Costa Rica-Nicaragua: un conflicto absurdo

La opinión del Sociólogo….


GIOVANNI  BELUCHE  V.
gbeluche@prodesarrollocr.com

Que  en pleno siglo XXI dos países centroamericanos, subdesarrollados y pobres, se enfrenten en un conflicto en sus zonas fronterizas, además de absurdo, es sumamente peligroso. Más allá de los argumentos de las partes, la división territorial establecida por las burguesías centroamericanas, en sus diversos laudos, establece que el río San Juan es de plena soberanía de Nicaragua, Costa Rica reconoce esa condición y tiene derecho de navegación para su población civil y sus autoridades (sin armas). La isla Calero, fuente del actual conflicto, está ubicada dentro del territorio costarricense.

Este diferendo ha sido el pretexto para que los gobiernos de Nicaragua y Costa Rica distraigan la atención de los principales problemas que aquejan a nuestros pueblos. Discursos xenofóbicos en los dos países atizan sentimientos de odio, que solo dolor podrían causar a la gente humilde. Ojalá la sensatez impere en los gobernantes para que esta discrepancia se resuelva de manera pacífica. En vez de alentar un falso nacionalismo, deberíamos aprender un poco de nuestra historia centroamericana.

El 14 de setiembre de 1856, un puñado de 180 nicaragüenses derrotó a William Walker y sus filibusteros en la batalla de San Jacinto.   Habían llegado a Nicaragua tras el pacto firmado en 1854 por el entonces mandatario provisional Francisco Castellón, quien acordó con el gringo Byron Cole la llegada de 200 mercenarios de la Falange Democrática, para que le ayudaran a los democráticos (liberales) a derrotar a los legitimistas (conservadores), en la guerra civil que se libraba en el vecino país. Como pago el gobierno entregó tierras a Cole.

Cole traspasó el contrato a Walker, quien tomó Granada en octubre de 1855, para después convocar a elecciones amañadas, en las que se proclamó presidente de Nicaragua en julio de 1856, con la ambición de anexar a Centroamérica a los estados del Sur de Estados Unidos.   El pueblo nicaragüense, nada dispuesto a dejarse esclavizar, se levantó en armas junto con sus hermanos centroamericanos. Del lado de Costa Rica, el presidente Juan Rafael Mora organizó un ejército que asestó golpes contundentes a los filibusteros, en la batalla de Santa Rosa, en el río San Juan y en la propia Rivas (quema del arsenal de los filibusteros). La derrota y fusilamiento de Walker en Honduras el 12 de setiembre de 1860, marcó el final de esta amenaza contra los pueblos centroamericanos.

La historia oficial en cada país da cuenta de las acciones de sus pueblos en la gesta contra los filibusteros, pero se esmera en desconocer que la victoria fue posible por la intervención unitaria de El Salvador, Guatemala, Honduras, expresado en el Tratado de Alianza firmado el 8 de julio de 1856 y Costa Rica, que por la epidemia del cólera no pudo asistir, pero mantuvo su participación en la causa. La batalla de San Jacinto (Nicaragua), la batalla de Santa Rosa (Costa Rica) y el fusilamiento de Walker en Trujillo (Honduras), fueron determinantes para la historia de Centroamérica.

Han pasado 154 años y los filibusteros siguen llegando, ahora como grandes corporaciones que empobrecen a nuestros campesinos y trabajadores.   Como Francisco Castellón, los gobernantes les regalan nuestros más preciados recursos estratégicos. Sus naves de guerra entran so pretexto de la lucha contra el narcotráfico, escondiendo su verdadero propósito de utilizar nuestras tierras para su belicista Plan Colombia.

Pero la respuesta de nuestros gobernantes en nada se parece a las epopeyas de la lucha contra los filibusteros.   Por el contrario, en las últimas semanas se ha desatado una verborrea ‘nacionalista’ sumamente peligrosa a ambos lados del río San Juan. Ridículas poses patrioteras de quienes entregaron los intereses estratégicos de Costa Rica y Nicaragua, a las angurrientas transnacionales norteamericanas mediante un TLC antipatria.   Risibles discursos sobre supuestas motivaciones ambientales, de quienes declararon de interés nacional la explotación de una mina de oro a cielo abierto cerca de la frontera, cuyos daños ambientales están harto demostrados.

