¿Cuánto me rinde mi Balboa hoy?

La opinión de la Jurista y Ex Diputada de la República…

MIREYA LASSO
mireyalasso@yahoo.com

Las cifras de expertos parecen frías y lejanas; en cambio, el porrazo lo sentimos cuando tratamos de sobrevivir en el laberinto de precios que nos asfixian. ‘Qué cara está la vida’, es la expresión más frecuente entre el común de la gente. ‘Increíble, ayer costaba la mitad y hoy cuesta el doble’, es otra.

Para muchos panameños el crecimiento económico parece una película en cuyo guión no participamos, a pesar de megaproyectos del gobierno y de la cantidad de inversionistas extranjeros que nos llegan para hacer buenos negocios en Panamá. Todo porque nuestro balboa cada día compra menos y nos resultan más caros los servicios y bienes que necesitamos para vivir, comer, vestirnos, curarnos, transportarnos, educarnos o recrearnos; más de una vez debemos prescindir de aquellos que ya nos resultaban rutinarios. Para los economistas es la inflación que, por triste analogía, constituye el cáncer de nuestra economía doméstica.

Nuestro balboa está ligado al dólar y a la economía estadounidense; sus fortalezas y debilidades repercuten acá. Un ejemplo reciente fue el escándalo que explotó en el mercado inmobiliario poniendo en jaque al sistema bancario, cargado con hipotecas sin valor. La industria automotriz estuvo también en crisis, porque, por mucho tiempo, ignoró la competencia extranjera sin preocuparse en ofrecer automóviles eficientes más al gusto de los compradores. El peligro inminente del descalabro de esos sectores tan importantes de la economía norteamericana, con el consiguiente desempleo masivo y reducción del consumo, dio origen al programa de rescate del gobierno: la inyección de miles de millones de dólares, recién impresos, a la economía con papel moneda como ‘préstamos’ al sector financiero y automotriz, con la esperanza de poder detener la caída de empleos y apuntalar el consumo popular.

Como muchas veces en la vida, la solución de un problema crea otro. A Estados Unidos, hasta cierto punto, le conviene ese papel—moneda devaluado, porque el precio de sus productos será más atractivo a consumidores europeos y asiáticos, aumentando sus exportaciones; pero, al contrario, la importación de productos de esas áreas le resulta menos atractiva y más costosa al consumidor norteamericano por tratarse de yenes, marcos o francos más fuertes, fenómeno lógicamente no visto con buenos ojos fuera de Estados Unidos. Paralelamente sube el precio del petróleo árabe, que importan Estados Unidos y otros países que pagan con dólares.

Otro factor que incide en la devaluación del dólar, según los expertos, es el alto nivel de la deuda pública de Estados Unidos. Debido al programa de rescate mencionado y a otros ambiciosos programas del presupuesto del presidente Obama, la deuda pública ha alcanzado cifras que no podemos siquiera imaginar: US$9 seguidos de 12 ceros, es decir, US$9,000,000,000,000.00. La capacidad de su pago, con una economía todavía tratando de recuperarse, tiende a restarle la confianza que tradicionalmente ha disfrutado el dólar.

En ese contexto estamos ubicados los panameños. Todo lo que nos llega del extranjero —materias primas, productos terminados, insumos, etc.— se nos encarece cada día, especialmente si nos viene de fuera del área del dólar, porque por un producto europeo o asiático pagamos tanto el costo de la mano de obra extranjera, como el cambio de moneda.

¿Qué podemos hacer? La lógica nos dice: incentivar aún más todas nuestras exportaciones, incluyendo el turismo, aprovechando nuestros precios atractivos;  promover con mayor empeño al sector agropecuario para producir lo que consumimos, consumir lo que producimos y exportar los excedentes; identificar importaciones de calidad y precios razonables; impedir aumentos de impuestos municipales que agraven la inflación; mejorar la eficiencia de programas sociales dirigidos a sectores más necesitados; diseñar campañas de ahorro de dinero, de agua, de energía; fortalecer la ACODECO para evitar especulaciones malsanas; limitar el exceso de gastos e inversiones públicas que puedan exacerbar la inflación.

Lo cierto es que debemos ser capaces de administrar nuestras fortalezas para hacer los ajustes que nuestra inteligencia colectiva nos indique. Si el balboa pierde poder, tenemos que impedir que continúe en esa ruta, echando mano de toda la creatividad propia del panameño.

<>Este artículo se publicó el 9 de febrero  de 2011   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que a la  autora,  todo el crédito que les corresponde.

De Túnez a Egipto ¿y nosotros?

La opinión de la Jurista y Ex Diputada de la República…

MIREYA  LASSO
mireyalasso@yahoo.com

 

Redacto este artículo cuando los sucesos en Egipto contra el régimen de Hosni Mubarak, parecen todavía demasiado fluidos pero, independientemente del desenlace final, hay ciertas semejanzas que nos traen recuerdos vividos en Panamá hace 22 años.    Dios nos libre de que eventos como esos vuelvan a ocurrir en nuestro país y sería irresponsable no haber aprendido la lección.    Las imágenes que presentan los medios de comunicación social son alarmantes y trágicas para quienes las viven en carne propia.   Aquí las sufrimos igual.   Los jóvenes deben conocer esa historia.

Todo comenzó en Túnez, donde protestas y revueltas populares recién derrocaron el régimen gobernante y expulsaron a Ben Alí, a pesar de haber sido reelegido tres veces: en 1989 y 1994 con 99% de los votos y recién en el 2009 con el 89%. Presumiblemente fueron revelaciones crudas en WikiLeaks la chispa que incendió el descontento latente causado por demandas insatisfechas y frustraciones de una población gobernada con mano fuerte durante 24 años.

Y el ejemplo fue copiado sin tardanza en Egipto, impactando a una población gobernada también con mano dura durante 30 años. En la revuelta egipcia participa la clase media con preparación académica, la clase humilde y necesitada, jóvenes, mujeres, desempleados. Reclaman derechos políticos y económicos: democracia, empleo, asistencia social.   A diferencia del Panamá del 1988-1989, el ejército no avasalla a la población; se limita a evitar saqueos pero la policía es agresiva.   A la fecha se cuenta más de un centenar de caídos.

La novedad hoy revela el poder de redes sociales, como Facebook y Tweeter, y en los celulares, mediante los cuales la gente se mantuvo informada de los acontecimientos y decidida a salir a las calles para respaldar las protestas.   La respuesta del régimen fue bloquear el espacio cibernético para impedir las comunicaciones pero el esfuerzo resultó un bumeran porque enfureció a los activistas y recrudeció el fervor contra el gobierno. Acá en 1988 cuando se allanaban periódicos y se atacaban radioemisoras y televisoras, se exacerbaban aún más los ánimos de los ‘sediciosos.’

