¿Quemar basura para hacer diésel sintético?

La opinión de…


Jorge G. Conte Burrell

Este es el tipo de negocios que le encanta a los grandes demagogos: comprar por 65 millones de dólares una unidad de tecnología avanzada (son 325 millones de dólares en nuestro caso) dizque para salir del tercer mundo y directo para el primero, después dar subsidios a algunos empresarios privados de su partido para que lo dizque manejen por 5 años y presentarlo como logro de su administración.

Luego, el siguiente gobierno quita los subsidios, demandan las licitaciones y las concesiones y los costos terminan por acabar con el proyecto, ya que requirió una alta inversión inicial en lo humano y lo tecnológico y principalmente en su mantenimiento.

Considerar la instalación de una planta modelo de conversión de basuras a diésel sintético en las instalaciones de la Universidad Tecnológica de Panamá, para ir adecuándonos al sistema sería más inteligente.    La tecnología propuesta por la empresa alemana es muy avanzada para la educación y cultura de los panameños, sin mencionar que la misma es experimental inclusive donde es originaria.   Con relación al personal humano requerido, aunque es casi nulo en Panamá, esto se podría solucionar con la contratación de personal extranjero por un periodo de tiempo para capacitar a la mano de obra local en la planta modelo.

Adicionalmente están las consideraciones ambientales a la incineración de desechos, que es lo que hace este equipo y las emisiones tóxicas resultantes. Mientras no haya control previo de lo que consideremos como, y echemos a la basura, es decir, reducir y recuperar, para reciclar, el material fósil y metálico, estas emisiones serán altamente tóxicas. Los filtros para su eliminación vendrán incluidos en la primera compra, durarán 5 años y no serán reemplazados, ya que son muy costosos y las administraciones muy deficientes.

Este proyecto seguro que no sería el ejemplo de cero corrupción que existe en la Unión Europea y por lo tanto estará plagado de corrupción y corruptos. El implementar este programa a sopetón y porrazos, no lo llevará a buenos resultados, sino al mismo resultado de siempre. Vayamos por partes y midiendo resultados para ajustar nuestro curso de acción. Implementemos acciones de base que apuntalen nuestras inversiones.

Yo sugiero que comiencen con leyes y programas instituidos de separación de los desechos sólidos por parte de la población, escuelas, universidades, empresas y el Estado principalmente y para dar el ejemplo. Creando consorcios para la recuperación y reciclaje de materiales con valor comercial. Esto reduciría la necesidad de camiones de recolección contaminantes, tan grandes y tan frecuentemente.

Luego que se tiene la cultura, la preparación de los técnicos y asegurado el modelo, entonces invertir en bienes de capital. Ahora es tiempo de educar e invertir en las personas y las organizaciones. Ese mismo dinero podría servir para crear y subsidiar la cultura del reciclaje en Panamá. Ya se tiene la noción, ahora se requiere la infraestructura para crear la cadena de valor. Estos pasos reducirían el costo inicial de entrada a la tecnología sugerida, soportada en una cultura homogénea que apoya el éxito del proyecto y el retorno seguro de la inversión en lo social-ecológico-salud y económico en el mediano y largo plazo.

Debemos salir caminando del subdesarrollo para luego correr hacia el primer mundo. Para esto debemos hacer lo que hacen los países en vías de desarrollo o del segundo mundo, como yo los llamo. Comportamientos tan básicos como la separación de los desechos, el uso de bolsas reutilizables en vez de plásticas, el uso de desechos orgánicos para producir compost o abono orgánico, la industrialización del reciclaje, el uso de aceite vegetal usado para producir biodiésel, entre otras, nos llevarán a la creación de empresas que generen el valor agregado del crecimiento sostenible y sostenido.

Esto visto desde los ojos de un estadista sería una posible realidad; en manos de un director ejecutivo o de un presidente demagogo y corrupto sería un desastre anunciado.

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Este artículo se publicó el 28  de enero de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Parques nacionales o áreas por proteger

La opinión de…

Jorge G. Conte Burrell

La Autoridad Nacional del Ambiente (Anam) anunció, recientemente, la idea de abrir 12 parques nacionales para la promoción del ecoturismo en Panamá. La noticia sería excelente si primero se hubiesen tenido en cuenta algunas consideraciones, más allá del deseo de hacer noticia y llamar la atención.

