¿Dónde estás Panamá?

La opinión de…..

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Federico Humbert Arias

Hay que ser pigmeo de intelecto o tener una visión miope de nuestro futuro si, por pasar de inverosímiles, no nos revientan en la cara los peligros que se ciernen hoy sobre la institucionalidad del frágil Estado panameño.   La tormenta que se ve venir, como resultado del martilleo con que el Órgano Ejecutivo arremete contra el Órgano Judicial, causándole fisuras gravísimas, es preocupante.

La designación –una vez más- de magistrados allegados, pero peor aún, su zambullida inmediata en una gestión expedita para remover a la Procuradora General de la Nación, aparte de altamente peligrosa, es inmoral.

Hoy están en juego principios que van mucho más allá de quién es el procurador/a, o cuán eficiente o débil es su gestión. En peligro está la institucionalidad del Estado panameño, la cual debe cimentarse sobre la independencia de sus tres órganos, pero pareciera estar girando hacia una concentración de poderes con dominio absoluto sobre el rumbo y devenir del país.

En la política criolla latinoamericana, lastimosamente, es común que nos encontremos con exabruptos y dificultades que nos corroen, que van desde malos manejos y actos de corrupción, hasta atentados contra nuestros valores, principios y derechos constitucionales; sin embargo, ante estos funestos escenarios, tenemos la dicha de que siempre hay quienes alzan su voces y, con sus acciones sirven de contrapeso a los excesos y nos regresan un sentir de esperanza.

Toda sociedad consciente y responsable, debe gozar de quienes ayuden a mantener un equilibrio sensato, coadyuvando a detener este tipo de vicisitudes. Sin embargo, tan preocupante como lo que está ocurriendo con el Órgano Judicial y el Ministerio Público, es la ausencia de esas voces que, como cantalantes, deben servir de reflexión y guía.

¿Dónde están? ¿Dónde está la incisiva voracidad de los medios de comunicación, que tienen que servir de críticos frente a todas estas arbitrariedades?

¿Dónde están los intelectuales cuya tinta no conocía el miedo y que, ante circunstancias similares, tanto ilustraron y dieron valor a las páginas de opinión?

¿Dónde están las voces de panameños íntegros como José Raúl Mulino u otros miembros del actual gobierno, con quienes en la época de la dictadura peleamos hombro a hombro contra irresponsabilidades como las que ocurren hoy con la Procuraduría?

¿Dónde están esas voces, que conociendo lo imprudente y nefasto de estas acciones, hoy nos dejan perplejos con su silencio?

¿Dónde están los pronunciamientos de la Iglesia, de los gremios o de la sociedad civil?   Sin duda, su silencio se verá como cómplice, cuando todo se haya derrumbado.

¿Dónde están las personas cercanas al Presidente y su Gabinete?

¿Dónde están sus amigos personales, esos verdaderos amigos que dicen lo que no se quiere oír, y cuyos principios y valores están por encima de la pusilanimidad y adulación?  ¿O es que todas esas personas cercanas no ven lo que está ocurriendo?

¿Dónde está la oposición? ¿Dónde está el PRD?, quien con sus virtudes y defectos tiene la obligación de servir de contrapeso en el tinglado político, con críticas y arrimos, pero también con voceros creíbles y planteamientos productivos.

En fin, ¿dónde está Panamá?

Como panameños, tenemos una responsabilidad inalienable de defender la institucionalidad del Estado, ante las oscuras nubes que se ciernen sobre los estamentos democráticos por los cuales tanto batallamos. No verlo es triste; no quererlo ver, inmoral.

Hoy el país nos pregunta: ¿dónde estás tú? Solo esperemos que nuestras voces y acciones eviten que en el futuro, el país y nuestros hijos nos tengan que preguntar: ¿dónde estabas tú?

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Publicado el 31 de enero de 2010  en el Diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.