El cáncer en el deporte

La opinión de….

Camilo Amado 

Hace dos años me diagnosticaron y removieron quirúrgicamente un cáncer en mi vejiga. En ese momento escribí un artículo sobre los beneficios de tener una vida activa y cómo me ayudó a una detección temprana, erradicación y recuperación rápida.

Hoy, a punto de empezar mi último tratamiento de quimioterapia y después de lo aprendido, no puedo dejar de pensar en la analogía de lo que pasa con nuestra dirigencia olímpica.

El cáncer se desarrolla en presencia de substancias exógenas a nuestro organismo que se introducen en el DNA de células sanas y causan mutaciones, en ausencia o deficiencia de nuestro sistema inmunológico que está a cargo de destruir esas mutaciones. Siempre que haya un desbalance se puede manifestar la enfermedad.

El cáncer hoy día es curable, pero su cura no llega sin sacrificios. La manera como se trata es totalmente intrusiva. Los doctores saben que es mejor dañar órganos, sin los cuales podemos seguir viviendo, y erradicarlo.

En casi todos los casos los pacientes tienden a empeorar su condición antes de mejorarla. Pero los que hemos tenido la experiencia sabemos que es un mal absolutamente necesario para sobrevivir al ataque de la enfermedad.

Igual que el cáncer, donde sea que no se hagan cumplir las leyes (deficiencias inmunológicas) florecen los facinerosos (células cancerosas).   Esos cánceres los vemos con frecuencia en zonas donde a la ley le es difícil llegar.    En la frontera con Colombia y en las áreas isleñas vemos cómo prosperan los guerrilleros, narcos y homicidas. Igual pasa en varios sectores de la sociedad.   En el transporte, sindicatos y más notablemente en el Comité Olímpico de Panamá (COP).

El COP ha logrado venderle a nuestros gobernantes que ellos están por encima de la ley, al engañar nuestro sistema inmunológico, se han convertido en un organismo que cobija elementos cancerosos para el deporte nacional.

Exactamente como un cáncer, no solo está afectando el órgano que atacó, sino también sus funciones y producción. A los atletas se les dificulta crecer en un clima inhóspito donde todo conspira contra ellos. Son usados como rehenes y como herramienta de chantaje constante. Están totalmente afectados bajo el statu quo, mucho más de lo que serían afectados si ponemos orden. El deporte no morirá por el cáncer, pero seguirá en eterna agonía.

Es necesario que hagamos la operación radical y el tratamiento debilitante antes de que en Panamá veamos una mejoría.   Si poner orden significa una suspensión o la pérdida de una sede, tendremos que asumirlo con responsabilidad.

Lo único que quedaría es mejorar. Si logramos erradicar las células malas y construir una organización deportiva sana, ganaremos a largo plazo mucho más de lo perdido momentáneamente. Los pasos ya están dados. Solo necesitamos que nuestros representantes en el Gobierno cumplan y hagan cumplir la ley.   Todo lo demás se dará solo, aunque nos cueste una sede o una suspensión, eso es totalmente temporal.

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Artículo publicado el 28 de agosto de 2009 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor,   todo el crédito que les corresponde.