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La opinión de….
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Desde sus inicios, la necesidad de organización de la sociedad ha hecho que ésta busque distintas formas o métodos que le permitan, de manera efectiva, solucionar sus complejos problemas. De esta búsqueda es que han surgido los diversos sistemas políticos que existen hoy día: el socialismo, la democracia, el comunismo, etc.
Todos estos sistemas, de alguna manera, se han visto en la necesidad de evolucionar. ¿Por qué? Porque el hombre cambia, sus necesidades cambian, su pensamiento cambia, por ende, la manera de concebir las soluciones de los problemas debe cambiar también.
En su momento, nuestra recién nacida Panamá optó por el sistema democrático. Y así ha quedado consagrado en nuestra Carta Magna. En sus artículos 1 y 2 se establece que somos un Estado soberano, independiente, que nuestro gobierno es unitario, republicano, democrático y soberano; que, además, el poder público lo ejerce el Estado a través de los Órganos Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y que sus ejecuciones deben ser separadas, pero armónicas. Estas, básicamente, son nuestras estructuras.
Pero, hay un elemento que cambia en el tiempo, las personas que se habilitan para cumplir con las responsabilidades de dirigir. Como ciudadanos ya llevamos tiempo escogiendo diferentes actores, ¿y saben qué? Seguimos patinando en lo mismo. Seguimos año tras año, elección tras elección, viendo que los problemas de siempre siguen sin encontrar una real solución. ¿Será que estos problemas están concebidos de manera que no exista una mente suficientemente creativa que los pueda, sino eliminar, llevarlos a su mínima expresión? ¿O será que el enfoque de los llamados a resolverlos no sirve?
Transporte, salud, educación, economía, son problemas de la sociedad, no son coyunturales ni de un partido político. ¿Somos incapaces de ver esto? ¿Será que el tamaño de nuestros egos nos nubla el entendimiento y no nos permite ver la verdadera esencia de las cosas para lograr resolverlas?
En esta última elección de gobierno, creo que por primera vez el panameño eligió pensando, que tal vez el hecho de que eran nuevas figuras traería a la realidad lo que una vez prometieron. Han pasado seis meses. Poco tiempo en verdad, pero el suficiente para ver estilos y enfoques. Conclusión: más de lo mismo.
Cambios esperados como: menos pugnas por espacios políticos, una real intención de mejorar nuestra calidad de vida (tenemos nuevos impuestos a la vista), acciones reales para el mejoramiento de nuestra administración de justicia (transparencia en la selección de los nuevos magistrados, dotación de recursos a las instituciones judiciales, etc., etc.) no forman parte de la agenda en esta vuelta.
No, no está a la vista un verdadero cambio de actitud de las autoridades recién escogidas. En psicología, la conducta de una persona, más que sus palabras, revela sus verdaderos pensamientos, sus propósitos, sus ideas, hasta su finalidad.
Entonces, ¿será que nuestro sistema político escogido, la democracia, no nos funciona? No creo que esa sea la razón de nuestro atraso. Más bien creo en que el problema lo seguimos teniendo nosotros, los electores, que seguimos creyendo en palabras que se convierten en huecas cuando no hay nada que las sustenten.
¿Por qué no cambiar nosotros nuestro método? ¿Por qué no evolucionamos nosotros en la forma de escoger a esos que se lanzan a dirigir nuestro presente y futuro? Nos queda distinguir entre los que dicen que conocen y entienden y no es cierto, de aquellos que sí son genuinos y sinceros.
¿Por qué no empezamos a ver si el que se anima a trabajar por los panameños muestra algo de sabiduría y predica con el ejemplo? ¿Dónde su vida y su andar es reflejo de lo que promulga? ¿Por qué no nos hacemos más críticos y exigentes?
Que aquel que diga que sabe como se hacen las nos demuestra el cómo, y, así, por lo menos al momento de elegir, contar con elementos concretos en los cuales basar nuestras decisiones.
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Publicado el 19 de diciembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.
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