El búnker y la paradoja en la conservación del patrimonio

La opinión de…

Orlando Acosta Patiño

La prioridad en la asignación de recursos del Estado para la conservación del patrimonio en beneficio de la Nación y la cultura está llenas de contradicciones.

La noticia reciente que justifica la recuperación del búnker de Quarry Heights en la base del cerro Ancón se ventiló en los medios de comunicación como la estrategia para contar con un sitio para la celebración de las reuniones de Gabinete, en el evento de una catástrofe natural.

El anuncio de esta decisión podría evaluarse entre las acciones de adaptación al cambio climático, como también se puede colocar de manera interesante, y tal vez fortuita, en una oportunidad para la conservación del legado militar norteamericano en Panamá.

El búnker y otras estructuras en la “Zona” se encuentran perdidas, olvidadas, desfiguradas o aprovechadas entre el antiguo Fuerte Amador, Isla Margarita y en Sherman, en Colón. Todas estas fortificaciones fueron la respuesta del Comando Sur para la defensa del Canal de Panamá. Una decisión local, en el contexto de un evento de conflicto internacional como lo fue la Segunda Guerra Mundial.

Las fortificaciones en la Zona del Canal de Panamá fueron en su momento evaluadas por la Autoridad de la Región Interoceánica y designadas como elementos o estructuras que podrían ser articulados en una propuesta de desarrollo, servicios e infraestructura. El legado militar norteamericano y las fortificaciones en Panamá tienen potencial turístico y capacidad de transformarse en riqueza económica, generadoras de empleo y bienestar colectivo. Este mismo potencial también lo tienen los sitios de Patrimonio Mundial como Panamá Viejo, Casco Antiguo, San Lorenzo y Portobelo.

Tenemos que tomar nuestra historia y nuestro legado para finalmente reconocer que el Fuerte San Lorenzo junto con el búnker de Quarry Heights y el resto de las fortificaciones en la antigua Zona del Canal podrían articularse a una red de sitios defensivos de la ruta de tránsito, con una historia continua. Rica y valiosa.

Historia única de 500 años de historia moderna, donde Panamá y el mundo han jugado un papel clave. Desarrollar esta idea sería un legado invaluable para la sociedad panameña, tanto como la construcción de hospitales, escuelas o el Metro para la ciudad.

Mientras recibimos las decisiones sobre la asignación de recursos para habilitar un salón de reuniones antihuracanes, el fuerte San Lorenzo y las fortificaciones de Portobelo se defienden solos contra la inclemencia de trópico y de los siglos. Somos espectadores mudos de su derrumbe a pedazos para desaparecer inexorablemente en el mar que los vio nacer, y para siempre.

La contradicción o paradoja hoy es una oportunidad de descubrir los valores culturales del espacio de tránsito y declarar la protección oficial de las casas de Quarry Heights, por ejemplo.

Es momento de documentar y divulgar información sobre estas casas de madera. Estas casas que aún en pie, son los únicos edificios de madera construidos para concretar la “epopeya americana en el trópico”, el Canal.   No hay más y no hay otras como las de este barrio.

Anunciar el destino de recursos a la recuperación del búnker tendría tal vez la magia que tendría en su tiempo la conservación del laberinto de Cnosos, en la isla de Creta.

Afirmo con este mensaje que Panamá y su gente merecen el objeto y destino de las decisiones de Estado en proyectos de largo alcance y de beneficio colectivo. Acciones y decisiones que apoyen a forjar la mente y el espíritu de los panameños y panameñas. Argumentos para hacer frente a la complejidad de una sociedad globalizada donde la identidad y cultura son importantes.

<> Este artículo se publicó el 1  de octubre  de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos,   lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

La administación del Patrimonio Mundial

La opinión de…

Orlando Acosta Patiño

La última reunión de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación Ciencia y la Cultura, Unesco, sobre la protección del patrimonio cultural tuvo lugar en Brasilia entre el 25 de julio y el 3 de agosto de 2010. Varias conclusiones y recomendaciones fueron vertidas con relación al presente y futuro de los sitios panameños. La realidad se mueve entre el pasado reconocimiento de sus valores universales que llevaron a su inclusión a la categoría de Patrimonio de la Humanidad a la posible consideración para el próximo 2011, a la evaluación de estos a lista de Patrimonio en Peligro.

