Folklore y educación

La opinión del Licenciado en Folklore……


MARCOS  PAZ

Hablar de folklore parece ser un tema de fácil manejo, por la forma cómo es tratado en declaraciones públicas y en los medios de comunicación. Usualmente esos criterios carecen de profundidad, porque son producto de enfoques que, en su mayoría, no recogen los valores folklóricos ni identifican al panameño con sus orígenes y raíces culturales.

Un enfoque integral debe partir de la concepción del folklore como parte de la vida. Se trata de aquel folklore que es patrimonio, fundamentalmente, de las clases populares y del entorno urbano, contentivo de cuentos, mitos, leyendas, fábulas, refranes, dichos, adivinanzas, trabalenguas, poesía, apodos, insultos, saludos, despedidas, juegos y mucho más.

Un análisis de los hechos folklóricos desde el plano científico coloca en posición de comprender con mayor justeza la importancia que encierra el conocimiento, práctica, difusión y conservación del patrimonio cultural. Es a través de la educación escolarizada donde el maestro puede realizar una labor de salvaguarda de los conocimientos propios del folklore.

Para ello, el educador debe contar con una capacitación teórica en los fundamentos del folklore como ciencia. Debe compilar y catalogar, examinar y aplicar a la educación el material adecuado. Los maestros que fomentan el folklore en sus escuelas no necesitan ser investigadores en el sentido estricto de la palabra, pero no pueden dedicarse a esa pedagogía sin poseer una formación folklórica.

El folklore puede emplearse en la educación básica general en función del maestro, el alumno y la comunidad. De este modo el docente debe tener conocimiento de la vida en la comunidad, desde la escuela donde labora, al igual que su realidad física y material. Eso le permitirá ordenar su enseñanza hacia las realidades de su entorno y regulará su actitud magisterial y de calidad humana hacia la ciudadanía. El docente debe conocer la cultura tradicional del pueblo, como fundamento para introducir la cultura universal de la cual es portador oficial.

En lo tocante al alumno, la escuela es generalmente un mundo desigual al medio en el que habita lo que le produce un desajuste con su hogar y la comunidad. Se siente desligado de la realidad escolar. Diariamente se traslada a otro mundo, el de la escuela, donde todo es diferente. Por medio del folklore el niño conoce, se le puede hacer sentir que también tiene una cognición que podrá llevarla a la escuela. La base cultural del alumno es el conocimiento espiritual, físico y material de la comunidad a la que pertenece.

En función de la comunidad el folklore se convierte, en ocasiones, en una fuerza antagónica con la escuela, cuando debería constituirse en uno de los mejores medios para unirla. Hay que vincular a los padres de familia con la escuela, donde puedan encontrar un espacio para validar las tradiciones populares, enseñar aspectos artísticos y apreciar el arte musical con los instrumentos tradicionales.

La práctica de danzas folklóricas, la organización de una feria escolar con artesanías, comidas, bailes y música autóctona, también son elementos aglutinantes entre la escuela, el maestro y la comunidad, que pueden lograrse a través de la enseñanza del folklore desde las aulas escolares.

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Publicado el 8 de marzo de 2010 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.