La opinión de…..
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Marco Julio de Obaldía
Inicio este artículo por aclarar que siento respeto y admiración hacia aquellos militares que cumplen con la sagrada misión de defender a su país de enemigos foráneos. Estimo que en el mundo hay más estatuas erigidas en honor a militares que a ciudadanos meritorios que han seguido otros derroteros.
Admiro y respeto también a los políticos honestos que mantienen sus ideales y no claudican ante adversidades; los admiro aun cuando no concuerde con sus filosofías políticas.
Panamá es un país neutral por antonomasia y así lo estimaron los próceres. En lo relativo a políticos, considero que todos somos o debemos serlo aun cuando no estemos inscritos en partido político alguno.
En nuestro istmo algunos truhanes usaron máscaras de militares o de políticos cuya única ideología ha sido la de desvalijar las arcas del Estado y conservar el poder para continuar haciéndolo.
La dictadura aumentó la deuda pública en un 3,500% y como consecuencia de ello, el PRD es el partido con mayor membresía, mejor organizado y más aglutinado, porque en este país más que la sangre une el dinero y más que la virtud y la moral unen el vicio y la corrupción.
Diversos ciudadanos bien intencionados han exteriorizado su repulsa a los “políticos” hasta el punto de pretender vedarles el acceso a asuntos típicamente políticos, esto es como vedarles el acceso a quirófanos a los cirujanos.
Irónicamente, ya tuvimos un período sin políticos; esto ocurrió tras el golpe de Estado. La filosofía prevalente era “sigue la línea y pecho en tierra”.
Como consecuencia de ello, solamente nuestro engranaje legal está poblado de lagunas, contradicciones y ripios, sino que además los contratos millonarios como los de los corredores adolecen de ambigüedades que favorecen a las empresas foráneas por aquello de la “seguridad jurídica”.
Naturalmente que esto (como el potrero multifianza) no puede ser obra de la casualidad. Nuestros togados dominan la lengua de Cervantes y los negociadores de contratos no son inocentes, ni cándidos ni ingenuos y seguramente han de ser capaces de aclarar tales ambigüedades y deberían hacerlo, de lo contrario flotaría en el ambiente el enigma y la duda acerca de quién y cuándo se generó tal ambigüedad. Creo que por lo menos nos merecemos que se nos aclare eso, ya que si no se condena a los culpables, podríamos ir eliminándolos políticamente.
Usted, estimado lector, conoce todo esto y sabe que hay muchísimo más como la inseguridad ciudadana que aumentará exponencialmente por la guerra contra las drogas que perderemos y que no nos corresponde pelear.
La distribución de la riqueza en nuestro país es una de las peores del planeta y esa desigualdad continuará aumentando debido a la abismal distancia entre la educación pública y la privada; recuerde que una de las tareas que se impusieron los próceres –y que fue continuada durante varias décadas– fue la de llevar la educación a todo el país y esa llama juvenil de ideales consustancial a la juventud fue tronchada cuando el PRD absorbió las dirigencias estudiantiles las cuales, como Cronos, devoraron a sus hijos y la educación, devino en populista.
Mucho, muchísimo hemos pecado como sociedad y dejamos en herencia a las generaciones futuras un entramado saturado de inconsistencias.
Al percatarse Pandora de las consecuencias de su curiosidad, cerró de golpe la caja y quedó en ella únicamente la esperanza. Esperanza sí tengo y la baso en esa mitad de la historia que ha permanecido oculta y que es la más valiosa.
Creo que la mujer, responsabilizada de perpetuar la raza humana, que en nuestro país tiene tanta o más preparación académica que su contraparte, que en los momentos difíciles no duda en afrontar las peores adversidades, que por el bien de sus hijos llega a los más heroicos sacrificios, que por formación milenaria es custodio de virtud y pudor porque se ha percatado del fracaso evidente del varón y por el inconmensurable amor a sus hijos, encontrará la manera de rectificar el rumbo de nuestra Nación aunque esta noble tarea le tome generaciones.
Otra solución no veo ante tanta sumisión, tanto abuso, tanto latrocinio, tanta impunidad y tanta cobardía.
P.D. He leído la columna del Arq. Rodrigo Mejía Andrión (La Prensa, sábado 6 de marzo) en la cual indica que el director de Obras y Construcciones Municipales dictó órdenes de suspensión para ciertas estructuras “pero es el corregidor quien debe suspender…” y no lo han hecho; hay más de 20 casos en las mismas condiciones. Considero esto muy grave ¿será otra “laguna” de la ley y llegamos al final de la línea? porque no creo que estemos para mazazos.
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Artículo publicado el 10 de Marzo de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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