Los parques nacionales y áreas protegidas panameñas carecen, desde hace muchos años, de una inversión constante, no solo para su mantenimiento y operaciones diarias, sino para el desarrollo de capacidades, infraestructuras y conocimiento por parte del personal que labora en ellas; para poderlas ofrecer primero al público nacional y luego al internacional, que es exigente a la hora de visitar las áreas naturales.

En el año 2006, fui merecedor de una beca de la Fundación DPU, de la República China en Taiwan, para llevar a cabo un estudio sobre las relaciones de sus ciudadanos con las áreas verdes, desde los parques urbanos hasta los parques nacionales, el cual hice comparativamente con las áreas verdes panameñas y presenté el 6 de febrero de 2007, en las instalaciones del Parque Natural Metropolitano, ante una importante audiencia y con el apoyo de la Embajada de Taiwan.

Luego de visitar durante 30 días la isla de Taiwan, que mide la mitad de nuestro territorio y cuenta con 23 millones de habitantes, pasé parte de mi recorrido por sus parques nacionales, tales como el Parque Nacional Yanmingsan, el Parque Nacional Tarokko, el Parque Nacional Kenting y la reserva forestal Ali San y numerosos parques urbanos. En todos ellos encontré instalaciones de primer nivel, información para visitantes en inglés, estacionamientos numerosos, calles de penetración en excelente condición, senderos demarcados y en excelente estado, centros de visitantes con auditorios y cines para la presentación de los documentales producidos sobre la flora y la fauna del área, cafeterías, restaurantes y tienda de souvenirs, baños confortables, centros de educación y de investigación tanto para estudiantes como de alta montaña para científicos de todo el mundo, personal voluntario para dar charlas y hacer recorridos y muchos guarda parques.

Una inversión constante de 800 millones de dólares anuales fueron necesarios para crear una infraestructura de primer orden para el desarrollo del turismo de parques nacionales, que alcanzó la cifra de 10 millones de visitantes en el año 2005, según datos del Ministerio del Interior, encargado del manejo de estas áreas y al que fuese invitado y distinguido por su director.

Luego de más de 200 encuestas realizadas entre los ciudadanos taiwaneses, y 70 realizadas a ciudadanos panameños, es mucho lo que tenemos que hacer para tener el nivel de satisfacción que presentan los primeros sobre los segundos, según los resultados obtenidos en la encuesta. Y si para nosotros el nivel no es satisfactorio, ¿qué podría pensarse de los turistas internacionales, provenientes de países con más desarrollo que nosotros en materia de atractivos turísticos? Solamente con visitar los parques nacionales y áreas protegidas en Panamá nos damos cuenta de que la gente no volverá y que hablará pestes, no de su flora y de su fauna, sino de aquellos encargados de proteger estas zonas y su poca capacidad para hacerlas medianamente funcionales.

El hecho de contar con las áreas protegidas y un escasísimo presupuesto de 200 mil dólares, que gastado como lo gasta este y todos los gobiernos anteriores, serán apenas una cuarta parte (50 mil dólares) que, repartidos en 12 áreas como lo propone la Anam, no llegará ni a 5 mil dólares por área. Esta “inversión” no nos pone ni siquiera en capacidad de ofrecer un mínimo de condiciones a los guardaparques locales ni a los escasos turistas nacionales e internacionales que nos atrevemos a visitarlos; imagine usted qué hará por los turistas norteamericanos, acostumbrados a sus asombrosos parques nacionales, o a los taiwaneses, para seguir con el ejemplo.

Por el bien de nuestros parques nacionales, las áreas protegidas y el turismo, por favor sean serios; hagan primero un plan nacional de inversiones y desarrollo público-privado de las áreas protegidas, pongan un par de estos parques nacionales bajo el programa de inversión y, poco a poco, con las experiencias aprendidas y los ajustes hechos, implementen acciones en otras áreas protegidas, dando el nivel de satisfacción que buscan los visitantes nacionales e internacionales. No los abran como el cajón de tesoros (que podrían ser), porque de pronto abrirán una caja de Pandora llena de los demonios que deseamos evitar, por el bien del turismo nacional y de nuestras áreas protegidas.

