¿Validez del censo?

La opinión del Analista Político…..

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JUAN JOSÉ AMADO III

El informe de la Contraloría correspondiente al Censo de mayo del 2000, establece lo siguiente: “De acuerdo a los resultados del último Censo de Población y Vivienda (Mayo 2000) se puede señalar que nuestro país ha pasado de un crecimiento alto (registrando una tasa de 3.17 entre 1911 y 1920) a un crecimiento más lento (registrando una tasa anual de crecimiento promedio de 2.00 entre 1990 y el 2000); situación que según las estimaciones se mantendrá durante los próximos 25 años, como consecuencia directa de la disminución de la fecundidad a nivel nacional”.

En el mismo informe se agrega: “ La población de Panamá pasó durante la última década de 2,329,329 a 2,839,177 personas, lo que representa un incremento poblacional en diez años de 509,848 personas ”. Esta cifra refleja la tasa de crecimiento estimada por Estadística y Censo de 2.00, resultando en un aumento aproximado de 20%.

Los medios locales informan que según la Contraloría, la población aumentó en 346,985 personas en el Censo recién llevado a cabo y que corresponde al año 2010. Esta cifra refleja una marcada disminución porcentual con el censo del año 2000. Es contradictorio que con un mayor número de habitantes, el crecimiento de la población disminuyó comparativamente en 162,863. Esto a todas luces es ilógico y no responde a las propias proyecciones de la Contraloría.

Sobre la base del resultado del Censo del año 2000, que determinó una población de 2,839,177 y el crecimiento poblacional de 2.00 para esos 10 años, el resultado del censo del año 2010 debió ascender a una población de 3,460,000 aproximadamente, lo que reflejaría un aumento de 620,000 personas.

Recomendamos que la Contraloría, por medio de la Dirección de Estadística y Censo, revise cuidadosamente las cifras o los procedimientos utilizados en sus cómputos para definir mejor el resultado del Censo recién efectuado.

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Este artículo se publicó el 26   de mayo de 2010 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Por la consolidación de nuestro partido

La opinión de…..

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JUAN JOSÉ AMADO III

Lo prioritario en la agenda del Partido Revolucionario Democrático (PRD) es su unidad, y por ende su sobrevivencia. Pero se trata de una condición que, a nuestro criterio, depende de la voluntad determinante de sus miembros y de la actitud de los líderes naturales en cada región, de velar más por los intereses del colectivo, que por las expectativas electoreras del futuro.

Los acontecimientos de mayo de 2009 solo fueron la expresión de un proceso de descomposición en que se había sumido el partido años atrás, donde el debate depurado, crítico y constructivo entró en una fase marginal. El PRD fue seriamente afectado por el comportamiento clientelista y de cacicazgo, lo que en otros tiempos había caracterizado a los partidos tradicionales.

La realidad de hoy reclama, para su sobrevivencia, un PRD que se renueve y estamos en capacidad de hacerlo. Un PRD que se levante de su inercia y se reconstruya, sobre la base de una crítica firme que dé paso a la institucionalidad del partido. Para consolidar estos objetivos y conscientes de que, frente al próximo calendario electoral, el tiempo se constituye en un enemigo adicional, es mandatorio atender el deseo de nuestra membresía y designar la dirección permanente del partido, como un auténtico reflejo del espíritu que motivó la renuncia del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y el establecimiento de una dirección transitoria. Para ello, sometemos respetuosamente las siguientes consideraciones:

A. Se hace impostergable convocar un Directorio Nacional, para que el mismo se desarrolle a mediados del presenta año, con el fin de analizar las propuestas del cambio estatutario y convocar el Congreso que ha de formalizar los referidos cambios, antes de finalizar el año en curso. Este Congreso deberá establecer la fecha correspondiente para llevar a cabo el Congreso que designará el nuevo CEN y las estructuras de mando que se estimen conveniente, previendo la convocatoria para el segundo Congreso en los primeros meses del año 2011.

B. Frente a las experiencias compartidas de los últimos años, el desarrollo de las primarias del año 2008 y de la contienda electoral de mayo de 2009, es conveniente que el cambio estatutario contemple, como garantía absoluta de equidad y de igualdad de oportunidades, las siguientes normas en lo referente a la alta dirección del Partido.

1. Con el fin de preservar la institucionalidad, ningún miembro del colectivo con aspiraciones de candidaturas electorales, ya sea para presidente, diputado, alcalde o representante debe integrar el próximo CEN. Todos los que integren dicho Comité, deben estar al servicio del Partido y no de candidatos particulares. La alta dirección del Partido no puede, ni debe, parcializarse.

