El deporte y el atleta en Panamá

La opinión de…

Jesús M. Ozores-Cruz

Mi motivación por el deporte es compartida por muchos. En mi país natal, Puerto Rico, el béisbol es el rey de los deportes. Las luminarias del béisbol sirven de ejemplo para nuestra juventud. Recientemente participé en el evento “Los Inmortales del Béisbol”, organizado por los hermanos Noriega, quienes coordinaron la llegada a Panamá de grandes luminarias del béisbol, entre ellas: Orlando Peruchin Cepeda, Atanasio Tany Pérez, Juan Marichal, y la familia del astro boricua Roberto Clemente, representada por su esposa, Vera Cristina Zavala de Clemente y su hijo mayor, Luis Roberto Clemente.

Todas estas luminarias fueron elegidas al pabellón de la fama del mejor béisbol de mundo en Cooperstown, Nueva York. Como si esto fuera poco, las estrellas David Concepción (Venezuela) y Héctor López (Panamá) se sumaron a la celebración.

Este no fue un evento normal, fue extraordinario. Recuerdo que en todo el tiempo que llevo de cubrir deportes, que es mucho, nunca había experimentado tal conglomeración de estrellas juntas en un país de Latinoamérica. Como si fuera poco, a este evento se sumaron las glorias del boxeo y campeones mundiales, Roberto Manos de Piedra Durán e Ismael Laguna.

Orlando Cepeda, Juan Marichal y la Sra. Clemente se quedaron sorprendidos por la hospitalidad de los organizadores del evento, y mucho más impactados por la cantidad de talento humano deportivo que existe en esta tierra. Todos coincidieron que se debe apoyar y fomentar el deporte a todos los niveles. Los conocedores deben ser involucrados en este proceso y reducir al máximo los sacrificios de nuestros atletas élites, para que se puedan concentrar en el deporte, pues ellos son los protagonistas.

El atleta de Panamá es de los mejores del mundo. Me consta. A pesar de esto, son víctimas de los pobres manejos por parte de aquellos que saben mucho de deportes, pero nunca han jugado ni bolita y hoyo. ¿Cómo es posible que los atletas que representan a este país en competencias internacionales, cuando regresan se enteran que los despidieron de sus empleos por representar a su patria? Esto es inconcebible.

En mi país, los atletas élites que le dan gloria a la patria son protegidos por las leyes y cuando regresan de representarnos, las empresas, tanto de gobierno como privadas, se regocijan de verlos llegar a sus puestos de trabajo. Aquí es lo contrario. Vemos a los atletas conduciendo taxi, organizando rifas, comiendo empanadas y tomando “chicha” cuando es por todos conocido que el atleta necesita una buena remuneración y alimentación para respaldar su rendimiento. Vemos a otros haciendo malabares para llevar el pan a sus familias y me pregunto, ¿hasta cuándo?

Los resultados hablan por sí solos. No podemos esperar triunfos ni medallas sin apoyar a nuestros atletas. Recuerdo, con gran alegría, el momento en que Irving Saladino colmó de gloria a Panamá con su triunfo o cuando Roberto Durán e Ismael Laguna llenaban de alegría a su país con sus logros. Quién no recuerda las hazañas del amigo de Roberto Clemente en el equipo de los Piratas del Pittsburg, o a don Manuel Manny Sanguillén, Ben Oglivie, Omar Moreno, Roberto Kelly, Ramiro Mendoza y, los más grandes del momento, Carlos Ruiz, Carlos Lee y el fenómeno de Latinoamérica, Mariano Rivera.

Es mi gran anhelo vivir la emoción el día que elijan a Mariano Rivera al Salón de la Fama, por voto unánime, para así estar al lado del inmortal Rod Carew. El día de su inducción al Salón de la Fama, debe de declararse “Día de orgullo nacional” en todo el país y botar la casa por la ventana.

Ese día debe estar presente en Cooperstown, Nueva York, la representación de Panamá, encabezada por Roberto Durán e Ismael Laguna, Carlos Lee, Carlos Ruiz, Ramiro Mendoza, Roberto Kelly, Omar Moreno, Manny Sanguillén y el Sr. Rod Carew para ponerle el saco amarillo que identifica a los miembros del Salón de la Fama. Me gustaría ver también a Rubén Blades cantando el himno nacional. Todos unidos para decirle al mundo que estamos aquí, que seguiremos estando, trabajando con excelencia en todo y unidos como pueblo, como dice el famoso cantautor de Panamá, mi amigo, Rubén Blades, en su canción, “Una raza unida, la que Bolívar soñó”.

<> Este artículo se publicó el 22 de septiembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos,   lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

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