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<> Este artículo se publicó el 8 de diciembre de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor  en:

Juntos por el desarrollo sostenible

La opinión de…


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Jorge G. Conte Burrell

En el reciente V Foro Nacional para la Competitividad llevado a cabo por el Concejo Nacional de Competitividad, con el patrocinio de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el Gobierno, se instalaron 13 mesas entre las que se encontraban aquellas para definir las estrategias nacionales de competitividad en temas como el turismo, seguridad, modernización del Estado, justicia, recursos naturales y medioambiente, entre otras.

Luego de escuchar sendas presentaciones por parte de organismos internacionales, como el Foro Económico Global, al presidente ejecutivo la CAF, los ministros de Estado del Mici, MEF y Meduca, al presidente del Conep y al vicepresidente senior de mercados emergentes de la Corporación Microsoft, el Dr. Orlando Ayala, confío en que haya quedado claro entre los participantes el nivel de discusión y el objetivo que todos buscábamos: un desarrollo económico sostenible en el largo plazo, a través de la competitividad de los diversos sectores de la economía, aunque hicieron falta las mesas de gremios relevantes como el gremio agropecuario y el sector energía.

En la mesa en la que me tocó participar, la de Recursos Naturales y Medioambiente, junto a otras 30 personas, se presentaron los lineamientos estratégicos desde la Anam por parte de su administrador general, Javier Arias, y desde el sector privado por parte de Maritza Vallarino. Como primer paso se unificaron las agendas al constatarse las muchas similitudes entre las mismas, sin embargo, estas no representaban los intereses de otros grupos como el de los trabajadores, los representantes de organizaciones ambientales, sociales y otros intereses de minorías no consensuadas en ninguna de las agendas presentadas inicialmente.

Luego de horas de discusión se incluyeron temas de carácter social, ambiental, ecologista, de seguridad alimentaria, desarrollo de fuentes alternativas de energía, promoción del reciclaje a nivel nacional, manejo integral de desechos tóxicos y hospitalarios, protección de aéreas protegidas y la seguridad de los guarda parques, la apertura de estas áreas a la inversión privada para su protección integral, el desarrollo del ecoturismo, la investigación y la bioprospección, al igual que la necesidad de instalar las unidades ambientales en todas las entidades del Gobierno, para que apliquen la normativa ambiental al Estado, que representa el 50% de la economía nacional y es actualmente el mayor contaminante.

Estas iniciativas redondearon una propuesta que ve más allá del cortoplacismo propio de la empresa privada local y las políticas de gobiernos, creando de esta forma una propuesta de Estado en materia de manejo de los recursos naturales y el medioambiente para el Panamá del año 2015.

Esperemos que las iniciativas que de aquí salgan, en conjunto con las restantes 12 mesas, sirvan para promover un desarrollo sostenible que mejore nuestra eficiencia y productividad, que sea incluyente, equitativo y no solo la base para un crecimiento económico acelerado, miope y excluyente que nos lleva a un deterioro de nuestros recursos naturales, la fuga de cerebros, la pobreza y polarización de nuestra sociedad.

 

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<> Este artículo se publicó el 23  de octubre de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/conte-burell-jorge-g/

Acuerdos sobre el mercurio

La opinión de…

JORGE  G.  CONTE B.

En el primer encuentro del Comité Negociador Intergubernamental (INC) en Estocolmo, Suecia, bajo los auspicios del PNUMA, los representantes de los gobiernos dieron los primeros pasos hacia un tratado jurídicamente vinculante que controle la contaminación por mercurio. Estas discusiones preliminares sientan las bases para desarrollar el texto del tratado, cuya redacción empezará en la próxima reunión del INC en Tokio, en enero de 2011.

