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La opinión de…
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Roberto Christian Cerrud Rodríguez –
Existen dos maneras de gastar el dinero ajeno: gastando el dinero de los demás en nosotros mismos o gastando el dinero de los demás en terceras personas.
En el primer caso, como cuando alguien nos invita a un almuerzo profesional, exigimos lo mejor sin preocuparnos por el precio. En el segundo, que es lo que hace el Gobierno todos los días con sus contrataciones, los políticos ni se preocupan por la plata que gastan, ni por la calidad de los productos que adquieren.
Saco esto a colación porque recientemente investigué acerca del presupuesto de la Nación y me llevé una desagradable sorpresa al ver la cantidad de dinero que el Gobierno nos sacará del bolsillo a todos los ciudadanos panameños, con el objetivo de financiar los faraónicos proyectos de la actual administración; si hay algún lector que todavía no lo sepa, el presupuesto para 2011 es un 26% más elevado que el presupuesto de 2010, es de $13,000,000,000 (sí, leyó bien, un 13 seguido de nueve ceros) en gasto público, para un país que, según el censo de 2010, tienen apenas 3 millones 322 mil 576 almas. Basándonos en esas cifras, para conseguir ese dinero el Gobierno ha debido sacar de su bolsillo alrededor de 3 mil 912 dólares en impuestos a cada hombre, mujer y niño panameño.
Por supuesto, que en realidad hay quienes pagan más impuestos, en proporción, que el resto de la ciudadanía y esos “quienes” son generalmente los profesionales de la clase media, pero el punto que quiero hacer en estas breves líneas no es la perversidad del bizantino sistema tributario panameño, sino la desmesura de la que hace gala el actual gobierno al momento de gastar dinero ajeno.
Ahora que vimos en total cuánta plata nos expolia el Gobierno con sus impuestos, veamos en qué se va a gastar el erario. Como me preocupo por el bienestar de mis lectores, le recomiendo que tome asiento, porque corre el riesgo de sufrir un desmayo: al Ministerio de la Presidencia, para llevar a cabo su etérea función de “coordinar todas actividades estatales que se realizan a nivel del sector público e informar a la ciudadanía sobre la gestión gubernamental” le fue asignado un presupuesto de $774,672,500 (es decir, a cada uno de los panameños nos sacaron $233.15 de nuestro bolsillo para que nos intercepten nuestras conversaciones telefónicas, nuestros emails y hasta los chats que mandamos por BlackBerry). Al Ministerio de Educación se le asignó un presupuesto de $1,143,644,300 (de cada uno de nuestros bolsillos, $344.20 anuales para financiar uno de los peores sistemas educativos del hemisferio).
Al Ministerio de Salud le fueron asignados $1,078,562,900 (es decir, a usted, respetado lector y a mí nos expolian $324.62 anuales, a pesar de que la evidencia indica que entre mayor sea el gasto gubernamental en este rubro, peor es la calidad de la atención médica recibida –invito a quien desee leer el artículo original que visite el Facebook del Círculo Bastiat para que encuentre el link al mismo).
Creo que con los ejemplos anteriores he dado un argumento convincente sobre la monstruosidad en la que se ha convertido el Ejecutivo. Ahora démosle una rápida ojeada al Órgano Judicial: en el presupuesto de 2011 se le asignó una partida de $83,553,900 (eso viene a representar un pago anual de $25.15 por panameño).
Es decir, que al encargado de salvaguardarnos en contra de los abusos del Gobierno, de dictar sentencias en contra de los irresponsables que no saben cumplir un contrato, de juzgar severamente a los asesinos y narcoterroristas que quieren someter a nuestra bella patria a sus designios, cada ciudadano le paga anualmente solo el 10.8% de lo que nos vemos obligados a pagarle al Ministerio de la Presidencia, para que este último compre equipos para interceptar los chats de BlackBerry. Siendo así las cosas, estimado lector, lo dejo para que medite.
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<> Este artículo se publicó el 13 de diciembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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