Preguntas para probar probabilidades plausibles

La opinión del Médico…

Juan Carlos Ansin

Mis nietas mellizas son tan distintas entre sí como las dos caras de Jano.   Suelen ametrallarme con preguntas de toda índole. Las que más me perturban son las que se refieren a cosas tan sencillas que, por obvias, uno no se las ha vuelto a plantear desde que dejó la edad que ellas tienen ahora.    El abuelo, mientras tanto, vive atosigado de preguntas que tal vez ellas sólo puedan responder cuando él se haya transformado en una flor, un árbol o en un bichito raro que pulule bajo el macano que ha escogido para que el ciclo de la naturaleza siga su curso, antes que los fermiones de su materia másica se transformen en energía oscura. 

Cuando me preguntan por qué los pájaros vuelan, suelo responderles de modo que les incite a hacer otra pregunta. Por ejemplo, les digo que vuelan por la misma razón que todo dios tiene una religión.   Como es obvio la pregunta que espero es:  ¿qué es Dios abuelito?   Mi respuesta sería algo parecido a:   Dios puede ser de todo, menos abuelo. Pero me quedaría otra duda y es la de saber si es posible que exista una religión que no tenga un dios.

No considero al budismo como una religión, creo que es una filosofía de vida de raigambre psicológica como pudo serlo la secta pitagórica. El cientificismo tampoco es una religión, aunque la ciencia y la ficción sea lo que los une (religare). La esencia de lo religioso está inextricablemente unida al concepto de lo sagrado. Hubert afirma que en efecto, la religión es la administración de lo sagrado.   Entonces regresa a mi mollera una voz inquisidora que pregunta en qué consiste lo sagrado.    Caillois y Eliade dicen que es lo opuesto de lo profano. Pero esto no aclara nada. Éste último acuñó el término hierofanía: manifestación de lo sagrado.    Yo lo interpreto burdamente, como una manifestación de energía mística, dentro de la realidad espiritual que confiere a la esencia de cualquier cosa, un poder sobrenatural basado en una experiencia religiosa, la misma que permite a una piedra o a un hombre acceder al dominio de lo divino.

Por lo tanto no creo posible que exista una religión atea. Sí creo que existe una religión agnóstica en potencia, en tanto y en cuanto el agnóstico escéptico o el nihilista admitan la probabilidad –cuando en ilo tempore lo prueben evidencias inconcusas- de la posible existencia de Dios.   Aunque agnósticos apáticos encuentren irrelevante la existencia o no de algo sobrenatural.     Otras preguntas que atormentan al abuelo de las mellizas son las siguientes: ¿Es posible un orden mundial, es decir, una globalización que sea verdaderamente democrática?    Y si esto fuera plausible:   ¿El poder económico podría hacer lo que quiere o sólo podría eliminar al que quiere?

<>Artículo publicado el  6 de febrero  de 2011  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

De cómo vestir palabras y ahogarse en el intento

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La opinión de…

Juan Carlos Ansin

El lenguaje de la palabra hablada es muy distinto al de la escritura.   Cuando hablamos, usamos un tono de voz que fluctúa según el énfasis que ponemos en la intención con que deseamos expresar nuestras ideas.   Además, las palabras van acompañadas de un lenguaje corporal que en determinadas circunstancias expresan lo contrario de lo que se dice.

En estos días, un funcionario trataba de excusar la incapacidad administrativa para prevenir la crisis del agua potable, pero su mirada parecía vagar tras la corriente zaina de los ríos desbordados.    En ocasión de los sucesos de Arizona, el Sheriff del lugar apuntó hacia el lenguaje cáustico utilizado por políticos y periodistas.   Los comentaristas que lo criticaron, invirtieron el discurso con un cinismo tan descarado que terminó por invalidar sus opiniones.

Ciertamente, uno es esclavo de las palabras. Por eso considero que los méritos de la escritura son superiores a los de la oratoria. En principio, porque a la palabra escrita no se la lleva el viento. Queda allí. Es fiel testigo y prueba irrefutable de lo que uno piensa. No hay, o son muy pocas, las posibles coartadas para escapar de lo que ellas afirman. Hasta un signo de puntuación puede valer una condena.   Si leemos: El reo dice, el juez miente.   Es muy distinto a sentenciar: El reo, dice el juez, miente.

De modo que para escribir hay que tener tiempo para pensar qué se va a decir, cómo lo vamos a escribir y qué palabras vamos a escoger; pues entre todas, una habrá cuyo significado se adecua mejor a lo que se desea precisar. Tampoco olvidemos que la libertad de expresión seguirá siendo esclava eterna de la gramática.    No es fácil, por lo menos para mí, establecer concordancias correctas, ajustadas al texto y al contexto.   Siempre me quedan dudas y cuanto más consulto, más dudas tengo. Así es que, en cada escrito, no me queda otro remedio que tirarme al agua sin salvavidas. ¡Glup!

