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La opinión de…
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Franklin N. Arias Real –
En septiembre pasado, mientras cenaba con un amigo y colega mexicano durante una exposición comercial en Chicago, le expresé mi percepción de que quizás en 100 años México y Estados Unidos serán un solo país –un solo pasaporte, frontera, moneda y ejército–, basado en la integración económica y demográfica que ambos experimentan hoy (Canadá, se les uniría después). Con un orgullo nacional, muy común en los latinoamericanos, me contestó que eso jamás sucedería, que México seguiría “glorioso y luchador” hasta el fin del mundo.
En la revista The Economist, en su edición de proyecciones para el año 2011 (Pags. 111-114), expertos en varios temas opinan cómo serían ciertos aspectos del mundo 25 años después, en 2036. Es un interesante ejercicio intelectual.
En Estados Unidos, el historiador Alfred McCoy, de la Universidad de Wisconsin, publicó un ensayo reciente (ver: http://www.tomdispatch.com/archive/175327/) en el que plantea cuatro posibles escenarios en los cuales la hegemonía de su país puede llegar a su fin antes de 2025.
Todo es posible. Por ejemplo, la URSS nació y desapareció en menos de 100 años. Ni la Unión Europea ni el Estado de Israel existían hace 75 años y solo Dios sabe si existirán con sus actuales fronteras en 75 años más. ¿Existirá en 150 años una República Federativa Transamazónica, con una unión entre Brasil, Perú y Bolivia?
¿Dónde estará Panamá en 50, 100 ó 200 años? ¿En 2061, con 9 mil millones de personas en el mundo, estará la capital llena de edificios con apartamentos de medio millón de dólares, pero sin agua potable, inodoros, elevadores ni acondicionadores de aire en funcionamiento; llenos de mosquitos y moscas (típico de un clima tropical húmedo), basura sin recoger y pandillas urbanas por doquier? ¿O seremos la envidia de Latinoamérica, al lograr tener la población mejor educada, la mejor distribución equitativa de la riqueza, un nivel de pobreza de menos del 5%, energía solar y eólica que genera electricidad, uso masivo de hornos solares para cocinar, una cultura nacional de reciclaje sin que lo exija la ley, rutas exclusivas para bicicletas, pulmones de aire en una ciudad pro ser humano y no pro automóvil, criminalidad y corrupción reducida a su mínima expresión, una campiña llena de granjas integrales autosostenibles (garantizando independencia alimenticia), y minas de cielo abierto ecológicamente recuperadas?
Y en 100 años, ¿habrá nacido la República de Talamanca (Panamá y Costa Rica, dos países constitucionalmente sin ejército, unidos y representados bajo un mismo servicio exterior)? ¿O será Panamá parte de una Confederación Andina, junto con Venezuela, Colombia y Ecuador? Y en 200 años, ¿Estará la ciudad de Colón y las islas de Kuna Yala bajo el agua por el aumento del nivel del mar? ¿Se habrán separado e ido Chiriquí, Bocas y los ngäbe–buglé con los ticos? ¿Colombia se habrá anexado Darién? ¿Y la potencia mundial de ese momento (Brasil o China) tendrá total control del área canalera, defendiéndola para asegurar su tránsito de bienes y materia prima? El mundo es dinámico no estático. Panamá, mientras existas, ¡feliz año nuevo!
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<> Este artículo se publicó el 31 de diciembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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