¿ En qué nos afectan hoy, a tantos kilómetros de distancia, esas revueltas?   Aparte del apoyo moral a tunecinos y egipcios –y a cualquier pueblo que luche por su democracia y sus libertades ciudadanas– esos desórdenes podrían repercutir acá encareciendo el costo de la vida si el tránsito de petroleros por el Canal de Suéz se viera dificultado u obstaculizado, aumentando el precio del barril de petróleo, del combustible que importamos y de la canasta básica.    En ese mismo sentido hay analistas políticos que advierten que sería aún más peligroso si una violencia mal dirigida se regara descontrolada por otros países árabes, como Algeria, Líbano, Libia, Jordania y Yemen; en tanto que si surgieran regímenes árabes agresivos que amenazaran la estabilidad del Estado de Israel, se añadiría un elemento muy preocupante en muchos sentidos, que nos afectaría a todos por muy lejos que creamos estar.

Una riqueza mal distribuida y un cerco político han sido el caldo de cultivo, latente, silencioso, lacerante que en Túnez y en Egipto han causado el levantamiento tan violento y espectacular de las masas populares en ambos países.   No se trata, como se pudo pensar, de un levantamiento con raíces en un fundamentalismo islámico.    Se trata de que las oportunidades del auge económico reciente en Egipto no ha llegado al ciudadano común y eso, unido a un régimen dictatorial asfixiante que ha gobernado con mano dura por mucho tiempo sin una real apertura democrática, han sido los detonantes que fueron inflamados por la crudeza de la información confidencial revelada por WikiLeaks.

En Tiananmen, en Túnez, en El Cairo, como acá en Calle 50, el sentimiento ha sido igual: el ser humano exige libertad, demanda oportunidades y debe tolerar las opiniones de otros pero tiene que respetar las reglas de la democracia sin recurrir a la violencia.   Debemos defender el don de la tranquilidad que hoy disfrutamos, recordando que ‘nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.’

<>Este artículo se publicó el  2  de febrero   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Verdades que no se deben tapar

La opinión de la Jurista y Ex Diputada de la República…

 

MIREYA LASSO
mireyalasso@yahoo.com

La falta de agua potable en calidad y cantidad suficiente, que nos ha agobiado en las últimas semanas, es doblemente grave porque no sólo se trata de solucionarla a corto plazo, sino también de tomar medidas para que el episodio no se repita, al menos con igual severidad. Se necesita que las verdaderas causas del mal sean reconocidas y se informen con transparencia a la opinión pública, aceptando todas sus consecuencias. No es hora de maquillar hechos ni esquivar responsabilidades porque lo que está en riesgo –hoy y mañana– es nuestra salud.

No soy remotamente conocedora de los detalles técnicos involucrados en la potabilización del agua. Mi experiencia, como la de muchos, se había limitado a beberla del grifo –cuando el agua del Chagres era la mejor del mundo– y recientemente, a comprarla embotellada, necesidad que jamás hubiéramos soñado hace pocos años.  Pero las noticias nos traen ahora varios términos técnicos que pocos entendemos: sulfato de aluminio, floculante, polímero catiónico y aniónico, nefelométricas, etcétera. Por eso quise consultar a personas razonablemente conocedoras del tema y mi conclusión es que hay interrogantes que deben ser contestadas porque el IDAAN puede perjudicar nuestra salud y además nos cobra el servicio.

El proceso de potabilización es bastante sencillo de comprender. El agua ‘cruda’ que se obtiene de cualquier fuente natural puede traer dos clases de ingredientes que deben ‘limpiarse:’ por un lado, la suciedad como lodo, basura, vegetación degradada, heces, animales muertos y otros; y por otro lado, bacterias que pueden causar enfermedades y daños a la salud.   En el proceso inicial se utilizan sedimentadores que precipitan esa suciedad al fondo de las tinas, dejando en la superficie un líquido más limpio pero todavía impotable; luego se procede a añadir dosis adecuadas de químicos que eliminan las bacterias. El agua así purificada no se bombea directamente a las tuberías de distribución sino a tanques gigantes de almacenamiento, como el de Tinajitas, para distribuirla con mayor eficiencia.

Entiendo que todas nuestras plantas potabilizadoras han sido construidas por empresas privadas de vasta experiencia. Sin embargo, la capacidad de producción –medida en millones de galones diarios– y la capacidad de tratamiento –determinada por el nivel máximo manejable de suciedad del agua cruda— son fijadas por el Estado, tomando en cuenta la cantidad actual y potencial de población beneficiada y el nivel histórico de suciedad del agua cruda.

Consecuentemente las siguientes interrogantes, entre otras, deben ser respondidas por las autoridades correspondientes:

(1) ¿Se ha utilizado regularmente el polímero sedimentador adecuado para ‘limpiar’ el agua en la primera etapa del proceso?

(2) ¿Por qué no se aumentó la cantidad de sedimentadores apropiados ni se extendió el tiempo de sedimentación para eliminar el exceso de lodo del agua cruda?

(3) ¿Quién decidió en un momento determinado suspender abruptamente la operación de la planta, en lugar de permitir más tiempo para el proceso de sedimentación?

(4) ¿Se limpiaban todos los filtros con la regularidad requerida?

(5) ¿Cómo se pudieron dañar los dosificadores de químicos?

(6) ¿Por qué no había dosificadores de repuesto y hubo que pedirlos a la ACP y a Costa Rica y por qué luego hubo que traer más unidades desde Miami en el avión presidencial?

(7) ¿Se mantenía un inventario adecuado de las más importantes piezas de repuesto necesarias para evitar la interrupción de operaciones, como dosificadores y repuestos de las bombas de agua?

(8) ¿Comprendían los jefes lo importante que es el mantenimiento de una planta potabilizadora y todos sus componentes, y le daban mantenimiento periódico a la planta de Chilibre?

(9) ¿Por qué el agua, al final de la línea de distribución no ha sido todavía potable? ¿Por suciedad acumulada en las tuberías y en el tanque de almacenamiento?

No osaría contestar ninguna de estas y otras preguntas pero exijo a las autoridades del IDAAN responderlas sin escurrir el bulto y sin culpar a terceros o a las fuerzas de la naturaleza. Por nuestra salud y porque pagamos el agua, tenemos derecho a exigir.

 

Este artículo se publicó el 26 de enero de 2011   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que a la  autor,a  todo el crédito que les corresponde.

