Un largo luto de corazones azules

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La opinión de la Asesora en Contratación de Recursos Humanos…

Ana María Burgoa

Con la iniciativa del metrobús y su sistema de operación, parece más probable la reducción de actos irresponsables en el manejo por parte del sector transportista público de pasajeros. Sin embargo quedan pendientes sectores como el transporte comercial, y conductores privados, los que hay que analizar a fin de erradicar el índice de accidentabilidad en las carreteras de nuestro país. El exceso de velocidad es la norma en nuestras calles y es la gran causante de muertes. Se deben aplicar las leyes que rigen al tránsito de una manera tajante No caben espacios para concesiones en donde sean los inocentes quienes sacrifiquen su derecho a la vida. El gobierno debe ser contundente en introducir los correctivos necesarios. Y la ciudadanía debe unir voces para erradicar los desmanes de un grupo reducido de conductores inescrupulosos que ciega vidas, de lo contrario seremos cómplices por nuestro silencio.

La mortandad en nuestras calles es otra manifestación de la violencia urbana y últimamente rural, que azota al país. Es otra evidencia de la cultura de irresponsabilidad que nos controla, prueba de ello es la desobediencia a los límites de velocidad permitidos. Para evitar las muertes, el luto y dolor de cientos de hogares se deben aplicar los correctivos de tránsito sin timidez.

Este caos del manejo hay que solucionarlo de una manera integral y reencausarlo por el orden institucional de justicia y apego a la ley, y sobre todo de responsabilidad ciudadana. A las autoridades competentes, pedirles el apego a ese cumplimiento.

Poner un alto a los actos criminales de algunos conductores, debe ser abordado desde varios ángulos. Son de aplaudir los correctivos tales como los controladores de velocidad, los sistemas de rastreo vehicular, los implementos tecnológicos de registro de infracciones. Falta aún revisar y reseñalizar todas las vías con sus límites de velocidad correspondientes en las diferentes zonas, y sobre todo multiplicar la inspección a nivel nacional a fin de cambiar patrones de conductas de los conductores para hábitos seguros en el manejo. Aplicar boletas sin miramientos y con apego a las reglas de tránsito. Actuar severamente en la aplicación de medidas que inhabiliten a conductores con múltiples multas, y la aplicación de medidas disciplinarias y penales a irresponsables.

La gran amenaza de los camiones articulados y volquetes, producto de nuestro Panamá moderno incrementa el riesgo en las calles. Todo vehículo de uso comercial debe consignar obligatoriamente, en su carrocería, un número telefónico donde la ciudadanía pueda reportar manejos desordenados, o se penalice a la empresa propietaria del bien. Aplicar causal de despido el manejo irresponsable de los conductores comerciales, y si es posible inhabilitarles el uso de licencia de por vida. Un centro de llamadas en donde la ciudadanía pueda reportar matrículas de conductores irresponsables y penalizarlos.

En fin, lanzar una gran cruzada que involucre al tránsito y a otros estamentos públicos y privados a que se sumen a este plan de educación de la conducta vial responsable, y no ceder en este empeño hasta ver resultados en las cifras de accidentabilidad. Instaurar el mes del *Manejo Responsable* para hacerlo norma de vida. Las empresas aseguradoras en sus programas de Responsabilidad Empresarial deberían liderizar este empeño.

Es momento de tomar acciones enérgicas e inaplazables manifestemos nuestro repudio a quienes no son capaces de respetar la vida cuando se sienten poderosos al frente de un volante, hagámosle ver que los que amamos la vida y la paz en nuestras calles somos un gran ejército de voluntades. No es asunto de manejar a la defensiva es reforzar el concepto de manejo responsable ciudadano. ¡No queremos más corazones azules tendidos en nuestras calles!

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<>Artículo publicado el  2  de noviembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.