Aunque la oralidad ha invadido la escritura, todavía escribir resulta ser una pasión necesaria. También es un arte. Cada uno lo hace según su estilo y cada estilo revela una personalidad distinta. Dominar estilos es virtud de quien domina el arte. La poesía, la prosa y el ensayo requieren del suyo.   Pero todos poseen, como la música, una melodía secreta que revela los quilates del autor.

Tengo predilección por los escritos que me hacen pensar en matices. Me incomodan la banalidad, la chabacanería, los esperpentos y las afirmaciones dogmáticas, sobre todo en política, ciencia y arte. Prefiero las opiniones donde abunda el tal vez, el quizás y el acaso. Y como no siempre todo desnudo resulta erótico, a las palabras también hay que saber vestirlas para que sugieran más de lo que revelan.

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<>Artículo publicado el  30  de enero de 2011  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Radiografía del Estado Empresarial

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La opinión de…


Juan Carlos Ansin

Los empresarios astutos, así como los políticos hábiles, sacan provecho de las crisis. El presidente Eisenhower, recién terminada la Segunda Guerra Mundial, advirtió el gran peligro que se avecinaba si los Estados Unidos caían en manos de la industria bélica, transfiriendo su poder político disuasivo al poder económico de los fabricantes de armas. Los hechos de la actualidad no hacen más que confirmar la vigencia de la industria de la guerra. En estas corruptas guerras industriales modernas, un ejército privado paralelo, nutrido de veteranos mercenarios, combate junto a los soldados del ejército convencional. Muchos son “hispanos” que pagan con su vida la prometida tarjeta verde. La mayoría son empleados de empresas subsidiarias del Pentágono, corporaciones de seguridad privada y extranjeros contratados para “interrogar” prisioneros.

Si esto sucede en instituciones como las Fuerzas Armadas estadounidenses, ¿qué no puede suceder en las corporaciones e instituciones financieras? El ejemplo más extremo es el de los Estados Fallidos dominados por la delincuencia, los bancos lavadores de dinero sucio y el fraude económico.    No es muy distinto que un país caiga en manos de carteles narcotraficantes que hacerlo bajo carteles de empresarios delincuentes camuflados.   Unos se aprovechan de la debilidad humana, los otros: coimeando a políticos, periodistas y funcionarios públicos dispuestos a vender leyes por votos, publicar propaganda engañosa o endeudar al país vendiendo bonos según el mercado de la rapiña especuladora de holgazanes sin industria.

Cuando esto sucede, el Estado Empresarial, en vías de fallido, alcanza un período intermedio de falso bienestar, en que el auge financiero, el dinero fácil, los monopolios camuflados y el “progreso” material adormecen la conciencia ciudadana.    Poco a poco va dejando de ser un país para convertirse en un lugar para hacer negocios.   Hay en nuestra región un puñado de estos lugares cuya política está regida por los manuales de administración de empresas y de amanuenses que confunden libertad con libertinaje.    A estos Estados Empresariales, los de la economía de la satisfacción, se los reconoce porque son como “tropilla de un solo pelo”.    Sus gobernantes actúan bajo la superficie, se reúnen en la sombra e invocan a Mercurio, hablan la misma jeringonza, dan conferencias ante concurrencias selectas de su misma tropilla y, en última instancia, se amparan bajo el mismo autoritarismo que juran combatir.

Dicen ser democráticos, pero la democracia les incomoda sobremanera y medran alrededor de cenáculos golpistas. Violan leyes, espían hasta a su propia sombra y se toman instituciones por asalto.   Quieren meter miedo, pero dan pena y causan daño.   Son sociedades con una educación elitista, apátrida y utilitaria.

Obsesionados por la competencia exterminadora, su bandera es la de remate, su cultura es la de vivir en guetos estancos, su idioma: una lengua extraña preñada de cifras y citas del Reader’s Digest. Sus ciudadanos, son los de un país desconocido, sin historia y sin honor.

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<>Artículo publicado el  23  de enero de 2011  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Juguemos en el bosque

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La opinión del Médico…

Juan Carlos Ansin

No recuerdo cuando perdí la inocencia. Pudo suceder cuando escudriñaba las piernas de mi maestra de quinto grado, despreocupada de los fulgores que resplandecían en mis mejillas al observar la transparencia de sus medias negras. Pero puede que haya sido cuando a los once años, en quinto grado, el Servicio de Informaciones Navales me seguía todos los días cuando iba y venía de la escuela Juana Manuela Gorriti.   Creían que mi padre prófugo, trataría de contactarse conmigo. Había cometido el delito de rebelarse contra la “Revolución Libertadora”, el golpe militar que terminó con el gobierno electo de Perón, el 16 de septiembre de 1955.