Juan Pablo II, santo súbito

La opinión de la Abogada y Ex Diputada de la República…


MIREYA   LASSO
mireyalasso@yahoo.com

‘ ¡Santo Ya!’ fue el clamor de los fieles al fallecer y pronto Karol Josef Wojtyla podría ser proclamado santo de la Iglesia católica. Todos los católicos comprendemos cómo su vida ejemplar le ha merecido la felicidad eterna que él anticipó con sus últimas palabras: ‘Déjenme ir a la casa de mi Padre.’ Los panameños creyentes tuvimos el privilegio de haber tenido entre nosotros a un santo que bendijo nuestra patria.

Cuando Juan Pablo II estuvo en nuestro país hace tres décadas, su primer acto al descender del avión fue hincarse y besar suelo panameño. Con ese gesto de humildad y, sobretodo, de amor, el representante de Cristo quiso testimoniar la dignidad del ser humano, independientemente de cualquier circunstancia terrenal. Vino personalmente a bendecir a su pueblo panameño, a traernos su mensaje de paz y de amor. Hoy, observando nuestro entorno, siento que quizás es mucho lo que tenemos por rescatar.

¿Qué nos enseñó Karol Wojtyla con su vida, sus ideales, su fe, sus afanes, sus intereses, su misticismo, su moral?

Como persona, fue un hombre extraordinario en muchos aspectos; para muestra, hablaba más de catorce idiomas. Como jefe de Estado, fue un carismático político y efectivo diplomático, respetado por líderes mundiales que valoraron sus juiciosas opiniones. Gorbachov se refirió a él como la autoridad moral más importante del mundo. Demostró dotes de mediador, amante de la paz, cuando previno un conflicto fronterizo a punto de estallar entre Argentina y Chile, logrando el repliegue de sus ejércitos dispuestos a entrar en combate. Censuró la invasión a Irak.

Viajó a más de cien países y se abrió al encuentro con otras iglesias que también ponderaran la dignidad del ser humano. Realizó visitas inauditas a una mezquita musulmana en Siria y a una iglesia luterana en Roma. Visitó Israel, donde reconoció expresamente los derechos de los palestinos. Enmendó relaciones con los judíos; influenció ásperos regímenes comunistas europeos; pidió perdón por los abusos del Holocausto nazi y de la Inquisición española. Perdonó a su frustrado asesino.

Visitó la Cuba de Castro, el Chile de Pinochet, el Panamá de Noriega. No lo hizo como apoyo a esas dictaduras porque siempre criticó a los gobiernos manchados de sangre; lo hizo para llamar la atención hacia las injusticias, la conculcación de libertades, las violaciones de derechos humanos y también, en favelas como las de Brasil, hacia la miseria de pobres y desamparados. Censuró las inequidades del capitalismo liberal y la represión de las dictaduras marxistas.

Como Supremo Pontífice, fortaleció la doctrina de la fe y en los veintiséis años de su papado plasmó su pensamiento en catorce encíclicas.

Fue el líder espiritual que necesitó la Iglesia para guiarla con firmeza durante las turbulencias creadas por sectores ultra conservadores, como el francés monseñor Lefebvre, y por los ultra reformistas defensores de la Teología de la Liberación, como los sacerdotes guerrilleros Camilo Torres en Colombia y Ernesto Cardenal en Nicaragua.

Recordamos cómo, justo antes de llegar a Panamá, Juan Pablo II amonestó públicamente a Cardenal en la pista del aeropuerto de Managua por haber aceptado el cargo de Ministro de Cultura del gobierno sandinista.

Se opuso al aborto, la eutanasia y al matrimonio entre personas del mismo sexo. Insistió en el celibato de sacerdotes y defendió la dignidad de la mujer, como lo hizo en su encíclica Redemptoris Mater, dedicada a exaltar las virtudes de la Madre del Redentor, por quien sintió siempre una particular devoción. Mostró especial confianza en el poder de los jóvenes para cambiar el mundo, llamándolos ‘Centinelas del Mañana’ e invitándolos a combatir la injusticia y a defender la paz. Inició las Jornadas Mundiales de la Juventud que, desde 1984, reúnen a millones de jóvenes de todo el mundo para compartir su fe.

El próximo primero de mayo, tras haberse comprobado una sanación milagrosa por su intercesión, será beatificado y entonces continuará el proceso para su posterior canonización. Mientras tanto, recordemos las bendiciones de su santa presencia en nuestro país y aprendamos de su testimonio de fe, paz, amor, tolerancia y perdón.

<>
Este artículo se publicó el 19 de enero de 2011   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que a la autora,  todo el crédito que les corresponde.

Incongruencias e improvisaciones municipales

La opinión de la Jurista y Ex Diputada de la República….


MIREYA  LASSO
mireyalasso@yahoo.com

Dieciocho meses de experiencia dirigiendo el gobierno del distrito capital debería ser tiempo suficiente para completar la curva de aprendizaje de los nuevos funcionarios encargados de la administración distrital.   Después de una primera etapa de fricciones políticas internas y con ejecutivos del gobierno nacional, pareció que se había encontrado una fórmula esperanzadora que alcanzaría la paz y haría factible la actividad alcaldicia.

Se nombraron personas presumiblemente muy capacitadas en reemplazo de los asistentes originales del Alcalde, se designó un consejero especial ad honorem para asesorar sus acciones y se nombró una nueva Tesorera Municipal para ordenar una deficiente administración fiscal.

Pero ahora las autoridades municipales nos han sorprendido con medidas tributarias a todas luces incongruentes e improvisadas.

Por mucho tiempo hemos escuchado quejas del Alcalde por verse obligado a subsidiar el presupuesto deficitario de la DIMAUD. Recientemente declaró que le había entregado B/. 9 millones y dijo que ‘no le voy a meter un centavo más, no voy a sacar más dinero que necesito para veredas y otros proyectos, y seguir botando la plata’.

Ahora, para alivio del Tesoro Municipal con la creación de una autoridad nacional para recoger la basura, no habrá necesidad de ‘botar esa plata’ ni cubrir el déficit.

A pesar de ese remedio, surge la sorpresiva medida de un aumento de impuestos.   Ningún impuesto es bienvenido; menos, si su destino no se justifica cabalmente. Lo vivimos en la Asamblea Nacional en el 2004.

La abrupta medida, campantemente aprobada, no fue explicada como correspondería; ha sido improvisada, es peligrosa y resultará deficiente en muchos aspectos. Lo comprueba el hecho de que sus creadores se vieron obligados a posponer su implementación por falta de consultas adecuadas y por errores técnicos del propio sistema aprobado.

