La opinión de…
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Doris R. de Mata
Una vez más debo salir del recinto académico de mi docencia universitaria para aclarar confusiones sobre la educación nacional, derivadas del ambiente de incertidumbre que se advierte en el panorama educativo de nuestro país.
Debo ser precisa y señalar recientes declaraciones que circulan en los medios, referentes al vacío educativo de la enseñanza de la historia en Panamá sobre el periodo de 21 años de dictadura militar. En efecto, cuando asumí el alto cargo de ministra de Educación en 1999 advertí, entre otros atrasos y vacíos, la ausencia total de los aconteceres históricos, desde 1968 hasta entonces, en los planes y programas de estudios.
Desde el año 1999 hasta el año 2004, dejamos hecha una verdadera transformación curricular desde el primero al noveno grado, es decir, en la educación básica general en sus fases firmes y experimentales, en coordinación con el personal docente respecto a su capacitación previa y permanente, con énfasis en la metodología necesaria, actualización de sus conocimientos y el compromiso formal de dotar a colegios y escuelas de los necesarios recursos físicos, didácticos y tecnológicos imprescindibles.
En cinco años no podía transformarse todo el sistema. Dejamos trazados los lineamientos técnicos para la transformación de la educación media (grados 10, 11 y 12) y un esbozo de la educación post media y su enlace con la educación superior o universitaria.
Todos los documentos los entregué al ministro y su equipo que nos sucedieron, a quienes advertí de la necesidad imperiosa de continuar esa transformación, y no ocurrió nada en los cinco años posteriores al respecto.
Como una parte de aquella verdadera transformación, logramos, con paciencia y humildad, ante una Asamblea Nacional adversa, pero con el apoyo de los gremios docentes, la aprobación de las siguientes leyes que aún están vigentes: Ley 49 –año 2002– que creó el Fece para la administración honrada del Seguro Educativo; la Ley 50 –año 2002– para la descentralización del Ministerio de Educación; la Ley 20 –año 2003– Internet para Todos (as); la Ley 42 –año 2003– para la enseñanza de la historia, geografía y cívica.
En cuanto a la enseñanza de la historia, se actualizaron los planes y programas con el apoyo de eminentes profesores universitarios, que cubrieron el vacío hecho a propósito para ocultar el acontecer de un periodo dictatorial de dos décadas, cuyas nefastas consecuencias aún las estamos padeciendo. Supe, por referencias educativas, que a mi salida del Ministerio esos programas y textos elaborados para docentes y estudiantes desaparecieron inmediatamente, por lo cual el vacío persiste aún.
El error de la actual administración ha sido continuar con el mismo equipo técnico docente curricular, de la administración anterior, tan politizado que no hizo nada en cinco años y que no está efectuando una verdadera transformación curricular, por carecer de un diagnóstico previo, de enfoques activos y dinámicos, capacitación y estímulos al personal docente, todo lo cual constituya un proceso de transformación integral y permanente, de manera que se logre el desarrollo de aprendizajes significativos, con creatividad, sentido crítico y pensamiento lógico, de modo que el educando aprenda a ser, a aprender, a hacer y a convivir, es decir, que llegue a ser un ciudadano pensante y un individuo autosuficiente.
El vacío actual de la enseñanza de la historia es otro de los procederes que deben corregirse en la administración educativa actual.
Desde los años 2004 al 2010, continúa el mismo equipo técnico docente en el Ministerio de Educación, donde se cometieron una diversidad de dolos e ineficiencias que mantienen en un colapso a la educación nacional.
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Artículo publicado el 2 de junio de 2010 en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que a la autora, todo el crédito que les corresponde.
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