La fuga está en tu casa

La opinión de…..

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Federico Rodríguez Gutiérrez


¿Por qué el panameño gasta cada vez más agua potable?  Consultorías internacionales coinciden con mediciones realizadas por el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan) en el sentido de que en Panamá cada persona utiliza alrededor de 150 galones cada día, es decir, casi el triple que en los países desarrollados.

Ante estas elevadas cifras, la primera reacción del usuario es de indiferencia. Sin embargo, al pensarlo con objetividad es posible recordar que es agua potable ese líquido transparente que sigue saliendo de la llave al cepillarse los dientes, durante el enjabonado de platos o al aplicar champú al cabello. Esas horas relajantes regando el jardín, lavando el carro o el descanso de “manguerear” el garaje en vez de barrerlo representan desperdicio de agua potable.

¿Cuántas personas al leer esto levantarán por primera vez la tapa del tanque de su inodoro para confirmar que ese sonido escuchado vagamente desde hace meses es agua rebosando permanentemente en su interior? La piscina plástica de los chiquillos, más grande que la del vecino, y que tomó casi dos días para llenarse, contiene un volumen que debería abastecer una casa mediana por 10 días.

Algunos alegarán que pagan todo el líquido que consumen, de manera que pueden utilizarlo como mejor les parezca, pero es evidente que esa agua la necesita otro. Aparte de ese egoísmo descarado, el problema real es la cantidad de agua cruda extraída de ríos, lagos y el subsuelo para purificarla, además del altísimo consumo eléctrico requerido para distribuirla. Ese costo ambiental no está contemplado en la factura.

Otros dirán que existen muchos daños que el Idaan no repara a tiempo y que por allí debería comenzarse. Por más que eso parezca cierto a simple vista, todos los estudios técnicos indican que las pérdidas físicas (fugas) representan el menor de los males frente a la poca cultura panameña para cuidar el agua. Es decir, las verdaderas fugas no están en los medidores o tuberías con escapes en vías públicas, sino en los lavamanos, duchas, inodoros o mangueras que permanecen abiertos mientras se realiza alguna actividad cotidiana. Ese gran desperdicio escondido de agua, que es repetido por cada persona en cada vivienda, no aparece en los medios de comunicación. Tampoco causa protestas ciudadanas, ni es reportado telefónicamente con insistencia para que una cuadrilla del Idaan lo atienda.

¿Comprende el usuario el alto precio que representa para el Idaan llevarle el agua? Extraerla de la fuente, pasarla por plantas potabilizadoras, agregarle químicos, bombearla mecánicamente, conducirla, almacenarla y finalmente distribuirla hasta cada hogar es un proceso invisible y casi misterioso, porque ocurre principalmente bajo tierra, pero que representa millones de balboas de inversión. Conocer la complejidad del ciclo que permite al agua salir por el grifo representa el primer paso para evitar su despilfarro.

La parte difícil del problema es que para afrontarlo hay que involucrar a los que utilizan agua potable, es decir, a todos. La buena noticia, sin embargo, es que la forma más fácil de resolverlo es simplemente cerrando la llave.

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Este artículo se publicó el  25  de abril de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.