Las cifras no encajan y el destino de la plata no es claro.   El presupuesto municipal pasado fue B/.66.9 millones pero, según protestó el Alcalde, de ahí tuvo que aportarle B/.9.0 millones a la DIMAUD.   Este año el presupuesto municipal sería B/.92.0 millones, sin la planilla y gastos de la DIMAUD y sin tener que desembolsarle B/.9.0 millones nuevamente.   Nos explican que los B/.22 millones adicionales -¿más el ahorro de B/.9.0 millones?- son para ‘obras sociales y obras comunitarias,’ incluyendo B/5.0 millones repartidos entre los veintiún representantes de corregimiento, a razón de B/.225,000.00 cada uno.

Aumento y destino carecen de sensatez.   Por el lado del gasto, parece incongruente que el 90% del presupuesto municipal del 2010, sirviera para una frondosa burocracia y gastos administrativos, al tiempo que se destinen B/.3.5 millones en el 2011 para remunerar ‘asesores’ cuyas misteriosas funciones no se han explicado, sobre todo con el antecedente del millón de balboas destinado a gastos superfluos como el cultivo de una imagen personal y dudosos planes de seguridad para la ciudad capital.

Las medidas tomadas por las autoridades municipales demuestran el craso error de escoger irreflexivamente el sendero más fácil. Resulta siempre más cómodo decretar aumentos de impuestos que esforzarse por mejorar la recaudación de los existentes y también reducir gastos administrativos innecesarios.

No nos han demostrado esfuerzos serios en esos sentidos y nadie ha brindado una explicación digna de los contribuyentes capitalinos.   Por el contrario, la explicación dada para justificar el aumento de tributos se ha basado en argumentos trillados, muy etéreos, poco específicos: ‘justicia tributaria,’ ‘obras sociales,’ ‘obras comunitarias.’ ¿Específicamente cuáles?

No olvidemos que todos los tributos -quiérase o no- los paga el pueblo y que la recaudación proyectada de un nuevo impuesto, como el de placas de automóviles, puede resultar ilusoria si los propietarios libremente optan por migrar a un municipio menos oneroso.

Mientras la comunidad observó con cierto optimismo el relevo en la Tesorería Municipal, que pareció presagiar un énfasis en mejorar el cobro de los impuestos existentes, nos sorprenden con una medida tan improvisada, que obligó a su posposición.

Apropiado sería que los funcionarios que tuvieron semejante iniciativa muestren mejor ingenio y creatividad, revisando también los renglones de gastos para ajustarlos al tamaño y naturaleza de las genuinas funciones municipales.

 

*

<> Este artículo se publicó el  12  de enero de 2011    en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que a la  autora,  todo el crédito que les corresponde.

Deportistas profesionales y políticos criollos

La opinión de la Ex Diputada de la República….

 

MIREYA  LASSO
mireyalasso@yahoo.com

Últimamente ha llamado la atención que más de un político criollo ha desertado de un partido político para reinscribirse en otro colectivo que festeja su acción; y, por otro lado, se publican noticias sobre deportistas profesionales que abandonan su equipo cuando reciben ofertas jugosas de organizaciones deportivas rivales que aspiran también a competir por los campeonatos. ¿Existe diferencia de fondo entre esos deportistas y tales políticos? Ambos parecen cortados con la misma tijera: ¿por qué? ¿Por qué la deserción en el deporte y el transfuguismo en la política son percibidos como conductas normales? Y una pregunta cínica: ¿Qué importa?

Quienes disfrutamos de esos torneos vemos cómo en el béisbol de Grandes Ligas muchos jugadores saltan de un equipo a otro. Sólo por mencionar casos recientes: Jayson Werth, formidable jardinero que contribuyó a que Filadelfia ganara la Serie Mundial en el 2008, abandona ese equipo por un jugoso contrato de US$126 millones con Washington; Hideki Matsui, el ‘Godzilla’ que jugó con Nueva York durante siete temporadas y fue declarado jugador más valioso en la Serie Mundial del 2009, abandonó a Los Ángeles y firmó con Oakland por más dinero; Carlos Peña, primera base por cuatro temporadas con Tampa Bay, ahora firmó contrato por US$10 millones con Chicago; Carl Crawford dejó Tampa Bay para irse con Boston; Melky Cabrera deja Atlanta para incorporarse a Kansas City; y nuestros Manny Corpas y Bruce Chen dejan Colorado y Kansas City para buscar mejores ofertas.

En el baloncesto profesional estadounidense, el famosísimo alero Lebrun James abandonó Cleveland, su equipo de siete temporadas, para unirse a Miami, detrás de varios millones de dólares adicionales; con él, la ciudad de Cleveland también perdió la atracción turística que significó James y que ahora ganó Miami. Similarmente Brian Skinner y Damien Wilkins se cambiaron a sus nuevos equipos de Milwaukee y Atlanta por más dinero.

En el fútbol mundial, Ronaldinho muestra interés por cambiarse al británico Liverpool, al estadounidense Ángeles Galaxy, al portugués Palmeras o al brasileño Flamengo, el que mejor pague; el Milán, su actual equipo, no lo retendrá. Igual reacción ha tenido el Roma con Adriano, mientras que se acusa al presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, de robarse a Zidane del Juventus, a Figo del Barcelona, y a Cristiano Ronaldo del Manchester United y de cortejar a Diego Milito del Milán. Todos, por más plata. Mesut Ozil, famoso en el equipo alemán del último Mundial, dejó el Werder Bremen de su país para incorporarse al Real Madrid.

En el automovilismo, el piloto de Formula 1, el asturiano Fernando Alonso, se inició en el 2001 con la Escudería italiana Ferrari, de 2002 a 2006 estuvo con la Escudería francesa Renault, en el 2007 con la inglesa McClaren Mercedes, en el 2008 a 2009 volvió a Renault, y en el 2010 regresó a Ferrari. El piloto alemán Timo Glock dejó la Escudería Toyota para pilotear con la Escudería Virgin Racing.

Entre los futbolistas locales, Luis Tejada esperaba ofertas del equipo chiclayano Juan Aurich y del Alianza Lima en el fútbol peruano para escoger la mejor. Por su lado, el español Carlos García Cantarero está considerando su contratación con el Sporting de San Miguelito, Chorrillo o Árabe Unido. En el Béisbol Nacional Mayor, Panamá Metro está tratando de negociar con Willie Lebron, quien jugó para el equipo de Herrera en la campaña pasada.