La presencia de 132 países corrobora la importancia que tiene resolver este problema mundial de forma eficaz. En el encuentro, los países expresaron su punto de vista sobre las medidas a tomar para controlar los niveles de mercurio, en cuanto a su oferta y comercio, al almacenamiento del mercurio excedentario, a su uso en productos y procesos, a la minería artesanal a pequeña escala, a las emisiones atmosféricas, a los residuos y suelos contaminados, así como la vigilancia del cumplimiento del acuerdo que se alcance, las campañas de concienciación, el apoyo a la capacidad técnica y la aportación de ayuda financiera a los países en desarrollo.

Además la OMS hizo un llamado a la eliminación de los cosméticos para aclarar la piel y las amalgamas dentales, que contienen importantes cantidades de mercurio y suponen un grave riesgo para la salud.

El mercurio es extremadamente tóxico, no desaparece nunca del medio ambiente y se acumula en el aire, agua y alimentos.  El metilmercurio, su forma más tóxica, se acumula en los grandes peces predadores y amenaza a las poblaciones que se alimentan básicamente de pescado.

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Artículo publicado el 30 de junio de 2010  en el  Diario La Estrella de Panamá , a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Herramientas para el desarrollo sostenible (II)

La opinión de…….

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JORGE G. CONTE BURRELL

Para la segunda parte del siglo pasado el invento de las primeras computadoras dio como resultado las industrias del hardware y el software que le ofrecieron grandes avances a la Humanidad con el manejo de ilimitadas cantidades de datos científicos, técnicos e industriales, creando una nueva cultura global de manejo de información para una mayor productividad.

Posteriormente y basado en la plataforma de las tecnologías de la información, se inventó la Internet y la creación de nuevas empresas “ virtuales ” globales y la nueva cultura de interrelación y compra/venta que vivimos hoy.

La conjunción de las tecnologías de la comunicación e informática, entre otras, dio como resultado la comunicación a través de teléfonos celulares, creando la gran industria global comunicación móvil que utilizamos en promedio 30 minutos al día y en algunos países desarrollados, hasta 120 mensajes de texto diarios, creando millones de puestos de trabajo y miles de millones de dólares anuales en ventas. Mirando el futuro cercano, el crecimiento de la banda ancha, permitirá la comunicación a través del protocolo de voz sobre Internet (VOIP).

Para la nueva etapa de nuestro desarrollo, basada en la producción más eficiente, el manejo de los recursos naturales, la reducción, reutilización, reciclaje y recuperación de materia prima y productos contaminantes, la eficiencia energética y la producción libre de tóxicos, se han inventado nuevas fuentes energéticas no contaminantes, procesos de producción y distribución que eliminan los materiales tóxicos y reducen el uso de materias primas, incluyendo porcentajes cada vez más altos de material reciclado.

Igualmente se han diseñado herramientas para que las empresas, los centros educativos, los municipios y las familias participen en el desarrollo sostenible como el manejo integral de los residuos sólidos domésticos e industriales y los puntos de reciclaje.

Estas nuevas industrias denominadas “ verdes ” han creado y seguirán creando millones de nuevos puestos de trabajo, mejor pagados y formales, miles de millones de dólares en ingresos por exportación y servicios, sumando puntos porcentuales en el Producto Interno Verde de países, donde se incorporan variables ambientales en su Producto Interno Neto.

Es hora, entonces, de que nuestra sociedad incorpore, en forma masiva, las herramientas, tecnologías y empresas necesarias para el desarrollo sostenible, como se ha hecho con otras tecnologías y productos en nuestro pasado y que permitan llevarnos a nuestro próximo pináculo cultural, como seres humanos sostenibles, durante la primera mitad del siglo XXI.

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Artículo publicado el 24 e marzo de 2010 en el  Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Herramientas para el desarrollo sostenible (I)

La opinión de….

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JORGE  G.  CONTE  BURRELL

Desde los primeros seres cavernícolas el “homo sapiens” utilizó herramientas rudimentarias como las mandíbulas de animales muertos, piedras talladas y palos para obtener sus alimentos y defender su territorio, lo que creó los primeros asentamientos humanos. Posteriormente pudo pintar y tallar sus conocimientos, experiencias e historias utilizando pinceles hechos de palos y pelos de animales y pinturas de origen vegetal sobre piedras conocidas como petroglifos, reconociendo entre ellos a los primeros artistas.

