No es Carandiru, esto pasó en Tocumen

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La opinión del Estudiante de Derecho…

Rodney Saavedra Navarro 

Les cupo en suerte, utilizando la ironía de la frase, el infierno de la hoguera, montada de improviso en una pequeña celda, donde reinaba el hacinamiento y la ausencia absoluta de una rehabilitación responsable, amotinados por la carencia de agua y comida, estalló la justa rebeldía de los jóvenes.

 

En el patio contiguo a la celda aparece en escena el verdugo, un gorila desalmado introduce por un orificio del brete, el dispositivo incendiario, en cuestión de segundos se alza con ira la llama, la escena es confusa, se escucha a Erick o Benjamín, quizás José, — “el laopesillo está dead, dead, dead, loco”, “Justicia nos quemamos”, “Ayúdame viejo”… –

Por los barrotes se abría paso el humo negro de carne y foam, se escuchaban los chillidos desesperados de lo que ya debía ser una sola masa de fuego, segundos eternos asándose en el infierno de esa celda tan fría por las noches que temblaban las quijadas, minutos más tarde, cuando ya estaban a punto de cocinarse para ser servidos en las mesas de la morgue del Hospital Santo Tomas, un policía de verbo macabro les dice -“no son hombrecitos aguanten ahora”-. Me recordé en ese momento de una película brasileña “Carandiru” y no lo creía, no lo creíamos una compañera y yo, con los ojos pelados de indignación.

Un custodio espetó, o no se quien, ya la cámara solo enfocaba la luciferina imagen del asador humano -“muéranse”-.

No es Brasil, no es el Callao o San Quintín, es el sistema penitenciario de Panamá hecho trisas, desde tiempos de la Cárcel Modelo y la isla penal de Coiba, sumado a la barbarie, de los curadores de los centros de seudo-rehabilitación, hechos academias del crimen.

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<>Artículo publicado el 28  de enero de 2011    en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.