Recordando a Gerardo González V.

La opinión del miembro del PRD….

BASILIO  MARTÍNEZ  O.

El Licenciado Gerardo González, nació el 13 de abril de 1929, en la ciudad de Santiago, Veraguas, tierra de Urraca, condiscípulo de Omar Torrijos Herrera, Rubén Darío Herrera, Jorge Fábrega, Rómulo Escobar Betancourt, Enrique Ralley y otros cientos de panameños, formados en la prestigiosa Normal de Santiago y en el Glorioso Nido de Águilas.

Su niñez transcurre en su ciudad natal de Santiago junto a sus hermanas y hermanos, guiados por la tutela de su padre Gerardo González y su madre, la maestra doña Deyanira Vernaza, que les dieron una formación sólida. Decía el propio Gerardo que su terquedad, laboriosidad y dinamismo, proceden de su abuela materna, una matrona santafereña que vivió casi 100 años que desde niño le inculcó la responsabilidad del trabajo y la voluntad en las jornadas de recolección de la cosecha de café.

Político sagaz, versátil y dueño de una personalidad increíblemente honesta, se convirtió durante los primeros diez años del Proceso Revolucionario en el principal asesor del general Omar Torrijos Herrera. Era el hombre en quien Omar confiaba, la persona indicada para resolver cualquier conflicto sin reclamar nada ni mucho menos sacar provecho.

El general Omar Torrijos le entregó su confianza para negociar, resolver y ejecutar grandes proyectos.    Fue Gerardo, como viceministro de Comercio, quien puso en su lugar a los grandes consorcios de banano, acostumbrados a subir y bajar gobernantes en América. Gerardo fue vicepresidente del presidente Demetrio Lakas por ocho años.

Principal gestor de la creación de los 505 representantes de corregimiento, que puso en manos de Gerardo la conducción, organización de implementación del Poder Popular. Ambos conocieron el país por el constante patrullaje de Omar en los distintos corregimientos, creando una organización política, para, según Torrijos, romper los esquemas de injusticia que iría de abajo hacia arriba.

Hay muchas anécdotas sobre la vida de este humilde e inteligente campesino, que sería muy largas de contar en este reducido espacio. Fue un hombre forjado de un barro especial. Su primer trabajo fue el de comerciante de burro, que transportaba a pie desde las montañas veragüenses y de Carriquí hasta provincias centrales, que le permitió conocer cada rincón del país. Como oficial de censo de la Contraloría General donde entró por concurso, aprovechó todas sus experiencias y conocimientos. Ya como parte del equipo de Omar Torrijos Herrera, se encargó de negociar la hidroeléctrica de Bayano, el Ingenio la Victoria y de Felipillo. Participó de las negociaciones de los Tratados Torrijos Carter, referente a las tierras y aguas del convenio que puso fin a uno de sus sueños y luchas, la descolonización y recuperación del Canal de Panamá.

Durante la invasión y desde su exilio en México, siguió luchando por el respeto a la soberanía de Panamá. Luego, a su regreso, se integró como legislador y convirtió la curul en su verdadera trinchera en contra de la ocupación estadounidense que mantenían soldados incrustados en todos los despachos de los ministerios e importantes puestos del gobierno.

Solo había que escuchar las históricas intervenciones de don Gerardo González. Su tono de voz en el Palacio Justo Arosemena lograba que el público guardara silencio y le escuchara con atención. Su participación demostraba valentía y casi incuestionable, llena de anécdotas de la vida republicana panameña, recordando y comparando incidentes y con un estilo firme. Gerardo fue presidente de la comisión de Asuntos Agropecuarios en tres de los diez años que ocupó la curul, estando en oposición y en minorías de votos, brindando con responsabilidad todos sus conocimientos y experiencias como ex ministro y creador del Ministerio de Desarrollo Agropecuario. Fue el primer legislador que lograba reelegirse como presidente de la Asamblea.

En PRD fue el primer presidente y gestor. Gerardo fue siempre la balanza de las disputas internas. Estratégico, conciliador y defensor de la imagen de su partido.

En su oficina 109, ubicada en Perejil, se dieron grandes reuniones estratégicas, todas en beneficio del PRD.    Nunca dejó de ser humilde y jamás se supo que se adueñara de nada que no le perteneciera.   Murió en la misma casa a la que una vez entró como precarista (alcalde Díaz) y que él construyó.   Sus adversarios, como nunca pudieron achacarle actos de corrupción, le dieron el apodo de ‘Sombrero loco’, que él disfrutaba, porque decía que el sombrero que siempre llevaba era el símbolo del campesino con quien se consideraba identificado.

Muchos somos los panameños y panameñas que siempre recordaremos a ese gran maestro de la política de nuestro país como un gran impulsador de la vida partidaria y democrática, otros miles lo recordarán como un buen bailarín, fumador de tabaco, fumador de pipa, jugador de gallos, aficionado al deporte, la música, la buena lectura y amigo de siempre.

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<> Este artículo se publicó el 23 de octubre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/martinez-basilio/

Suerte a los judokas y a la dirigencia

La opinión del Profesor y Ex Dirigente del Judo nacional…..

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BASILIO MARTÍNEZ

Después de casi 46 años, Panamá se permite la organización de unos juegos regionales en la región más pobre del continente —Centroamérica— 43 millones de personas, la organización y desarrollo de eventos como los XI Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe. Los VII Juegos Bolivarianos y el Panamericano de Judo, fueron escenario que parecieron dibujaban al país como una sede mundial del deporte latinoamericano especialmente.

Hubo de pasar más de casi cincuenta, para que Panamá pudiese demostrar la capacidad de organización deportiva, aprovechando su holgada situación económica comparada con los otros países de la región centroamericana.

Los resultados obtenidos en los tres eventos arriba mencionados, arrojaron para el atleta nacional en los dos primeros eventos importantes logros en diferentes disciplinas en que los atletas panameños se enfrentaron a los más potentes países como México, Venezuela, Puerto Rico, Guatemala y Colombia.

En el judo no ocurrió así, no obstante de que el presidente de la federación era para entonces “el hombre fuerte de Panamá”, los resultados en la organización y prestación fueron catastrófico y lo que es peor no quedó ninguna evidencia favorable para los judokas la realización de un evento de tamaña magnitud.   El judo, después de ese torneo continental, quedo inclusive sin gimnasio donde poder practicar y las colchonetas quedaron en manos de particulares.

Esta vez nos perfilamos al desafío de un paradigma ya conocido, un equipo de judo que representara a Panamá, debilitado, improvisado, sin ninguna esperanza de triunfo. Compuesto por atletas de una de las dos Federaciones existentes, mientras que otros judokas pertenecientes a la otra facción no han sido convocados por obvias razones de conflictos políticos deportivos.

Nosotros apoyamos al judoka, al atleta nacional cualquiera que sea su presentación, alburamos los mejores deseos que triunfen y en buena lid, que obtengan triunfos que les permiten lucir en el pecho una medalla ganada en el combate y no por solo el hecho de que no hubo más competidores o triunfo Bay.

Igualmente le formulamos suerte y razonamientos a la dirigencia de las dos federaciones la Olímpica y la nacional, que los resultados que se obtengan de este encuentro de los judokas de Centroamérica, aprovechándose que falta el más fuerte de la región —Guatemala— permita ir razonando, sobre hacia donde queremos finalmente llevar al judo panameño, más allá o fuera del abismo que pareciera ambos tratan de arrojarlo.

A los atletas que han sido llevado a este torneo y a los que se quedaron por la fidelidad hacia uno u otro bando, SUERTE.


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Este artículo se publicó el 18 de abril de 2010 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.