Reformas tributarias integrales

La opinión de…..

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Julieta Marcela Guerra

En relación con el nuevo paquete de reformas tributarias que ha presentado el Ejecutivo a la Asamblea Nacional para su aprobación, creemos necesario realizar algunas consideraciones en torno a las mismas.

Es sabido que en materia de hacienda pública se toma como herramienta del Estado la redistribución de la riqueza, que significa sumar la igualdad de oportunidades de que gozan los miembros de la sociedad para participar en el crecimiento económico. El Estado busca equiparar esta desigualdad con la creación y aumento de algunos gravámenes, tales como el ITBMS y los servicios bancarios, entre otros.

Nuestro modo particular de ver el entorno de las reformas no soslaya la creación o aumento del sistema impositivo, más bien busca encontrar las fortalezas y debilidades del mismo para así establecer la real eficacia de dichas reformas y, para ello, enfocamos nuestro análisis en las deficiencias administrativas y el alto índice de evasión fiscal que, en el peor de los casos, se traduce en la llamada cifra negra de la criminalidad tributaria.

Aunado a estos elementos, creo firmemente que el Estado, en aras de cumplir con el principio de transparencia de la gestión pública, debe establecer metas definidas que resulten de la inversión estatal directa o, indirectamente, que emanen de los ingresos tributarios sometidos a reforma. Esto procuraría a los agentes del Estado manejar programas concretos dirigidos hacia los sectores de la población menos favorecidos, como la creación de becas populares y subsidios a la extrema pobreza. Como resultado de la motivación que surge de las reformas tributarias debe el Estado acompañarlas de políticas redistributivas del gasto público, puesto que permitirá restablecer eficazmente el gasto hacia sectores comprometidos con la inversión social: salud, nutrición y educación.

El Estado debe invertir en el propio sistema recaudador para lograr una mayor eficacia, siendo necesario incluir en el paquete de reformas tributarias una verdadera reestructuración del sistema tributario panameño, invirtiendo en el recurso humano y tecnológico que logre maximizar los ingresos provenientes de las cargas tributarias. Sin una reforma estructural, que incluya políticas fiscales definidas por parte del Estado, la percepción ciudadana seguirá huérfana de confiabilidad en la gestión pública, creando marcos de inestabilidad y aires agoreros inflacionarios.

El Estado, por tanto, debe dirigir sus mayores esfuerzos a dotar a las instituciones recaudadoras de infraestructuras adecuadas, con personal óptimo y con altos índices de productividad, a la vez que deberá reforzar los mecanismos de fiscalización.

Estos elementos resultan imprescindibles para lograr el objeto central de la innovación impositiva, cual es el permitir al Estado ser un eficaz inversor de los dineros provenientes de estas. Con este enfoque estructural de reformas fiscales, el Estado no tendría que temer ningún costo político negativo, más bien el pueblo sentirá con satisfacción que sus impuestos sí revierten a la población convertidos en servicios de salud óptimos, educación pública eficiente y abastecimiento alimentario hacia sectores realmente deprimidos económicamente, así como seguridad pública y mejoramiento de redes viales y de comunicación, elementos vitales de desarrollo económico.

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Publicado el 14 de febrero de 2010 en el Diario La Prensa, , a quienes damos, lo mismo que la autora, todo el crédito que les corresponde.