Mi padre también era militar y fue miembro activo del fracasado Movimiento de Restauración Constitucionalista del 9 de Junio de 1956, liderado por el general Juan José Valle (fusilado por orden del presidente de facto P.E.Aramburu, su compañero de promoción, que a su vez fue asesinado por Montoneros, “en nombre del pueblo” y de cuatro gatos).   Concluí mis estudios primarios en Taboga, en la escuela Benjamín Quintero Álvarez, luego que mi padre recibiera asilo en Panamá y el embajador en Argentina de aquella época,   Don Carlos Icaza Vázquez, salvara la vida de él, de su mujer y de sus dos hijos.

Aquí escribe sobre la Libertad un compatriota que cree que el individuo tiene más derechos que la sociedad en la que vive y se desarrolla.   Sociedad que fue construida por mujeres y hombres que hicieron la historia para que otros la escriban con absoluto desparpajo e interés mendaz.   Este señor -como muchos- no cree en la necesidad de un Estado protector de las mayorías indefensas, que prevenga los abusos de minorías poderosas, protegidas por sociedades defensoras de una “oligarquía con olor a bosta” y azuzados por amanuenses pseudoliberales que en nombre de “su libertad” esclavizan a obreros y defraudan a individuos y a empresas inocentes.

Me duele decirlo: la política argentina es un compartimiento de ideologías estancas.   En 1853 se abolió la esclavitud. En el 2011 la empresa transnacional agrícola NIDERA, reduce a esclavitud (1) a los jornaleros traídos de las regiones más pobres.   La Libertad (no la palabra, ni el nombre, ni la mercancía) es la gran ausente en este agravio causado por empresarios que hace poco, por varios meses, arrinconaron al Estado argentino en nombre “de la libre competencia”, pero que se hicieron de la vista gorda cuando estos humildes trabajadores perdieron sus derechos y su dignidad.   La carátula de la denuncia, según el juez de la causa, es por reducción a la esclavitud.

Que en el país que combatió el hambre del mundo y esparció la Libertad en gran parte de nuestro continente sucedan hoy estos “magníficos horrores”, es un oprobio que sólo puede ser superado por el egoísmo individualista de hijos y entenados que lo sustentan. La historia no se repite, se repite la violencia, los intereses y los actos fallidos. Mientras tanto, juguemos en el bosque,  antes que el lobo de la ambición humana nos coma a todos y al Estado también.   ¿Lobo estás?

(1) http://www.pagina12.com.ar/diario/principal/index-2011-01-02.html.

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<>Artículo publicado el 16  de enero de 2011  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Sobre la información, los informantes y el informe

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La opinión de…

Juan Carlos Ansin 

WikiLeaks resultó ser una bomba informática de conmoción masiva. No tanto por lo que hasta ahora se ha revelado, que en su mayoría no pasa de chismes y de confirmar que la diplomacia de USA debe ser muy aburrida. Ocuparse de enviar información basada en opiniones y sospechas emitidas por comentaristas inescrupulosos o por funcionarios amargados, dibuja un panorama patético del país que toma decisiones basado en datos subjetivos con objetivos predeterminados.

La información es un derecho vinculado al conocimiento, pero también puede ser una mercancía publicitaria o un instrumento de poder. La importancia de toda información radica en su capacidad de afectar el sistema. En este caso particular, la capacidad de conocer o entender algo que afecte la toma de decisiones políticas. Es por eso que la información y la libertad de expresión van de la mano. Si no somos libres de recibir y dar información, tampoco lo somos para expresar nuestras opiniones. La información, es pues, materia prima del conocimiento y herramienta del progreso.

De modo que el peligro de las revelaciones de WikiLeaks no está sólo en la información revelada, sino en el uso que el gobierno de Estados Unidos haya hecho con los informes de sus “funcionarios espías”.   Algo que deben recordar muy bien el ex presidente Pérez B. y Samantha Smith.   Ni qué decir cuando nos desayunaron con que el Comandante en Jefe Noriega era empleado de la CIA. Me pregunto si algún WikiLeaks revelará a presidentes informantes de gobiernos extranjeros.

