Gobierno Transitorio de Unidad

La opinión del Escritor,  autor del libro recientemente publicado bajo el título de Democracia Enjuiciada: Alegato de la Defensa (Evolución Progresiva o Revolución).

Ricardo Lasso Guevara

Poco después de la muerte del General Torrijos, y por tanto antes del mayor endurecimiento del gobierno militar bajo el General Noriega, tuve a bien formular un llamado a la Unidad Nacional.

A pesar del despliegue ofrecido entonces a esa iniciativa por la prensa nacional, la reacción del Gobierno pudo resumirse así: Si nosotros controlamos el Estado, ¿por qué compartir el Gobierno? A su vez, la oposición política estaba convencida de que, en una elección libre, ya prometida por el General Torrijos al Presidente Carter en 1977, esa oposición obtendría un triunfo tan arrollador que resultaba innecesario dividir en cuotas el Gobierno con quienes lo habían ejercido para entonces por muchos años.

Mucho he reflexionado después si nos hubiésemos ahorrado muchos males, incluida la invasión norteamericana de fines de 1989 y los errores del Arnulfismo, dos veces de vuelta al poder posteriormente, pero ya sin el Dr. Arias. ¿Acaso no era prudente una pausa (entonces de cuatro años y hoy tal vez de no menos de cinco ni más de diez años) para gobernar la República con los mejores elementos que definitivamente existen en las diferentes tendencias partidistas, más el aporte de elementos independientes con demostrada preocupación patriótica?

¿No será posible un día parodiar al Presidente Kennedy en su exhortación No preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino que puedes hacer tú por él?

En la hora que hoy vive la República, tras veinte años de reajuste político institucional, y en un nuevo siglo que se inició bajo el signo de la violencia terrorista cuando el ataque suicida a las Torres Gemelas en Nueva York, los máximos exponentes de los partidos políticos bien pudiesen aprender algunas lecciones históricas. Y, además, responder de modo diferente a un llamado para ir dando los pasos hacia un Gobierno de Unidad Nacional Transitorio.

Bien sostenía Disraeli ya durante el Siglo XIX que no puede haber normalmente un gobierno adecuado sin una oposición política idónea y competente, pero también es sabido que hay momentos especiales en que se requiere un Gobierno de Unidad Nacional para superar profundas crisis internas y externas.

Perdonen los lectores amigos, pero quisiera insistir sobre el particular en esta segunda centuria de vida independiente. Sin olvidar necesariamente el sueño de Bolívar de una Gran Colombia, como un primer paso hacia una Hispanoamérica unida, con su capital en nuestro Istmo, como un Corinto americano.

¿Podemos olvidar acaso aquella respuesta bíblica atribuida al Jesús histórico, cuando se le pregunta cuántas veces deberíamos perdonar a quienes nos ofenden y pecan contra nosotros? ¿Tal vez siete veces? No, fue la respuesta categórica. ¡Hasta setenta veces siete!

¿Podremos acaso, como un paso en la dirección correcta y de cara al futuro, ampliar las comisiones ya existentes a nivel del Organo Legislativo? Idem, los comités consultores constituídos por el Presidente en el Ejecutivo, hasta transformarlos en especie de “Think Tanks” (recipientes de cerebros), tal como existen en Norteamérica y Europa.

Seguros de nuestro amor a la Patria, y luego de la experiencia nacional relativamente reciente, podemos y debemos posponer por un tiempo limitado nuestras diferencias en material de metas políticas personales a corto plazo. Proyectemos hacia el futuro una República de respeto, tolerancia y entendimiento, que podamos dejar con orgullo y responsabilidad a las generaciones que hoy apenas se inician… con pureza y esperanza.

<> Este artículo se publicó el 19  de septiembre de 2010  en el diario El Panamá América, a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que le corresponde.