El chantaje también es corrupción

El chantaje también es corrupción

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Olmedo Alvarado
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Después de amplias negociaciones, almibaradas unas y muy ácidas otras, aunadas a un sinnúmero de rondas, propuestas, discusiones, entendimientos, etc. Panamá y Estados Unidos de América finalmente acordaron un tratado de promoción comercial, sujeto a la ratificación de sus respectivos órganos legislativos.

En el caso de Panamá, el referido TPC fue ventilado en el seno de la Asamblea, logrando su aprobación sin mayores dificultades para que su publicación se diera en la Gaceta Oficial No. 25944 del 20 de diciembre del año 1989. Perdón, del año 2007, es decir, el mismo día en que se cumplían exactamente 18 años de la invasión.

En el caso de Estados Unidos, el referido TPC aún no ha sido ni siquiera enviado, para su aprobación o no, al Congreso, aduciendo primero argumentaciones poco razonables, y ahora un año después, exigiendo prerrequisitos y condiciones que empañan la buena fe de sus negociadores y el espíritu de colaboración y cooperación de la propia nación norteña.

La República de Panamá tiene tratados de libre comercio con Taiwan, Costa Rica, El Salvador, Chile, Singapur; también adelanta negociaciones con otros respetables países, cuya base y sustento es primordialmente el intercambio fácil y económico de mercancías y muy alejados de imposiciones de carácter laboral, fiscal y social. Con estos tratados, ya en plena ejecución, estamos midiendo y observando la capacidad y aprovechamiento de su aplicación, considerando aspectos medulares como son las reglas de origen, los plazos para la desgravación arancelaria, procedimientos aduaneros, medidas fitosanitarias y otras.

Suena ridículo que a estas alturas, después de varios años de sesudas, agobiantes y extensas, pero responsables negociaciones, se dilate aún más la ratificación por parte de Estados Unidos del TPC, en función de obtener la aplicación de medidas que son de la exclusiva competencia soberana de Panamá. Nada tiene que ver que un paquete de papas precocidas se importe o exporte entre nuestros dos países de manera más barata, con aquella condición de que ahora solo se necesiten 20 trabajadores para formar un sindicato en cualquier empresa panameña. Nada tiene que ver que podamos importar o exportar instrumentos de medicina a más bajo costo, con aquella exigencia de que los funcionarios del Canal de Panamá tengan derecho a huelga.

Si cuando en los diversos intentos para abrogar y mejorar las cláusulas del antiguo Tratado de 1903 y ante las mezquinas concesiones que ofrecían los norteamericanos, a un ilustre panameño le tocó decir: “Que se lleven su Canal”, ahora en pleno siglo XXI nos toca a nosotros parafrasear: “Que se lleven su TPC”, porque el chantaje también es corrupción.

Publicado el 10 de junio de 2009 en el diario La Prensa