Un cambio que debemos combatir
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Raisa Banfield – Arquitecta, Directora del CIAM-Panama, Escritora…
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“Su Planeta lo Necesita a Usted-Unidos para Combatir el Cambio Climático”, es el lema que este año la ONU ha establecido para mover la conciencia de la humanidad en la celebración del Día Mundial del Ambiente, hoy.
Cada 5 de junio nos preguntamos: ¿Tenemos motivos para celebrar o para preocuparnos? Definitivamente siempre es una oportunidad para celebrar la vida y recordar que tenemos el privilegio de vivir rodeados de recursos naturales, que además de sostenernos, enriquecen nuestro espíritu y despejan nuestra mente, susceptible a sucumbir en medio de la selva de concreto, ruido y contaminación a la que la vida moderna la somete día a día.
Todos compartimos responsabilidades en el proceso de combatir, si es que se puede combatir de alguna manera, el cambio climático; desde la ya conocida tarea de cambiar focos incandescentes por fluorescentes, disminuir nuestros deshechos, reutilizar todo lo que se pueda, caminar más, etc.; hasta las tan sonadas políticas de Estado, pasando por la responsabilidad social empresarial, tan de moda en estos tiempos.
Pero vamos a hilar fino estas responsabilidades. En el tema energético, el Gobierno no puede seguir exigiendo al usuario “sacrificios” mientras no establece regulaciones en la exagerada demanda de una urbe que consume el 62% de la energía que se produce en el país; se hace necesario el sacrificio también de quien, por acaparar la atención y los premios de arquitectura, diseña los edificios más ineficientes y despilfarradores, porque no será quien tiene que preocuparse del río que se represe para satisfacer su caprichoso proyecto.
Ni hablar de las inundaciones que se dan con la intensificación de la temporada lluviosa. Como siempre, según las versiones oficiales, los únicos responsables son los que tiran la basura al río. Parcialmente cierto, la otra parte de la responsabilidad la llevan los desarrollistas que rellenan humedales y manglares, desvían ríos y los canalizan parcialmente, para construir urbanizaciones, a costa de crear con estos grandes rellenos diques que hacen que las aguas -que naturalmente eran absorbidas por estos ecosistemas- regresen a las áreas pobladas. Esto sin mencionar a los funcionarios en el MIVI que, con la aprobación de cambios de usos de suelo -sin estudio ni planificación- avalan estas afectaciones graves para la vida y el ambiente.
Lo cierto es que cada acontecer de la vida nacional en la producción, los servicios, las inversiones en general, tiene un componente ambiental importante. Su buena gestión va a depender de quien consume y exige estándares ecológicamente correctos, quien los genera con la responsabilidad que amerita la situación ambiental, y que las autoridades que normen exijan e incentiven iniciativas económicas que favorezcan el buen desarrollo y no el despilfarro que nos ahoga.
La tarea está ahora en manos del nuevo gobierno. Esperemos que el señor Martinelli, quien dijo en diversas ocasiones que tiene “un gran interés por el ambiente”, empiece por casa: En sus supermercados, las bolsas reutilizables; sus mataderos, modelo de producción más limpia; y por supuesto, que la promesa de que lo ambiental se convierta en el eje transversal de su política de Estado, no quede en promesa.
Solamente si cada uno asume con conciencia responsabilidades, podremos empezar a contrarrestar los efectos del cambio climático.
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Publicado el 5 de junio de 2009 en el diario El Panamá América
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