2. La histórica tendencia de los precandidatos del Partido, de proyectarse como miembros de CEN para fortalecer sus opciones de respaldo popular, los convierte en “ Juez y Parte ” y ha demostrado ser un proceso obstaculizante en la consolidación y en la unificación del partido, incidiendo además como proceso agotador de los recursos económicos de los precandidatos. Por ello la aspiración electoral de los precandidatos debe estar alejada de la integración del Comité Ejecutivo Nacional.

3. El nuevo CEN deberá procurar que la reorganización del partido se fundamente en garantizar una participación amplia y decidida de todos sus miembros a las estructuras de mando y a la ejecución de las acciones de integración del colectivo sobre la política partidaria y sobre realidad nacional. Las bases del partido tienen mucho que decir y en ese debate debe descansar su propia sostenibilidad.

4. De igual forma el CEN promoverá las acciones del caso para procurar los recursos financieros necesarios que le permitan al colectivo desarrollar sus políticas partidarias, con independencia de los subsidios establecidos por las norma vigentes del Tribunal Electoral. Las finanzas del partido deben reconstruirse y administrarse separadamente a las campañas políticas y de los recursos de los candidatos.

5. El CEN deberá someter a la consideración de su membresía los informes completos relacionados a las finanzas del colectivo, incluyendo las donaciones y aportaciones que reciba. Dicho informe será publicado de tal suerte que todos los miembros del partido tengan pleno conocimiento del mismo.

6. En su debido momento, pero sin dilataciones, el partido debe examinar, en un debate franco y abierto, las causas de la derrota en las elecciones de mayo de 2009. Es un hecho que tras acontecimientos como estos, el PRD, poco o nada ha hecho por examinar a fondo los temas cruciales para no incurrir con los mismos errores en las elecciones próximas de 2014. Los miembros del partido deben respaldar, con ese fin, todos los esfuerzos que se hagan en este sentido.

7. El CEN deberá promover y suscribir un acuerdo y un compromiso formal de respeto a las decisiones institucionales del partido en las próximas primarias, entre precandidatos y tenencias. El partido no debe estar sometido a las influencias o posiciones caprichosas de aspiraciones electoreras. Las decisiones del colectivo serán respetada por todos, como un compromiso público, que permita a la ciudadanía y a la membresía del partido juzgar las actuaciones de sus miembros, y en cualquier caso tomar decisiones irrevocables.

8. El CEN debe ser garante del comportamiento ético de los candidatos, quienes a su vez deben procurar el desarrollo de sus actividades promocionales de candidaturas alejadas de acciones ofensivas a la dignidad y honra de sus adversarios políticos.

Reconocemos la gestión realizada por el CEN Transitorio, esta labor merece toda nuestra consideración. La mejor opción para Panamá y los panameños en las elecciones del año 2014 está en nuestras manos. El no conquistarla se constituiría en una irresponsabilidad patriótica inexcusable.

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Este artículo se publicó el 20   de mayo de 2010 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Rescatar al Partido, renovar su militancia

La opinión de…..

JUAN JOSÉ AMADO III

Como nunca antes en su historia, el Partido Revolucionario Democrático atraviesa por su peor crisis. No hay, en todo el país, un solo miembro de nuestras filas que no comparta este criterio, que no esté lleno de preocupación y que no exija propuestas concretas para superar esta etapa. Reconocerla, sin embargo, es ya un paso adelante, porque como decía nuestro General Omar Torrijos, “más vale un centímetro de avance en la línea correcta, que miles en la dirección equivocada”.

En escritos anteriores he abogado por la unidad del partido como mecanismo salvador, pero no se debe ignorar que cualquier propuesta unitaria o salvadora pasa por un examen pormenorizado y acucioso de las causas que nos han llevado hasta donde estamos, la distribución correspondiente de responsabilidades y ante todo la distinción de las sumas de voluntades que deben colocar el partido por encima de intereses individuales y mezquinos. Y lo digo así porque nuestra historia más reciente revela que hay quienes han colocado por encima del partido, de su historia y de los ejemplos de su fundador, sus intereses particulares.

La crisis actual arranca en la forma elitista como se ha dirigido el partido desde la segunda mitad de los años noventa, anulando el debate creativo, autocrítico, que caracterizó al PRD desde su fundación. Fue esa discusión permanente, la docencia que nos enseñó Omar, lo que llevó al PRD a ser la vanguardia del pensamiento más progresista del país. Y fue precisamente esa enseñanza la que dejamos en el camino; de colectivo militante el PRD se transformó en una masa inmóvil detrás de dirigencias que se empeñaron en anular los aportes de los frentes sectoriales del Consejo Directivo Nacional y de los organismos de base.

Debemos admitir que las heridas internas infringidas al partido han sido más letales que las asestadas por el adversario; admitir igualmente que la victoria de los rivales sólo fue posible verbigracia esa fragmentación interna que tuvo su génesis en las acciones de aquellos que solo hicieron valer sus afanes personales y no los del colectivo.

