierra, los glaciares se derriten a 200 Km3 por año. Suena muy catastrófico porque omiten decirle que su extensión es de 3,000,000 de Km3 aproximadamente, lo que tomaría 15 mil años en desaparecer. Matemática básica, pero recuerden que esto no es ciencia, sino religión… hay que preocuparse por lo que pasará en 15 mil años.

Resulta también que el deshielo está causando que el nivel del mar suba. Lo curioso es que solo sube cuando hay una tormenta e inunda una población que se encuentra a escasos pies sobre el nivel del mar, mientras que en el resto del año y en otros lugares del mundo, el nivel sigue igual. Muy selectivo este deshielo, ¿no le parece?

En Júpiter, la gran mancha roja se está reduciendo; la presión atmosférica y las temperaturas en Neptuno y Plutón están cambiando; las capas de hielo en Marte se derriten. ¿Tendrá algo que ver el Sol en esto, o los extraterrestres también van a la tienda en carro?

¿Pero hay calentamiento global o no? Depende a quién le cree. Si estuvo en Panamá en los últimos meses dirá que sí y llamará incrédulo a cualquiera que piense lo contrario. Por supuesto, Panamá es el corazón del universo y la temperatura aquí representa la temperatura global.

El calor nos hizo olvidar que abril y mayo son los meses más calientes del año, y que El Niño (un fenómeno natural) hizo sus travesuras otra vez. Además no nos dimos cuenta de que mientras nos sofocábamos de calor, en el norte estaban saliendo de siete meses de una temporada de nieve jamás antes registrada; nieve que no iba a existir y solo íbamos a verla en libros, según predijeron los alarmistas hace 10 años.

¿Sabe cómo los expertos científicos calculan el calentamiento global? De 6 mil estaciones meteorológicas, solo toman las mil 500 que tengan aumento de temperatura y descartan las demás. Luego realizan un par de extrapolaciones y… ¡voilá!, obtienen su gráfica del calentamiento global. Esta es la “ciencia” del cambio climático. Aun con los datos maquillados, solo han podido demostrar una subida de 0.2 grados centígrados por década desde 1970.

Averigüe cómo se obtuvo la controversial gráfica Hockey Stick de Michael Mann, muy utilizada por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) de la ONU, y por Al Gore en sus presentaciones. Tal vez después quiera exigirle que le devuelva los cien dólares que pagó para verlo el año pasado cuando vino a Panamá.

Con todos los miles de millones de dólares gastados anualmente en teorías chuecas y especulaciones, tal vez pudimos acabar con el hambre mundial hace rato. Para rematar, a nuestros brillantes líderes mundiales se les ocurrió que lograremos reducir las emisiones estableciendo un impuesto a la producción de CO2 (la solución de los políticos para todo: más impuestos), y obligando a los países a participar del mercado fraudulento de créditos de carbono (el negocio de Al Gore, por si no lo sabía).

Esta idea loca solo causará una subida en el costo de la vida y empeorará la crisis económica mundial. No tendrá ningún efecto en el clima global, porque sencillamente no lo controlamos.

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Este artículo se publico el 14 de junio de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que a l autor,  todo el crédito que les corresponde.

¿Justicia climática o control económico?

La opinión de….

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NIGEL  RIOS  M.


¿Justicia climática o control económico?

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Soy uno de los escépticos ante la idea de que el cambio climático es de origen antropogénico, y que es el sol el que regula principalmente nuestro clima. No trabajo para una petrolera, y siempre trato de cuidar al planeta, pero aun así soy considerado hereje por los alarmistas de esta nueva religión.

Discutir si el hombre es la causa ya no importa, porque los líderes mundiales tomaron la decisión de declarar al dióxido de carbono (CO2) como un peligro para el planeta, cuando siempre nos dijeron que aun en exceso era un nutriente necesario para que las plantas crecieran y nos dieran oxígeno para respirar.

