La politiquería criolla

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La opinión de….

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Jacinto López Alemán

Salvado el negro periodo de la dictadura militar que nos está prohibido olvidar, gracias a la aparición de un prohombre como Guillermo Endara Galimany –revestido con principios morales, éticos y democráticos bien definidos y con una postura espartana– se produjo en nuestro país una revalorización y un retorno a la democracia que muchos políticos –incluyendo a los de su propio partido– no entendieron, y todavía hoy algunos no han comprendido que ello implicaba eliminar la forma tradicional de hacer política.

Los del PRD, en lugar de asumir una nueva actitud política y orientar a su partido hacia una oposición constructiva y abierta al diálogo, en donde se proponga y planteen soluciones a los grandes problemas sociales y económicos que agobian nuestro país, y de los que fueron ellos los principales responsables de su agudización, insisten en comportamientos tradicionales y apelan a símbolos e ideologías desgastadas.

Siendo conscientes de esa realidad, en septiembre hace ya dos años, escribimos un artículo en donde subrayábamos que “si los dirigentes de los partidos políticos tradicionales fueran la mitad de honestos y sinceros que decían ser, admitirían que solo habían dejado a los panameños escepticismo, decepción y frustración, y le darían paso a políticos renovados y cimentados en una concepción diferente de liderazgo, y con una sólida orientación programática coherente con los auténticos intereses de este sufrido pueblo”.

Y me refería, precisamente, a la obsoleta dirigencia de los partidos políticos tradicionales, a los últimos acontecimientos a lo interno del PRD y al continuo espectáculo bochornoso de sus dirigentes sobre denuncias infundadas, demagógicas y estériles, así como a las actuaciones de algunos políticos aliados al gobierno que nos indican que siguen iguales y no han valorado el rotundo rechazo que esa clase política recibió el pasado 3 de mayo, justamente, provocado por esa forma tradicional de hacer política que agravó los problemas sociales y económicos a los panameños y ocasionó el escepticismo hacia la política, los partidos políticos y sus dirigentes. Por esa razón son censurados por la sociedad, no gozan de credibilidad y cada día cuentan con menos apoyo de la ciudadanía en general.

De allí surge la imperiosa necesidad de una transformación de la política en nuestro país, de verdaderos cambios estructurales de los partidos políticos, porque los tradicionales cuando han gobernado han estado involucrados o relacionados en escandalosos actos de corrupción y cometido desmanes, producto de borracheras de poder que han promovido, incluso, su propia desintegración.

Por eso, también la urgencia de una nueva concepción de liderazgo y de hacer política basada en procesos reales de innovación, coherente con nuestra realidad social y económica; contrarios a aquellos esquemas tradicionales de politiquería que estos prehistóricos dirigentes políticos insisten en continuar implementando, y me refiero a aquellos que se encuentran enquistados en todos los partidos políticos vigentes.

Los partidos políticos enfrentan la cruda realidad de las graves dificultades estructurales que los agobian, entre ellas, el reclutamiento de nuevos miembros fruto, precisamente, de la desconfianza hacia sus dirigentes, y que hoy la aumenta aún más el reciclaje de “políticos” tránsfugas con una trayectoria cuestionada y oscura. Los problemas de financiamiento, sobre todo ahora que la sociedad exige al Gobierno no gastar en subsidios electorales, dará cabida al financiamiento privado con una menor transparencia y el consecuente problema de corrupción; aunado a la demostrada ineficiencia de los partidos políticos y su vinculación con actos de corrupción, que han alejado a los políticos con vocación, a los verdaderos idealistas que les servirían de soporte y les devolvería la credibilidad perdida, razones por las que estimamos es el momento para implementar sustanciales modificaciones en materia electoral.

El presidente, Ricardo Martinelli, tiene un gran reto, porque está inmerso en un sistema presidencialista de coalición, con la consecuente dificultad de mantener esa alianza, que a corto plazo ha exhibido algunas fricciones, no obstante, estamos seguros de que dada su determinación tiene claro que su principal compromiso es con el pueblo que le dio el histórico respaldo el 3 de mayo de 2009 y que, precisamente, el alto porcentaje de aceptación reflejado hasta ahora en las encuestas obedece a sus actuaciones como Presidente, no así a las del resto de su gobierno; aprobación basada en el cumplimiento de sus promesas de campaña, las hechas durante su corta gestión, y a rectificaciones realizadas al escuchar a su pueblo. Debe recordar que el rechazo de los panameños a los tres presidentes que lo antecedieron obedece a que se olvidaron de cumplir sus promesas y de los mejores intereses del pueblo.

Guillermo Endara tuvo un reto similar en su gobierno, y compartimos la opinión que ha expresado el célebre periodista y escritor Guillermo Sánchez Borbón, que “su éxito se debió a su capacidad de pedir y seguir consejos, y estar siempre dispuesto a aprender”. Yo agregaría que tuvo la sabiduría de escoger excelentes asesores y no de improvisados, y la humildad para escucharlos y aplicar sus consejos. Ante lo planteado resulta oportuno citar al gran estadista Dr. Belisario Porras, cuando al entregar el poder después de gobernar en una época tan difícil como la que le toca a nuestro Presidente, dijo: “La presidencia es un martirio y debéis sobrellevarlo hasta el fin. Para cumplirlo y salir ileso de él amparaos solo en vuestra moderación y en todo vuestro valor civil. Procurad venceros vos mismo primero y podréis vencer al cabo a los que os combaten y os hagan mal. Vuestra gloria resultará de vuestro sacrificio, y la Patria os deberá así su propia gloria”.

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Publicado el 29  de diciembre de 2009 en el diario La Prensa a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.