Una policía para inocentes

Una policía para inocentes
05-31-2009 | MÍRIAM INÉS QUINTERO- Periodista, escritora

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Esta frase llegó a mi mente después de reflexionar sobre los acontecimientos que ocurrieron en Playa Leona, en La Chorrera, durante la madrugada del pasado miércoles 20 de mayo, en aguas cercanas a la costa de Panamá Viejo, y por ende, sobre la tristeza que embarga a la familia Pérez Rivera, luego de perder a sus dos hijos en una emboscada para atrapar a unos supuestos narcotraficantes.
Es lamentable cómo unas personas que están supuestamente instruidas para imponer el orden después de observar los delitos, lo menos que hagan sea observar y analizar. Estos deberían ser sus pilares.
Según las encuestas realizadas, tanto en la ciudadanía como a los mismos policías, lo que se necesita para acabar con la inseguridad que vive nuestro país en estos momentos es contratar más policías, con mejores salarios, incluso los políticos hacen alarde de lo mismo.
Hace unos días, conversé con un policía sobre el problema de la inseguridad: me dijo que a nivel nacional hay aproximadamente 15 mil agentes y él considera que para resolver el problema de la inseguridad se necesitarían más o menos unos 25 mil.
Comparto su opinión, me parece que en mi querido Panamá sí hacen falta más policías, pero no de aquellos que, porque llevan en su mano un tolete y sobre su cintura un arma, creen que tienen la potestad de hacer lo primero que les llegue a su mente ante una situación como esta. Necesitamos oficiales capaces de observar, pensar, analizar para luego actuar.
Es lógico que si una persona sabe que ha cometido un delito como lo es: ser un tumbador, narcotraficante o pirata o como quieran llamarles, nunca va a quedarse esperando a que las autoridades lleguen y le disparen o le golpeen, hace hasta lo imposible por huir ¿o no? Si los hermanos Dagoberto y Rigoberto no hubieran esperado los disparos, sino que se hubieran dado a la fuga y luego de una persecución policial los matan nadie culparía a nuestros “guardianes”, pero si ellos atónitos esperaron, era porque no sabían lo que ocurría y tampoco tenían como defenderse. Aquí cabe el adagio: “el que no la debe no la teme”. Lo peor de todo es que muchas veces hasta nos tropezamos con los verdaderos delincuentes en las calles y nadie lo sabe.
La pregunta que me hago es: ¿qué hubiese pasado si estos “policías” se hubieran encontrado con los verdaderos actores de su búsqueda? Usted como lector, ¿cree que esos ermitaños no estarían armados para defenderse del peligro que sabían les representaban sus actos? Ellos, generalmente, son astutos, sagaces, maliciosos y saben huir del peligro, no esperan a que la muerte les llegue tan fácil.
Pero, lo más atroz es que, con sangre fría, los oficiales involucrados en este hecho fueron capaces de hilvanar la situación y a sabiendas de que en la primera inspección no había rasgo de armas en la embarcación de los hermanos Pérez trataron de colocarlas. Parece que allí sí utilizaron los pilares que mencioné al principio. Y vuelvo a utilizar el término, “lamentablemente” lo hicieron muy tarde.
Ojalá que este caso no sea uno más en la lista de los archivos y se convierta en un mensaje para los que sí realizan su trabajo con ahínco y vocación, actuando luego de haber observado y analizado, aunque sea una flagrancia.
Así, tendremos la fe de que en Panamá hay policías aptos para disminuir la delincuencia y acabar con la inseguridad y no una policía para los inocentes.

Publicado el 31 de mayo de 2009 en el diario La Estrella de Panamá