Reelección presidencial, un flaco favor

La opinión de…

Aníbal Culiolis García

El anuncio de los diputados Sergio Gálvez y Vidal García de presentar una iniciativa legislativa para permitir la reelección del presidente Ricardo Martinelli es inoportuna, injustificada e inconveniente.

Es inoportuna porque en medio de las inundaciones hay quienes no comprenden que la prioridad de las autoridades y ciudadanos debe ser atender esta catástrofe ambiental y humana. Ya lamentamos 11 muertes y más de 15 mil damnificados que gracias al Señor salvaron su vida, pero que han perdido todo lo demás.

Aún hay comunidades campesinas e indígenas aisladas, bajo las aguas, sin recibir ayuda; personas atrapadas en sus casas, en peligro de contaminación y epidemias. Además de pérdidas y daños estimados en más de B/.100 millones.

En la producción agropecuaria, 10 mil hectáreas afectadas y pérdidas importantes en la producción de arroz, plátano, carne de res y pollo. Sin cuantificar aún las pérdidas en viviendas, escuelas, carreteras, acueductos e infraestructuras.

El país observa con asombro y preocupación la magnitud de las inundaciones. Mientras, todos hemos sido afectados por las lluvias, los tranques vehiculares y la falta de agua potable. No es hora de mezquinos protagonismos, ¡es hora de ser solidarios! con las víctimas que sufren esta calamidad, ayudarles a rehacer sus vidas e invertir en la reconstrucción.

Es injustificada porque los demócratas de siempre, que ayer reivindicamos el derecho de oponernos a la reelección del presidente Ernesto Pérez Balladares, de llegar el momento, debemos cumplir el deber de oponernos a la reelección del presidente Martinelli. No importa quién es el Presidente. La misión histórica es evitar perpetuar un sistema político-administrativo presidencialista, que todos los mandatarios electos desde 1990 lo han ejercido en mayor o menor medida, en forma abierta o disimulada. Para nombrar en los más importantes cargos públicos a personas de “su confianza”, para gobernar “cómodamente” y garantizarse un “seguro retiro sin sobresaltos” para disfrutar de sus riquezas.

Por eso concentran el poder, sometiendo a todos los entes fiscalizadores, de contrapeso y control: Asamblea Nacional, Corte Suprema de Justicia,Ministerio Público, Contraloría General y en abril de 2011 a la Defensoría del Pueblo, a las decisiones e intereses del Presidente de la República.

Este es el más grave error, la principal rectificación pendiente del presidente Martinelli y la mayor decepción de quienes lo apoyaron: no cumplir su promesa de un verdadero cambio.

Del ejercicio de una nueva política, decente y docente. Inspirada en el buen ejemplo, la integridad, la transparencia, la competencia y la vocación de servicio. Pues, desde el primer día, ha hecho lo mismo que antes criticaba a sus adversarios y predecesores.

Permitir gestar la reelección presidencial, en la matriz de la actual Constitución, nutrida por el cordón umbilical de un concentrado poder económico y político, es engendrar una dictadura civil.

Es inconveniente, porque ni contribuye a cumplir las promesas ni aporta ningún avance en la solución de los graves problemas del país, que sí interesa a los ciudadanos en materia de seguridad, educación, salud y seguridad social, justicia, disminución del precio de los alimentos, empleo decente y bien remunerado, potenciar nuestra oferta exportadora, turística y marítimo portuaria.

Esto solo es posible con la estabilidad política y la concertación social que fortalezca la democracia, se descentralice el Estado e impulsemos un nuevo modelo de desarrollo, una economía social y ecológica de mercado que logre articular principios éticos, crecimiento económico y responsabilidad ambiental, con distribución de la riqueza, igualdad de oportunidades y justicia social. Muy por el contrario, la reelección presidencial solo será un factor de distracción, desconfianza y confrontación.

Pero, no perdamos el bosque por solo ver el árbol. Estoy seguro de tres hechos evidentes.

Primero, el presidente Martinelli está de acuerdo con la reelección presidencial. Lo demostró en 1998, al apoyar las pretensiones del presidente Pérez Balladares.

Segundo, que para 2014 su primera opción no es Juan Carlos Varela; su mejor opción para su proyecto político de largo plazo es su propia reelección. Y tercero, el presidente Martinelli y su entorno más íntimo saben que la mayoría del pueblo panameño rechaza la reelección presidencial, que las bancadas del PRD y el panameñismo rechazarán esta iniciativa y que, de insistir, provocará la ruptura temprana de la alianza de gobierno. Aún no existen las condiciones ni el momento oportuno.

Esta ha sido una iniciativa de dos diputados que, buscando ganar puntos con el presidente Martinelli, más bien le han hecho un flaco favor.

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<> Este artículo se publicó el 18 de diciembre de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.