Algunos chismes sobre nuestros funcionarios causan estupor por su ingenuidad y la hipocresía manifiesta de la política criolla. Quizá sea muy poco interesante saber qué medicinas toma fulanito, o con quién viaja zutanito, pero sí lo sería conocer la actividad de cabilderos republicanos influyentes, que tal vez tengan su quinta columna en el mismísimo Palacio de las Garzas, para petardear posibles competidores con algún gallinazo oculto. Las presiones de USA para favorecer a sus empresas y eliminar a sus competidores, no es novedad alguna, ya pasó aquí con el puerto de contenedores y la empresa china que ganó la licitación. Esto demuestra la falsedad de la pregonada libre competencia y demás utopías pseudoliberales con que suelen camuflar tratados.

Algo debe quedar claro en esta tragicomedia del siglo XXI: La información, venga de donde venga, es un bien público que debe gozar de los mismos derechos que tiene la libertad de expresión. Dicho esto, la forma de obtenerla, es importante. Robar información clasificada, torturar enemigos o escuchar comunicaciones privadas sin autorización judicial, son delitos que deben ser castigados. Pero no puede condenarse al que lo publica, sobre todo, si advierte de su contenido antes de hacerlo público. En el caso de la revelación de la identidad de la agente secreta encubierta, Valerie Plume, por Scooter Libby –a la sazón, consejero del vicepresidente Cheney- fue condenado por cuatro de los cinco cargos de los que había sido acusado. Ninguno por haber revelado información secreta. Terminó siendo parcialmente perdonado por Bush 43.

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<>Artículo publicado el 9  de enero de 2011  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.   Lo resaltado lo hicimos nosotros.

25 de diciembre

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La opinión del Médico…

Juan Carlos Ansin

Según la Biblioteca de Babel soñada por Borges, la Wikipedia, y la Enciclopedia Británica, la festividad del nacimiento de Jesús se consagró en esa fecha, que es celebrada por casi toda la cristiandad, excepto por algunos ortodoxos, que lo hacen el 7 de enero.   La fecha exacta no se conoce.   Se sabe que no pudo ser en ese día. El Papa Gregorio XIII cambió el calendario juliano (46 a.C.) por el gregoriano (1582 d.C), que es el actual.    El motivo fue que por un error de cálculo, entre los años de los dos calendarios, existía un desfasaje de diez días.
Hay otras interpretaciones. Una se basa en que los romanos festejaban, por esos días, las Saturnales, festividad que coincidía con el solsticio de invierno, y el Papa, para reclutar acólitos, acomodó la fecha. Otros opinan que fue en conmemoración de la coronación de Constantino I, el primer emperador romano convertido al catolicismo.   Lo cierto es que la Navidad ha perdido con los años su carácter religioso para volver a la festividad pagana, que hoy debiéramos reconocer como fiestas Mercuriales, en honor de Mercurio, el dios del comercio.

En mi familia, junto a la Epifanía de los Reyes Magos (6 de enero), la Navidad era la celebración más añorada, particularmente por mi padre. Apenas se apagaban las luces del arbolito y ya estaba planeando la del próximo año. Era imperdonable que alguien, lejos de su hogar, no cenara en casa la noche de Nochebuena.    No era partidario del pavo, pero era el rey de los turrones y las frutas secas. Pasaba horas cascando nueces, avellanas, almendras y piñones que escogía con esmero, especialmente si eran de España.    Adoraba los higos de Esmirna o el pan dulce de Los Dos Chinos (un panetone que yo traía de Buenos Aires). Aunque prefería una sidra argentina (La Victoria, etiqueta negra) una catástrofe en uno de mis viajes de retorno y la opinión familiar, mayoritaria, de que la sidra asturiana era mejor, lo convencieron.

Ya muy avanzada su insuficiencia cardiaca, en una Navidad escapó de la vigilancia nuestra y de mi madre. Sentado en el balcón, mirando las estrellas hacia el Sur, se llevó un Pan Dulce y una botella de sidra que terminaron -a las tres de la mañana- en un edema agudo de pulmón.   Gracias a que yo vivía a escasos metros y a tres corbatas que usé como torniquetes, pudo salvarse de una muerte anunciada.

Murió veinte años después, a las seis y media de la mañana del 24 de Diciembre de 1999. Había preparado todo para festejar esa noche hasta el comienzo del nuevo siglo que no alcanzó a ver. Desde entonces, para mí, la Nochebuena es Nochetriste.   Pero ahora, la alegría de mis nietas ha vuelto a encender viejas luces que creí apagadas para siempre. Desde hace tres años, comencé a cascar nueces, a partir panetones y a descorchar sidras.  ¡Salud para todos!

