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La opinión de…
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Severino Mejía –
Los eventos que vive el ciudadano de la capital con el problema del desabastecimiento de agua, ya sea para su consumo o uso diario, son una clarinada, no sólo para el Gobierno nacional en su responsabilidad de prepararse apropiadamente frente a situaciones impredecibles, sino también para el propio ciudadano quien debe entender que no podemos malgastar el preciado líquido, como era costumbre en el pasado.
Vivimos una realidad que todavía no es percibida por el panameño común, y es el hecho de que nuestro planeta está sufriendo el fenómeno del calentamiento global, provocado por el más grande depredador, el hombre. Los hechos así lo están demostrando: severidad en los huracanes, sequías e inundaciones en diversas regiones del planeta, olas de calor y otros eventos metereológicos extremos.
Nuestro país no escapa a este fenómeno global. La estación seca ha dejado de existir para dar paso a grandes aguaceros que han desbordado la capacidad del Estado para atender con prontitud los problemas que de ellos derivan, y dar las soluciones inmediatas a las necesidades fundamentales del hombre como es, en este caso, el abastecimiento de agua.
El cambio climático -que ya es sentido en Panamá- es debatido con mucha atención por los Estados y de manera especial por expertos en seguridad internacional. Los efectos del cambio climático sobre el ecosistema repercutirán directamente en los recursos naturales, produciendo una competencia para poder acceder a estos. Acceder a ellos puede, incluso, ser una bomba de tiempo para el desarrollo de conflictos en el futuro. En el siglo XV lo era el oro; en el siglo XX, el petróleo y ahora, en el siglo XXI, el agua y los alimentos.
Este es un tema relativamente nuevo desde el punto de vista de su tratamiento por lo que hay que valorar consideraciones teóricas y probables posiciones encontradas que podrán ser muy útiles para el análisis. Pelearse por el acceso a recursos naturales fundamentales para la vida humana, como el agua y los alimentos cuando escasean no es una situación nueva. La historia ha mostrado conflictos sociales en los que se han observado poblaciones azotadas por hambrunas y otras necesidades extremas.
El agua es una fuente o recurso natural, de carácter estratégico; eso explica un poco el porqué no se debe privatizar el Idaan. Ningún gobierno anterior lo ha hecho ni el actual debe, ni remotamente, acceder a esta pretensión. Para lograr entender un poco lo que afirmo, es imperativo conocer el concepto de seguridad humana y el porqué de la relación con los recursos naturales.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) define la seguridad humana como una noción amplia y multidimensional de la seguridad, centrada en las personas y en las comunidades, más que en los Estados.
Los hechos que vivimos con el problema del agua en la ciudad capital son una lección que debemos procesar de manera inmediata, porque tiene un efecto directo en el ciudadano. Siendo el agua y la comida bienes indispensables para la supervivencia humana, y ambos sensibles a los cambios productos de las condiciones climáticas inestables, podemos deducir que su escasez puede llevar a las personas al desarrollo de conductas antisociales para acceder a ellos a como dé lugar; simple superviviencia.
Por eso, es de importancia capital que el Gobierno nacional vaya desarrollando políticas a largo plazo para ir transitando del “emparchamiento histórico como cursos de acción” a posiciones debidamente planificadas, para evitar la improvisación.
Como panameños, debemos ser conscientes de que el cambio climático global ha tocado nuestra puerta y que da cabida a situaciones inesperadas de carestía, por lo que es imprescindible proteger nuestros recursos naturales, que son garantía de estabilidad social.
Ojalá cuando este artículo de opinión sea publicado, podamos estar un poco tranquilos, porque el problema se haya resuelto en parte.
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Este artículo se publicó el 9 de febrero de 2011 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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