La razón de culpar al CO2 y al hombre tiene fines políticos y económicos, disfrazados de un amor por el planeta. Esto ha pasado desapercibido porque nos mantienen entretenidos con mensajes de que el mundo se acabará.

Los alarmistas critican que se le da mucha importancia al aspecto económico, ya que de nada vale si nos morimos todos. Antes de caer en el chantaje apocalíptico, pongamos los pies en la tierra y tomemos en cuenta que vivimos atrapados en un sistema económico, que si no hacemos que funcione bien, traerá como consecuencia problemas iguales o peores que el cambio climático. Cuando se habla de legislar se tratan dos cosas: política y economía. Por consiguiente, estos dos puntos sí son importantes.

Se planea en Copenhague llegar a un acuerdo para imponer a los países ricos que reduzcan la producción de CO2, busquen formas más eficientes de energía y se les penalice para ayudar a los países en vías de desarrollo a contrarrestar los efectos ambientales y económicos que supuestamente han sufrido por culpa de ellos. A esto se le ha denominado justicia climática. Fue señalado hace unos días por el primer ministro británico Gordon Brown, y se encuentra escrito en los borradores del tratado climático.

La propuesta para llevar a cabo este plan es cobrar por la producción de CO2 en cualquier actividad humana, ya sea doméstica, industrial, agrícola, etc., independientemente de que se utilice combustible fósil o no.

Cada país tendrá una cantidad de crédito de carbono que deberá distribuir en su nación.   Si no lo utiliza todo, el resto lo puede vender a quien necesite más, creando una nueva oportunidad de negocio. Por supuesto, uno de los que se beneficiará de esto será Al Gore, y por eso lo vemos alarmando a todo el mundo.

El precio de este crédito fluctuará con la tendencia del mercado, y cuánto crédito recibe cada país lo decidirá un organismo internacional.   Así se permitirá controlar no solo la producción de CO2, sino también el crecimiento económico de cada país y su calidad de vida.  La pregunta del millón es: ¿a quién se le pasará la factura final para que el costo de la vida no se ponga peor? ¿Al ciudadano común, que está buscando un tercer empleo para sostener a su familia en esta crisis financiera, o a los súper-ricos? Yo apuesto al primero.

Cuando me refiero a súper-ricos, olvidémonos de Bill Gates o Carlos Slim. Hablo de esa élite que es dueña de los bancos internacionales, compañías energéticas y de los medios de comunicación masivos. Aquellos que tienen más influencia en los gobiernos que cualquiera y son fieles creyentes en que exista un gobierno mundial. Esa élite que lucra en los conflictos bélicos y patrocina gobiernos corruptos; que explota los recursos de un país pobre por unos cuántos centavos, y pone sus fábricas para obtener mano de obra barata.

De esa élite que destruye la economía de un país, para que luego el contribuyente tenga que darles de sus impuestos con la falsa promesa de arreglar el problema. Al final obtienen ganancias récord, mayor control de la economía y el ciudadano común pierde su empleo y su casa.

Para ellos perder no es una opción ni una palabra en su vocabulario. El control del poder económico lo es todo. Los países pobres no han podido atender sus necesidades porque llevan décadas de problemas internos y de abusos por esta élite, mientras la comunidad internacional se hace de oídos sordos. Entonces, ¿a dónde va a parar toda esa ayuda económica que desean darles?

Además de ser un buen negocio, esto de justicia climática no parece ser otra cosa más que un experimento socialista de redistribución de riqueza (la historia nos ha enseñado que no funcionan), y los primeros pasos para un gobierno mundial, el sueño de todo globalizador. Se ha tomado un problema como el cambio climático para llevar otra agenda paralela.

Si cobran por un componente básico de la vida como el CO2, ¿qué seguirá después… el oxígeno, el agua, o la luz solar? Tal vez en el futuro la gente volverá a preguntarse si culpar al CO2 fue lo correcto.

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Publicado el 14 de noviembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.