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<>Artículo publicado el  26  de diciembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Bulto bello

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La opinión del Médico…

Juan Carlos Ansin

Según el Marco Polo de Ítalo Calvino (Las ciudades invisibles), tan embustero como el real, la falsedad no está en las palabras sino en las cosas.   De allí que las palabras deben ser tomadas no sólo por lo que dicen, sino por cómo y quién las dice. Pues en boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso.
A lo largo de la vida, este aprendizaje suele ser amargo, pero también excitante.  Con los años uno aprende a leer entre líneas y en más de una ocasión, detrás de ellas. La trampa de las palabras no está en lo que nombran, sino en lo que se quiere que se entienda y en lo que el intérprete desea entender.
De esta dualidad conceptual en la relación simbiótica del significado con su significante y la incertidumbre generada en la semiosis de su representación, nace la escuela del relativismo lingüístico, que en general se refiere al camino inverso: la influencia de la lengua sobre el pensamiento.

La palabra tierra, dicha así, sin inflexión alguna, tal como está escrita, sin entorno ni contexto, puede referirnos a nuestro planeta, también puede ser algo cubierto de polvo, o un continente a la vista del navegante o el lugar donde uno nace. La palabra sola no es nada o poco más que eso: un conjunto de símbolos sonoros. Antes que el símbolo o los sonidos, está el proceso del pensamiento, la idea que se quiere expresar. Lo mismo sucede con la palabra casa, cada uno de los lectores evocará una distinta. Si como vemos hay dificultad para nombrar una cosa simple: ¿qué no ocurrirá con los términos que se refieren a abstracciones?

Si digo: el Canal es el bien más importante de Panamá y quien escucha es un sociólogo, este pensará inmediatamente en la importancia que tiene ese canal para la sociedad. En cambio, yo médico, interpreto que el canal es un bien psicológico, muy importante para la nación. Así, cuando un economista afirme lo mismo, seguramente querrá que se lo interprete como la posesión económica más valiosa.

 

El verdadero Marco Polo sabía muy bien que la falsedad radica en la interpretación de quién la percibe y en la exactitud o intención de quien la dice y no en las cosas. Marco Polo inventó el término asesino. Lo sacó de una secta musulmana ismaelita donde a los fumadores de hachís le llamaban hachisins, pues mataban por encargo.

 

Cómo bien dice un viajante árabe contemporáneo del veneciano, Ibn-Battutta, los musulmanes matan, pero no fuman hachís. Jacinto Benavente lo aclara en su famosa comedia, Los Intereses Creados: “El protagonista no miente, pues no dice que no es rico, pero vive como tal, el criado que no lo es, tampoco miente, pero le sirve bien, el señor no dice que es conde o marqués, pero exige ese trato y al final del engaño, el embuste es aceptado por todos como un mal necesario”. Y así vivimos, en un teatro de representaciones donde a la palabra suelen vestirla de bulto bello.

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<>Artículo publicado el  19  de diciembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Vida y muerte de la palabra

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La opinión del Médico…

Juan Carlos Ansin 

Nadie sabe cuándo y cómo nació la palabra. Sospecho que fue cuando alguien se puso a pensar, pues nadie puede hacerlo sin palabras. Quien haya dictado -o escrito- el Génesis, afirma que en el principio fue el Verbo. Para la gramática, en todas las lenguas, el verbo indica acción. Es posible pues, que en el principio lo primero fuera el verbo pensar. No hay en ello contradicción alguna: Pienso, luego existo, dijo Descartes. De modo que la existencia tendría su causa en el pensamiento, y el pensamiento, en la existencia. Una causalidad -teológica o apomíxica- retroalimentada ad infinitum. De allí que la legitimidad de la palabra resida en la fidelidad de lo expresado en la lengua de uso.

Pero de la palabra -no del pensamiento- también se hace abuso. Unas veces por descuido y otras, por desconocimiento. Como el precepto jurídico indica que ignorar la ley no es excusa para violarla, lo mismo debiera ser aplicado cuando utilizamos mal el idioma y en especial, los diversos significados y sentidos que las palabras tienen para la comprensión de las ideas. Desconocerlos, nos lleva a malinterpretar o a no entender lo que se dice o se lee. El conocimiento es pues, esclavo de la palabra y la palabra, lo es de la verdad. Dice O. Wilde: “Si no se tiene la suficiente fantasía para probar una mentira, mejor es que se diga la verdad”.

