Violencia juvenil

La opinión de la Trabajadora Social….

MICHELLE  LASSO

.

Violencia juvenil

.
“Hoy mataron a “Chico”, qué tristeza.  No tenía ni 16 años.  Su familia llora desconsolada”.  Esta historia se repite una y otra vez en muchos hogares de los barrios de la ciudad.  El Chorrillo, Santa Ana, Curundú, se han convertido en lugares donde es frecuente escuchar sobre la muerte de algún muchacho, “era otro pandillero más, qué más da”, alguien podrá decir.

La situación de violencia se ha agudizado. En algunos casos son jóvenes estudiosos, emprendedores, que están tratando de mejorar su condición de vida. En otros casos se trata de jóvenes envueltos en la violencia, pertenecientes a algunas de las bandas famosas en el barrio, pero ¿en estos casos es menos triste la pérdida? ¿Sería correcto decir que ese muchacho se merece la muerte?  ¿O es que acaso este joven era valioso y se perdió alguien que en circunstancias diferentes pudo ser un gran hombre?

En este tema existen opiniones encontradas, algunos abogan por aumentar las penas a los menores, otros por un tratamiento más integral del tema, pero me pregunto ¿conocemos bien el problema?  ¿Se han investigado seria y desapasionadamente cuáles son los factores que influyen en la violencia juvenil?  ¿Hemos escuchado las voces de aquellos jóvenes que son protagonistas y sujetos de este hecho social?  ¿Tenemos como sociedad una verdadera preocupación por los jóvenes, por sus necesidades, inquietudes, sueños, anhelos?   Y luego de pensarlo y pensarlo, buscando respuestas me surge una nueva pregunta:  ¿Alguien, ya sea del gobierno o la sociedad civil, ha hecho algo para incidir en la solución del problema?

Al reflexionar sobre estas preguntas, revisar los programas gubernamentales dirigidos a la juventud, ver las estadísticas y caminar por las calles de El Chorrillo, mi respuesta es No. ¡NO!, los panameños, el gobierno, la sociedad civil, no nos hemos preocupado por estos jóvenes.


Se han hecho algunas cosas, pero me parecen más parches que se han puesto a la fisura, en un afán de autoengaño, de calmar nuestras conciencias y tener la justificación para decir que lo único que queda por hacer es actuar por la vía punitiva.

Pero los sectores organizados para el mal sí han hecho algo, nos han ganado la partida.   Han ofrecido dinero, crecimiento en la organización, comodidades que han encajado perfectamente en los patrones de consumo que se han establecido como el estándar del éxito en nuestra sociedad de consumo, “ del tener sin necesidad de ser ”.   En este patrón han crecido nuestros jóvenes.   Las acciones de estos grupos sí han sido eficaces, han logrado satisfacer necesidades que como sociedad hemos ignorado.

¿Por cuánto tiempo podremos seguir haciéndonos los ciegos y sordos? ¿Cuántos “ chicos ” que no llegan a los 16 años tienen que seguir muriendo? Sinceramente eso no lo sé y ojalá como sociedad podamos despertar antes de que sea demasiado tarde.

.

<>
Publicado el 12 de octubre de 2009 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.