Si en el deporte profesional es natural sacrificar la fidelidad a cambio de mucho dinero y es aceptado como algo normal, ¿acá será igual si los electores observamos con indiferencia el cambio de toldas políticas porque lo vemos como parte del ‘juega vivo’ criollo? Si los electores no mostramos desaprobación y, en cambio, premiamos a los tránsfugas con nuestro voto, cabría preguntar: ¿Es que nos importa tan poco? ¿No percibimos ningún peligro? ¿Nos permite una relajada moral política considerar a los tránsfugas políticos como deportistas profesionales? ¿Es la clase de democracia representativa que nos gusta? Total, una reciente encuesta revela que los panameños somos felices, optimistas y despreocupados.

 

*

<> Este artículo se publicó el  5 de enero de 2011    en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que a la  autora,  todo el crédito que les corresponde

Agenda gubernamental para sesenta días

La opinión de la Jurista y Ex Diputada de la Republica…


MIREYA  LASSO
mireyalasso@yahoo.com

No se habrán extinguido los fuegos artificiales que festejarán la llegada del Nuevo Año cuando —seguramente— el equipo de gobierno estará ocupado en programar en detalle la ejecución de su Programa de Trabajo 2011, que cuenta con más de 13 mil millones de balboas para su financiamiento. Pero, sin perjuicio de una programación que comprenda los doce meses del año, quisiera sugerir una agenda de trabajo que cubra los primeros sesenta días del año. Ella incluiría diez temas que quedaron pendientes, cuya solución ya es impostergable para la gente. Los menciono sin orden de importancia.

(1) El pago del millón seiscientos mil balboas prometido a la Teletón 20/30 por el presidente y su Gabinete. Aunque sale de nuestros impuestos, todo el país espera que se cumpla cabalmente con este compromiso hecho en vivo y a todo color ante la faz del país. No puede fallar.

(2) El aumento prometido a los jubilados no se podrá seguir postergando, a riesgo de perderse la confianza en la palabra empañada desde el poder.

(3) La basura deberá desaparecer de la ciudad capital dentro de los primeros sesenta días. La nueva autoridad de aseo, que ahora cuenta con los fondos necesarios para limpiar zaguanes, esquinas, calles y avenidas, no tendrá excusas creíbles.

(4) El calvario de los damnificados de Panamá Este, Darién y Colón deberá terminar con respuestas rápidas y coherentes, mientras les llegan las definitivas.

(5) El nuevo embajador ante la Casa Blanca, una vez aceptado por el gobierno anfitrión, deberá iniciar de inmediato las gestiones para la ratificación del TPC; para convencer a las autoridades norteamericanas de que nuestra lucha contra la corrupción y el narcotráfico es real; y para lograr que nuestro presidente sea finalmente invitado oficialmente a Washington.

(6) La puesta en marcha del nuevo sistema del Metrobús en ambos corredores deberá estar acompañado de una eficiente divulgación y capacitación al público usuario, para que la transición sea imperceptible y ocurra un mínimo de problemas en el ajuste. Luego de tantas expectativas alimentadas, la ocurrencia de cualquier grave problema en la puesta en marcha creará descreimiento y mal sabor en la población.

(7) Con la experiencia ya tenida, el comienzo de clases en febrero deberá estar bien organizado en todo el país por este gobierno: con los maestros en sus puestos; libros, aulas y servicios escolares dignos para los estudiantes panameños; mochilas listas para ser distribuidas; todo en orden para el inicio de un año lectivo provechoso.

(8) Las diferentes obras de infraestructura que comenzarán en la capital, que impondrán un costo social y económico a peatones y conductores, deberán estar eficientemente coordinadas y organizadas para que, al menos, les sean llevaderas a la población capitalina, evitando el caos y el desorden.

(9) Debemos suponer que el Ejecutivo haya preparado varios proyectos de ley que constituirán su agenda legislativa del período, que enviaría a la Asamblea Nacional para ser considerada en la segunda legislatura del segundo período de sesiones, comenzando el 3 de enero. La infausta experiencia de Bocas del Toro puso en evidencia lo sabio que resulta siempre someter todos estos proyectos a una amplia consulta entre quienes quieran opinar y estén legítimamente interesados.

(10) La alternativa sobre el acceso oriental al Puente Centenario deberá definirse a la mayor brevedad, para proceder a ejecutar la solución que se escoja. Depender solo del Puente de las Américas implica un gran riesgo.

Al redactar este artículo no se había identificado aún al nuevo procurador. Considero, sin temor a equivocarme, que esa designación será la más importante que hará el presidente en lo que resta de su período. Los trapos sucios destapados este mes demuestran una putrefacción espantosa, cuya inmundicia, lamentablemente, no comenzamos siquiera a imaginar. De una juiciosa decisión dependerá que enfrentemos con eficiencia el cáncer de la droga y sus consecuencias; por eso, es mejor tomarse el tiempo necesario para escoger al nuevo funcionario, evitando otra equivocación.

Para nuestra tranquilidad, ojalá este decálogo de asuntos pendientes sea zanjado antes de los carnavales.

*

<> Este artículo se publicó el 29  de dicembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que a la  autora,   todo el crédito que les corresponde.

Ojalá nos mirara con compasión

La opinión de la Jurista y Ex Diputada de la República….

MIREYA LASSO
mireyalasso@yahoo.com

Como si no hubiesen sido suficientes las tensiones del año, los últimos días del 2010 traen noticias poco edificantes, algunas tristes y muchas preocupantes.   Muerte, tragedias y hasta vergüenza ajena han colmado el escenario nacional. Siempre se ha dicho que Dios es panameño, pero, si Él es nuestro compatriota, ciertamente nos pone a prueba en fechas que son tan importantes para los cristianos. ¿Qué idea resultaría relevante, especialmente en esta época, para sobrellevar las malas noticias o encontrar una solución que nos permita salir de este laberinto que nos tiene desde hace tiempo dando vueltas en un círculo vicioso?

Los comerciantes intentan darnos felicidad con la figura de un Santa Claus, de radiante sonrisa, llegado del Polo Norte con regalos para la venta, mientras que la fe y la tradición cristiana nos recuerdan que es la llegada del Niñito Jesús la que debe enriquecer el espíritu de la celebración navideña. Sin que nos demos cuenta de ello, otra vez se plantea una competencia inconsciente que nace y depende de la formación, creencias y gustos de cada uno.

Invito a una honesta reflexión sobre las alternativas.

Sabemos que el nacimiento del Niño Dios no necesariamente debió ocurrir precisamente el 24 de diciembre en una helada noche de invierno. Las Sagradas Escrituras no mencionan fechas específicas de la Natividad, pero se ha tomado nota de que la descripción de un pastoreo de ovejas al aire libre en momentos del alumbramiento, es evidencia de que el nacimiento ocurrió en primavera en lugar de un frío diciembre. Además, hay historiadores que dudan que el censo que obligó a José y a María a trasladarse a Belén hubiese sido organizado por las autoridades romanas en una época tan poco auspiciosa, como debió ser el inclemente frío decembrino.

