Mirada profunda a la seguridad ciudadana

La opinión de…..

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ISABEL SAINT MALO DE ALVARADO

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Mirada profunda a la seguridad ciudadana

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A propósito de la seguridad ciudadana, ese tema que nos toca profundamente a todos y todas, escribía hace algunos meses sobre la importancia de un abordaje integral del tema.

Es decir, ni la mano dura ni la mano suave, sino más bien ambas y un poco más: todo el peso de la ley y los instrumentos necesarios para atacar el delito, así como los recursos necesarios para prevenir que más miembros de la sociedad se sumen a esta actividad que tanto nos cuesta.

Con gran satisfacción he conocido el recién publicado, por el PNUD, Informe sobre Desarrollo Humano para América Central 2009-2010:  Abrir espacios a la Seguridad Ciudadana y el Desarrollo Humano. Con esa mirada profunda a la temática, vista desde la particular perspectiva del desarrollo humano, el informe apuesta a la solución del problema, reconociendo las complejidades que lo rodean.

Ilustra de manera clara y precisa qué significa integral y cuáles son los ejes que hay que atacar y cómo se interrelacionan éstos. Aboga por una estrategia de seguridad ciudadana para el desarrollo humano que incluya tanto los aspectos coercitivos como los preventivos, en coherencia con el sistema de justicia y sobre todo “con la estructura de valores de civilidad”.

Es en esta propuesta de suscribir un “contrato por el civismo” que considero yace el aporte central de este informe, y que es particularmente allí donde se diferencia este enfoque de los tradicionales, que han resultado insuficientes. Y es que este contrato de civismo no es otra cosa que señalarnos a todos y cada uno de los ciudadanos como parte del problema y, a la vez, parte de la solución.

Es decir, la seguridad ciudadana no la puede resolver el Estado solamente, por más que a éste le competa una responsabilidad muy clara en el tema, si no resolvemos otros temas más profundos en los que todos participamos.

Un nuevo contrato mediante el cual todos nos comprometamos con la legalidad y el respeto por la ley; con la universalidad para que comprendamos que las leyes tienen que ser justas y aplicarse a todos por igual, indistintamente de las condiciones económicas o sociales de la víctima o el victimario; y por último, con la solidaridad a fin de que hagamos nuestro aporte para contribuir a que todos los ciudadanos tengan las condiciones mínimas para acceder a ese contrato de civismo.

El informe, además, se refiere a un dato a mi juicio alarmante: “El promedio de las tasas de los siete países de la región (América Central), equivale a algo más de tres veces la tasa mundial y supera en siete puntos la tasa promedio de América Latina”. Resultando América Central la región más violenta, de un continente muy violento.

El caso panameño no está entre los más graves de la región, sin embargo su tasa de recrudecimiento de la violencia casi se duplicó en los últimos años.

Por último, el informe cubre de manera amplia y detallada aquello que ya señaláramos hace unos meses, en cuanto a la necesidad de contar con una dirección centralizada y estratégica de la seguridad a nivel del Estado, en cuya ejecución debe participar el Gobierno Central, los gobiernos municipales, la empresa privada, los medios de comunicación y los ciudadanos propiamente.

Manos a la obra, solo de la mano de un esfuerzo amplio y participativo lograremos solucionar el problema.

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Publicado el 18 de noviembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.