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La opinión de…..
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MARITZA LOWINGER
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¿Dónde están mis medicinas?
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El que me diga que no le dio achaques cuando llegó a viejo… tiene suerte. Ellos son, no hay duda, la excepción de la regla; porque al resto nos llegan estos achaques y estos dolores, que ya ni queremos cumplir años por temor a lo que nos espera el próximo año. Ya me lo habían advertido; pero no lo creí. Recibí una vez un email que rezaba: “Gracias Dios mío que cada vez que despierto me duele algo, porque sino, eso indicaría que estoy muerto”. Me reí al leerlo, pero después me di cuenta de que es la purita verdad.
Pero así como existen los achaques, existen los remedios para poder sobrellevarlos. Si no es un jarabe es una pastilla; si no es un enema es un spray nasal; si no es una crema es un gel. En fin, hay todo tipo de remedios en las boticas. Perdón, había todo tipo de remedios. Ya no los hay.
Para mí, la suerte ha sido de perros. Por diferentes motivos o circunstancias, me he visto en la penosa necesidad de tomar diferentes medicinas para diferentes dolencias. Para acabar de fregar, mis doctores tienen que utilizarme como conejillo de Indias para investigar cuáles medicinas me caen bien y cuáles son, para mi delicado estómago, una bomba atómica. Pero, ¡eureka! después de las mil y 500 encontramos un ganador.
Al fin aparece una medicina que no me da efectos secundarios, alergias ni malestar estomacal. Y cuando estoy tan feliz como una lombriz, sintiéndome saludable y hermosa, ¡puff! como por arte de magia, la famosa medicina desaparece del mercado panameño. Lo cómico de todo esto es que las otras, como la hierba mala, se quedan aquí para siempre; nunca mueren. Allí están en los estantes de las boticas mirándome a los ojos detenidamente como diciéndome: “O me tomas o me tomas. No tienes otro remedio”.
La sorpresa más grande es que en otros países esas medicinas se venden sin ningún problema. Las he visto en varios países latinoamericanos. Entonces, me pregunto, ¿por qué no las venden en Panamá? ¿Qué sucedió que las quitaron del mercado? Las respuestas me las dio el Dr. Pichel en su artículo del domingo 26 de octubre: “El registro sanitario panameño”, que “se encuentra empantanado en algún trámite burocrático”, y que “es objeto de abiertas burlas”.
Por eso “mientras se ponen todo tipo de trabas para aprobar medicamentos necesarios y de demostrada confiabilidad clínica”, yo, al igual que muchos otros, sigo sufriendo las consecuencias de no poder utilizar el medicamento apropiado.
Menos mal que llegó el momento del gran cambio y que tenemos un presidente que escucha y responde a las necesidades del pueblo. Personalmente tengo la esperanza de que este llamado será escuchado y que pronto veremos todas esas medicinas de vuelta en el mercado panameño, sino tendré que seguir rezando: “Gracias Dios mío que cada vez que despierto me duele algo”.
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Publicado el 6 de noviembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.
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