Durante toda nuestra historia, las rivalidades fueron episódicas, y una vez transcurrían, todo el partido se alineaba detrás de los ganadores. Esta vez no solo no fue así, sino que contra la decisión del PRD de apoyar las diversas candidaturas, se conspiró abiertamente con más saña que la del propio adversario, al extremo de pasar hoy por el trauma que analizamos.

Yo insisto en que la unidad del partido es la única salida a la crisis, pero una unidad militante que le devuelva a los frentes sectoriales su beligerancia, que nadie se abrogue, como en el pasado, la designación de a dedo de los dirigentes; eso no fue lo que enseñó Omar.

El nuevo Comité Ejecutivo Nacional (CEN) que asuma la responsabilidad de dirigir los destinos del PRD, tiene que ser a condición de que reactive los frentes sectoriales, incorpore al debate a los militantes que cuentan con representación popular en Órganos del Estado; que se denuncie la actividad sediciosa de quienes creen que van a doblegar al partido a punta de dinero y de publicidad, o de aquellos que podrían estar viendo esos puestos de elección como parte de su inversión personal, y no como parte de la estrategia partidaria. Que la elección de este nuevo CEN tiene que estar condicionada y comprometida a una amplia y extensa discusión con las bases del PRD en todo el país. Sé por experiencia personal que los perredistas a nivel nacional tienen muchas cosas que decir, y el partido las tiene que escuchar.

El PRD no puede pasar de vanguardia histórica que forjó el Estado Nacional de Panamá, a potrero de los que creen que este partido se mueve a base de compra y venta de votos. Eso no se puede permitir.

Los perredistas no podemos aceptar que el pueblo panameño se quede sin partido, hay que devolvérselo, aunque ello implique depurar sus filas de quienes han contravenido el torrijismo.

No somos la ruma de truhanes que nos achacan los detractores, ni hijos de una supuesta dictadura, somos orgullosamente, la suma de sacrificios y de luchas que le devolvieron a Panamá su soberanía y su orgullo nacional.

Hago este llamado desde la autoridad que me asiste ser militante de las filas desde que en 1968 Omar Torrijos convocó a la nación para que se reconociera a sí misma, y desde las jornadas autocríticas que nos permitieron admitir la urgencia de que nuestra sociedad caminara por derroteros democráticos, y no por la autocracia que nos caracterizó a finales de los años ochenta.

Es hora de que los torrijistas nos sentemos a mirar con la pasión que nos ha caracterizado este minuto crucial, que reactivemos nuestras filas, que exijamos una disculpa pública a los candidatos de las pasadas elecciones por todo lo que se actuó en su contra, porque todo lo que se hizo dentro del partido contra ellos, actuó contra el propio partido.

Las muchas jornadas que he vivido en el PRD me hacen afirmar que el infantilismo y el oportunismo político deben quedar atrás, que las ambiciones personales que están por encima del partido deben ser denunciadas y depuradas, porque si en algo ha sido afectado el PRD en sus últimas jornadas es en su credibilidad, y recuperarla no se puede negociar.

El próximo CEN debe encabezar una gran jornada nacional de consulta y discusión, y de reestructuración de los órganos de dirección; una jornada de debates francos y abiertos que coloque al PRD en condiciones de enfrentar el autoritarismo y la demagogia del actual gobierno.

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Este artículo se publicó el 8 de abril de 2010 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

“Nuestro partido no tiene dueño”

La opinión de……

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JUAN JOSÉ AMADO III

Nadie puede, ni debe, asumir la vocería del partido en tanto los objetivos y sus conclusiones no sean producto del resultado de un debate amplio con las bases y con los frentes sectoriales, para que las mismas reflejen la posición política del sentir mayoritario de la organización.

Esa práctica, de decisiones de cúpulas, que han asumido algunos dirigentes del PRD, es la que nos mantiene en ese estado de incertidumbre y malestar que prevalece en el partido desde las elecciones del 2009. Apreciamos con gran preocupación que sectores del partido pretenden aprovechar un institucionalismo inmovilizador para proponer estrategias sin paternidad, otorgándose un poder como producto de la actual situación interna en el PRD.

El actual Comité Ejecutivo Nacional fue escogido, como acción transitoria, para resolver una situación coyuntural de la crisis heredada por los comicios electorales recién pasados, pero el mismo está reflejando ahora una aspiración a permanencia, sin haber respondido a las condiciones claramente establecidas por el Directorio Nacional del partido.   El análisis conclusivo de las causas de la derrota, las correspondientes responsabilidades por este resultado y la veracidad de los rumores que afectan la sensibilidad de nuestra membresía, son algunas de las tareas inmediatas por atender.

