¿Y tu promesa ambiental de año nuevo?

La opinión de…

 

Ricardo Brown Salazar

Cada fin de año nos proponemos metas que esperamos cumplir en el nuevo año que comienza: bajar de peso, pasar más tiempo con la familia, trabajar más duro, leer más libros, terminar un posgrado… pero ¿hemos incluido en esta lista alguna meta orientada a la conservación de nuestro planeta?

Como dijo Mahatma Gandhi: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”. Continuar pensando que cualquier cosa que hagamos no afecta a otros seres, no tiene sentido alguno, pues de hecho es imposible negar que cada acción, por mínima que sea, tiene un efecto acumulativo a corto, mediano y largo plazo.

Este año observemos nuestro comportamiento personal y busquemos una cosa que podamos cambiar en nuestra vida diaria, una sola para empezar, no nos compliquemos queriendo cambiar todo, escojamos una sola, pero con la condición de que ese cambio sea permanente.

Hay miles de pequeñas cosas que podemos hacer que no solo son beneficiosas indirectamente para la sociedad y nuestra nave espacial, llamada Tierra, sino también para nuestra salud y la de los seres vivientes con los que cohabitamos Gaia.

Este cambio puede incluir la más elemental de las normas de urbanidad básicas como dejar de tirar basura en la calle o algo más interesante como dejar de fumar, no aceptar más bolsas plásticas innesarias y llevar bolsas reutilizables al hacer compras; si la economía de la casa lo permite, instalar paneles solares, apagar las luces, desconectar los cargadores de celular y los televisores cuando no los usamos; regar las plantas con el agua usada para lavar la ropa, comprar más productos orgánicos (y si no hay, exigirlos frecuentemente hasta que haya), no poner el aire acondicionado a enfriar como si fuera un congelador, usar menos agrotóxicos en los cultivos, separar la basura, dejar de quemar las hojas secas y usarlas para hacer una abonera o un biodigestor para producir gas para cocinar.

También, podemos consumir menos carnes y más productos nacionales o regionales. Por lo general, el costo ambiental de la producción de carne de res, cerdo y aves es mucho mayor que el de la producción de granos, vegetales y frutas; y cada vez que compramos productos importados, aunque aparentemente sean más baratos, estos generalmente tienen un costo ambiental más alto, debido a los derivados del petróleo quemados para su transporte y mantener refrigerados los contenedores.

En la calle podemos caminar más, y en el carro podemos arreglar esa vieja fuga de aceite, pitar menos o eliminar la tronera (contaminación auditiva), mantener correctamente infladas las llantas para reducir el consumo de combustible, compartir el carro más seguido (carpooling) con otros en la misma ruta o usar más transporte público, dejando el carro en casa, especialmente, los que vivimos en ciudad de Panamá, cuando aumente la cobertura del Metro Bus e inicie el tan esperado Metro; en el interior del país, y en donde se pueda, usar la bicicleta, aunque sea una vez a la semana, para transportarnos. ¿Y por qué no? de ñapa ser más pacientes con los conductores chambones o los agresivos con problemas mentales.

Cambiar nuestros focos incandescentes a fluorescentes también ayuda, pero cuidado con el mercurio que la mayoría de ellos contiene y la radiación electromagnética que producen, especialmente, los focos fluorescentes compactos (CFL por sus siglas en inglés) para los que necesitamos, urgentemente, un programa de reciclaje o, al menos, de manejo de desechos, de lo contrario podríamos tener serios problemas por contaminación con mercurio.

Finalmente, no nos olvidemos del poder de una sola persona, multiplicada por 7 mil millones alrededor del mundo, de los cuales somos 3 millones y sencillo en Panamá: el consumidor. Cuando sabemos que una empresa no está haciendo las cosas bien, simplemente, dejemos de comprar sus productos o contratar sus servicios. Igualmente, mantengamos siempre presente que desde que salimos de la dictadura las personalidades políticas en cargos de elección están allí, porque nosotros los escogimos. Si sabemos que algo se está haciendo en detrimento del ambiente, y en consecuencia perjudicándonos a todos, entonces reclamemos, usando todos los canales posibles.

Pongamos como fecha el 11/11/11 para empezar ese pequeño cambio personal permanente de forma que, a partir de ahora, tengamos casi un año para decidir qué podemos modificar en nosotros mismos para beneficio del planeta.