Las palabras suelen ser maltratadas y hasta torturadas. Decir, por ejemplo que en el panteón de los escritores “se encenderá un cendal por los muertos”, es darle al velo, además de su legítima propiedad de cubrir o de ocultar, el equívoco significado de iluminar. De la lengua, todos somos torturadores y sicarios, pero el idioma es inmortal y aunque se lo cuide como si fuera un vergel del paraíso terrenal, siempre termina manoseado. La cultura es el medio donde florece el idioma, aún en terrenos inhóspitos, como el de los idiomas fronterizos. Allí están el lunfardo y el espanglish y el idioma asintáctico blackberry, con los que tropezamos diariamente.

En cuanto al asesinato de palabras, como el de las personas, hay culpables anónimos que escriben sin castigo. Personalmente, cuando quiero revivir a mis muertos, suelo visitarlos en el cementerio. Allí están, en sus tumbas, pero vivos en mi memoria. Algunos lectores me recriminan el uso de términos difíciles o incómodos, que les obliga a acudir a ese otro cementerio de palabras llamado diccionario, que algunos visitan para revivir conceptos muertos. Me aconsejan no utilizar palabras caras. Siempre respondo lo mismo: el que escribe, no puede devaluar la lengua que lo nutre, pauperizando el idioma o matando palabras a troche y moche, pues de ese modo se termina por vivir en la miseria memética. Lo que intento, es acudir diariamente al cementerio de la RAE y rescatar alguna que otra palabra del olvido. Pues la palabra muere, cuando no se usa, y la matamos, cuando la usamos mal.

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<>Artículo publicado el  12  de diciembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

El gato negro, el tigre celta y los wikileaks

La opinión del Médico…

JUAN CARLOS  ANSIN

La pequeña Irlanda vuelve a la escena mundial. Nacida de un cuento celta, hoy vive el drama más absurdo que Beckett haya podido imaginar:  El telón del Abbey Theater oculta las verdes colinas, los castillos de piedra y los pubs donde los irlandeses suelen, además, beber su poesía.    Se abre el telón y el Allied Irish Bank, el Banco de Irlanda y el Ulster, están en llamas. La gente vocifera pidiendo que le devuelvan su dinero. Un viejo de nariz enrojecida y mirada viscosa, porta un cartel: “¿En qué se diferencia un banco irlandés de Mr. Madoff? En que Madoff está preso”. 

Irlanda ha enfrentado, más de una vez, hambrunas terribles. La que motivó el mayor éxodo de su historia, fue superada gracias al solanum tuberosum, un tubérculo originario de la América del Sur: la papa.   Hoy vuelve a vivir un tumulto económico, menos trágico, pero no menos ruidoso ni de menores consecuencias.

Segundo acto: Un gato negro se cruza en el camino hacia el país de las hadas financieras y éste se desploma como por arte de magia. Un cliente pide a gritos su dinero y el banco dice no. En el último acto, un vidente del mundo real pincha la burbuja que sostenía al Bank of Ireland. La burbuja financiera, inflada con dinero virtual (papeles, bonos, hipotecas y plástico), revienta junto a las pompas de jabón con las que juegan un puñado de ejecutivos mientras fuman tabacos socialistas.

La conclusión de los economistas europeos, que han acudido al rescate para evitar que Irlanda se hunda definitivamente en el mar de la desesperación globalizada, pone los bueyes por delante. Afirman que esta crisis financiera no fue originada por la bancarrota del Estado, sino por la de las empresas privadas que, en su caída, buscaron hacerse a un lado.

Hasta hace muy poco, “cantalantes” locales y “bienpagaos” del exterior, que en los medios suelen ponerle letra a la encantadora música del flautista de Hamelin, con loas a la libertad de vender gato por tigre, también inundaron las páginas de opinión con sus cuentos del Tigre Celta. En Irlanda nunca hubo tigres, pero sí gatos demoníacos, según Yeats.

La bomba de racimo de los Wikileaks con que la “autocensura negociada” de El País, Le Monde, el New York Times, The Guardian y Der Spiegel, bombardearán al resto del mundo, por muchos años, son sólo boquitas de entrada, chismes que el imaginario popular ya conocía. No es novedad para nosotros que el de Honduras fue un golpe de Estado. Tampoco lo es que al juez Garzón lo quitaron de en medio para que no investigara el campo de concentración de Guantánamo, o que Israel presiona a USA incitando a Palestina.   Ni que las FARC violan las fronteras de Colombia.    Lo que promete ser el plato fuerte, es la trama financiera y su red de distribución global. Porque, siempre que hay denuncias hay que ir tras la huella del dinero. Otro gato demoníaco anda suelto, y la jauría ya lo está buscando.

<>Artículo publicado el 5  de diciembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Lecciones de Historia

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La opinión de…

Juan Carlos Ansin 

No hay mal que por bien no venga. Seguramente alguien dirá que es un cliché demasiado gastado y hallará un fondo relativista que disgusta a los obsesionados por la verdad absoluta.   No caen en la cuenta que para hallar la verdad, es necesario buscar la mentira. En fin, digamos que en las derrotas también se obtienen victorias.