Las razones de cambio de categoría se colocan, tal como lo expresamos en otros espacios de opinión en la ausencia de una política estatal que logre articular los objetivos de conservación, uso y continuidad de este patrimonio. La meta de lograr subir al tren de desarrollo el patrimonio cultural panameño y dar vigencia a los valores universales que sustentaron su declaratoria es imperativa.

Es urgente detener el proceso de abandono, deterioro y riesgo de desaparición al cual estamos siendo espectadores. San Lorenzo, Portobelo, el Casco Viejo y Panamá Viejo están en riesgo de desaparecer. El informe preliminar del encuentro en Brasilia identifica la falta de claridad en la definición de una política nacional de preservación de las los bienes panameños bajo categoría de Patrimonio de la Humanidad como elemento que amenaza su continuidad y que destina su desaparición. La ausencia de esta política se refleja en la falta de una acción de planeamiento y administración coherente y sistemática de los conjuntos de Portobelo y el Fuerte San Lorenzo Real de Chagre. La condición de ruina, deterioro natural y de origen antropogénico es su presente y su futuro inmediato no es promisorio.

Para los sitios en el Caribe panameño, el descontrolado desarrollo urbano y presiones del turismo son parte del problema. La ausencia de intervenciones regulares y sistemáticas, el abandono y falta de mantenimiento y el resultado de actividades humanas sin control comprometen la integridad y autenticidad de estas estructuras. Por otro lado, la actividad turística desarticulada, sin planeamiento y desvinculada con el desarrollo local es otra de las amenazas que se ciernen sobre estas estructuras que son referencia para entender el proceso de conquista y colonización del continente americano y que se erigen como piezas clave para interpretar el pasado y visualizar a Panamá como sitio de tránsito. El deterioro del Casco Viejo amenaza los valores patrimoniales.

El conflicto de intereses entre los actores, identificados en la especulación inmobiliaria, y los procesos crecientes de “gentrificación” son evidentes en el barrio. La limitada capacidad de mantenimiento y rehabilitación del parque eticado y la falta de una política de mantenimiento y conservación de los edificios, junto con la demolición de edificaciones emblemáticss (Hotel Central), además del desplazamiento de sus habitantes originales es otra de las situaciones. El no evaluado impacto de los recientes proyectos urbanos viales (extensión de la cinta costera) son amenazas reales y sin control que atentan con la continuidad del Casco Viejo. Estamos ante una de las realidades donde la ausencia de una política clara de conservación liderada por una organización débil del Estado nos arrebata uno de los sitios excepcionales que cuenta del devenir histórico de América.

De manera contraria, el sitio de Panamá Viejo se encuentra trabajando con eficiencia y compromiso. No lo digo yo, lo afirma el reporte de la reunión. El desarrollo de facilidades interpretativas, las acciones de detener la densificación por torres de apartamentos en los límites de su área de amortiguamiento son valoradas como expresión de un interés de conservar el carácter y sus condiciones de unicidad.

No todo es bueno para Panamá Viejo. Persiste la amenaza de la vía Cincuentenario cuyas alternativas de relocalización aún no han tenido asignación de fondos de inversión del Estado. No se precisan itinerarios claros sobre cuándo este problema será abordado. Finalmente y como pronóstico del Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco, la condición de Patrimonio Mundial de las propiedades panameñas será considerada en una lista de patrimonio en peligro si para el 2011 el contexto de política de administración, conservación del patrimonio panameño no sea redefinida. No son buenas noticias. Parece que se repite el grito que se pregonaba en el siglo antepasado: el que quiera venir a Panamá, que venga porque se acaba.