Cientos de años después el ser humano pudo investigar el cuerpo humano y tratar sus enfermedades con instrumentos médicos que hoy son considerados como inhumanos, pero en su época eran la única alternativa para los primeros doctores. Eventualmente fueron capaces de reproducir estos conocimientos, la biblia y otros documentos, al igual que imprimir los primeros diarios informativos con la invención de la imprenta, creando así la cultura de la lectura en millones de seres humanos en el mundo conocido de la época.

En tiempos más recientes, con la invención del automóvil y el dominio de la electricidad para uso doméstico e industrial, el ser humano en su capacidad ilimitada de innovar, inventó el teléfono, la radio, la TV y toda la tecnología necesaria para la transmisión de imágenes y sonidos, el automóvil y la producción en serie, que dieron como resultado las primeras zonas industriales, motivando una gran inmigración desde el campo dando como resultado las primeras mega ciudades como Londres y Nueva York.

Este gran movimiento permitió la invención de nuevas herramientas para cubrir las necesidades de estos ciudadanos y facilitar su nuevo estilo de vida. De ahí nacen empresas industriales con la producción en serie de productos eléctricos, como la refrigeradora, el televisor, la radio, el tocadiscos y otros que dieron como resultado una sociedad más ilustrada, iluminada, entretenida y comunicada.

Sigue mañana..

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Artículo publicado el 23 de marzo de 2010 en el  Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Menos tóxicos, mejor salud

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La opinión de…..

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Jorge G. Conte Burrell


Diariamente, nos enfrentamos a situaciones que nos ponen entre la espada y la pared, especialmente cuando no tenemos la suficiente información o el conocimiento necesario para hacer nuestras elecciones positivas para la sociedad, nuestra salud y el medio ambiente.

Permanentemente, interactuamos con productos que pensamos tienen impacto en el medio ambiente, pero no conocemos el porqué o en qué medida lo son. Algunas veces, intuimos su potencial impacto y los sacamos de los desechos comunes con la esperanza de que algún día encontremos el lugar o la empresa adecuada para que se hagan cargo de ellos.

Otras veces, la mayoría podría decir: no tenemos ni idea del contenido de los productos que adquirimos y que con el tiempo de uso procedemos a desechar a la basura común o directamente al ambiente, como un empaque plástico, pilas agotadas, termómetros de mercurio, una computadora o lámparas fluorescentes.

Algunos de estos productos tienen dentro de su composición no uno, sino múltiples vapores, metales y minerales tóxicos tanto para el medio ambiente y en especial, en la medida en que estos se acumulan, son altamente tóxicos para la salud de la sociedad, pero especialmente para grupos vulnerables, como las mujeres embarazadas, los adultos mayores y los niños y niñas menores de cinco años.

Las empresas, en general, en su objetivo de poner en el mercado la mayor cantidad de sus productos al menor precio posible, descuidan informar a los consumidores de los detalles de estos, y por falta de legislación y de real interés en ser empresas responsables eluden su obligación social de estructurar o participar en programas de recolección responsable de los productos que ponen en el mercado, como lo son: el papel, el vidrio, los envases plásticos, productos con mercurio y electrónicos, entre muchos otros. Estos productos tienen dentro de su naturaleza la capacidad de mejorar la vida de todos, pero igualmente la de intoxicar el medio ambiente y enfermar a la población en general y, particularmente, a los grupos vulnerables.

Para mejorar la relación salud–medio ambiente–responsabilidad social–beneficios económicos, es necesario que las empresas sean reguladas por ellas mismas, grupos empresariales, medios de comunicación, grupos deconsumidores, ambientalistas y/o legislaciones que tomen en cuenta los costos ambientales de sus acciones y que los mismos se interioricen.

De esta forma, la empresa podrá mantener un grupo de consumidores fieles, grupos ambientalistas a favor, cumplir con legislaciones nacionales o lineamientos internacionales y tener una prensa favorable que impulse su negocio de manera sostenible en el largo plazo y que tenga los retornos sobre sus inversiones necesarios para tener más que contentos a sus accionistas y a sus colaboradores.