Nos explican que esta aparente incongruencia parece residir en el hecho de que los antiguos cristianos, desde el siglo IV, quisieron aprovechar una costumbre ya afincada en la tradición pagana de celebrar el solsticio de invierno, que ocurre cuando el sol en el Hemisferio Norte no sale durante 24 horas una vez al año, en diciembre. La celebración pagana se basaba en que, después de la oscuridad de ese solsticio, el regreso del sol significaba una victoria simbólica sobre las tinieblas; por eso los cristianos quisieron tomar esa alegoría para adaptarla al renacimiento de una nueva luz y esperanza que nos trae la llegada del Niño Dios.

En cambio, el Santa Claus actual tiene su antecedente en el obispo San Nicolás de Bari, nacido en el siglo IV, de quien heredó la costumbre de repartir juguetes. Mientras la intención original de los juguetes del santo era recordarle a los niños que el nacimiento de Jesús era un regalo de salvación eterna, podríamos preguntarnos si ese significado se ha desvirtuado con la publicidad comercial y los juguetes y regalos de los Santa Claus panameños.

Como patrono de inmigrantes holandeses, San Nicolás de Bari llegó a Norteamérica donde su nombre en holandés cambió a Santa Claus cuando fue traducido al inglés. Resulta curioso que anteriores versiones de Santa Claus lo presentaban como un enano delgado, a veces vestido de color verde; pero fue convertido por artistas norteamericanos en el personaje gordiflón, bonachón y barbudo que hoy conocemos. Curiosamente el color rojo y blanco de su vestimenta tuvo su origen en una campaña publicitaria de la compañía Coca Cola, que fijó desde entonces la popularidad de esos colores. Por su lado, el Papá Noel es una versión francesa del Santa Claus norteamericano, cuando el personaje regresó a Europa y, en especial a Francia en el siglo XIX.

Entonces ni Santa Claus del Polo Norte, ni Papa Noel de Francia representan el profundo significado que debe tener la Natividad en nuestro país tropical. Por eso, ojalá la Navidad panameña nos mueva a entenderlo así y a renovar un compromiso de paz y humildad como se respiró en el pesebre de Belén. Necesitamos que el Niñito Jesús mire a Panamá con ojos compasivos.

*

<> Este artículo se publicó el 22  de dicembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que a la  autora,   todo el crédito que les corresponde.

Propongo:


La opinión de la Jurista y Ex Diputada de la República….

 

MIREYA  LASSO
mireyalasso@yahoo.com

Dentro de apenas quince días concluye el 2010, cargado de sucesos, opiniones y comentarios de diversa índole y temperatura. Muchas noticias buenas aunque, para nuestro gusto, fueron excesivas las que alimentaron un ambiente malsano aparentemente manejado por fuerzas oscuras que parecieran empujarnos hacia un futuro peligroso, sin grandes objetivos realmente compartidos.

Por eso propongo que durante las próximas dos semanas, aunque sea solo durante este brevísimo tiempo, hagamos un alto para regalarnos unas vacaciones mentales y emocionales que nos traigan tranquilidad al estado de ánimo individual y de la nación entera.   Después de casi doce meses de sobresaltos y ajetreos por todos lados, este descanso sería muy bienvenido.

Propongo varias cosas.

Durante quince días dejemos los ataques recíprocos que han creado fricciones innecesarias entre panameños, algunas veces gratuitos y carentes de fundamento válido. No es época propicia para insultos, ofensas, peleas; suspendamos enfrentamientos, por lo menos durante este período. Guarden todos los políticos sus hachas y machetes, aunque vuelvan a relucir en enero; váyanse de vacaciones al exterior y, si optan por quedarse en Panamá, cierren la boca. Dejemos de lado la política y los temas políticos; todos agradeceremos ese alivio. No hablemos de reelección presidencial; no amenacemos con reformas a la Constitución y referéndums con ese solo propósito. Descansen médicos, maestros y jubilados, aunque sea por dos semanas, sin que eso signifique que hayan claudicado ni que dejen de tener razón; esperen a enero.

Durante quince días dejemos de criticar lo que hace o planea hacer el gobierno, sin que eso implique que simpaticemos políticamente con los partidos oficialistas en el poder. Es solo una tregua en nuestro propio beneficio y del país. Hay cosas buenas que el gobierno ha hecho, pero ha cometido atropellos y acciones merecedoras de censura; también hay promesas aún no cumplidas. Pero no por ello dejemos de llevar a los niños a disfrutar las Villas Navideñas, esperando que sean mejores y menos costosas que las anteriores. No por ello dejemos de regocijarnos si los primeros metrobuses resultan como fueron prometidos. Pero a cambio del receso, propongo que el gobierno nos retribuya suspendiendo toda propaganda oficial que nos abruma y, si se anima, ir un paso más en la dirección correcta, podría ofrecernos un compromiso sincero de respetar los derechos humanos, la libertad de información, las instituciones democráticas y la transparencia. Este compromiso, lejos de plantearle una amenaza, constituye en el fondo la mejor póliza de seguro a que puede aspirar un gobierno. Sería cosa de aplaudirlo, si así se interpretara.

Resultaría edificante que durante las próximas dos semanas los medios de comunicación televisivos, escritos y radiales nos perdonaran reportajes sobre delincuencia y maldad humana. El silencio no significaría que condonemos esa maldad, que dejará de existir o que la tapemos; pero dejemos que a ella se enfrenten las autoridades con empeño y sigilo, y que la Policía redoble sus esfuerzos, como ya se comienzan a vislumbrar.

Propongo que ignoremos la propaganda comercial que nos hace desear cosas que no requerimos. Hay mucho dinero en la calle: salarios, jubilaciones, subsidios, ahorros navideños, bonificaciones. Con tantos incentivos para atiborrarnos de cosas innecesarias y con tantos malandrines al asecho, el dinero ganado trabajando desde antes del amanecer hasta cerca de la media noche, o ahorrado peso a peso, se nos irá entre los dedos antes de darnos cuenta. Eliminemos el derroche.

Finalmente, propongo que suspendamos actividades riesgosas, tanto personales como familiares. Los accidentes, sobre todo los fatales, son una desgracia en cualquier época, pero los que ocurren en estos tiempos revisten un carácter especial. Porque los momentos que serán de felicidad para los demás, contrastarían con el terrible recuerdo de una tragedia familiar en estas alegres fechas, algo doblemente doloroso.