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Este artículo se publicó el 12 de agosto de 2010  en el diario La Prensa,  a quienes damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

¿Quién le pide la renuncia a quien?

La opinión de…

Orlando Acosta Patiño   

La reciente noticia que anuncia la solicitud de renuncia por parte del Ejecutivo al alcalde del Municipio de Panamá puede ser considerada como otra aberración administrativa que toma visos escandalosos y parece que anuncia en cartelera el período más oscuro para la democracia y la institucionalidad en la historia de la sociedad panameña. No te pierdas este estreno.

Ya la Alcaldía de Colón fue impactada por una acción del Ejecutivo cuando la Gobernación de la provincia removió, con una resolución, al alcalde. ¿Vale más la firma de un Gobernador que los miles de votos de nuestros ciudadanos?   ¿Es la elección de las autoridades por voto popular un ejercicio democrático? ¿Estamos hablando de la misma metodología que llevó al Presidente de este país al solio presidencial?   ¿Qué diferencia tienen los votos de los colonenses a los votos del resto de los ciudadanos? ¿Qué clase de democracia estamos construyendo en este país? ¿Estamos claros cuál es el mensaje que nos envía el Sr. Presidente?

Los tiempos de dictadura militar de la década de 1970 será un vago recuerdo ante el legado que nos dejará el esfuerzo poco transparente e irrespetuoso de construir un Panamá mejor.

Para entonces, y como siempre, el eslogan del gobierno quedará en la memoria como otro hueco más, como el vacío que nos dejó el paso demoledor de la patria nueva.

Volviendo al tema de la solicitud de la renuncia del alcalde de la comuna capital, veamos que el fútil argumento es una ciudad sucia. Creo que la suciedad va más allá de Calidonia y Juan Díaz. Yo, también, la siento en el predio del hemiciclo legislativo entre los honorables y también electas autoridades.

Es este mismo grupo llamado “el legislativo”, quienes en su momento avalaron sin justificación y amparados, bajo otra aberración legislativa, el reconocimiento de la doble nacionalidad del señor alcalde.

En esa misma circunstancia mostraron sus colores verdaderos y no actuaron con respeto y abandonaron, sin dudar, el honor y la gala del honor democrático que los llevó a ocupar ese sitio en nuestra sociedad.   El hedor no está en la basura, sino está en la abandonada ética de los políticos de este país. Ciudadano, por favor, recuerda.

No tengo la menor duda de que ahora también realicen los honorables otro numerito de artilugio o magia legislativa y esta vez nos preparen no un chorizo grasiento, al estilo ambiental, sino un indigesto plato con visos de full inconstitucionalidad y sazonado otra vez más con el ingrediente antidemocrático y favorito de inconstitucionales, para complacer al Ejecutivo y deleitar su paladar con otro plato con el mismo aroma y sazón al que ya se está acostumbrando.

Otra receta del libro oscuro de la cocina antidemocrática e inconstitucionalidad que edita el grupo de la política panameña. Estamos viviendo un periodo de violación de la institucionalidad del Estado.   Estamos transitando por veredas peligrosas que atentan contra los esfuerzos, a sangre y recursos, que ha costado construir Panamá, como sociedad democrática.

Estoy preocupado. ¿Te preocupa a ti? Panameño, al momento en que los proyectos mineros comiencen a anunciar pobreza y deterioro ambiental y la pérdida de nuestra biodiversidad, cuando el metro de Panamá, el relleno de Barraza y la construcción del Centro de Convenciones nos dejen sin mejoría de ciudad y la estela de riqueza desmedida por especulación de la tierra urbana nos deje sin aliento para subir a los vagones del progreso, ¿será entonces que reaccionaremos?

Cuando veamos las arcas y el patrimonio panameño en la bancarrota, tal vez sea tarde y nos demos cuenta de que nos dejamos robar nuestro patrimonio natural, social, financiero y económico por el autoritarismo democrático.