Precisamente la Historia está llena de este contrasentido aparente. En la larga y cruenta lucha por la independencia de nuestra América, sus líderes, empapados del enciclopedismo francés, intentaron por todos los medios, implantar aquí el naciente paradigma republicano, que para la mayoría iletrada y aún para las clases más educadas de la época, significaba un cambio demasiado radical, acostumbrados como estaban, por siglos, al sometimiento monárquico y religioso. La mala fama de nuestros libertadores, entre las élites conservadoras criollas de entonces, se basó en la propaganda española que los acusaba de terroristas traidores al rey.

Después de Ayacucho se pudo unificar la posesión militar del territorio, pero no se logró la anhelada unión política, ni tampoco la independencia económica. Al final de sus vidas, nuestros libertadores reconocieron que la anhelada democracia republicana, a la francesa, era una utopía imposible de realizar. La pobre educación, la extensión geográfica y el desconocimiento de los derechos y obligaciones cívicas que acarrea una república, fueron algunas de las razones del cambio ideológico experimentado por Bernardo de Monteagudo, el Robespierre americano, que del ferviente republicanismo revolucionario original pasó luego a favorecer una monarquía parlamentaria al estilo girondino. Hecho que algunos de sus biógrafos atribuyen como causa intelectual de su asesinato, cometido en Lima.

Dos siglos más tarde, el sueño de nuestros próceres se ha cumplido. Aunque no en este continente. Aquí seguimos empeñados en resolver nuestros problemas cada uno según su parecer. Cada país inventa su caudillo. Mientras, los pueblos sufren las consecuencias de sus desatinos. Tal parece que estamos condenados a vivir en eterna soledad. Por otra parte, España hoy es la viva imagen del anhelo de Monteagudo. Las diferentes nacionalidades permanecen unidas bajo la figura del Rey, que es la de España, a la que ha salvado en más de una ocasión. Los pueblos que la integran están representados en las Cortes Generales regidos por una Constitución Nacional. Contrario a la América Nuestra, allí las instituciones democráticas son más poderosas que el Rey. España no es república, pero funciona como si lo fuera. Nosotros lo somos, pero funcionamos como una monarquía sin corona.

El régimen presidencialista latinoamericano es un pulpo de largos tentáculos, que termina por ahogar a las instituciones, demasiado debilitadas por un sistema que prioriza los partidos políticos antes que la institucionalidad democrática. Las plataformas ideológicas son importantes, como guías de principios, pero no pueden sustituir la opinión de los ciudadanos, que más de una vez ha sido más sensata y acertada que los empeños por someterlos a dogmas políticos o económicos apartados de la realidad. Una realidad que los políticos suelen violar entre gallos y medianoche.

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<>Artículo publicado el  28  de noviembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en:   https://panaletras.wordpress.com/category/ansin-juan-carlos/

Oikonomia para curiosos

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La opinión de…

Juan Carlos Ansin  

Hay temas de interés público de cuya influencia nadie puede escapar, la economía es uno de ellos y al menos que el escepticismo nos domine o que se sea un ermitaño intelectual, la política es otro tema a debatir, en lo posible, a lo Antonio Machado:  “Desnudos de equipaje, como los hijos de la mar”.

Vamos a las cosas. Oikonomia (de oikos: hogar y nimias: administración) es un término que se refiere a la administración doméstica, lo que hoy llamamos microeconomía, para diferenciarla de la macroeconomía, la administración del país. Durante el paso de la sociedad antigua a la moderna se cambió el paradigma económico social, regido entonces por la producción de bienes de uso (necesarios), al paradigma capitalista de la producción de capital financiero y de bienes superfluos de consumo ilimitado. De modo que la economía de mercado “autorregulado” se retroalimenta indefinidamente en una especie de círculo expansivo que cíclicamente tiende a estallar provocando un big bang explosivo para luego colapsarse en un big crunch recesivo.

El paradigma del libre mercado nació en Inglaterra pero tuvo su auge en los Estados Unidos desde donde se expandió vigorosamente por el mundo después de la implosión de la Unión Soviética. Como toda libertad que se precie de ser verdaderamente legítima no cuesta dinero, sino sangre, sudor y lágrimas, en la mitad del siglo XIX se produjo un movimiento contra los abusos de la explotación capitalista que impulsó la abolición de la propiedad privada y entregó al Estado el monopolio económico. El fracaso de este utópico socialismo comunista, dejó lugar al socialismo democrático vigente, con una economía enfocada hacia una política socialmente responsable, asentada en la realidad, lejos de las utopías académicas extremas.