Similar a un partido de baloncesto que se detiene temporalmente, propongo que pidamos ‘tiempo’ para aspirar profundamente, para oxigenar los pulmones de nuestras vidas y de nuestra patria, para repensar métodos y rumbos. Quien sabe si los panameños tanto disfrutemos esta tregua que la repitamos frecuentemente como un hábito normal de convivencia.

*

<> Este artículo se publicó el 15  de dicembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que a la  autora,   todo el crédito que les corresponde.

Una gran mujer llamada Cucu

La opinión de la Jurista y Ex Diputada de la República….

 

MIREYA  LASSO
mireyalasso@yahoo.com

Se trata de mi madre y madre de mis cinco hermanas. Nos dedicó su vida, consagrada por entero a criarnos hasta que encontramos nuestro propio camino guiadas por el carácter y la moral que aprendimos de ella. En compañía de mi padre, hoy —gracias al Señor— la tenemos con nosotras para conservarla como la joyita más preciada y retribuirle todo lo bueno que hizo por sus seis hijas. Nos educó con su ejemplo y con el sabio consejo que nacía de su innata inteligencia. Hoy, cuando se tiende a valorar a la mujer solo por las destacadas funciones que pueda desempeñar en su vida pública o profesional, mi madre, Cucu, no necesitó llegar a ser primera dama ni ministra ni regentar grandes empresas para ser la Gran Mujer que goza de la admiración de sus hijas, de su compañero de vida, de sus nietos y de quienes la conocen. Es una mujer ejemplar.

Oriunda de la provincia de Veraguas y con el carácter de Urracá, a la edad de seis años perdió ambos padres. Una experiencia traumática en tan tierna infancia que marcó el resto de su existencia; le hizo apreciar el valor de un hogar y el calor de una familia estable. Siempre sobrellevó ese dolor con estoicismo. Para su fortuna, el vacío dejado por la ausencia de sus padres fue llenado por un ángel chiricano, doña Ana de Valdés, Mamanita, insigne dama quien la acogió como su hija en su hogar davideño, preocupándose por redondearle su educación y fomentarle la fe religiosa que siempre la ha acompañado; por ello quiso que estudiáramos en escuela regentada por curas y se preocupaba por comprobar nuestro rendimiento académico, inclusive revisando diariamente nuestras tareas escolares.

Todos los domingos caminábamos a la Iglesia, todas tomadas de la mano y nos hacía sentar juntitas, por orden de edad, para oír misa. Hace ya casi seis décadas que encontró al compañero de su vida. En el ambiente de amor que siempre vimos en nuestro hogar, aprendimos del ejemplo que nos dio Cucu cuando se dedicó —sola y por entero— a la crianza de su familia en la cual la hija mayor no cumplía aún los siete años cuando llegaba la última. Con limitaciones económicas y sin las comodidades modernas, fue ama de casa preocupada por el arreglo de su hogar, imponiendo una firme disciplina ante el desorden innato de la infancia. Sola llevaba el peso del diario vivir en el hogar; solía imponer el orden amenazándonos con ‘decírselo a tu papa cuando llegue’; pero todas sabíamos que, aún cuando lo hiciera, no pasaba más allá de un regañito acompañado de una mirada amorosa. Cuidaba como tigresa a sus pollitas, pero sabía alcahuetear nuestras travesuras infantiles.

Con su ejemplo, nos enseñó ética, moral y educación. A no mentir, respetar y ser atentas con los mayores, cederles el paso o el puesto, ser corteses con la gente; saludar y dar los buenos días; ayudar a quienes tienen menos. A llevar nuestro nombre con orgullo, sin ser orgullosas; ser humildes, pero con mucho amor propio.

Podría escribir mucho sobre mi madre. Hoy, la hemos hecho abuela de 14 nietos y un bisnieto. La queremos consentir y disfrutar. Todas la hemos paseado por varios continentes y dentro del país, junto con su ‘media naranja’, que no se le despega. Nos invade una gran satisfacción verla disfrutar lo que nunca pudo en su juventud y siempre damos gracias a Dios por la dicha de tenerla con vida y con salud para que pueda recibir un poquito de lo inmensa que fue como madre y lo tanto que se esforzó para cuidarnos.

Agradezco a Dios por los padres maravillosos que me dio, por la madre que nunca reparó en nada para darnos lo mejor que pudo. Si tuviera que escoger en una próxima vida, pediría que fuera la misma madre acompañada del mismo padre, porque no los cambiaría por nada del mundo. Feliz día: te quiero mamá.

 

*

<> Este artículo se publicó el 8  de dicembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que a la autora,  todo el crédito que les corresponde.

¿Qué ganamos con el affaire Hurtado?

La opinión de la Jurista y Ex Diputada de la República….

MIREYA  LASSO

En el debate nacional e internacional suscitado por el asilo otorgado a la ex directora del DAS colombiano, se han denunciado actividades delictivas desarrolladas bajo su mando, así como enérgicos pronunciamientos contra la violación oficial de derechos humanos. Pero haciendo abstracción de aplausos o censuras, hay hechos claros sobre los cuales podemos reflexionar y preguntarnos si, como consecuencia de ellos, Panamá está ganando o perdiendo con el affaire Hurtado.

En primer lugar, nadie cuestiona la facultad de un presidente panameño de dirigir las relaciones internacionales, que incluye otorgar asilos.   El ministro del ramo es un mero ejecutor de las estrategias o medidas que ordene su jefe; el ministro sería, en todo caso, un simple asesor en esa materia.   Nadie puede pretender que el concepto de soberanía excluya el derecho soberano —valga la redundancia— de asilar a quien le venga en gana al gobernante, como tampoco el derecho a negarle visa e impedirle entrada al país a cualquier extranjero. Salvo rarísimas excepciones, solo los panameños tenemos derecho indiscutible de entrar y salir del país cuando querramos.   Si al otorgar o negar una visa o asilo a un extranjero se llegara a desatar una confrontación bélica, diplomática o verbal, ya sería harina de otro costal. Entrarían en juego prudencia, astucia, instinto y sagacidad.

En segundo lugar, entiendo que un presidente no está legalmente obligado a explicar a la opinión pública las razones que haya tenido para actuar o no hacerlo en el campo internacional, incluyendo brindar asilos como el otorgado.   Entiendo que el fondo del tema deberá ser fundamentado si el asunto es llevado oportunamente a los tribunales de justicia panameños y, entonces, sea materia de revisión judicial definitiva. Por ahora, el presidente panameño manifestó que el asilo fue otorgado tomando en cuenta el valioso apoyo que el DAS, bajo la administración de la asilada, dio a la inteligencia panameña en la lucha contra el narcotráfico.

