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La opinión de…
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Rafael Negret –
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Durante la administración estadounidense del Canal nunca se consideraron los costos de la cantidad de agua dulce procedente del lago Gatún que se requiere para que un barco pueda atravesar las esclusas. Esta es una consideración nueva y el reciclaje del agua es parte fundamental de la estrategia del funcionamiento de las nuevas esclusas en construcción.
Lo que nunca nadie se imaginó es que el Canal podría llegar a inundarse y que el desbordamiento del río Chagres llegara a paralizar el tráfico de barcos por las peligrosas corrientes que se formaron en su afluencia al Canal, con los consecuentes impactos negativos por posibles derrumbes y daños a las cuencas y esclusas en construcción. Los desbordamientos de la represa Madden y el colapso del servicio de agua potable de la ciudad, quizás eran más previsibles…
Lo más preocupante es la evidencia de que los riegos para el funcionamiento del Canal son extremos; o por inundaciones o por sequías y ambos fenómenos son indicadores comunes del cambio climático planetario. Y no podemos buscar excusas afirmando que el Canal siempre estuvo expuesto a esos problemas y vulnerabilidades, porque se trata de efectos recientes globales, de origen antrópico que nunca antes sucedieron y menos deben confundirse con los cambios estacionales anuales, con las consecuentes crecidas del río Chagres y otros ríos de la cuenca del Canal.
Y el riesgo climático paraPanamá no es solo con el Canal –aunque su paralización sería suficiente para quebrar las finanzas del país– sino para todo el territorio nacional, porque está localizado en una zona del planeta susceptible de grandes efectos meteorológicos; la zona de interconvergencia tropical. Y no hay que esperar soluciones externas, pues la Conferencia de la ONU sobre el cambio climático que se celebra actualmente en Cancún está condenada al fracaso, a imagen y semejanza de la anterior celebrada hace un año en Copenhagen; ratificando la incompetencia, desidia, irresponsabilidad e intereses mezquinos de nuestra sociedad contemporánea. Por la misma razón, Naciones Unidas se refiere a la “adaptación al cambio climático” y no a su prevención, pues ya lo estamos sufriendo.
Los países deben tomar la iniciativa con sus políticas ambientales nacionales y no seguir pensando retrógradamente que la cuestión ambiental es un obstáculo para el desarrollo, sino, por el contrario, un instrumento de planificación para un desarrollo científico, justo y sostenible en términos económicos, políticos, sociales y ambientales.
Los recursos naturales son patrimonio de la nación y su protección, administración y manejo es responsabilidad del Estado y sus instituciones.
Es absurdo negar la función e importancia de los estudios de impacto ambiental (EIA) que se exigen, realizan y están aceptados por las constituciones de todos los países desarrollados del planeta. Su objetivo es evitar, corregir o compensar los daños que se puedan ocasionar y, si necesario, vetar proyectos de graves impactos negativos porque aunque la ética obliga a mirar más allá de los intereses exclusivamente humanos, los EIA son de “interés social” incuestionablemente.
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<> Este artículo se publicó el 12 de diciembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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