Las finanzas y el sistema de salud

Las finanzas y el sistema de salud

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Luis H. Vega Tejada
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La salud de los individuos y las poblaciones están condicionadas por múltiples factores, entre los cuales destacan aquellos relacionados con los hábitos de vida de cada persona y a nivel macro, con el estado de riqueza o pobreza que tenga una nación y, sobre todo, la distribución de la misma. En Panamá tenemos una mala distribución de la riqueza o una buena distribución de la pobreza.

Los sistemas sanitarios determinan el estado de salud de las poblaciones y sus resultados definen, en gran parte, su nivel de desarrollo socioeconómico. En la medida en que estos logren sus objetivos, va a estar condicionado por múltiples factores. Para poder garantizar un efectivo cuidado de la salud de la población, los sistemas tienen un conjunto de funciones esenciales. Una de capital importancia es la captación de recursos.

La forma de financiación de los sistemas de salud que hay en los llamados países del primer mundo se distancia de los de naciones pobres en que los recursos de estos últimos, en su mayoría, provienen de la asistencia, ayuda y cooperación internacional. Dicho de otra forma, estos pobres seres tienen un pobre sistema con pobres resultados. Nuestro sistema de atención en salud recibe financiamiento de dos fuentes distintas.

Mientras que el Ministerio de Salud recibe ingresos por la vía del presupuesto nacional y de los fondos que recauda en concepto de la prestación de sus servicios, la CSS percibe lo propio a través de las cuotas que aportan los patronos, además de los fondos que recibe del Estado por la atención de los derechohabientes; estos últimos son insuficientes. El Estado debe aportar más para procurar la sostenibilidad del principio de solidaridad de tan noble institución.

Un segundo elemento involucra las intervenciones que incluyen los servicios asistenciales a las personas, así como las acciones de salud pública dirigidas a la población general o el medio ambiente. Un tercer factor, la rectoría o gobernación, supone realmente definir las políticas y reglas del juego para el sistema en su conjunto.

Las naciones que cuentan con una estructura sanitaria bien posesionada no deben sino mejorar lo que ya poseen y que, además, sea sensible de ser mejorado. Este es el caso de nuestro país. La construcción de un buen sistema sanitario representará hoy para las naciones en vías de desarrollo un enorme dilema por los problemas de sus sistemas de seguridad social, producto de economías poco vigorosas y la transición demográfica, entre otros factores.

Estamos seguros de que el nuevo gobierno Martinelli–Varela dará pasos concretos y positivos, y propiciará la oportunidad para que nuestro querido Panamá consolide un sistema sanitario que está altamente fragmentado, que duplica sus intervenciones, que es poco eficiente, que genera insatisfacción; que aportarán los fondos necesarios para llevarlo a óptimos niveles de eficiencia, a que sea equitativo y universal, con calidad y calidez, que reduzca el gasto de bolsillo de sus usuarios, con intervenciones que verdaderamente permitan mejorar las condiciones y calidad de vida de nuestros conciudadanos.

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Publicado el  9 de julio de 2009 en el diario La Prensa; a quien, al igual que al autor, les damos todo el crédito que les corresponde.

Cambios al sistema de salud

Cambios al sistema de salud

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Luis H. Vega Tejada
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El sector salud ha sido objeto de transformaciones durante los últimos 40 años. Desde la creación, en 1969, del Ministerio de Salud (Minsa) han sido múltiples las iniciativas tendientes a facilitar el cumplimiento del precepto universal de “Salud para todos”. La salud es un deber del Estado para con su población, es un derecho de ésta pero también es un deber de las personas para con ellos mismos y para con la sociedad.

Contrario a lo que dijo el actual Presidente, el sistema no ha colapsado; lo que sí ha colapsado es la credibilidad del producto, la administración, las estrategias de intervención, el presupuesto (insuficiente) y el recurso humano (desmotivado), entre otros muchos elementos conjugados.

Luego de haber interrumpido por dos años el proceso de transformación que se había iniciado durante las tres anteriores administraciones, se convoca a un grupo de ciudadanos para analizar y discutir diferentes alternativas y líneas de acción, se construyen –a mi parecer durante una mala coyuntura de momento político y social– un borrador de anteproyecto de ley que a juicio de algunos sectores podría permitir la introducción de elementos privatizadores.

La situación actual en primera instancia es distinta. Un nuevo gobierno, que llega al poder con un amplio apoyo popular, tiene dadas las condiciones para efectuar desde los primeros meses de su gestión lo que considero es el proyecto de transformación social que quizá causará el mayor impacto en la vida de nuestros conciudadanos: implementar mejoras al sistema público de atención en salud.

Para tal efecto es necesario armonizar todas las acciones propuestas no solo entre ambas instituciones proveedoras de servicios de salud, sino también con todo el recurso humano que participa en la entrega de estos servicios a la población, teniendo en perspectiva la imperativa necesidad de continuar manteniendo la esencia y carácter público en la administración, en la provisión y en el financiamiento de estos servicios, de modo que contribuyan de forma efectiva a reducir (y Dios permita eliminar) la insatisfacción de los usuarios, a optimizar el rendimiento de la inversión en salud y a elevar aún más los indicadores de salud de nuestro país.

Para ello, creo oportuno expresar algunas ideas para mejorar el sistema. La primera, aumentar la inversión per cápita en las instituciones estatales del sector salud; realizar aportes del Estado, por medio del Minsa, de los recursos económicos suficientes para el financiamiento de la atención de la población no asegurada con garantía de respetar los fondos y mantener la autonomía financiera de la CSS. Para esto el Estado, vía Minsa, aportará al financiamiento de los derechohabientes para garantizar la sostenibilidad y principio de solidaridad, contribuyendo así a disminuir el gasto de bolsillo de la población en materia de salud.

Se requiere el fortalecimiento de la estrategia de atención primaria, la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad, así como el fomento a los estilos de vida saludables, así como fortalecer los procesos de regionalización, adscripción y sectorización de la demanda de atención en salud de la población.

Es necesario el desarrollo e implementación del plan maestro del recurso humano en salud para garantizar a la población una oferta de especialidades médicas acorde al perfil epidemiológico y demográfico del país.

Se debe implementar la Ley de Certificación y Recertificación Profesional y reglamentos complementarios, incluyendo la promoción de la capacitación y mejora continua de las competencias del recurso humano existente, que le permitan equitativamente a todos los funcionarios su recertificación profesional

Aunque parezcan hechos aislados, la República de Panamá muestra sin lugar a dudas indicadores sociales, sanitarios y económicos que destacan entre los mejores de la región considerando que experimentamos, desde hace varias décadas, un proceso de desarrollo integral en el que, desafortunadamente, los logros financieros y económicos no se traducen y/o expresan que poco hemos podido avanzar en una distribución equitativa de la riqueza nacional.

Por ello, la tarea a la que se deben enfrentar las autoridades recién designadas es de suprema responsabilidad y requiere de la participación de los mejores hombres y mujeres de nuestra nación, de forma que con su servicio puedan darle al país no solo el sistema público de salud que los panameños queremos sino además el que nos merecemos.

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Publicado el 13 de junio de 2009 en el diario La Prensa