En tercer lugar, llama la atención que otros voceros del gobierno han adelantado dos distintas justificaciones para otorgar el asilo: persecución política o inseguridad personal. Originalmente se manifestó que la asilada era víctima de un hostigamiento por parte del Órgano Judicial, que buscaba vengar el asedio al que fueron sometidos varios magistrados bajo la presunción, aupada por la asilada, de que la Corte estaba infiltrada, dominada, etcétera por la narcoguerrilla.   Valiéndose de sus prerrogativas oficiales, se aduce que la cacería judicial no es resultado del afán por hacer justicia, sino consecuencia de una turbia venganza personal. Pero, por otro lado, nos informan que tanto la solicitud como la concesión del asilo se basaron en que la solicitante sentía que su seguridad personal corría peligro en su país.    Entonces pregunto: ¿Persecución política del mismo grupo en el poder o blanco especial desprovisto de seguridad personal?

En cuarto lugar, comparemos declaraciones del ex presidente Uribe y del actual mandatario colombiano.   Uribe acepta haber aconsejado a antiguos colaboradores a buscar refugio fuera del país si peligraba su seguridad personal; el presidente Santos, molesto porque Panamá previamente ni avisó, ni consultó, declara que su gobierno está en capacidad de garantizar la seguridad de sus ciudadanos, incluyendo la asilada. Coincide con su eslogan electoral: ‘Seguridad democrática’.

En quinto lugar, varios funcionarios investigados del DAS, antiguos subalternos de la asilada, han aceptado y confesado atrocidades cometidas bajo su dirección.   Están detenidos, pendientes de juicios penales.

Estos son hechos, no opiniones antojadizas. ¿Qué ganamos realmente otorgando ese asilo? ¿Admiración universal por contribuir generosamente a la paz del vecino país? ¿O se nos incriminará por obstruir la acción de la justicia en una nación amiga refugiando malhechores, precisamente cuando de eso se acusó al Parlacen para justificar nuestra salida? ¿Qué valoración harán organismos internacionales de derechos humanos? ¿Qué impacto tendrá en nuestras relaciones con el gobierno colombiano, habiendo asentido a ataques contra su seguridad pública y la integridad de su Poder Judicial?  ¿Y qué, como ejemplo de apoyo a las libertades de expresión e información? Preguntas que debieron ser respondidas antes de decidir.

*

<> Este artículo se publicó 1  de diciembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Todo gobierno necesita una (leal) oposición

La opinión de la Abogada y Ex Diputada de la República….

MIREYA  LASSO
mireyalasso@yahoo.com

Parecería una aseveración equívoca y carente de lógica, porque si un gobierno legítimo surge de un sufragio que refleje el auténtico Visto Bueno del electorado que haya preferido su propuesta, sería razonable que a los gobernantes se le deje trabajar sin distraerlos con el acoso irritante de una crítica emanada de sectores políticos o civiles ubicados fuera del gobierno.

La situación se complica cuando los gobernantes rechazan agresivamente algunas opiniones adversas o cuando desprecian opiniones no favorables, como si se tratara de una ofensa personal. Pienso, sin embargo, que el principal papel de cualquier oposición es ser leal, no al gobierno, sino a la democracia, al bien común, a derechos fundamentales del ser humano; en fin, leal solo al soberano que es el pueblo.

Jamás podría avalar una oposición que quiera desestabilizar un gobierno con acciones violentas o subterfugios malintencionados, pero muchas veces en nuestro país observamos conductas que me resultan estrategias ineficaces y/o huérfanas de creatividad. En el fondo son posiciones insinceras, motivadas aparentemente por una agenda propia distinta a la que se nos presenta públicamente.

Así, una oposición reiterativa señala que todo lo que hace —o deje de hacer— el gobierno, es inaceptable; nada de lo que haga resulta satisfactorio. Es una especie de disco rayado predecible y, al final, no se le presta atención, porque pierde credibilidad por su evidente obstinación.

Una oposición tipo quítate—tú—para—ponerme—yo reprende y amonesta solo porque desea volver a acariciar un poder ya disfrutado, pero perdido. Ella conoce de primera mano cómo se utilizan los hilos del poder, no siempre en forma tan altruista como todos esperaríamos.

Otra oposición, olvidando su pasado, reprocha lo que antes hacía cuando ejercía el gobierno.   Lo que hicieron o no hicieron como gobierno, ahora resultan medidas inaceptables; se cambian convenientemente los papeles. Los opositores de hoy critican aquello que practicaron como gobernantes ayer y, para no quedar atrás, los gobernantes de hoy hacen lo que objetaron como oposición ayer.   Como en el béisbol: en cada episodio un equipo batea y el otro ‘fildea’, luego cambian.

No son esas las oposiciones que necesitamos ni las que afianzan las mejores prácticas de buen gobierno, porque no se inspiran en un propósito saludable.   La intención primordial de opositores leales al pueblo debe ser vigilar la conducta del gobierno, como elemento de control ciudadano que asegure que los gobernantes cumplan sus promesas, satisfagan eficientemente las necesidades reales de la población, sean honrados, y no excedan lo que la ley les permita.

El papel de una oposición leal no es aplaudir la obra de gobierno. Después de todo, las autoridades son elegidas para que actúen en función del bien común, que propongan y aprueben buenas leyes, y que se desempeñen con un altísimo criterio de justicia y honradez.   Al mismo tiempo, una oposición leal al pueblo no puede escatimarle apoyo al gobierno en temas de interés nacional —los ‘asuntos de Estado’— o aquellos que defiendan nuestra soberanía en el campo internacional.

Entendido en esos términos, resulta evidente que el país y los gobiernos de turno son quienes necesitan de una oposición —bien intencionada, libre e independiente— que opine responsablemente sobre lo que considere equivocado.

Es un derecho político de los ciudadanos y es deber de los gobernantes —con la democracia y con el país, más que con los opositores— explicar satisfactoriamente todas sus actuaciones, especialmente las cuestionadas.   Por ejemplo, si ningún gobierno puede aplaudir actos de corrupción, cualquier denuncia debe ser hecha y recibida como un aporte para identificarlos y eliminarlos, no como un intento para desacreditar la actuación oficial.   Una ciudadanía alerta que se involucre es el mejor sistema de alarma y antídoto.

Es en el ejercicio pleno de la libertad de expresión donde cada gobernante encontrará el apoyo que necesita, si realmente quiere actuar en consonancia con los mejores intereses de la nación. Y, ¿no fue el filósofo político Voltaire quien señaló que a la persona se le debe juzgar por sus preguntas, más no por sus respuestas?

*

<> Este artículo se publicó el 24 de noviembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.
Más artículos de la  autora  en: https://panaletras.wordpress.com/category/lasso-mireya/