Solo favorecen los intereses mercantiles de sus socios extranjeros y ahora hablan de patria. No hacen nada cuando un hotel extranjero cierra el acceso a una playa privatizada; los que hace pocos meses sacaron por la fuerza a un grupo de indígenas que solicitaban a la Asamblea Legislativa de Costa Rica que se discuta un proyecto de ley sobre la autonomía de sus territorios.

Con sus arengas patrioteras ambos gobiernos están sembrando el odio entre dos pueblos hermanos. En vez de pelearse demagógicamente, deberían imitar a nuestros próceres.   Aprender de nuestra historia, juntos reivindicar un proyecto regional en donde la economía esté al servicio de la gente y no la gente al servicio de la economía.   Donde el río San Juan genere calidad de vida para las empobrecidas comunidades de los dos lados de la frontera.   Bien harían en dedicarse a resolver los asfixiantes problemas y las carencias que golpean a la gente buena y humilde a uno y otro lado del río San Juan.

¡Otra Centroamérica es posible!

 

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<> Este artículo se publicó el 3 de diciembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor   en: https://panaletras.wordpress.com/category/beluche-v-giovanni/

La violencia social contra las mujeres

La opinión del Sociólogo…



GIOVANNI  BELUCHE V.
gbeluche@prodesarrollocr.com

Con demagogia, como cada año, quienes feminizan la pobreza saltan a conmemorar el del Día de la No Violencia contra las Mujeres.  Sin desmedro de algunos esfuerzos institucionales, impulsados por mujeres muy comprometidas, no se tocan las profundas causas de la desigualdad y la violencia a que son sometidas las mujeres trabajadoras, por la doble condición de opresión de género y explotación de clase.

Violencia en lo laboral— El desempleo abierto entre las mujeres ronda el 9.9%, es decir, una de cada diez mujeres está desempleada. La vulnerabilidad es mayor, porque este dato excluye a las mujeres que laboran en el sector informal, la mayoría sin garantías sociales y laborales. Las vendedoras ambulantes sufren la persecución policial y el decomiso de sus mercancías. ¿Qué alternativa les ofrecen? El MTSS reconoce que en Costa Rica cuatro de cada diez patronos (38% de las empresas) no pagan el salario mínimo de ley, lo que afecta a 309,000 personas trabajadoras, sobre todo en empleo doméstico, vendedoras en tiendas, actividades agrícolas, construcción y guardas. Obsérvese que en tres de estas cinco actividades la presencia de mujeres es abrumadora. Incluso hay mujeres trabajando como guardas en residenciales, contratadas por empresas de seguridad. Hay que sumar la proscripción del derecho a sindicalización, siendo sectores muy sensibles a la violación de garantías laborales y sociales.

La criminalización de la protesta social— Es una forma de violencia contra las mujeres, porque el represor normalmente es hombre y actúa amparado por el Estado patriarcal.   Las mujeres detenidas enfrentan mayores riesgos de violencia sexual y otras ofensas.  Criminalizar la protesta social significa que son penalizadas, como criminales, las mujeres que bloquean una calle para exigir el derecho al agua, vivienda digna, tierra para trabajar, caminos para sacar sus productos, atención después de desastres. En agosto de este año fueron agredidas mujeres de nuestros pueblos originarios, cuando pacíficamente se encontraban en la Asamblea Legislativa, solicitando que se discuta un proyecto de ley sobre la autonomía de sus territorios que lleva 17 años de espera. Lo mismo ocurrió en la provincia de Limón, contra mujeres que fueron detenidas y procesadas arbitrariamente, por defender los intereses nacionales contra la privatización de los muelles.

Deuda social en salud, gobiernos locales, vivienda popular y educación sexual— Las mujeres deben someterse a una larga espera para una cita con especialistas en la CSS, agravando el riesgo de cáncer de mamas o de útero.   Mientras, las autoridades se pavonean en marchas con lazos de colores, como si eso fuera a detener las enfermedades. La falta de presupuesto para las oficinas de la mujer en las municipalidades, si es que existen, denota el interés por construir una sociedad igualitaria. Es violencia la ausencia de proyectos de vivienda de interés social, especialmente para las madres que solas sacan adelante a una familia, pero no pueden pagar una casa a los precios del dios mercado. La inexistencia de programas de educación sexual, por la intromisión de las iglesias en los asuntos del Estado, también genera violencia.

Estas y otras formas de violencia se pueden evitar y revertir, falta voluntad política para colocar el desarrollo social por encima de la acumulación de capital.

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<> Este artículo se publicó el 28 de noviembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.