Las personas interesadas en comprometerse con esta iniciativa de cambio personal pueden visitar la página de Facebook 3P@311: My PPP (Personal Pledge for the Planet) on 11/11/11”, para intercambiar ideas o simplemente conocer cómo otras personas proponen este año hacer un cambio, aunque sea pequeño, en sus vidas en beneficio de la sociedad y el planeta.

¿Y tú? ¿Cuál será tu compromiso ambiental para el planeta este año?

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Este artículo se publicó el 7  de enero de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Alambres para purificar el Agua

 

La opinión de…..

RICARDO BROWN SALAZAR

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Alambres para purificar el Agua

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Mi primer encuentro con la antigua ciencia del ayurveda fue a través de una película documental titulada Ayurveda: El Arte de Vivir, en la que cinco equipos de filmación en India, Grecia y Estados Unidos entrevistan a una serie de doctores ayurvédicos internacionalmente reconocidos y a otros doctores que fueron descubiertos durante el rodaje, incluyendo a cientos de pacientes detallando en pantalla su historial médico y tratamientos.

Encontré la película realmente fascinante, especialmente siendo gran aficionado a coleccionar libros sobre plantas medicinales y sus propiedades, destacándose la obra del naturista panameño Teófilo Salcedo que llegó a mis manos gracias a otro naturista panameño, Franklin Gruber.

El naturismo tradicionalmente practicado en el neotrópico y el ayurveda se complementan perfectamente. Por ejemplo, muchas personas hoy en día en Panamá y en el resto de Centro América usan el árbol de nim (Azadirachta indica), que al igual que el árbol de mango es originario de India, como insecticida para sus cultivos o para combatir parásitos en el ganado, alternativa amigable con el ambiente que no es precisamente del gusto de las empresas fabricantes y distribuidoras de químicos agrotóxicos.

Este conocimiento está siendo redescubierto por la ciencia moderna, siendo sacado de antiquísimas enciclopedias manuscritas pasadas de generación en generación. En este sentido, el gobierno de India está tomando cartas en el asunto para garantizar el libre uso del conocimiento tradicional ayurvédico especialmente ante la creciente ola de biopiratería internacional.

Una de las prácticas ayurvédicas más interesantes y fáciles es el uso del cobre para desinfectar el agua. El método es muy popular en las cocinas de la India y tradicionalmente en las casas se guarda en vasijas de cobre el agua que se va a utilizar para consumo al día siguiente, de acuerdo con los antiguos textos ayurvédicos que recomiendan esta práctica para una buena salud. Seguidores del ayurveda afirman que el agua reposada durante la noche en vasijas de cobre no solo mata los microorganismos, sino que también ayuda con la arteriosclerosis, el estreñimiento y una larga lista de problemas.

En agosto de 2009, un equipo del Centro de Farmacognosia y Farmacia, la Fundación para la Revitalización de las Tradiciones de Salud Locales y el Departamento de Microbiología de la Universidad Sri Devaraj Urs en Karnataka, India, publicó en el volumen 103, número 8, de la revista científica Transactions of the Royal Society of Tropical Medicine and Hygiene, el artículo “Matando bacterias entéricas en agua potable con un dispositivo de cobre para el uso en el hogar: evidencia de laboratorio”.

Los autores analizan el comportamiento de E. coli, cólera y salmonela en agua guardada por 16 horas en tres tipos de recipientes: de cobre, vidrio y vidrio con un trozo de alambre de cobre, encontrando los microorganismos muertos en los recipientes de cobre y los de vidrio con alambre de cobre, a diferencia de los de vidrio en donde la población de microorganismos aumentó. En análisis más detallados encontraron que el mínimo de superficie de cobre requerida para la eliminación de estos microorganismos es de 15.2 cm cuadrados por litro de agua, siendo un sistema barato, práctico, que no requiere energía ni mantenimiento.

Similarmente, otros autores han publicado estudios que revelan que el uso de superficies de cobre en lugar de acero inoxidable en instalaciones de salud pública previene la transmisión por contacto de diferentes tipos de organismos patógenos.

Hay numerosos estudios sobre las propiedades benéficas del cobre en la prevención de enfermedades contagiosas, especialmente este último que nos lleva a preguntarnos si habiendo sido comprobado cientificamente este conocimiento milenario, todavía tenemos excusa para permitir que hayan personas en las áreas rurales enfermando simplemente por tomar agua cuando podrían estar haciendo lo que otros han estado haciendo por miles de años.

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Publicado el 16 de noviembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.