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La opinión del Abogado y Periodista…
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Lamentablemente no pude asistir a sus honras fúnebres al conocer la noticia muy de pronto y por estrictos compromisos familiares ineludibles.
Mi amistad con el Dr. Correa se remonta, a 1978 cuando comencé a laborar en la Fiscalía Electoral en la cual él era su titular debidamente nombrado para tal cargo por sus merecidos méritos personales y profesionales, luego de que con anterioridad había ejercido las funciones de Director de Ingresos del Ministerio de Economía y Finanzas.
En mi caso venía de haber ejercido el cargo de Juez Nocturno en el Distrito de Colón, donde se me sustituyó, a mi juicio, injustamente luego de haber estado de vacaciones. Claro que esta situación, afortunadamente fue subsanada con el cargo que me permitió desempeñar el Dr. Correa en esa común influencia en que, tanto él como el suscrito, éramos recomendados del Lic. Marcelino Jaén.
Por encima de las diferencias que eventualmente pudieran haber surgido entre el Dr. Correa y este servidor durante los años en que laboramos juntos, debo reconocer que nuestras relaciones fueron muy armoniosas y me beneficié en grado sumo de su cercanía, por su gran capacidad intelectual, fuera de lo meramente jurídicos, ya que dentro de su estricta modestia, gozaba de una amplia capacidad, ya fuera en las asuntos del transcurrir nacional en todos sus aspectos, así como en el internacional.
El cargo de Oficial Mayor que inicialmente me tocó desempeñar, en salario equivalía al que había quedado reducido en mi puesto anterior de Juez Nocturno ya que aquel municipio había rebajado mi salario y eliminado los viáticos. Esto motivó de mi parte que lo demandara ante la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, siendo el fallo muy penoso dictado en mi contra.
En torno a lo que debo agregar sobre el Dr. Correa, mientras laboramos juntos, supo hacerme justicia, luego que me elevó al cargo de Secretario del Despacho, con lo cual se duplicó mi salario, alivio fundamental para mis ingresos, que ya estaban bastante desbalanceados.
No faltaron a veces algunos que, sigilosamente, por los reconocimientos que me dispensaba el Dr. Correa, actuaban para tratar de indisponerme insinuando que estaba faltando a mi independencia como funcionario electoral; por motivo que en lo cultural me mantenía muy activo, reconociendo en el General Torrijos su verticalidad en la lucha por la soberanía.
A toda ello el Dr. Correa se atuvo a que siempre respeté mis atinentes funciones y hoy puedo agradecer en su memoria el tener una jubilación cómoda que me permite vivir decentemente. Que su alma descanse en paz.
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<>Artículo publicado el 4 de febrero de 2011 en el diario El Panamá América, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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