Nos daremos cuenta de que el bienestar colectivo no fue el móvil que dirigió nuestro país y seremos testigos, extemporáneos, de que la participación ciudadana fue otra quimera electoral y difícil de lograr.

Todo esto será parte del sueño que durmió en otra cama. Pesadilla que perseguirá a generaciones de panameños.

Seremos testigos de que el interés particular y la ignorancia nos dejan una herencia de Estado medieval que nos desvió de la oportunidad de consolidar la gestión ambiental y el fortalecimiento de la democracia por las veredas de un Estado moderno.

Entonces, ¿de quién será la responsabilidad de estos resultados? ¿Quién les pedirá la renuncia a los honorables diputados o al Presidente de esta República?

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Este artículo se publicó el 14 de julio de 2010  en el diario La Prensa,  a quienes damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Con una mezcla de asombro y extrañeza


Con una mezcla de asombro y extrañeza

Orlando Acosta Patiño

He leído con asombro la siguiente nota: “Los museos que pertenecen al Instituto Nacional de Cultura (Inac) mantendrán las puertas abiertas a sus visitantes todos los días, a partir de este fin de semana, confirmó un vocero de esa entidad”. La Prensa, 8 de agosto de 2009.

El 24 de julio de este año invité a unos amigos sevillanos al Museo del Canal Interoceánico para hacerles una visita personal y guiada.  Me llevé la agria sorpresa de encontrar el museo cerrado en la tarde, sin aviso y sin explicaciones.  En la puerta había un papel pegado: “El Museo del Canal cierra a partir de las 3:00 p.m. Por un evento especial”.  El guardia de seguridad me impidió el acceso y no pudo darme explicaciones. Entendí el mensaje y también la incapacidad del guardia en extenderse y darme explicaciones. Abandoné el atrio del edificio y me senté en la plaza a reflexionar sobre la situación.

Desde el interior del edificio del museo salió un camarógrafo acompañado de un periodista de SERTV quienes fueron citados el mismo día para la cobertura de la “Noche en el Museo”. En la plaza y a través de ellos me enteré de qué iba la historia. Los niños y otros actores que representarían los personajes de la “Noche en el Museo” preparaban vestuarios y maquillaje para la noche…. ¡ Vaya excusa para el cierre de una infraestructura cultural del carácter del Museo del Canal Interoceánico!

Volviendo a la cita que abre el artículo, me hago reflexiones. La primera es que se merece felicitar al Inac por la decisión de extender los horarios de los museos que administran y al permitir entonces a más panameños y visitantes la oportunidad de conocer, apreciar y valorar los temas que nos acercan a sentirnos más panameños.  Me preocupa el problema presupuestario para hacer que todos los museos del país, aquellos que administra el Inac, funcionen con ese horario.  Esta última decisión merece no solo un incremento en el presupuesto para la operación de los museos nacionales, sino también la colocación de importantes recursos para renovar, innovar y crear nuevas exhibiciones.  El mantenimiento de las exhibiciones y de las mismas estructuras que albergan algunos de los museos del Inac urge atención.

La administración central de los museos y la posibilidad de su autogestión es un tema bajo el debate hace años en nuestra sociedad. Por otro lado tenemos entonces que otros novedosos y cacareados esquemas locales para administrar los museos como es el caso del Museo del Canal Interoceánico, tampoco parecen funcionar.

El cierre el Museo del Canal Interoceánico la tarde del 27 de julio merece no una felicitación, sino un llamado de atención. El cierre de una infraestructura cultural del carácter de este, que además es subsidiada con fondos de la Autoridad del Canal de Panamá merece atención.

Ahora se dirá que no estoy de acuerdo en la celebración de actividades en el Museo, pero en otro contexto preguntaría: ¿Encontrarías en tu primera visita en Madrid el Museo del Prado cerrado por los preparativos de una actividad? Creo que no. Estoy de acuerdo con que los museos programen actividades culturales fuera de las vitrinas, escaparates o exhibiciones, pero estas podrían celebrarse sin interferir en los horarios regulares y sin perjuicio para propios y extraños.