La diferencia entre estos dos sistemas radica en que la teoría individualista del “libre mercado” produce ricos más ricos y, comparativamente a las necesidades de la demanda creada artificialmente, muchos más pobres relativos. Por más que estos ideólogos absolutistas quieran hacerle decir a las estadísticas cosas distintas a la realidad tangible, la de las amas de casa. Según el informe del PNUD la mayoría de los países escandinavos, con economías menos ricas pero socialmente más justas y equitativas, poseen los índices más elevados de desarrollo humano del planeta. Índice éste que nos dice claramente no sólo quiénes son y cómo viven los pobres, sino cómo es la sociedad que los contiene.

En nuestro continente, unos pocos poseen dinero suficiente para influir en el orden regional y mundial.   Los tres hombres más ricos del mundo, el mexicano Slim y los estadounidenses Gates y Buffett, en ese orden, juntos poseen alrededor de 153 mil millones (mm) de dólares, algo así como todo el PBI de Panamá (45 mm), Nicaragua (15 mm), Honduras (28 mm), Costa Rica (50 mm), Belice (2 mm) y casi la mitad de el de El Salvador (41 mm).   Un exabrupto que sólo los necios se niegan a ver y un cáncer que se alimenta de la oikonomia nuestra de cada día.

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<>Artículo publicado el  14  de noviembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Portobello road

 

La opinión del Médico…

Juan Carlos Ansin

Dice Roberto Bolaño que dijo Borges, pero que antes que él lo habían dicho Dickens y Stevenson, que Londres es un laberinto. Y realmente lo es, un hermoso laberinto tentador para perderse en una ciudad elegante y chata, que comparada con New York, la otra metrópoli multiétnica, tiene pocos rascacielos y algunos hispanohablantes menos. Londres es como una dama elegante, sobria por fuera y silenciosa por dentro. Cuando por la noche, a la salida de un restaurante, culminábamos los vestigios imperiales culinarios de la cocina india con comentarios dichos en un castellano alto y vinoso, los transeúntes locales nos miraban amablemente extrañados.

A Londres lo serpentea el Támesis y lo maquillan los parques más bellos que haya visto. Algunos son de propiedad privada, como el del Duque de Westminster, dueño de la tierra de Kensington Garden y de todos los terrenos de esa parte de la ciudad que lleva su título y a quien los dueños de los edificios, a los que por ley se les concedió construir, deben pagarle una renta a perpetuidad, renta que según nuestro guía es independiente de la que deben pagar al ayuntamiento y al Estado central. Pero Londres es así, tradicional, compleja, laberíntica, monárquica, rica en museos, en arte y cultura y de costumbres estrafalarias, al menos para nosotros: turistas republicanos provenientes de las Indias Occidentales.

En el barrio de Notting Hill existe una calle curiosa por su colorido, su mercado de antigüedades, su festival y su historia. Se trata de Portobello Road, nombrada en conmemoración de la toma de Portobelo por el almirante inglés Edward Vernon, en noviembre de 1739. Para conmemorar tal acontecimiento se escribió una canción patriótica que terminó por convertirse en el himno nacional británico: God Save the King. De modo que Gran Bretaña le debe a Portobelo algo más que una disculpa.

La estatua de Cromwel se halla de espaldas, frente al Parlamento que abolió después de decapitar a Carlos I y fundar la Confederación. La de Churchill, mira sedienta hacia su pub preferido, ubicado a pocos pasos de allí. Llegamos apenas tarde -el rastro de los caballos todavía humeaba- al cambio de guardia de Buckingham Palace. La Torre de Londres no es más alta que la de Panamá la Vieja, y no me pareció tan tétrica como he leído. Allí están las joyas de la Corona y el trono de los Plantagenet. Me detuve en el rinconcito donde fue asesinado Enrique VI, muy pequeño para tanta literatura inspirada en la Guerra de las Rosas y en la de los Cien Años.

Gracias a mi insistencia, troqué una visita a otra iglesia por la del Imperial War Museum. Allí vi el casco de un piloto argentino derribado en Malvinas. Vi el video resumen de esa guerra. Fueron justos y nobles. También fueron justicieramente inclementes con la dictadura militar argentina. Mientras pensaba en los conscriptos que en esas islas supieron con gloria morir, algo enturbió mis ojos. Fue al sentir que “también era mía, la patria de Echeverría, la tierra de Santos Vega”.

 

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<>Artículo publicado el  7  de noviembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/ansin-juan-carlos/