Ese inmovilismo es el que le hace juego al actual gobierno, y el PRD en lugar de ser un frente que interprete adecuadamente lo que está sucediendo en el pueblo, se ha convertido en un ente anodino, sin protagonismo efectivo, ni para resolver sus propias crisis, y menos para jugar el papel más importante en el acontecer nacional.

Frente a la actual situación, el PRD debe establecer y mantener una permanente convocatoria de sus bases y de sus frentes, debatiendo la situación nacional y la propia realidad del partido, para poder jugar con una mayor estelaridad en la situación actual del país.

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Publicado el 28 de febrero de 2010 en el Diario La Estrella de Panamá a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

La unidad del partido

La opinión del Empresario…..

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Juan José Amado III

Los resultados electorales de 2009, los posteriores enfrentamientos entre grupos y la ofensiva del gobierno contra el PRD, configuran el duro momento por el que atraviesa el Partido Revolucionario Democrático.

Los tres hechos apuntan hacia un solo objetivo: la destrucción del Partido que fundó Omar Torrijos, perspectiva lamentable después de haber hecho aportes tan consistentes a la consolidación del Estado panameño.

No hay nada negativo en reconocer la situación. Lo que verdaderamente importante es realizar un balance de antecedentes, proyecciones y prioridades que nos permitan enrumbar al colectivo Torrijista.

Seguramente que la gran mayoría de perredistas coincidiremos que detrás de la derrota de mayo 2009 existieron un sinnúmero de costosos errores, que hoy se expresan en un fraccionamiento interno y la pérdida de beligerancia en la escena política nacional.

Y no se trata de destacar tan sólo la ofensiva que contra el PRD han desatado sus enemigos jurados; tampoco de las tradicionales inculpaciones que colocan las rivalidades personales o de grupos por encima de los objetivos estratégicos o de las tareas urgentes.

Los Perredistas debemos saber que la tarea primordial de hoy es recomponer el Partido que heredamos de Torrijos y apoyarnos en los factores unitarios mínimos que permitan adelantar debates constructivos, solidarios y unitarios. Salvar al Partido es la tarea número uno de todo buen Torrijista, sin que ello signifique soslayar responsabilidades.

De lo que se trata es de saber qué es lo que se debe hacer ahora, es este instante y para quienes avalamos este comunicado, la tarea del momento es recomponer y unificar el Partido.

Todo eso a partir de una intensa y consistente tarea de discusión con las bases del partido, a partir de la realidad existente en cada corregimiento, distrito y provincia, y promoviendo una serie de encuentro con agendas mínimas. Es una tarea con la que deben contribuir todos, incluso aquellos que le deben autocríticas al PRD.

Por la UNIDAD del PRD hay que construir espacios de discusión, de reflexión que excluyan factores de división y que permitan comenzar a movilizar las estructuras mínimas del Partido, frente a los problemas locales, de distritos y de provincia.

En el plano nacional, nuestros opositores desarrollan una estrategia donde combinan propuestas populistas, con escándalos dirigidos a paralizar cualquier oposición política. Es clara su intención de mantener una ofensiva política a partir de la inculpación del opositor, y la amenaza de utilizar mecanismos coercitivos.

Su propósito es: destruir o impedir el protagonismo político de su enemigo. Pero en política una cosa son las intenciones y otra es lo que se puede hacer. Cada gobierno en la región es administrador de una crisis que habitualmente no entienden los pueblos, por la afectación directa que reciben.

Desgraciadamente, si se consideran que en los últimos cuarenta años, han sido los Torrijistas y el PRD los forjadores de mecanismos de desarrollo nacional, el actual gobierno tiene en sus manos la posibilidad de enormes recursos, sino para solucionar, para amortiguar las consecuencias negativas de la crisis, por lo que nos toca determinar en qué nivel de debate político debe estar presente el PRD. ¿Quiénes puedan dar ese debate y hasta dónde el PRD debe renovar su plantilla de voceros públicos, considerando a los viejos maestros del colectivo?

El Panamá de hoy no enfrenta ya la lucha por la soberanía. Es decir a la cuestión nacional que nos ocupó por un siglo, la reemplaza la cuestión social que tiene a más de un millón de panameños viviendo en pobreza o bajo el nivel de la pobreza. Esa es, a nuestro criterio, la bandera que en cada corregimiento, distrito o provincia debe asumir las bases del partido. Nadie ha hecho más por este país en los últimos cuarenta años que el Partido Revolucionario Democrático, pese a la persecución que significó la invasión de 1989.

Por la unidad del PRD, por las banderas populares de los pobres de Panamá por la profundización a la democracia, a fortalecer el partido.

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Publicado el 4 de febrero de 2010 en el Diario Panamá América Digital,  a quienes damos, lo mismo que al  autor, todo el crédito que les corresponde.