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Publicado el 8 de agosto de 2009 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

San Felipe – Patrimonio de la Humanidad

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San Felipe – Patrimonio de la Humanidad

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Orlando Acosta Patiño

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Hacen algunos años en esta misma página de opinión advertí sobre el futuro del centro histórico de Panamá y el efecto de la presión de la especulación inmobiliaria sobre su conservación.

A finales de la década de los ochenta, ya existían personas y empresas interesadas en acumular propiedades en San Felipe. La compra y venta de edificios en San Felipe desató un apetito voraz entre agentes del mercado.  La variopinta de los inversionistas fue desde compradores particulares, que algunos detentan más de veinte propiedades dentro de los muros de la ciudad, otros grupos más suspicaces se disfrazaron bajo ropas de la sociedad civil en defensa del patrimonio, para luego transformarse en empresas y agentes inmobiliarios representados por empresas restauradoras que se han enriquecido sin control en la dizque restauración y posterior venta de las propiedades.

¿Conflicto de intereses? En ese momento me tildaron de inadaptado y junto conmigo otro grupo de personas fue excluido de la discusión.

Lo que ayer compraron por algunos dólares hoy se multiplican en miles. Habrá que hablar también de la apropiación privada de esos mismos agentes de la inversión estatal en infraestructura (calles, aceras, luminarias, etc.) de la cual ninguno de los mecanismos del mercado ha tratado de revertir a mejorar las condiciones e infraestructura social del barrio. San Felipe va por el camino de la exclusividad residencial sin equipamiento ni servicios sociales para la gente que requiere una atención del Estado.

La condición del Patrimonio de la Humanidad en los predios del Casco Viejo de la ciudad de Panamá tiene una imagen de deterioro, decadencia y transformación que va desde la ruina permanente de edificios en espera de mayor lucro a intervenciones mal diseñadas.

El objetivo del que nadie habla es el de multiplicar los ingresos ya exagerados de los especuladores, lo que se ha traducido en trasgresiones a la norma de pisos y al aumento de los pisos y niveles de las originales estructuras.

El hoy discutido PH Independencia es el vivo reflejo de lo que digo. De esta dinámica no se salva ninguno de los agentes que hoy promueven la mal llamada restauración del Casco Viejo. Vale la pena advertir que el Estado es el único que no ha violentado alturas ni los criterios arquitectónicos. Buenos ejemplos vemos en el proceso que tiene lugar en Avenida A, entre calle 12 y la Plaza Herrera. Las intervenciones han tenido un objetivo social que ha sabido conjugar el criterio arquitectónico y urbanístico. El resto de intervenciones privadas juega al fachadismo con resultados fatales para el patrimonio. El Hotel Central es un patético ejemplo de ello.

¿Qué ha sucedido con las normas y los procesos? ¿Son ellas diseñadas para regular el mercado inmobiliario y detener el apetito de lucro de los inversionistas, empresarios y defensores del patrimonio? Creo que esta pregunta nadie la ha planteado, puesto que representa poner en evidencia la hipocresía social con relación a los verdaderos intereses en la continuidad y conservación del patrimonio panameño. Los dizque defensores del patrimonio abogan por los procesos liderados por el Estado, siendo ellos mismos los que han promovido sistemáticamente la violación de la norma con recursos y recovecos que la misma legislación permite, y que por la misma razón así fue diseñada. Lucro privado y sin control es el objetivo final.

La continuidad y conservación de patrimonio histórico y del Casco Viejo de la ciudad de Panamá merece una mayor discusión, que ponga un alto a los voraces apetitos de los inversionistas y promotores privados y provoque una puesta en valor del patrimonio con un sentido social.

Urge una discusión profunda que traiga al tapete los reales intereses de la nación y no el bolsillo y lucro personal con relación a la conservación del mal cacareado Patrimonio de la Humanidad. Pregunto con tristeza: ¿Cuándo se iniciará este proceso?

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Publicado el 30 de julio de 2009 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.