Pero, principalmente, lograremos mejorar las condiciones de salud en nuestra sociedad, reducir los costos asociados con los servicios médicos y hospitalarios, disminuir el déficit actual de los sistemas de salud pública, dejando en manos de los gobiernos mayores recursos para invertirlos en sistemas de recolección y reciclaje, generando finalmente un círculo virtuoso, de mayor responsabilidad social empresarial, mejor legislación ambiental, menos tóxicos en el medio ambiente y mejor salud para la sociedad.

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Publicado el 3  de enero de 2010 en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Sociedades de plástico

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La opinión del periodista y ambientalista…..

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Jorge G. Conte Burrell
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El plástico se lo ha tomado todo, nos ha invadido como una plaga, se ha convertido en la plaga del siglo XX y en los albores del XXI casi nada se escapa de ser contagiado. Cientos de miles, quizás millones de productos son producidos a diario con miles, quizás millones, de toneladas de plástico que van de la denominación uno a la siete según su composición e inundan nuestras ciudades.

Millones de productos diariamente son envasados, distribuidos, y enviados por tierra, mar y aire, a grandes distancias cada vez con más frecuencia en una logística internacional sin precedentes.

La fiebre del plástico se ha apoderado de la sociedad y no sabemos, queremos o podemos hacer nada al respecto. Si la base económica mundial está basada en la industria petroquímica, donde nace y se fortalece la industria del plástico, es muy difícil dejar esta epidemia atrás.

¿Y qué podríamos hacer? Podríamos, si quisiéramos, mejorar su manejo de una forma muy simple, podríamos reducir la cantidad utilizada, podríamos separarlo de la basura doméstica, comercial e industrial y venderlo para el reciclaje en las diversas empresas que se dedican a estos menesteres en Panamá y el mundo; y en un número cada vez mayor, podríamos reutilizarlo en formas novedosas como la recopilación de pilas y baterías agotadas.

Por último podríamos mezclarlo con agentes biodegradables para disminuir su tiempo de vida. Esto podría hacerse la mayor cantidad de veces que nos sea posible, por voluntad propia en principio y por ley para fortalecer la medida.

Pero ¿quién o quiénes son los llamados a aplicar esta medida? Por experiencias previas, en primera instancia el consumidor debe exigirlo, practicarlo y presionarlo, ya que ellos son los mayores afectados.

Si el consumidor no está bien organizado entonces un alcalde visionario, cansado de lidiar con los volúmenes de basura que diariamente se amontona en nuestras ciudades debería fomentarlo.

Si tampoco tenemos ese personaje, las alianzas de la sociedad civil organizada representada en los grupos cívicos, junto con las ONG ambientales, los medios de comunicación y la empresa privada interesada deben promover el cambio cultural necesario y tomar las acciones para eliminar esta enfermedad moderna.

Una vez logrado este nivel de participación entonces el Gobierno central en conjunto con el cuerpo legislativo y la Autoridad Nacional del Ambiente debe producir la ley que regule el manejo de los plásticos y demás materiales reciclables y en especial los elementos tóxicos como el mercurio y los componentes electrónicos.

Rubén Blades tenía la razón, aunque no solamente en el sentido que compuso y cantó cientos de veces alrededor del mundo, su famoso himno hecho canción Chica Plástica.  Hoy, mucho más que ayer, nuestras sociedades, sus ciudades, pueblos y su gente, estamos rodeados de plástico, del plástico que nos contamina hasta el tuétano.

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Publicado el  9 de diciembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

Océanos intoxicados

La opinión de….

JORGE G. CONTE B.

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Océanos intoxicados

Desde el comienzo de la era industrial la producción de los países denominados “Desarrollados” y hoy aquellos en “Vía de desarrollo” se han multiplicado de forma exponencial, al igual que los residuos de estos procesos. Estos residuos, que van desde el agua caliente hasta los metales pesados e inclusive metales preciosos, han sido vertidos comúnmente en sistemas de alcantarillado, en el mejor de los casos, quebradas, ríos o directamente a cuerpos de agua, que concentran y distribuyen estos contaminantes con un destino común, los océanos. Los océanos, por lo tanto, se han convertido en el basurero del ser humano, tanto del que vive y produce en tierra firme, como de los millones que viven, transitan y producen en los diversos mares y océanos.

