TLC ‘versus’ producción

La opinión de…..

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Ignacio de Gracia Perigault


Paul Samuelson, economista y premio Nobel, señala en una de sus publicaciones que toda sociedad tiene tres problemas que resolver: qué producir (demanda), cómo producir (tecnología) y para quién (distribución de la riqueza).   Qué fácil es repetirlo y qué difícil comprender su intensidad, profundidad y universalidad. Por cierto, lo resumiría en un solo problema: producción.

Observe que de la producción depende todo o casi todo en la vida.   Cuando la humanidad era nómada, su producción en términos de bienes consistía solo en lo que la naturaleza le brindaba en su carácter original, mediante recolección o caza y en ello consistía, a la vez, su ingreso y nivel de vida.

Al volvernos sedentarios tuvimos que dominar primero la agricultura, a partir de ese momento todo cambia. Con el paso del tiempo tendríamos abundancia y variedad de productos agrícolas al igual que bienes industriales y servicios.

A medida que avanza el desarrollo se da la diversidad en la producción, la división de trabajo y aumento en la productividad. Cada vez más, cierta parte de la población puede dedicarse a la multiplicidad de actividades que no sean la de producir su alimento, permitiéndonos tener la calidad y estándar de vida que disfrutamos, producción que sigue diversificándose y cuyo gran salto se da con la revolución industrial (1750–1850).

Los países en vías de desarrollo hemos recibido cantidad de ayuda y consejos, hemos participado de proyectos y experimentado teorías provenientes de países desarrollados y organismos internacionales. Recuerda la Alianza para el Progreso, el acceso a capitales de la década de 1970, a niveles y magnitudes nunca antes vistas, con la supervisión del Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial. Ahora viene la apertura de mercado, los tratados de libre comercio (TLC). Asumo que en alguna forma todo habrá ayudado, pero no resuelve.

Hemos dedicado muchos recursos y a un gran costo (industrias que casi desaparecen) por aquello que está de moda: la apertura de mercados y los TLC. ¿Qué pasó con la producción, particularmente referente a la manufactura que es, en general, lo que más cuesta y más ayuda necesita, pero con grandes frutos en rendimiento.

Siendo Panamá un país chico en población e igual su economía, el problema de la exportación y la producción competitiva, sobre todo con el equipo y maquinaria disponibles hoy día, se torna de determinante importancia, por lo que pareciera que los TLC se convierten en una herramienta indispensable.   Pero aquí cabe aquello de qué es primero, el huevo o la gallina, que si toca escoger entre poner recursos en TLC o en la producción (manufactura),  es preferible un millón de veces la producción.   Exporta quien produce no quien tiene tratados de libre comercio.

A pesar de todo el conocimiento económico disponible a la humanidad en los últimos siglos a nuestro criterio, solo tres países se acercaron al umbral del desarrollo en el Siglo 20: Israel, Taiwan y Corea del Sur. Los dos primeros sin recursos naturales o muy limitados y pequeñísimos territorios.   El primero con una pequeña población y los tres con graves problemas bélicos, lo cual desvía recursos y tiempo hacia áreas no productivas, aunque ello es discutible en ciertas circunstancias.

En los tres países señalados, la intervención estatal fue profunda y determinante para su desarrollo económico y en particular para el desarrollo de la industria manufacturera, sin cuya intervención no se hubiese podido dar.   En otros países la intervención estatal con iguales propósitos fracasó, ¿Paradoja?  Y en otros, probablemente el Estado ni siquiera lo intentó, pero de seguro que tampoco avanzaron.

Lo cierto, estimados lectores, es que el desarrollo económico o el de la industria manufacturera o cualquier otro, no surge por generación espontánea o cae del cielo por gracia de Dios, estas son cosas que hay que crearlas como todo lo que le atañe a la humanidad.  Hay que tener visión, propósito y voluntad de ejecutar.

Una ley para incentivar el desarrollo industrial al menos es el camino correcto, aunque a nuestro juicio aún hay mucho más por hacer y, lamentablemente, ni a la sociedad ni a los gobiernos que la representan les es fácil entenderlo, tanto en Panamá como en la mayoría de los países emergentes, salvo un par de ellos.  Habrá que esperar otros tiempos y en el ínterin, más generaciones serán sacrificadas.

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Publicado el 23 de febrero de 2010 en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito de les corresponde.