La bahía y sus circunstancias

La opinión de…

 

José Fierro D. 

El saneamiento de la ciudad y de la bahía de Panamá es uno de los proyectos más estudiados y publicitados de los últimos años. A principio del pasado siglo, se hicieron los primeros estudios que dieron por resultado la construcción de los sistemas de alcantarillado sanitario y pluvial del Casco Antiguo por parte del Gobierno de Estados Unidos.

Cincuenta años después, debido a la expansión urbana, la situación sanitaria de la ciudad era insoportable. La proliferación de tanques sépticos para el tratamiento de las aguas servidas, aunado a la poca capacidad de infiltración del suelo, convirtió las cunetas de las calles, y finalmente las quebradas y ríos, en grandes canales que desaguaban sus inmundicias en el litoral de la bahía.

Correspondió al gobierno presidido por Ernesto de la Guardia (1956–1960) realizar los estudios que permitieron emprender las obras para el saneamiento de la ciudad, mediante la construcción del alcantarillado sanitario que hoy sirve al área comprendida entre los corregimientos de San Francisco y Pedregal; quedando como tarea pendiente la interconexión de las múltiples salidas al mar que drenan el Casco Antiguo, una vez se hayan separado las aguas servidas de las pluviales, a una gran colectora que se construiría a lo largo de la Avenida de los Poetas, en el área de El Chorrillo, y de la Avenida Balboa, tal como se muestra en los estudios realizados en 1976 para, finalmente llevarlas al sitio de Boca la Caja en donde se les daría el adecuado tratamiento, antes de realizar su disposición final al mar mediante un emisario submarino de siete kilómetros de longitud.

De igual forma, las colectoras de los ríos Matasnillo, Río Abajo y Matías Hernández, que actualmente desaguan en la bahía, serían interconectadas mediante tuberías de impulsión para llevar sus aguas al sitio de tratamiento antes indicado para su disposición final, sin embargo la construcción de este subproyecto también quedó pendiente de ejecución. En 1998, como resultado de los altos niveles de contaminación que mostraban los ríos mencionados, principalmente debido a las descargas de aguas servidas provenientes de nuevos desarrollos urbanos construidos en áreas localizadas fuera de los límites del sistema de alcantarillado existente, se contrató un nuevo estudio para incorporarlas al sistema sanitario, mediante la construcción de nuevas colectoras y, a la vez, actualizar los estudios realizados previamente.

El estudio se entregó a las autoridades del Ministerio de Salud en el año 2000 y recomendaba la ampliación y construcción de nuevas colectoras paralelas a las existentes, para aumentar la capacidad del sistema. Con relación al tratamiento de las aguas servidas, se ratificó la propuesta para la construcción de una tubería interceptora a lo largo de la Avenida de los Poetas y de la Avenida Balboa con sus respectivas estaciones de bombeo para llevar las aguas servidas –una vez separadas de las pluviales–, al sitio donde estaría ubicada la planta de tratamiento de tipo primario y el emisario submarino. Las aguas de las colectoras de los ríos Matasnillo, Río Abajo y Matías Hernández se conectarían a una tubería de impulsión, antes de que fueran vertidas al mar, para llevarlas al sitio de la planta de tratamiento y del emisario submarino.

Con posterioridad a la entrega de este estudio, el Ministerio de Comercio e Industrias expidió la Resolución No. 351 del 26 de julio de 2000, mediante la cual se aprueba la norma para la “descarga de efluentes líquidos directamente a cuerpos y masas de aguas superficiales o subterráneas”, que establece que en caso de verter aguas servidas es necesario que estas reciban previamente un tratamiento biológico de tipo secundario, a fin de reducir los niveles de demanda bioquímica de oxígeno de 250 a 35 miligramos por litro. Es importante señalar que esta norma no discrimina la calidad del cuerpo receptor ni su uso potencial.

La aplicación de esta norma descartó la posibilidad de utilizar un emisario submarino, cuyo costo era de aproximadamente 20 millones de dólares, lo que obligó a reemplazarlo por la planta a que hemos hecho referencia, cuyo costo de construcción es de aproximadamente 150 millones de dólares, que además conlleva un alto costo de operación, porque debe inyectarle oxígeno a las aguas servidas, mediante el uso de sopladores que trabajan con energía eléctrica, durante el tratamiento. Ante esta circunstancia se contrató un nuevo estudio a fin de incorporar esta nueva tecnología y se aprovechó la ocasión para hacer otras modificaciones al estudio entregado en el año 2000.

En vez de llevar las aguas mediante bombeo al sitio de Boca la Caja, el nuevo estudio propone llevar todas las aguas servidas que produce la ciudad a través de un túnel, cuyo valor supera los 100 millones de dólares, hasta la Estación de Bombeo de Juan Díaz que, finalmente, enviará las aguas a la planta de tratamiento. De esta manera el costo total del proyecto se incrementó en más de 250 millones de dólares.

Este nuevo enfoque del Proyecto Saneamiento de la Bahía de Panamá tiene, además, la particularidad de que las colectoras que se construyeron en la pasada administración y las que están en construcción no podrán ponerse en funcionamiento hasta tanto el ambicioso proyecto de túnel, estación de bombeo y planta de tratamiento no estén totalmente construidos.

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<> Este artículo se publicó el 9 de diciembre de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.