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La opinión de…
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Alexander A. Alleyne Botacio –
Los resultados del censo respecto a la población afro en Panamá no sorprenden. La inclusión de las interrogantes en el Censo de 2010 sobre este tema, como es conocido, generó estrés institucional, y ni pensar en su aplicabilidad práctica; tal vez fue la prueba de que nuestra institucionalidad social y estadística no ha avanzado lo suficiente para adentrarnos en temas explicativos que merecen mayor profundidad y el divorcio de aquellos estigmas sociales.
Por lo accidentado del tema y la histórica negación de la presencia afro en el istmo, por parte de algunos sectores, era de esperarse que los resultados indicaran una cifra inferior a las poblaciones indígenas. “Las cifras censales arrojaron 313 mil 289 afrodescendientes y 417 mil 559 indígenas, de los 3 millones 405 mil 813 habitantes” (La Prensa 30/12/2010). “Es decir que el 9.2% de la población censada el pasado 16 de mayo se consideró negra o afrodescendiente, y el 12.3% dijo pertenecer a alguna etnia indígena. El Censo Nacional 2010 muestra que hay 142 mil 3 afropanameños, 77 mil 908 afrocoloniales, 65 mil 113 afroantillanos, 15 mil 527 otros y 12 mil 738 no declarados”.
Las instrucciones institucionales fueron “claras” y los resultados irreversibles; más pudo el estigma que arrastra el considerarse negro en nuestro país que los esfuerzos realizados por algunos miembros de la comunidad afro organizada. Sin lugar a dudas, hablar de poblaciones afro en esta coyuntura social puede resultar para algunos tomadores de decisiones una complejidad adicional; siempre y cuando lo social se fundamente en un accionar serio y con conocimiento causal. Lo demás, es mera filantropía social.
El 9.2% de resultado censal con respecto a las poblaciones afro, lejos de reflejar una realidad respecto al conteo poblacional, apunta a la emergencia de un problema subyacente en la construcción de una identidad nacional, además de la prevalencia de la herencia esclava, traducida en la estigmatización común: lo negro como negativo.
Por consiguiente, se cierne sobre el Consejo Nacional de la Etnia Negra y las organizaciones afro, a partir de la cifra revelada, la responsabilidad de ahondar en las condiciones de la población afropanameña; trascender las cifras hacia el reflejo de la realidad, que tenga como norte la denuncia y posterior demanda de derechos negados, que mejoren las condiciones sociales, económicas, ambientales y de otro tipo para avanzar hacia una sociedad más equitativa y solidaria.
Y es que para mejorar las condiciones de la población afropanameña, se debe partir por conocer su realidad… “A la sangre hay que ir, para que se cure la llaga. No hay que estar al remedio de un instante, que pasa con él, y deja viva y más sedienta la enfermedad. O se mete la mano en lo verdadero, y se le quema al hueso el mal, o es la cura impotente, que apenas remienda el dolor de un día, y luego deja suelta la desesperación” (Martí, 1893). Solo conociendo, solucionamos.
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Este artículo se publicó el 5 de enero de 2011 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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