En Panamá, por su extendida costa, su falta de tratamiento de los desechos sólidos urbanos y los líquidos industriales y el gran sistema comunicante de la actividad marítima mundial, hemos sido y seguimos siendo un punto negro en cuanto a los desechos que vertimos al océano, los cuales se esparcen por toda la costa, por las corrientes marinas, afectando a las especies marinas y costeras y a los seres humanos que consumimos estos recursos.

La cadena trófica, por tanto, queda impregnada de nuestros propios desperdicios y vuelven a nosotros como alimento, afectando nuestra calidad de vida y la salud en general de las poblaciones más vulnerables.

Uno de esos desechos es el mercurio, que se metiliza y se convierte en tóxico al contacto con el agua y se bioacumula por las especies marinas y costeras. El metilmercurio presente en esos organismos al ser consumido por los humanos y animales degenera el sistema nervioso central de los fetos menores de 3 meses, afecta los procesos motrices y cognitivos y produce el autismo en niños menores de 5 años; en grandes concentraciones produce cáncer en los adultos.

El mercurio está presente en productos de consumo masivo y uso frecuente como algunas pilas y baterías, especialmente las denominadas “ Botón ”, las lámparas fluorescentes y los bombillos ahorradores de energía, los termómetros y otros instrumentos de medición de presión especialmente en el sistema de salud público, las amalgamas dentales, los tomacorrientes y hasta en el azogue utilizado para ritos y ceremonias.

Dar a conocer dónde se encuentran y cómo manipular estos productos una vez termine su vida útil es función del Estado, a través de la ANAM, de los productores y distribuidores de esos productos, de los diputados a la hora de elaborar las leyes que los prohíban y regulen su adecuada disposición final y de los ciudadanos y ONG’s de carácter ambiental, para que de ahora en adelante evitemos la contaminación de los océanos, fuentes de salud, riqueza y alimentos para toda la Humanidad.

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Publicado el 2 de octubre de 2009 en el diario La Estrella de Panamá a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Hacia una sociedad libre de mercurio

La opinión de…

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Jorge G. Conte Burrell

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Hacia una sociedad libre de mercurio
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Desde hace miles de años, el mercurio ha sido utilizado por el ser humano en diferentes formas, sin prever los daños que la exposición a este metal pesado, tanto al medio ambiente como al ser humano, podría causar. Luego del descubrimiento de la enfermedad denominada Minamata por los japoneses en la década de 1940, que afectaba a la población de pescadores del pueblo del mismo nombre, mucho se ha avanzado en ese país, en los países de la Unión Europea y en Estados Unidos para rediseñar procesos industriales, productos de consumo masivo libres de este tóxico metal y métodos para el reciclaje y almacenamiento de los desechos de mercurio elemental y productos que lo contienen.

El mercurio elemental es aquel liberado en algunos procesos industriales, como en la producción de cloro y de otros productos, y el manejo inadecuado de los artículos que lo contienen (como bombillos fluorescentes, termómetros, equipos de medición- tanto médica como industrial-, baterías, amalgamas dentales y la producción de espejos). También se libera en la producción de energía a partir del carbón y en la producción del clinker (materia prima para la producción de cemento); estos últimos son considerados como los más contaminantes en cuanto a mercurio. El mercurio es liberado por estas actividades humanas, y al ser este un metal pesado se hunde hasta llegar a los mantos freáticos, acuíferos y otros cuerpos de agua, o es evacuado a los sistemas de alcantarillados o en ríos y quebradas directamente, sin ningún control o filtro. Al entrar en contacto con el hidrógeno en el agua, el mercurio se metaliza y se convierte en el peligroso metilmercurio, que es absorbido por todas las criaturas que habitan los cuerpos de agua; luego, llega al ser humano a través del pescado y los mariscos que consumimos.

El consumo de pescado contaminado con metilmercurio afecta directamente el sistema nervioso central, principalmente, de mujeres en edad de fecundación (15-49 años) y en mujeres embarazadas de fetos menores de tres meses. Las consecuencias en estos grupos de personas son bebés con daños en el sistema nervioso central como sintomatología, y el autismo como enfermedad. Algunos otros grupos en peligro son las comunidades de pescadores artesanales y los pescadores deportivos, por su alto consumo de mariscos y pescados. Los efectos se localizan en órganos como el hígado, páncreas y estómago, entre otros.

