Realidades en la frontera colombo-venezolana

La opinión del Consultor y Analista Político…

Pedro J. Méndez Mora

En medio de la tormenta diplomática desatada sobre el Sistema Interamericano por el conflicto colombo venezolano, los conductores de la política internacional en el Área, harán bien en atenerse a las realidades, sin perder de vista los más altos objetivos nacionales. He aquí una lista incompleta de algunos hechos.

1. Colombia lleva cerca de cincuenta años siendo escenario de una confrontación entre el gobierno y varios movimientos guerrilleros.

2. Es también uno de los principales focos de producción y tráfico de drogas en el mundo, como resultado de la actividad de organizaciones delictivas, que, a su vez, manejan recursos superiores a los de muchos países y constituyen un verdadero sistema de poder económico y “para-político”.

3. Hay alianzas y colaboración mutua entre las guerrillas colombianas y el sistema de las drogas: en general la transacción es de recursos a cambio de protección.

4. El gobierno colombiano actual está empeñado en el combate a las drogas y a la guerrilla para restituir la paz a Colombia.   En la actualidad, el gobierno va ganando la confrontación y podría suprimir progresivamente las fuentes logísticas de la guerrilla. Frente a la droga, los resultados son un poco más ambiguos.

5. Considerando a las FARC como una organización terrorista, Estados Unidos, Europa, y muchos otros países del mundo combaten la producción y la distribución de drogas como delitos graves. Estados Unidos, en específico, está empeñado en una guerra frontal contra este flagelo.

6. El actual gobierno venezolano no considera a las FARC como una organización terrorista.

7. Con el tiempo, la violencia guerrillera hizo que también surgieran organizaciones privadas ilegales para enfrentarse a la inseguridad y a la violencia. Conocidas con el nombre genérico de “paramilitares”, muchas de ellas desviaron sus objetivos y, además de enfrentarse a las guerrillas comunistas, se han venido dedicando a otras actividades delictivas, incluidas algunas alianzas con el sistema de las drogas. Los paramilitares están en franca decadencia.

8. Hay instalaciones y personal de las guerrillas colombianas en el lado venezolano de la frontera, que llevan años operando y utilizan ese territorio como zona de alivio y reabastecimiento. Además protagonizan secuestros, asesinatos y cobro de impuestos territoriales o comerciales (“vacunas”) en el territorio venezolano. Con frecuencia efectivos de las FARC y el FLN se desplazan muy profundamente en el territorio hasta la capital venezolana y más allá.

9. Conviven al lado de las FARC y del FLN, y en estrecha relación con ellos, organizaciones guerrilleras o que pretenden ser tales, constituidas por venezolanos que se auto-asignan siglas como FBL (Frente Bolivariano de Liberación) y otros nombres. El gobierno venezolano conoce perfectamente de la existencia de estos grupos.

10. Por otra parte y en la misma dirección, Cuba, sin la URSS y enfrentada a la más aguda crisis económica de su historia, ha encontrado en las transferencias del actual gobierno venezolano, una tabla de salvación que permite al régimen sobrevivir; ayuda vital para Cuba y enorme para el tamaño de la economía venezolana, a cambio de cooperación y eventual dirección, en una gama crucial de actividades: seguridad, defensa, disciplina militar, inteligencia militar y civil, identificación, registro público, educación, salud, gestión de puertos, distribución de alimentos, entre muchas otras. En consecuencia, varios millares de funcionarios cubanos viven en Venezuela y se confunden con la población nativa.

11. Cuba ha mantenido relaciones de cooperación desde hace mucho tiempo, con la guerrilla colombiana.

12. La violencia alrededor de las fronteras de Colombia constituye un foco de tensión sobre variables esenciales, más o menos cercano para varios países – o sistemas políticos- del Área. Cuando menos: Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil y Panamá.

A partir de estas realidades, hay también unas cuantas conclusiones evidentes o casi evidentes que, sin ser hechos comprobados en forma empírica, han de ser tomadas en cuenta a la hora de conducir una política exterior. Toca a los conductores de esa política, en todo el Área, sacar las conclusiones y actuar en consecuencia.

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Este artículo se publicó el  5  de agosto de 2010 en el diario  El Panamá América,  a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.