Afro-descendientes ante la historia

La opinión de….

.

FRANCISCO DONADÍO M.


El marco jurídico y político que generó la Constitución de 1941, entró en el torrente social panameño, como una afrenta histórica hacia los valores más dignos del humanismo contemporáneo, el contexto histórico de este hecho fue un mundo en convulsión, una democracia débil hacia fuera, pero autoritaria hacia dentro, tutelada por bases militares y oportunista hacia un mercado de consumo que representaban los soldados.

La discusión histórica sobre el problema migratorio se mezclaba con la estructura mental de una casta política oligárquica, semifeudal, agraria, y comerciante; con un alto grado de dependencia de los sofismas ideológicos conservadores del norte, y la pertinaz migración europea.

No se trataba de cuánto habían aportado los inmigrantes al país, qué derechos tenían, sus valores, sus esperanzas, su espiritualidad, sus sacrificios en la construcción de la nación; el asunto se reducía a ¿de dónde vienen?, ¿si hablan castellano?, ¿si son negros, hindúes o amarillos, si pertenecían a las llamadas «razas prohibidas», o si podrán mejorar la «raza», o la «demografía»?

La estrechez intelectual, los clichés raciales, y la escasa fluidez del pensamiento social contemporáneo de la época, matizaron una conciencia de élite oligárquica discriminatoria, cuyo resultado histórico, fue la internacionalización de prejuicios y estigmas sociales, políticos y económicos que nos acompañaron durante todo el resto de nuestra vida republicana.

Nuestra población afrodescendiente se origina en una mezcla geográfica y tribal de raíces africanas, somos el resultado de más de quinientos años de esa presencia en Panamá, fotografiada a través de la conquista española, de la vida en los palenques, de la hazaña del ferrocarril y del Canal, y de las emociones, alegrías y llantos de la gente que amamos.

Con casi 3 millones de habitantes y un 40% de pobreza, no es de extrañar la importancia que genera para los organismos demográficos y decisorios de políticas públicas, el visibilizar la población negra panameña.

Desafíos como la promoción del desarrollo y la reducción de la pobreza, el acceso a la tierra, y al empleo, la participación en la vida pública, la educación de calidad, la vivienda digna, la identidad cultural y religiosa; aparecen empujados como resortes de una agenda desesperada.

El 16 de mayo, durante el Censo de Población, mi abuela, mi madre y yo, tendremos la oportunidad de contestar a la pregunta: ¿alguna persona en este hogar se considera negro(a) o afrodescendiente?, estaremos ante el nuevo modelo de conciencia social panameña, ante el hidalgo espíritu del orgullo étnico, que acabó con imperios y desafió la historia, solo resta esperar, que aquel enjambre de juristas y políticos del 41, no resuciten.

<>

Artículo publicado el  16  de mayo de 2010 en el Diario El Siglo, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.