En muchos países en desarrollo o en transición, la mayor concentración de este metal está en la producción de clinker para la industria del cemento, la producción de energía a partir del carbón, los termómetros y demás instrumentos de medición en el sistema de salud y odontológico (principalmente estatal) y el mal manejo de los desechos de productos con mercurio.

En Estados Unidos, los mayores contaminantes de mercurio son las plantas de energía a base de carbón, que actualmente reciben el rechazo de la sociedad consciente que busca energías alternativas –como la solar y la eólica–, cuya lucha se debe trasladar a nuestras sociedades latinoamericanas y caribeñas.

En Latinoamérica y el Caribe, con excepción de países como Brasil y México, cuya extracción de mercurio elemental y minería informal los hace grandes productores/usuarios de mercurio, el gran problema común que se encontró en un reciente taller de almacenamiento de mercurio, realizado en Montevideo y convocado por la Oficina Regional del Convenio de Basilea y el programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, es la inadecuada disposición y almacenamiento de productos y desechos con mercurio. La tarea pendiente de los gobiernos centrales y locales, al igual que de la sociedad civil organizada, los centros educativos, las empresas y los medios de comunicación social, es alcanzar el objetivo de liberar a nuestra sociedad del peligroso mercurio, por medio de un tratado vinculante para el año 2013.

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Publicado el 10 de septiembre de 2009 en el diario La Prensa; a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Salvar al planeta comienza en casa

Salvar al planeta comienza en casa
Jorge G. Conte Burrell – Fundador Alianza Contaminación Cero

Cada día son muchas las oportunidades que tenemos para ayudar a reducir los impactos del cambio climático como consecuencia del calentamiento global. Cada uno de nosotros, de manera individual o en grupo, podemos hacer pequeñas acciones que, sumadas, tienen la fuerza para resolver problemas comunes como la generación de basura sin clasificar, la contaminación acústica, visual, atmosférica, la deforestación y la desertificación, así como las enfermedades que generan. No obstante, nos hacemos los desentendidos, los poco interesados, los desinformados, los poco importa. Nunca consideramos nuestras acciones individuales y las empresas, la mayoría por ahora, no exhiben un comportamiento responsable con su entorno y los efectos que sobre el medio ambiente tienen sus procesos, productos y/o servicios.

Es hora de tomar acciones concretas y seguir el consejo de nuestros hijos e hijas que nos piden que los ayudemos a separar en casa los desperdicios, a recoger un día al mes la basura dejada por otros en nuestros barrios, calles, escuelas, parques y otras áreas públicas. Igualmente es hora de que las empresas hagan programas de responsabiliad social empresarial ambiental que vaya más allá de las regulaciones de producción más limpia que les exige éste y cualquier gobierno. Es la única manera de fomentar las iniciativas “Verdes” que, implementadas de manera eficiente, producen reducciones en los gastos de operación por miles de dolares, mejora la imagen de su empresa frente a los consumidores, crea clientes más fieles a sus marcas y nuevos mercados para productos innovadores.

Por su parte, el Estado debe dictar las políticas pero también implementar programas y proyectos a lo interno de sus instituciones para cumplir con las mismas exigencias que condicionan a los particulares. Es muy común ver cómo en casi todas las entidades gubernamentales y municipales, la basura, la chatarra, los muebles y otros equipos electrónicos y de laboratorio, muchos de estos con contenidos tóxicos, que son abandonados fuera de las instalaciones o dentro de las mismas sin ningún tipo de manejo y con escaza conciencia ambiental. Esto debe acabar.

Si queremos salvar al planeta en su hora más oscura, debemos todos ejercer nuestras obligaciones de cuidar el medioambiente para que en pocos años podamos vivir en una mejor casa, mejor barrio, mejor ciudad, en un mejor país, en un mejor planeta. Pero, el ejemplo comienza en la casa, las empresas y el Estado.

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Publicado el 18 de junio de 2009 en el diario El Panamá América